Parte 10 ~ Pesadillas
Hayami estaba en un lugar oscuro, la espesura de la noche iluminaba las calles Inglaterra. Pero había algo extraño, la luna, la luna no estaba.
Se encontraba totalmente sola, un escalofrío recorrió su espalda y el frío atacó sus piernas temblorosas. El inconfundible sentimiento del miedo. Pero ¿Miedo a qué?
En la escena empezaban a aparecer nuevas cosas, lo primero fue el césped, un sentimiento la obligó a acostarse en el.
Luego unos arbustos rodeando sus flancos y el frente, como una trinchera.
Volteo la mirada, pudo ver el rostro pálido de su hermano, Nir.
¿Cómo era posible que estuviera allí?
A su lado Cameron usaba unos binoculares para observar algo a la lejanía.
Volvió su mirada de nuevo, está vez hacia su lado derecho. Un chico robusto con mirada perdida estaba a su lado.
Este volteo la mirada hacia ella y esbozo una sonrisa débil con sus ojos achinados.
«No lo lograrás, lo perderás de nuevo»
De que hablaba. Hayo intentaba hablar pero, sus labios temblaban y no se lo permitían.
Su sonrisa se paralizó mientras una bala atravezaba su sien y el cuerpo de Castell golpeaba el suelo en un estruendo.
Hayami estaba aterrada, sus 0iernas y sus labios temblaban. Se acercó al cuerpo y al darle la vuelta dejaba de ser Castell y el cuerpo de Melissa estaba inmóvil.
Hayami se incorporo aturdida. Estaba temblando y todo su cuerpo sudaba, sentía una extraña sensación de inseguridad en sus entrañas.
Era solo un sueño. Pero parecía tan vivido, pensó.
Intento limpiar su frente pero, sus manos temblaban igualmente, apenas podía controlarse, tenia un ataque de ansiedad, algo que le sucedió de vez en cuando.
Cerró los ojos con fuerza y contó hasta diez.
Al reabrir sus ojos ya no temblaba y su corazón ya no latía rápidamente, se levantó de la cama y empezó a limpiarse.
***
El desayuno no era placentero si sus amigos eran lo que estaban en la enfermería, sabiendo que estaban gravemente heridos era difícil tener el ánimo alto.
Kenn entro a la cafetería, a su lado lo acompañaban Nate y Fay, los tres llevaban el uniforme de los caballeros, una camiseta roja oscura con unos pantalones militares negros, con sus botas.
Ayudaban a Kenn a caminar, parecía en mal estado, sus ojos estaban hundidos y parecía más flaco de lo normal, había bolsas oscuras bajo sus ojos y nisiquiera parecía poder mantenerse en pie.
Nate le dedico una mirada a Hayami, sus labios se movieron pronunciando unas palabras a Fay y Kenn, estos asintieron. Los tres se dirigieron a su lado. Poco antes de llegar a la mesa Fay soltó a Kenn y camino trastabillando a la mesa.
Fay llegó al siguiente con una bandeja de comida, Kenn tomo la bandeja y la miro con repugnancia, negó con la mano.
—Debes comer —Fay le metió a la fuerza la cuchara en la boca.
Para haber rechazado el plato parecía satisfecho de haber comido algo.
Nate llegó de último con dos bandejas, le dio una a Fay y se sentó junto a Hayami.
Nate le dirigió una cálida sonrisa, normalmente se alegraba cuando alguien se mostraba tan amable pero su sonrisa solo podía recordarle su sueño con Castell.
—¿Que te pasa? —preguntó Hayami.
Kenn intento responder pero solo emitió un sonido ahogado y rasposo. Tomó un vaso de agua y bebió un sorbo y volvió a intentarlo.
—Son las visiones —su voz sonaba baja y apagada—, me atormentan, no puedo comer, no puedo dormir.
Hayami sintió lástima por el y se pregunto si el había causado su sueño también, desde el incidente con Castell jamás había soñado con eso, y procuraba no pensarlo mucho o se pondría a titilar de nuevo.
Hayo tenía una pregunta rondandole la cabeza desde el agudo sonido de el otro día.
—Kenn... Eres —miró a su alrededor para asegurarse que nadie la oía y susurró— ¿Eres un mutante?
Nate y Fay observaron su alrededor esperando que alguien se levantara para darle una patada.
Kenn tomo otra cucharada de su bandeja y con sus tristes ojos respondió
—Desearia que fuera eso... —suspiró—... Es mi hermana, es un capitán... Y tiene una especie de conexión conmigo. Desde hace unas semanas en sueños me empezaron a llegar extrañas y grotescas visiones. Y empezaron a empeorar, al punto de afectarme a mí y a los que me rodean. He intentado ocultarme durante el día, los dolores de cabeza, los gritos de agonía que suenan en mi cabeza.
—¿Por eso escuchamos el sonido de la máquina el otro día?
Kenn asintió débilmente.
—Tambien tengo una conexión con ellos y en situaciones graves puedo recibir mensajes... O gritos.
—¿Que es un capitán? ¿Dónde está tu hermana? ¿Esta en peligro? ¿Porque transmite su poder a tu cabeza?
Kenn levantó la nariz y Hayami se dio cuenta que había hecho demasiadas preguntas.
Kenn masajeo sus sienes.
—Un capitán es un mutante, antes de tener el nombre científico se les llamaba así por su habilidad para liderar y dominar gracias a sus habilidades. A las demás preguntas... No lo sé.
Hayami se arrepintió de haber preguntado, los ojos de Kenn parecían a punto de echarse a llorar. Cargaba un gran peso sobre sus hombros, estaba al borde de la muerte y aún así estaba preocupado por su hermana.
Y ella llorando por haber pérdido una batalla. El sentimiento de ser tan inútil la invadió de nuevo, no podía creer que hubiera gente como Kenn sufriendo y ella se quejara por pequeñeces.
Kenn levantó la cabeza para no llorar y termino de comer.
—Despues de desayunar iré a visitar a los chicos —arranco un pedazo de su pan—, ¿Quieres venir conmigo?
Hayami salió de sus pensamientos y asintió.
—Despues deberías echarte una siesta ¿Que tal si me quedo contigo y me aseguro se que no tengas pesadillas?
Kenn sonrió levemente y las bolsas de sus ojos se arrugaron como si fuera un anciano.
***
Al llegar al hospital Kenn ya tenía mejor aspecto, después de un trago de néctar revitalizante (café) y un buen desayuno Kenn llevaba un mejor porte.
Podía caminar lentamente con tranquilidad, aunque su rostro aun parecia un desastre.
Cruzaron la puerta al hospital, estaba más transitado que la última vez que había estado allí, habían muchos chicos yendo de allá para acá y charlando, a pesar de ser un hospital no tenía las mismas auras de muerte que los de la ciudad.
Y la mezcla entre un edificio medieval y un hospital moderno le daban un toque excéntrico al lugar, con sus paredes rocosas y sus lámparas eléctricas. No parecía usual pero contrastaban muy bien.
Entraron a la zona de cuidados intensivos, cruzaron la habitación donde estaban sus amigos, Harper y Melissa seguían en estado de coma. Pero Cassidy estaba sentado en su cama mirando por la ventana.
No parecía haber advertido que habían llegado visitas, a su lado había una cesta con frutas y pan decorada con listones.
Kenn de acercó tambaleando y se sentó junto a su cama.
—¡Hey!
Cassidy volvió la cabeza y esbozo una sonrisa.
—Hey... —su voz sonaba debil— ... ¿Cómo están?
Parecía irónico que el preguntara eso en su situación.
—¡Y no los preguntas a nosotros! ¿No te haz visto en el espejo?
Cassidy levantó la comisura del labio.
Justo en ese momento Hayami se arrepintió de haber dicho eso. Era obvio que se encontraba en mal estado.
—No sufro mucho —dijo Cassidy—, ellos son los que me preocupan.
Señalo con el dedo las camillas a su lado. Harper tenía vendas en toda la cara y dónde deberían estar sus ojos había vendas llenas de sangre. Melissa parecía vendada de pies a cabeza, la única parte de su cuerpo que se salvó de estar enrrollada fueron sus pies. Las vendas recorrían su tronco, cuello, piernas y su cara estaba llena de gasas.
Los tres se sintieron mal de observarlos en un estado tan deplorable y no poder hacer nada. El silencio y el intermitente sonido de los monitos de latidos rompían el silencio, pero no la incomodidad.
Hayami decidió romper el silencio.
—¿Que sucedió? —empezo. A Cassidy pareció sorprenderle la pregunta.
Frunció el entrecejo y apretaba la cara tratando de recordad. Hayami temió que le empezará a salir humo de las orejas.
—No recuerdo mucho —dijo.
—¿Cuál fue tu último recuerdo? —preguntó Kenn rápidamente.
Cassidy volvió a fruncir el entrecejo.
—Estabamos... En... En el patio, creo. El monstruo nos estaba persiguiendo.
—¿Que monstruo? —preguntó Kenn.
—Charlotte —aclaró el.
—¿Charlotte? —preguntaron Kenn y Hayami al unísono.
—Asi se llamaba.
—¿Te refieres a la montaña de huesos?
—No —contestó rápidamente—. Era... Era Ethan.
Kenn y Hayami intercambiaron una mirada en silencio.
—Bueno... —continuó—... No era el, era Charlotte, en su cuerpo.
Hayami y Kenn se notaban claramente confundidos. Solo ellos tres sabían que había pasado en la misión y había una montaña de incógnitas.
—¿Dónde está Charlotte? —preguntó Hayami.
—No lo sé. Esperábamos dañarlo lo suficiente para inmovilizarlo, pero los daños parecieron haberlo matado.
—Entonces murió —decidió Kenn.
—No. El monstruo podía cambiar de cuerpo.
A Hayami por alguna razón no parecía sorprenderle todo lo que le decían, pero aún así le inquietaba mucho.
—No se a que cuerpo habrá ido a parar —se observó las manos preguntándose si se empezarían a mover solas—, farfullaba querer el cuerpo de Harper.
Todos se volvieron hacia el esperando que se moviera.
Cassidy siguió observando sus manos y siguió.
—Tengo control de mi mismo, así que posiblemente no esté en mi. Aunque aún se muy poco sobre eso para entenderlo.
Hayami siguió observando a Harper. Ella no lo conocía muy bien, pero era un chico fuerte. Y aún así le preocupaba.
Hayo tenía una duda que la inquietaba mucho más que toda la historia.
—La sala... —su voz inquietó a Cassidy—... La sala donde sucedió todo, tenía un cartel que decía sala de transmutación ¿Y si...?
Todos permanecieron callados no necesitaron que terminara la frase para entenderlo.
—No lo sé —respondió Cassidy—, no sabía cómo funcionaba la máquina... Apenas sabía que podia causar una descarga eléctrica.
Hayami permanecían callada. No quería inquietar a todos más que ella. Se revolvió en su lugar imaginándose lo peor cuando la voz de Cassidy lo saco del trance.
—Ni una palabra de eso a los caballeros. Ellos aún creen que no recuerdo nada.
Se preguntaba porque seguía mintiendo pero prefirió no cuestionarlo.
Kenn pareció entenderlo. Asintió y le acercó la mano a Hayami para salir.
Un estruendo los detuvo. Harper empezó a moverse en su camilla. Inquieto empezó a dar saltos entre pequeños sollozos.
Su cabeza se ladeaba como preguntándose porque no podía ver nada. Hayami se puso en su situación y supuso que ya habría pensado haberse quedado ciego.
Notó algo cuando Harper empezó a retorcerse, sus brazos estaban atados con correas. Se pregunto para que estarían atados y poco después pudo darse cuenta.
Harper convirtió los sollozos en gritos y sus vendas se empañaron de sangre.
El escándalo advirtió a los doctores del pasillo que llegaron corriendo y tropezandose y le inyectaron una jeringa con líquido verde en el brazo.
Harper dejo de retorcerse y se calmó y volvió a dormir o eso creía. Era difícil saberlo con sus ojos vendados.
—Ayer despertó por primera vez y desde entonces está así.
Cassidy tenía los ojos aguados.
—No he podido hacer nada... —se le cortó la voz—... Yo era el que dirigía está misión.
—En realidad fue mi culpa —admitió una voz familiar.
Todos se volvieron hacia el chico que estaba apoyado en el marco de la puerta. Lucia un aspecto demacrado. Ojeras se dibujaban bajo sus ojos. Tenia el pelo largo revuelto y sus puntas rojas se veían brillantes con la luz de sol que entraba por ventana. El vendaje de su brazo tenía algunas manchas, como si hubiera olvidado cambiarlo hace ya un tiempo.
—Yo he autorizado esa misión con caballeros novatos —Tristan se intento arreglar el cabello despeinado, pero en la cima de su cabellera había formado un cuerno de unicornio que resultaba gracioso. Hayami pensó si burlarse, pero no parecía el momento.
Cassidy se limitó a dirigirle una sonrisa torcida y seguir viendo por la ventana.
—Harper estará bien... Lo prometo —su promesa parecía vacía, pero algo en sus palabras hacia creerle y sentirse aliviado.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Cassidy salió de su trance limpiándose los ojos.
Tristán miro a Harper postrado en la cama y esbozo una sonrisa.
—Solo lo sé —se cruzó de brazos—, podríamos hacer una apuesta.
—Una apuesta... Con la vida de mi amigo.
Las palabras volaron un segundo, aún así Tristán seguía seguro, como si no importara con que jugará.
—¿Accedes o no? Si ganas te dejaré elegir una espada nueva del montón. Tengo entendido que Galahad no les deja elegir sus espada, es molesto usar las reglamentarias —Tristan usaba un tono para tentarlo.
—Si eso significa que puedes ayudar a Harper... Accedo.
—¿Pero... que ganaré yo? —Tristan entornaba los ojos y tenía una sonrisa pícara.
Cassidy pensó un momento haciendo muecas como si le costará.
Esperaba que no le saliera humo por las orejas.
—Hare todos tus deberes como caballero por el resto del mes.
Hayami no entendía nada de lo que hablaban... Cómo siempre.
—¿Deberes? A poco tienen.
—Asi es, a los novatos... Cómo ustedes siempre les tocan las peores, como limpiar los establos —Tristan entonaba como si fuera obvio.
—A poco hay caballos aquí.
Hayo debía de tener una expresión muy graciosa porque todos no pudieron evitar reírse. Incluso Kenn parecía olvidarse de su dolor, aunque seguía bastante callado.
—Y como seguía, gracias por interrumpirme —volteó los ojos hacia Hayami—, yo además de ser conocido como el caballero mas fuerte.
—Eso no es verdad —añadió Cassidy rápidamente.
—Tambien soy conocido por recibir las peores tareas aunque otros puedan hacerlas.
—¿Y eso porque?
—Soy el nuevo, a los otros les gusta fastidiarme.
—¿No llevas aquí unos cinco años?
—Si, ¿Porque?
—No, por nada.
—Estas haciendo una grave apuesta, abstente a las consecuencias.
—¿Y que harás para que se recupere?
Tristan bufó.
Se acercó dando saltitos de felicidad hacia la cama de Harper y empezó a quitarle las vendas de la cara.
—Esta sedado —agregó Kenn.
Tristan descartó su opinión con la mano.
Siguió quitándole las vendas hasta que sus párpados llenos de costras se avistaron. Tristán hizo una de compasión. Acto seguido empezó a golpearle la cara para despertarlo.
No parecía querer despertarse. Su víal goteaba con cada "bip" que daba la máquina a su lado.
Cassidy empezó a pensar que Tristán lo estaba troleando. Pero de un segundo a otro Harper abrió los ojos.
—Hola —Tristan lo miraba con una sonrisa en el rostro.
Harper ahogó un grito y se sentó en su camilla. Justo entonces sus ojos inyectados en sangre se desorientarón y volvieron en si. Se sujetaba la cabeza confuso.
Trista se fue de la habitación con paso resuelto.
—Pasa a verme más tarde para asignarte tus tareas —guiñó el ojo y desapareció.
Cassidy se levantó se la camilla lo más rápido que pudo jadeando.
—¡Cómo lo hiciste! —sus ojos estaban como platos.
—Hay secretos que deben quedarse como tal.
Acto seguido salió del lugar. Harper ladeaba la cabeza y veía hacia todos lados con una mirada de dolor y confusión.
***
Luego de que Harper despertara varios caballeros procedieron a visitarlo, algunos preguntaron sobre lo que sucedió en el laboratorio otros lo visitaron solo para confirmar su estado. Perceval, su mentor estuvo con el un largo rato aconsejandolo, fue el primero en llegar ya que extrañamente ya estaba en el hospital.
Hayami decidió darles un poco de tiempo a qué hablarán ella acompaño a Kenn a su habitación. Este se quedó dormido apenas llegar, se quedó un rato con el y al cabo de 10 minutos decidió dejarlo descansar y se retiró.
Ahora estaba sola. Era gracioso pensar en que pensó en ayudar a todos y después no tenía idea que haría. La mayoría de sus amigos estaban en el hospital.
Ahora que tenía una insignia negra podría tomarse ciertas libertades, por ejemplo podría tratar a los caballeros como compañeros y no como profesores, por lo cual podría pasar más tiempo con su instructor, Tristán.
Le gustaba pasar tiempo con el, era gracioso y... Bueno guapo podría decirse.
Decidió ir a visitarlo, debería de estar entrenando a nuevos desafortunados o entrenando, pasaba la mayor parte del tiempo en su lote del jardín de la academía. También quería saber cómo había logrado despertar a Harper.
Corrió a la academia luego de que una lluvia empezará a caer en todo Camelot, pensaba que suerte que justo había salido a la calle y pasaba esto.
Llegó a las puertas de la academía empanada, pensándolo bien, los jardines estaban al aire libre, por lo cual posiblemente Tristán ya no estuviera allí.
Empezó a maldecirse mentalmente y golpearse la cabeza. Se le ocurrió mirar por la ventana, nada perdería por echar un vistazo y saber si estaba allí.
Sorprendentemente, en medio de la tormentosa lluvia Tristán estaba blandiendo su espada al aire, llevaba ropas normales, un suéter negro y unos jeans negros. Blandos su espada rápidamente y de una forma que jamás había presenciado antes. Sus movimientos eran impredecibles y perfectamente calculados, a pesar que no tenía ningún objetivo todos los golpes parecían atacar en el mismo punto de aire, lanzaba estocadas y cortes e incluso con la lluvia podía escuchar el azote de la espada al viento.
Hayami salió por la parte trasera hacia el patio y corrió hacia el lugar del jardín donde se encontraba Tristán.
El no pareció percatarse de su presencia y seguía haciendo cortes y giros al aire y de vez en cuando usar sus manos y piernas para acestar golpes y patadas.
Se percató de la presencia cuando lanzo una estocada hacia donde se situaba ella, la espada se detuvo justo antes de penetrar su abdomen. Tristán la miro un segundo antes de enfundar la espada, si sus piernas no hubieran estado paralizadas posiblemente Hayami hubiera caído de bruces al piso.
Tristán no parecía preocuparse de que estuvo a punto de atravesar a una de sus estudiantes en lugar de eso hizo una seña de que lo siguiera con la mano entro a academia.
Hayami suspiro y lo siguió.
Una vez ya adentro Tristán tomo una toalla de su casillero y se la aventó a Hayami. Ella la tomo en el aire y empezó a secarse.
—¿No te secaras? —preguntó Hayami.
—La lluvia no me afecta —respondio Tristán.
—Te resfriaras si sigues diciendo incoherencias.
Le lanzo la toalla.
—Bien, como tú digas —empezó a secarse.
—¿A qué te refieres cuando dices que no te afecta?
Tristán vaciló.
—Me... Me refiero a mi entrenamiento como caballero —respondió nerviosamente.
Hayami entorno los ojos. Parte de ella no le creía, pero no parecía haber otra respuesta.
—Y además no lo digo en sentido literal si no que lo digo en sentido metafórico de que, claro que me afecta la lluvia, pero fui entrenado con anticuerpos más fuertes que los de las personas comunes y...
—Ya —lo detuvo hayami—, ya entendí.
Hubo unos segundos de silencio incómodo mientras ambos terminaban de secarse, finalmente Hayami tomo valor e hizo la pregunta.
—¿Cómo despertaste a Harper?
Su mirada se torno fría y distante.
—Dije que algunas cosas deben permanecer en secreto —dijó con voz grave.
—Bien... Lo sien...
—Tal vez algún día pueda contártelo.
—¿Que?
—Llegara el día en que pueda decírselos a ti y a Melissa y a todos sin secretismos —le extendió su mano.
—¿Porque no puede ser ahora?
—No seas impaciente mi joven pupilo, todo a su tiempo.
—Suenas como un anciano.
—Te sorprenderías.
Era agradable tener una conversación más allá del estudiante profesor, más de un amigo a otro. Hayami no podía entender que podía ser tan malo para no poder hablarlo incluso allí.
De pronto en medio del sonido de la lluvia que azotaba se escuchó el estruendo de la puertas abriéndose.
—¡Maestro! —entró corriendo el mismo chico que habría entregado el mensaje la primera vez— ¡Camelot está bajo ataque!
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