IX. Un poquito de ilusión
Se acerca el final del semestre y por la escuela circula una vibra mixta entre el estrés de los exámenes y trabajos, sumados al ansiado tiempo libre que supone las vacaciones de verano, bueno, no para todos, varios estudiantes seguro entrarán a cursos intensivos que los preparen para el examen de ingreso a una prestigiosa universidad. Algunos de sus amigos no han tenido tanta suerte, Jinyoung ha estado metido de lleno en clases adicionales, Taehyung batalla con sus padres que insisten que mientras antes comience podría conseguir mejores resultados, a Hyejin la inscribieron junto a Wheein, pero ambas suelen escaparse e ir juntas al karaoke o cualquier panorama por influencia de la primera, menos aún sacrificarán un verano estudiando.
Jimin agradece que sus padres si bien ponen presión, no insisten en exceso. El trato es mantener buenas calificaciones y puede administrar a su antojo el tiempo libre, el cual usa para asistir a las clases de danza, algo a lo que pretende dedicarse, aunque su familia no esté de acuerdo. Es una lucha que deja para después, el otro año cuando vuelvan a insistir en la importancia de una carrera que le asegure un buen futuro en alguna reconocida universidad; claramente la danza contemporánea no es prospecto de "buena carrera".
Tal vez también por eso le agrada Yoongi, él no parece exactamente preocupado por el examen que debe rendir para asegurar plaza en alguna buena universidad, a su modo logra mantener un buen rendimiento que oscila entre materias, no se desvive ni sufre por malas calificaciones, solo ve que se arruga un poco el entrecejo y se promete subirla con la siguiente evaluación. Compatibiliza la entretención que le supone el básquetbol y se entrega de corazón a la música, el norte de todas sus proyecciones futuras.
Quisiera tomarse las cosas así de liviano, pero ahí está llenando una guía de ejercicios que de estar bien hecha supone un porcentaje de calificación adicional, en paralelo a un ensayo de literatura, ambas cosas que debe entregar mañana.
Solo una semana de agonía y vendrá el merecido descanso.
Taehyung le envía mensajes pesimistas diciendo que ya se rindió con un par de materias y dos semanas extras en verano para levantar las calificaciones es un destino inminente, por más que Jimin insiste en ayudarle como puede, prestándoles los apuntes para superar el examen de química.
Cada persona que conoce está atravesando una buena carga de estrés. Seokjin también le ha escrito mensajes y grabado audios con su entonación dramática, diciéndole "no entres a la universidad, estarás pagando por sufrir", seguido de un "deberíamos abrir un puesto de crepes, yo cocino y tú atiendes con tu sonrisa bonita", provocando que Jimin sonriera complacido por el halago; para finalizar con un "olvida esto, sé un buen chico y entra a la universidad".
Jimin acerca el micrófono del celular para enviar un audio: Fighting!
Adicional a la ansiedad de la carga académica, está el hecho que verá a Seokjin el viernes en la fiesta de Jackson, quien cada final de semestre da pase liberado a toda la escuela a celebrar el inicio de vacaciones de manera épica en su lujoso hogar.
Todo el mundo va a las fiestas de Jackson, eso incluye a alumnos de antiguas promociones justamente como su hyung. Tiene una camiseta perfecta para ese día que se ajusta bien a su silueta a diferencia de las prendas holgadas que por lo general le gusta usar.
Todavía se aferra a su diez por ciento de esperanza.
Un poco de ilusión no está mal, quiere creer.
Un nuevo mensaje salta en su pantalla. Yoongi acaba de enviarlo y es imposible no volver a sonreír, cuando el mayor le escribe suelen ser comentarios y videos divertidos o buenas propuestas de aventuras.
[Jimin-ah, tengo algo que podría interesarte]
[¿Qué sería?]
[Algo confidencial, podría ayudarte a ti, a tus amigos cercanos]
[Tengo algo bueno]
[A ver]
[No es gratis, por supuesto, hablas con un hombre de negocios]
[Yah, dime qué es]
[Qué ofreces]
[Qué puedo ofrecer si no sé qué es]
[Mañana nos vemos en la biblioteca a la hora de almuerzo, haremos negocios]
[¡Eres terrible, Min!]
Jimin está riendo con un poco de frustración encima y una tonelada de curiosidad. Para peor Yoongi no ha vuelto a escribir.
Ciertamente su sunbae suele traer propuestas interesantes que por lo general implican algo ilícito, piensa que esta vez no ha de ser la excepción.
No es como que las propuesta que él tiene para Yoongi fueran diferentes. Aún con el poco tiempo libre han encontrado espacios para sus salidas a centros comerciales. A veces se suma Wendy y es más sencillo pasear por el sector femenino con ella, así Yoongi aprovecha de llevar algo para su novia y Jimin para Seulgi.
Su amiga había estado molesta, pero antes de que pasara a mayores, Jimin se levantó más temprano y la esperó fuera de casa el lunes por la mañana para contarle todos los detalles que tuvo celosamente escondidos, partiendo de su llegada a Daegu y cuando casi fue descubierto, la primera vez que vio a Yoongi, quien le advirtió de las alarmas y la salvadora ayuda de Seokjin; continuando con el intercambio de golosinas hurtadas hasta el punto que han alcanzado hoy en día visitando distintas tiendas por la ciudad.
Estuvo mirando a su amiga con ojos de cachorrito.
—No me mires así, sabes que no puedo estar realmente molesta contigo. —Seulgi revolvió su pelo.
Incluso ella los acompañó un día y al anochecer estaban compartiendo una pizza familiar y refrescos. Wendy y Seulgi riendo comentaban que habían estado en las mismas clases toda la secundaria y recién ahora conversaban más de dos frases, viendo que tenían más cosas en común de las que habrían imaginado.
Se siente bastante aliviado, no le gusta tener que esconder cosas de la noona que prácticamente sabe su vida entera. Ahora puede decirle "saldré con Yoongi, ya sabes" y ella lo escruta con una sonrisita de esas que dicen "claro que sé y mucho más de lo que crees" como si viera algo que él no.
—Veré a Yoongi sunbae en la biblioteca —le comenta a Seulgi por la mañana, sacando un café enlatado de la máquina expendedora.
Y ahí está, esa mirada.
—Oh, bien —pronuncia ella con una sonrisa de aquellas que traen pensamientos ocultos—, ¿y eso me lo cuentas por...?
—Porque necesito que me cubras al almuerzo cuando diga "olvidé algo" y desaparezca un momento, Taehyung cree que soy su amuleto de la suerte y no se ha despegado de mí, dice que quiere absorber conocimientos.
Su noona emite una sonora carcajada, asintiendo.
La curiosidad no deja de acompañarlo, incluso cuando avisa que olvidó un cuaderno en el salón, aunque su destino es otro.
La biblioteca está más llena que de costumbre, asume que varios estudiantes prefieren saltarse comidas, utilizando ese tiempo valioso para salvar las calificaciones, apenas con bocadillos que puedan comer a escondidas.
Avanza buscando a Yoongi entre variadas cabezas oscuras, tal y como pensaba, el chico pálido está en una mesa distante en un rincón, quien apenas le ve acercarse alza la mano, llamándolo con un gesto.
—Entonces, sunbae, ¿qué es lo que podría interesarme?
—Buenas tardes, Jimin, he estado bien ¿y tú? —dice con una entonación que mezcla sarcasmo y diversión, haciéndole esperar a propósito—. ¿Dónde quedaron los modales?
—Eres un sunbae cruel, me tienes intrigado desde ayer.
—Bueno, así te ayudo a cultivar la paciencia.
Si se preguntara a sí mismo a comienzo de año si se imaginaría teniendo intensas ganas de zamarrear a Min Yoongi, definitivamente no entendería siquiera por qué estaría pensando en eso, el sujeto luce tan arisco, seguro vive en su propio mundo, apenas se miraban, ¿por qué habría de querer zamarrearlo?
—Gracias por tanta consideración, ¿ahora podrías decirme?
Los ojos gatunos de su mayor brillan de pura diversión, traviesos y alegres. Aún así quiere sacudirlo hasta sacarle la información por más adorable que pueda parecer.
—Bueno, resulta que ayer el profesor de química me llamó a su oficina para un aburrido sermón por incitar una discusión en su clase —relata tomándose pequeñas pausas que a Jimin le parecen eternas mientras no llegan al punto central del asunto—. ¿Impaciente?
—Estoy tratando de cultivar mi paciencia.
—Bien. —Sonríe ladino—. A veces la gente es sensible frente a un poco de sarcasmo.
Jimin aprieta los labios y mesa su cabello hacia atrás. Felicitándose por su autocontrol.
—Entonces, mientras me regañaba miré que en su escritorio tenía los exámenes impresos que les aplicará a tu clase mañana, imaginarás que al primer segundo de distracción rápida y disimuladamente le tomé una foto. —A medida que explica disminuye el volumen de su voz grave.
Los ojos de Jimin se abren un poco más de lo usual por la sorpresa. Sería una buena carta de salvación para Taehyung. De paso comprueba que los panoramas que le ofrece Yoongi tiene una naturaleza ilícita.
—¿De verdad? ¿Nadie se dio cuenta?
—No lo creo, algún profesor me habría regañado ahí mismo —responde irradiando confianza—. ¿Estás interesado? ¿Qué ofreces a cambio?
—Sí, ¿qué quieres a cambio? —Devuelve la pregunta.
—No lo sé, convénceme.
La verdad es que está en blanco. Tiene que darse una pausa de al menos un minutos para hacer un recorrido mental de cosas que le gustan a su sunbae.
—Puedo invitarte a comer lo que quieras —propone. La comida no suele fallar.
—¿Solo eso?
—Muchas brochetas de cordero, pagada en cuotas cada vez que salgamos.
La mirada de Yoongi se ilumina como los ojos del gato de su abuela cuando abre una lata de comida húmeda. La única diferencia es que el animalito ronronea feliz y el humano pálido, en cambio, contiene la sonrisa apretando los labios y trata de mantener un semblante indiferente.
—No estoy del todo convencido, pero como me agradas, aceptaré. —Yoongi saca una hoja con los ejercicios copiados a mano—. Sé que habría resultado más sencillo enviarlo, pero no quiero evidencia de lo que podría resultar en una expulsión.
Jimin agradecido dobla el papel antes de guardarlo y saca del mismo bolsillo una tira de goma de mascar que puso en la mano de Yoongi, rozando sus dedos tibios.
—Para que no duermas en clases —dice a modo de despedida—. Hablamos más tarde.
Yoongi acaba de alivianar su carga y la de Taehyung. Bueno, también le compartirá la información a Roseanne, Hyejin y a Wheein, que si bien no están en su mismo salón, tienen al mismo profesor.
Está a una altura del semestre en que se vale del dicho "el fin justifica los medios" y solo quiere enrostrarle las buenas calificaciones a sus padres.
Afortunadamente ahí está Yoongi una vez más, comprobando que siempre tiene un buen panorama ilícito que ofrecer.
Yoongi...
Justo a quien le debe una buena comida y brochetas de cordero —definitivamente merece una montaña y más—. Si fue gracias a su ayuda que al momento de la entrega de notas de las distintas asignaturas, química contara con un notorio sobresaliente. Tae está al borde de llorar por haberse salvado, aunque claro, el maestro sospechó y aludió a un milagro, a lo que Jimin sonriendo comentó casual que tuvieron una ardua jornada de estudios.
—¿Ya te he dicho que te amo? —repite echándole los brazos al cuello al chico más bajo—. Y que si no me gustara tanto Hoseok sunbae, te diría que te cases conmigo en el extranjero y adoptemos perritos —comenta alegre avanzando a la cafetería sin soltar a Jimin.
—Me lo has dicho muchas veces —responde sin apartar el abrazo empalagoso de Taehyung.
En el imaginario colectivo varios compañeros de escuela suelen asumir que ha tenido algo con Tae, por lo mismo ni siquiera se inmuta cuando lo insinúan con silbidos de burla.
—Y pensar que nos queda un año y medio más con varios de estos estúpidos —masculla Jimin.
—El tiempo pasa rápido, hyung.
Tiene que admitir que es así y que su primer semestre ha pasado de salto en salto. Una mañana estaba comenzando su segundo año, una tarde los profesores lo agarraban de los brazos y lo arrastraban a bajar del escenario mientras sus compañeros gritaban con pancartas, un sábado se hizo cómplice junto a Yoongi porque hurtar juntos era más divertido que por separado, ahora está terminando la mitad de un periodo académico. Entre cada hito había variados sucesos que contribuyeron a agitar su percepción temporal. Casi como si se tratara de un parpadeo a otro.
Siente como si apenas fue hace un par de semanas atrás que se quejaba con Taehyung sobre lo tedioso que se venía el año y de repente ya están hablando de asistir a la fiesta de Jackson por la noche.
—Entonces, ¿quiénes se quedan en mi casa después de la fiesta? —pregunta Roseanne, cuyos padres aún no regresan de Australia y dispone de algunas camas y sofás para compartir.
Taehyung y Jimin son los primeros en apuntarse. Por lo general los padres de Tae son estrictos con los horarios y recelosos con las fiestas, por lo que su amigo recurrió a una pequeña mentira piadosa, avisando que se quedaría en su casa para celebrar el término de semestre. Jimin busca alojamiento porque su hermanito quiere llevar a sus amigos y tan generoso —después de todo favor con favor se paga— ofreció su habitación con el compromiso que no rompan nada y no metan las manos en su closet o en cualquiera de sus cosas.
No quiere armarse grandes expectativas, solo va con la disposición de pasarla bien. No pretende imaginar un escenario ideal y perfecto en que acapara la atención de Seokjin toda la noche y de un segundo a otro, su hyung se da cuenta que Jimin es todo lo que quiere y busca en otra persona. Se conforma con que le dedique un momento de conversaciones divertidas y risas con ganas.
Se viste tal y como ha estado ideando su outfit a lo largo de la semana con prendas que se ajusten a su cuerpo esbelto. El resto son experimentos que sus amigas quieren realizar jugando con su cabello y el de Taehyung.
—Jimin oppa, te vez tan apuesto que si me gustaran los hombres querría salir contigo —halaga Roseanne aplicando sombra muy ligera en sus párpados.
—Te ves muy bien, si no robas el corazón de Seokjin, seguro lo haces con el de alguien más. —Hyejin guiña un ojo antes de volver su vista a su espejo de mano y pintar sus labios de rojo.
Cuando Seulgi le enseña varios tintes, Jimin prefiere un brillo con ligero color que otorguen un aspecto suave y natural a su boca.
Taehyung todavía no decide qué estilo de cabello le gusta más, transmitiendo la ansiedad por los poros, pues estará Hoseok y pretende hablarle como a dé lugar.
Jimin observa que la enorme casa está repleta, incluso a un par de metros escuchan el bullicio mezclado y se ve a la gente que no deja de llegar. Taehyung sujeta su brazo para avanzar a la par, adelante de ellos Seulgi sostiene la mano de su novia, atrás Hyejin y Wheein van casi apegadas a sus espaldas con alguno que otro empujón adicional e involuntario.
Se abren paso entre los compañeros de distintos años, esquivando cuerpos y vaso con alcohol. Reconoce que es un acierto que Jackson siempre esconda los adornos frágiles que seguro cuestan más que todos los tesoros que se ha llevado de las tiendas.
Roseanne entre gritos les avisa que los demás están en el jardín. Resulta agradable salir y sentir el aire fresco luego de una pequeña cantidad de asfixia entre tanta gente que colapsa la amplia sala de estar.
Mira con curiosidad a las animadoras presuntuosas haciendo gala de su destreza y flexibilidad con un grupo de chicos aplaudiendo. Al pasar por el lado de ellos, escucha a Jennie quejarse que no hará nada complejo que le cueste una lesión al momento que el público pide maniobra aérea. Observa entre la gente y ve a Yoongi, quien no parece precisamente entretenido y en sintonía con el ánimo festivo.
Jimin resume el ambiente como dulzón y agrio, cargado de hormonas revueltas entre la mezcla de diversión, alcohol y coqueteos por todas partes; jóvenes desinhibidos haciendo lo que normalmente les daría vergüenza hacer, gente recatada que cae en la tentación de bañarse con ropa o poco de ella en la piscina de igual forma que aquellos que hacen de todo y poco importan las consecuencias.
A Jimin le tienta un chapuzón, pero luego la idea de la ropa mojada y aguantar llegar a casa de Roseanne así frena sus impulsos. Hyejin parece más convencido que él al abrazar a Wheein por la cintura y decirle: —deberíamos bañarnos más tarde.
Tal vez más tarde y con alcohol por la sangre deje de tomarle el peso a las consecuencias —así como ocurre en las tiendas mientras esconde algo— y salte al agua.
El anfitrión se pasea entre los invitados disfrutando de los halagos y la fama. Saluda a quien se encuentra, incluso a ellos, deseando que disfruten la noche y que solo se es joven una vez. Porque fiestas en su gran casa son sinónimos de locuras y material para chisme por meses.
A no tanta distancia Jinyoung hace una seña alzando una mano para llamarlos, Jimin lo estruja con un abrazo corto, su amigo había estado pasando más tiempo metido de cabeza estudiando para el examen de admisión que lo vieron poco a lo largo del semestre. Más de una vez se quejó con mohínes que los había reemplazado por la biblioteca.
Se encuentran con el resto del grupo y le ofrecen latas de cerveza. Jimin se entera de nuevos chismes, aventuras y amoríos, cada vez con más detalles a medida que el alcohol afloja la lengua de algunos. Agradece no ser de los que habla demás con tragos encima o seguro medio mundo sabría que roba cosas y que actualmente lo hace con la gatuna compañía de Min Yoongi.
De forma inesperada —aunque debió verlo venir, nunca fue especialmente cauteloso— alguien comenta que le ha visto caminar junto a Yoongi a la salida de la escuela. De la forma más natural posible responde que se sentaban juntos durante las detenciones y en algún punto empezaron a intercambiar frases cortas hasta transformarlas en conversaciones.
—Es agradable, aunque no lo parezca —dice Jimin con la lata apoyada contra sus labios antes de beber.
—¿Agradable en qué sentido? —pregunta Hyejin con curiosidad.
No solo ella, los demás también lo miran con intriga y sonrisas esperando detalles. Detalles que Jimin no piensa revelar.
—En que es agradable conversar con él. —Se encoge de hombros en señal de "no tengo más que decir", aunque por dentro hay varias cosas que le agradan del sujeto en cuestión, como su mirada comprensiva y su voz grave, por ejemplo.
Su compañía es agradable en sí misma, pero no lo menciona.
Le agradece a Seulgi cuando cambia de tema y ahora se dedican a arrancar sonrojos del pequeño Yugyeom, alentando a que le hable a su crush, un chico que se encuentra entre ellos, pero que no sabe que es el destinatario del afecto ajeno.
Al cabo de un par de horas su grupo se va dispersando, algunos van por un trago, otros mencionan que volverán a casa. Jimin piensa que es temprano todavía, además aún quiere ver a Seokjin.
Roseanne pronuncia un "deséenme suerte" y corre a saludar a la chica de intercambio. Seulgi y su novia van al encuentro de otras ex compañeras de Joohyun que acaban de llegar por lo que eventualmente Jimin las pierde de vista. Tae no se despega de su lado salvo cuando Hyejin y Wheein insisten que vaya a ver la demostración de baile del golden sunbae, entonces se levanta de un salto enérgico.
Jimin decide separarse y vagar sin rumbo entre la gente en busca de otra cerveza y con la esperanza de encontrar a Seokjin por alguna parte.
Brinca por la sorpresa y el contraste de temperatura cuando percibe algo frío sobre la nuca.
—Jiminnie —pronuncia aquella voz familiar con una sonrisa amplia, alejando el botellín helado de su piel.
Se alegra de que haya sido su hyung quien lo encontrara primero, ya comenzaba a cuestionar si mejor aguantaba su impaciencia en lugar de comportarse como un perrito perdido. Bien, no puede, está tan feliz de verle que envuelve los brazos alrededor de su cuello, parado en la puntita de los pies porque Seokjin le supera por algunos centímetro que a veces se sienten más distantes de lo que son en realidad.
No sabe en qué piensa, o más bien no lo hace y solo actúa, al besar suavecito la mejilla tersa del mayor. Un deleite que duró menos de un segundo en sus labios.
¿Por qué lo ha hecho?
Ya es demasiado tarde y la vergüenza quema en sus mejillas, aunque no ha soltado a Jin y estar tan cerca le permite disfrutar de la mezcla de aromas, quiere hundir el rostro en su cuello, pero ahora sí está monitoreando con cuidado cada una de sus acciones.
Su hyung es tan amable que en lugar de salirse del abrazo, se limita a revolver su cabello con cariño y bromear sobre que está muy amoroso.
—Eres mi hyung favorito —se excusa. Ahora sí le devuelve el espacio personal, ya obtuvo una buena dosis de cercanía después de semanas sin verse.
—Lo sé.
Jimin sujeta el brazo de Seokjin, caminando a su lado, en buscar de algún rincón menos bullicioso para poder conversar largo y tendido, recuperando el tiempo que no pudieron encontrarse debido a las presiones académicas. Se sientan en el pasto, todavía pueden oír la música y los gritos alegres provenientes desde la piscina, pero es posible hablar sin necesidad de alzar la voz.
Le pregunta acerca de su semestre y Jin le cuenta que ha sido caótico, aunque divertido. Relata varias anécdotas sobre las clases y nuevos amigos, le describe sus lugares favoritos del campus, destacando las cafeterías, prometiéndole una invitación a comer los mejores panecillos rellenos de crema que podrá probar en la vida.
—Es como tener una nube en la boca.
—Eso no tiene sentido, hyung. —Jimin está sonriendo tan extenso que sus ojos se entrecierran.
—Cuando los pruebes me entenderás.
¿Se puede seguir ilusionando? Todavía no olvida que se aferra a la posibilidad de diez por ciento.
Seokjin hace una pausa para pedirle una selca juntos y luego enviar un par de mensajes.
Jimin se apega un poco más a su costado buscando el agradable calor que desprende su hyung, apoyando la cabeza en su hombro, deseando congelar el momento.
Quiere decirle lo mucho que le gusta, quitarse esa especie de peso autoimpuesto y que pase lo que tenga que pasar.
A veces los planes salen de otro modo.
No tiene sentido decirlo cuando en cosa de segundos su diez por ciento va en cuenta regresiva hasta llegar a cero.
No necesita confesar nada, de todas formas Jin lo rechaza indirectamente al momento que, entre un sorbo y otro, le comenta que está enamorado de un chico.
Uno que claramente no es Jimin.
Si antes quería congelar el tiempo, bueno, ahí tiene lo que deseaba, está inmóvil con un escalofrío que recorre su espina dorsal, mirando la situación como si fuera un espectador ajeno al protagonista que confundido y estático se esfuerza por mantener la cabeza en alto, sin derrumbarse.
Más bien el tiempo no se congela, es él quien lo hizo.
Tiene que salir del trance. Hace un esfuerzo enorme para sonreír y preguntar: —¿quién ha robado el corazón de mi hyung favorito?
Error.
Seokjin le cuenta entusiasmado acerca de este sujeto de Busan a quien conoció en una plataforma de juegos online.
Quiere que se abra la tierra y lo trague o desintegrarse instantáneamente, hacerse polvo y desaparecer en el viento a ver si con eso logra calmar esa sensación que oprime en su pecho al observar como Jin sonríe con ojitos felices, hablando tan alegre acerca de cómo todo partió formando una alianza, haciéndose bromas, para de repente darse cuenta que le gustaba mucho.
—El muy bobo al principio pensaba que era mujer solo porque usaba un personaje femenino —menciona entre carcajadas.
Si Jimin ríe bajito es por una especie de inercia y compromiso, intentando seguir el hilo. Seokjin se explaya sobre cómo de repente se empezó a difuminar esa línea entre ficción-realidad y que estaba sorprendido cuando el chico le dijo: "en serio, no es broma, me gustas".
Le sienta fatal no poder sincronizar con la felicidad de su hyung y con esfuerzo intenta fingir que lo está.
Juegos online.
Todo el jodido tiempo su intuición le gritaba por dónde iban las cosas.
"Maldición".
Todavía está a tiempo de equivocarse. En Busan hay montones de chicos que invierten muchas horas en videojuegos, seguramente a un porcentaje menor de ellos le gustan los hombres y se reduce la población, pero el mundo no puede ser taaan pequeño.
—Creo que cuando venga estas vacaciones lo invitaré a una cita al parque de diversiones, sé que le gusta la adrenalina...
"Mierda, es Jungkook". Nada le saca de la cabeza esa idea bien anclada. Podrán haber un montón de chicos que le gusten los videojuegos y la adrenalina en su ciudad natal, pero todo se reduce a Kookie.
—Pensaba que Jungkookie ya te habría mencionado algo a estas alturas, pero por tu cara de sorpresa veo que no —dice su hyung sonriendo y pellizcando con suavidad su mejilla—. Él quería decírtelo primero, pero la ansiedad por contarte también me ganó.
Jimin apenas repara del tacto de los dedos. Un gesto cariñoso que antes habría sido razón de cosquillas en el vientre ahora pasa desapercibido porque está estupefacto procesando todo. Una cosa es sospecharlo sin fundamentos y otra es que lo confirme, dándose cuenta que nunca se está preparado para noticias que entierran las ilusiones.
—Me alegro por ustedes, Jungkook es un buen chico. —Acaba de buscar una frase genérica de felicitación para salir del paso. Se siente monumentalmente incómodo como para decir algo mejor.
—Podríamos salir los tres cuando venga.
—Claro, me encantaría.
Le encantaría largarse, ahora.
Nunca se habría imaginado que llegaría un momento en que querría deshacerse de la compañía de Seokjin, pero dolía estar a su lado. Fue un alivio cuando ex compañeros de la escuela, de la misma generación que su hyung, lo llamaron a compartir con ellos. Jimin aprovechó enseguida de despedirse porque buscaría a sus amigos.
Una pequeña mentira piadosa, no los busca, solo quiere irse.
Está parado en la vereda escuchando la música estridente, llamando por última vez a Roseanne para pedirle el nuevo código de entrada a su casa que no lograba recordar, pensando si debería volver a la suya y dormir en cualquier espacio disponible porque en su pieza y el sofá de seguro habría algún mocoso amigo de su hermano.
—¿Te acompaño a casa?
La voz grave y tranquila a su espalda le hace voltear. Yoongi semi sonríe con las manos en los bolsillos, manteniendo esa expresión compasiva en el rostro de alguien que mira a un cachorro perdido.
Jimin no quiere la lástima de nadie. Ya tiene bastante con su propia penosa autocompasión, recién está comenzando, apenas tenga un instante a solas y trate de dormir se pondrá a pensar en lo tonto que debieron ser sus intentos ridículos de coqueteo mientras a su hyung ya le gustaba alguien más. Debieron decírselo antes para ahorrarse varios números de show.
Ni siquiera tiene energías para enojarse.
Se siente bastante patético y ruega que sus ojos no se vean vidriosos. Mala señal, los nota un poco húmedos, así que de forma disimulada lo comprueba llevando el dorso de la mano para tallar como si quisiera aliviar la comezón o algo similar, para nada como si quisiera largarse a llorar como un crío frustrado.
Es un tonto cachorro perdido.
—No te preocupes, disfruta la fiesta —responde devolviendo una sonrisa sin ganas.
—Nah, ya estoy aburrido de todos modos y tengo sueño.
Jimin hace un movimiento afirmativo. Caminan en silencio e internamente agradece que Yoongi no haga preguntas, solo da pasos sincronizados a los suyos. Tal vez sabe leerlo bastante bien y entiende que un paseo mudo viene perfecto para reordenar las ideas revueltas en su mente.
Para asumir el escenario actual con certezas lo que antes fueron especulaciones que rozaban lo absurdo.
¿Cómo el mundo es tan jodidamente pequeño algunas veces?
Están llegando a una parada de autobús y no tiene ganas de meterse por la ventana de su casa, dormir sobre la alfombra con una frazada, oyendo a mocosos ruidosos al despertar y a sus padres preguntando "qué pasó".
—Tengo un problema, hoy no hay espacio en mi casa, se supone que me quedaré donde una de mis amigas —menciona Jimin, revisando una última vez los mensajes a ver si Rosé contestó alguno—. Amiga que no me responde.
—Puedes quedarte en la mía.
"Ah, salvación". No se lo esperaba, pero es justo lo que necesita.
—Gracias.
Y lo salvavidas se recogen a menos que quieras ahogarte. Y si bien Jimin se sumerge en su autocompasión, no quiere ahogarse.
Yoongi nunca ha sido en particular alguien asiduo a las fiestas. En general evita los lugares llenos de gente y bulliciosos. Entre quedarse en casa o ir a impregnarse de sudor ajeno, claramente prefiere la primera opción. Si va a fiestas es porque de vez en cuando cede a las peticiones de sus amigos o de su novia. Asiste, intenta divertirse un rato —a veces lo consigue—, se satura de presencia humana y finalmente, más temprano que tarde, se aburre.
Ahora no fue la excepción. Repartió su compañía entre Jennie, Hoseok, Namjoon y Wendy. Fue divertido un par de horas, luego su novia avisó que se iría porque una de sus amigas no se sentía bien; Hoseok terminó mezclándose con otros asistentes, bailando y riendo; Wendy y Namjoon también desaparecieron de su lado.
Decidió volver a casa cuando no le vio el sentido a estar deambulando entre las personas, aceptando una que otra conversación corta con algún compañero conocido por lástima a dejarles hablando con el aire.
Tal vez mantuvo la esperanza de toparse con Jimin y que fuera su hoobae quien parloteara sin descanso sobre lo que sea, lo aceptaría de buena gana.
Bueno, hasta que lo encuentra parado frente la casa, con los ojos en su móvil y semblante de estar perdido por la senda de la vida.
Tras hablarle se encontró con una mirada cargada de frustración. Quiso preguntarle directamente, pero prefirió partir lento, ofreciendo compañía en una noche que parecía triste para Jimin.
No dudó en ofrecerle quedarse en su casa si con ello conseguía aliviarlo un poco de lo que sea que pesara sobre sus hombros.
Quizá su momento favorito de la noche no fue la fiesta como tal, sino lo que ha pasado después: una caminata junto a Jimin y la espera silenciosa en la parada de autobús.
Es raro, pero disfruta de su compañía.
Todavía quiere preguntar, pero mantiene al margen su curiosidad.
—Miro la hora y estoy seguro que perdimos el último autobús hace un buen rato —menciona Yoongi con su teléfono en la mano—. Podemos caminar más de una hora o pedir un taxi.
—Taxi —murmura Jimin en medio de un bostezo perezoso.
Pagan a medias el viaje y llegan al cabo de poco rato a la casa del mayor, quien en el trayecto le menciona vagamente que su madre volverá mañana por la tarde, luego que Jimin preguntara si no había problemas por despertar a alguien.
—La última vez que intenté entrar sigiloso tras volver de una fiesta tropecé con un mueble, rompí un florero y, por supuesto, desperté a mis padres.
—No rompas nada, por favor —dice aguantando las ganas de reír, recreando la escena en su cabeza.
Yoongi cae en cuenta que nunca le ha comentado a su hoobae detalles referentes a su familia, como que vive solo con su madre, mientras su padre y hermano mayor viven en Seúl, tal vez ha mencionado algo muy poco preciso, pero mentiría si dijera que lo recuerda. Jimin, en cambio, en más de una ocasión le ha contado un par de cosas superficiales sobre su niñez en Busan y la composición de su núcleo familiar.
No se niega a la oportunidad que su hoobae llegue a conocerlo más.
Camina hacia su habitación, siendo seguido de cerca por Jimin, quien procura dar cada paso con cuidado, mirando curioso a su alrededor: la distribución de los muebles, cada adorno, cuadro y las pocas fotos colgadas en la pared del pasillo, tentado a escrutar aquella en que su sunbae es un niño sujetando la mano de quien parece ser su hermano mayor —si su memoria no falla Yoongi mencionó fugaz entre una conversación y otra sobre tener un hermano—.
Yoongi le entrega a su compañero de escuela uno de sus pijamas y le indica que frente a su habitación se encuentra el baño. Asume que son de una talla similar, es apenas un poco más delgado que el chico esbelto que recibe titubeante las prendas.
Mientras Jimin se cambia, aprovecha de hacer lo mismo, vistiendo por fin ropa cómoda y holgada.
—Usa mi cama, te ofrecería la de invitados, pero dentro de un rato llegarán Hoseok y Wendy. —señala dando una palmada en el colchón, omitiendo la parte de que su amiga ha dejado un desparramo de sus cosas y ha reclamado esa cama como suya. A Hobi le quedan dos opciones: duerme a su lado en la cama de su madre o se va al sofá.
—Gracias —expresa bajito, alisando los pliegues de la camiseta delgada como si con eso barriera la rara e innecesaria vergüenza que empieza a tomar consistencia en el rojo de sus mejillas—, por todo.
A Jimin lo embarga una repentina timidez. Demasiadas cosas nuevas, extrañas y ajenas tales como estar usando la ropa de Yoongi y metiéndose a su cama.
—Está bien. —Continúa sentado justo al borde, pensando si debería dejarle descansar o seguir prolongando los minutos en compañía.
—Recuerdo este pijama —comenta Jimin con una sonrisita extendiéndose apenas por sus labios—. Quiero decir, tiempo atrás vi como lo metías en tu mochila.
Yoongi aprieta sus labios, pero de todos modos la risa encuentra su vía de escape. Las mejillas de Jimin se ven más llenitas cuando sonríe y le entran ganas de apretujarlas. Quizá por eso ha escuchado que algunos de sus amigos le dicen mochi. Luce blandito y suave.
Mochi suena mejor que dumpling, apodo que le dio su madre cuando se decoloró el cabello en las vacaciones de invierno pasadas.
—¿Quieres descansar o prefieres, no sé, conversar un rato? —pregunta Yoongi, cada sílaba fluyendo a través de su entonación tranquila—. Si te cuesta dormir puedes tomar algún libro.
A Jimin le agrada como suena la voz gruesa de Yoongi, a veces rasposa, otras tantas aterciopelada. Cuando algo le molesta o le entusiasma toma dos vías: puede ser ronca o agudizarse. Le gustan los matices.
—Conversar estaría bien —responde en tanto se acomoda mejor bajo el cobertor. El contacto con las zonas frías resulta placentero que casi gimió de gusto—. Hoy fui testigo de eso que dicen que el mundo es un lugar pequeño. —Suspira derrotado con la vista al techo.
—¿Por qué sería? —indaga curioso, asumiendo de antemano que podía ser la razón de su ánimo decaído.
—Seokjin tiene una relación a distancia con uno de mis amigos en Busan —menciona sin entrar más en detalle, con esa información basta y sobra para entender su punto—. Jodidas coincidencias, creo que las odio.
Yoongi empuña su mano cuando percibe la inusual necesidad de extenderla y acariciar el cabello castaño de su hoobae en su gesto de consuelo. Tal vez una invasión al espacio personal no es bienvenida, aunque cree saber qué decir para lograr un efecto similar.
—Nos conocimos por coincidencia, ya sabes, el día que te avisé de las alarmas. —Es la primera vez que trae el tema a la mesa, exponiendo que hace tiempo reconoce la presencia del otro circulando por su vida—. Te veías como un pollito con tu pelo rubio y cara de desorientado.
—Ese día escapé porque Jin hyung distrajo al guardia —relata en voz baja—, recuerdo que estaba frustrado, no quería dejar Busan y sin mayor aviso o preparación ya estaba despidiéndome de mis amigos y desempacando mis cosas en una nueva ciudad, entonces recurrí a mi consuelo habitual para los malos momentos.
Ahí tiene la respuesta a una de sus tantas interrogantes curiosas que ha formulado alrededor de Jimin desde la primera vez que cruzaron miradas. Justo ese día.
—Las coincidencias no siempre son tan malas —insiste, dejando que sus labios se estiren en una sonrisa cariñosa—. Me alegro haberte conocido justo ese día y en esa instancia en particular, de no ser así, habrías pasado desapercibido para mí en la escuela.
—¿Debería sentirme halagado por eso? —Jimin no puede evitar reír, incorporándose apoyando los codos para buscar la mirada gatuna del mayor.
—No lo sé, quizás. —Yoongi es contagiado por la risa—. Recuerda que mi compañía es valiosa.
—Qué halago ser parte del pequeño porcentaje de personas que Min Yoongi no ignora.
—Muy cierto, un pequeñísimo porcentaje.
Jimin percibe como ha disminuido esa sensación opresiva en el pecho de una hora atrás. Es como si las risas y la compañía de Yoongi fueran justo el sedante que necesitaba. Se permite reír un poco más y golpear sin fuerza con el pie el costado de la pierna ajena.
Tal vez Jimin no odia las coincidencias. Solo a veces y un poco cuando estas terminan anulando el diez por ciento de ilusiones.
Tal vez nunca debió aferrarse a ese pequeño porcentaje.
Tal vez debe aferrarse a lo que tiene ahora que es una buena compañía y risas ligeras que relajan su cuerpo y mente cansada.
Jimin estira el brazo para tomar su celular y avisar que se quedará en casa de Yoongi en el chat grupal; imaginando que alguno de sus amigos si leerá sus mensajes. No piensa mucho en qué y cómo lo dijo, ya a futuro responderá preguntas. Ahora está demasiado cómodo, con el efecto de reír burbujeando en su cabeza y disfrutando de lo bien que huele la ropa de su compañero de delitos.
Por un momento piensa en cómo hubiera sido su noche en la fiesta si en lugar de buscar a Seokjin, se hubiera encontrado con Yoongi. Puede que con algo más de alcohol en la sangre lo hubiera invitado a bailar o arrojarse a la piscina con ropa y todo, argumentando que no todos los días se tiene la oportunidad de nadar por la noche.
Lo hubiera invitado a ser parte de los chismes de las épicas fiestas de Jackson, confirmando que son bastante cercanos de cierto modo.
—Algún día deberíamos beber juntos —propone Jimin, todavía con una sonrisita alegre y traviesa. Además de hurtos en las tiendas, podrían idear otros panoramas. Quiere compartir más con Min, sujeto salvador que acaba de prestarle su cama.
—Primero vamos a robar juntos ¿y ahora me invitas a beber cuando ni siquiera tenemos edad legal para comprar alcohol? Definitivamente eres la mala influencia de los dos, el chico malo.
—Yah, no lo pongas de ese modo, solo digo que sería divertido.
—Eso lo dices porque tienes mejor tolerancia al alcohol que yo —confiesa a modo de queja, aunque sin intención seria.
—¿Es una negativa a mi propuesta?
—No, solo es un preámbulo para especificar que tendrás que hacerte responsable, cargarme a casa y si está mi madre darle una explicación convincente.
—Antes me ofrecí a que te subieras a mis hombros para que alcanzaras un libro, por supuesto que puedo cuidar de ti y cargarte a casa si estás en calidad de bulto.
—No acabaré en calidad de bulto.
—Y aunque no sea así, puedes confiar en mí. —Jimin tiene la certeza que lo acaba de decir en muchos sentidos. Así como él confía en el chico pálido, quisiera que fuera mutuo.
Yoongi asiente, no esperaba aquella frase llena de convencimiento y ojos fijos en los suyos. Lo que más le abruma no es solo la intensidad de la mirada, sino la tensión en el estómago.
—Creo que debería llamarte hyung.
Nuevamente, la sensación rara cosquilleando en su organismo. Jimin haciendo mucho con un par de frases. No debería ser así de sencillo.
—Lo has hecho antes, no veo por qué no
—Sí, pero luego pensé que me estaba tomando demasiada confianza —justifica con el calor ardiendo en sus mejillas.
—Bueno, eres un mocoso confianzudo que se apoderó de mi cama, adelante, dime hyung.
—Yoongi hyung.
***
1-Hace rato quería poner en un fic una fiesta de Jackson xD
2-Jamás superaré lo del dumpling hervido.
Ya es tarde para los felices jueves, así que ¡feliz fin de semana! ;u; 💖
Gracias por leerme ʕ ꈍᴥꈍʔ
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