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04

Mírenlo ahí. Rodeado de estudiantes que quieren formar grupo con él, como si fuera Brad Pitt o algo así.

—Yo seré de gran ayuda, puedo organizarme e ir haciendo listas —dice una de ellas, haciéndose espacio entre dos chicas más.

—No, elígeme a mí, puedo hacerlo mejor, ¡y soy más creativa!

Ruedo los ojos. Ya empezaron. Y él está ahí, sonriendo como si nada.

—Se lo tienen difícil ahora que no puede hacer grupo con Hebee —comenta Chelsea a mi lado, jugando con su nueva cámara. He visto que tiene unas cuántas fotos del señor bigotes, el amargado de su gato—. ¿No te parece raro que todavía no tenga pareja, teniendo a varios del equipo de basketball en fila?

Cruzo los brazos.

—No me interesa a quién escoja —digo sin escrúpulos—. Eso me recuerda, ¿con quién te has juntado tú?

Chelsea para en seco y se muerde el labio, sopesando la idea de decirme o no.

—Con Blake…

—¡¿Blake?!

La futura fotógrafa intenta calmarme con sus manos al aire, mientras que muchos voltean a vernos. Mis ojos están a punto de salirse de sus órbitas.

—¿Olvidaste que es malo? ¿Qué se escapa de clases para irse a fumar? Por dios, Chelsea, sale con una banda de ladrones. Tiene treinta de cuarenta. Cuarenta, Chelsea.

—Lo sé, lo sé. Es solo que… nadie lo elegirá para el proyecto. Le estaba devolviendo el favor…

—¿Favor? ¿Te amenazó?

—No, no, no. Él me salvó una vez —dice, mientras juega con la punta de su cabello castaño—. Además, Hebee lo rechazó.

Así que se lo pidió a ella. He notado que Blake la observa demasiado.

—Solo ten cuidado, ya sabes mi número de memoria. Cualquier cosa, sólo llámame.

—No me pasará nada.

—Eso no lo sabemos, Chelsea.

Quiere añadir algo más, pero al final solo asiente. Me deja un mal sabor de boca que crea que no la voy a entender.

—¿Con quién formarás grupo? —pregunta más consternada que para cambiar de tema.

Suspiro. La lista de candidatos se reduce solamente a ella. No tengo a nadie más.

—No lo sé.

—Hebee no tiene pareja.

Me enderezo de golpe.

—¿En serio?

—Es lo que he escuchado.

—Perfecto.

Me levanto del asiento y busco a la pelinegra entre el tumulto de estudiantes. Y está justo donde no la quería: a lado de Austin. Pongo los ojos en blanco. Genial. Cuando seamos equipo, le recordaré porque no es bueno tener a ese bicho con ella.

Camino hacia ellos, con los ojos de Chelsea clavados en mi nuca.

Hebee repara en mi presencia primero. 

—Oh, Alexa.

Austin se vuelve cuando escucha mi nombre. Está bastante sorprendido, la verdad. No soy de las que buscan o salen de su propio asiento para interactuar. Y ese es el problema, no sé cómo actuar cuando todos me miran así. Con desprecio, como si fuera un cazador a punto de matar a uno de los suyos.

—Carson —saluda.

—Roberts.

—¿Ya tienes pareja para el proyecto?

Se forma un silencio frío que siento el retumbar del corazón en los oídos, ¿por qué me pregunta eso? ¿Acaso se burla de mí?

Resoplo y cruzo los brazos. No aquí.

—Tú tampoco tienes.

—Entonces, seamos pareja.

Se me congela la sonrisa, ¿pero qué pretende? Hasta el aire se vuelve más denso, como si aguardara a escuchar mi respuesta. Los demás se miran entre sí y luego a mí, con un odio mayor al anterior. Aprieto los puños a los costados mientras una creciente llama se propaga en mi pecho.

Y, antes de que pueda decir algo, me quita las palabras de la boca.

—Quiero ser tu compañero de trabajo —repite, y la tensión aumenta el doble—. Piénsalo bien, Carson.

Miro a los chicos y luego a Hebee. Todos esperando mi rechazo.

Piénsalo bien, Carson.

Miro arriba de su cabeza, los números flotan al aire, marcando constantemente esos números: cuarenta nueve sobre cincuenta.

No es solo por el proyecto sino por la competencia. Si lo tengo cerca, podría tener los puntos a mi favor. Aplano los labios, irritada. Austin lo entendió a la primera.

—Nos vemos mañana en la tarde.

Mis palabras fueron como una bomba. Es un caos en las expresión de todos. ¿Quién diría que dos rivales trabajarían juntos? Creo que hasta Hebee ha dejado de respirar. Y dentro de todo eso, está Austin, sonriendo como si hubiese mordido el anzuelo.

Y no me gusta jugar en su propia red.

Mi compañero/rival no vendrá. Llevo más de media hora esperando en el parque de la ciudad.

Reviso mi teléfono por enésima vez. Tiene dos minutos para aparecer o me iré y le diré a mi madre sobre la excelente salida que tuve. Esta mañana estaba saltando de alegría al saber que saldría con alguien más aparte de Chelsea. Hasta su equipo de cocina me felicitó, puede que hasta traigan un pastel por eso.

—Compañera.

A mi derecha viene Austin, lleva puesto unos pantalones caqui y una camiseta grisácea. Aplano los labios. Jamás admitiré en voz alta que es guapo. Primero me lo llevo a la tumba.

—Perdona la tardanza, un asunto con mi abuela.

Cada día, en la escuela hay un tres por ciento de estudiantes que la mencionan. Escuché que tiene problemas para caminar y escuchar. Que sea ella el motivo de su retraso, disipa mi enojo por completo.

—Como sea —Doy marcha al frente y Austin me alcanza en dos pasos.

—¿Te has enojado?

—No.

—Te ves enojada.

—¿No crees que siempre lo estoy?

—Especialmente conmigo —Acierta con una sonrisa, como si verme así le provocara diversión exclusiva. Inhalo hondo y exhalo. Inhalo y exhalo.

Este trabajo va a ser un infierno.

—¿Podemos hablar del proyecto ya?

—Por supuesto.

Nos sentamos en uno de los bancos que hay frente al carrito de helado. He venido un par de veces con Chelsea y mamá porque, prácticamente, soy la única que puede hablar con el señor Patrick. Es sordomudo. Aprendí lenguaje de señas solo para pedirle helado.

—Hice una lista de posibles temas a tratar —deslizo la hoja sobre la mesa, y Austin la sostiene como si fuera un examen de fin de curso—. Considero mejor el del reciclaje, la población no es consciente de los beneficios que brinda al medio ambiente. Podemos hacer un folleto sobre el tema y repartirlas por las calles. Empezaré hoy mismo con los textos. Si es todo, nos vemos entonces en clases.

—Un huerto sostenible —dice, de repente—. Se hace reutilizando botellas.

Vuelvo a sentarme.

—No van a sembrar —puntualizo—. Tiene que ser algo práctico. El reciclaje es perfecto, se botan alrededor de mil desechos por día.

—Tener su propio huerto promueve la biodiversidad. Además, uno es feliz con uno pequeño lleno de hortalizas en su casa. 

Suspiro.

—¿Ya vamos a pelear?

—Podemos hacer ambas —sugiere de pronto.

—¿Te has vuelto loco? —resoplo—. Tenemos que elegir un solo tema.

—¿No crees que los dos mejores estudiantes deben dar el ejemplo y superar las expectativas?

Me cuesta admitir que tiene razón.

—¿Y cómo haremos eso? —pregunto, a la defensiva.

—Le preguntaré a mi abuela sobre las semillas. Tú puedes averiguar cómo conseguir que nos ayuden con los botes de basura y hacer el reciclaje por el vecindario. Los folletos no serán suficientes para convencerlos. Pero podemos hacer un video de lo que acarrea un impacto ambiental y las consecuencias para las futuras generaciones.

—Los folletos van. No todos tienen tiempo para ver los videos.

Él asiente.

—¿Qué tal si hacemos un puesto de comida, y colocamos el video?

—¿Y que se lleven una planta a sus casas para sembrar con instrucciones de tu abuela?

Él sonríe y siento un pequeño tirón en el estómago. Es una mueca distinta a lo usual, hay un toque de satisfacción en ellos.

—Me gusta donde vamos.

Aparto la vista. Esto no es nada de lo que pensé que sería. Se supone que no me tiene que haber gustado.

Decido hacer esto rápido e irme de una vez. Saco mis notas y los lápices. Trazo los planes y divido las tareas. Cuando levanto la vista descubro que Austin me estuvo observando todo este tiempo.

Siento un cosquilleo en la boca del estómago.

Y la aplasto en el siguiente segundo.

Ya empezó con la apuesta.

...

Hola, hola, ¿cómo los trata el día?

¿Se consideran personas competitivas?

¿O pacíficas como Chelsea?

Te agradezco por seguir aquí, intentaré dar lo mejor de mí 💟

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