Sus patitas resonaban cómicamente en los pasillos, llevaba un llavero pequeñito de un Pugsito en su hocico junto a la notita. Se sentía altamente avergonzada por haber chocado con la puerta el día anterior, pero siempre chocaba con todo y todo, era bastante torpe a decir verdad.

Localizó a su objetivo amoroso. Se recostó a su lado y lo tocó con la patita, estaba cansada, corrió demasiado buscándolo.

—¡Hola pequeña! ¿Cómo estás? —preguntó acariciando su barriga.

—Don't touch mi estómago, tiburoncin, todo menos eso —dijo un poco avergonzada.

—Oh, lo siento, no es de hombres hacer algo que alguien más no quiere que hagan. —murmuró  avergonzado rascando su nuca.

—Eres tan masculino —respondió.

—¡Mira eres mamá!—exclamó con emoción viendo el Pugsito, pero lo miró bien—. Ah no, es un llavero.

Tomó la nota y el Pugsito.

"¿Cómo estas corazón? Este es un Pugsito,
se llama Alfredo de las Mercedes Kirishima, porque sí,
ahora es tu hijo, también mío, ¡Somos padres!

Me gustas mucho, y por favor cuídate ♥"

Dejó escapar una suave risita acariciando la cabeza de Pagu viendo el pequeño Pug llavero.

—¿Algo que decir?

—Dile que amo mucho a Pugsito, es tan lindo, ¡No es de hombres rechazar algo así! —expresó de forma alegre mientras la alzaba mostrándole su hermosa sonrisa.

—Oh, por mis arrugas —balbuceó poniendo su patita en su hocico con emoción moviendo la colita—. Eres tan perramente hermoso.

—¿Es un cumplido de perros? Entonces eres tan perramente tierna aunque parezcas alienígena. —puso su pata en la cara de Eijirou.

—NO. Alien no, ahora suéltame esclavo.

Él soltó una carcajada y la dejó en el suelo, acarició su cabeza y vio como Pagu corría. Puso el llavero en su mochila y siguió con lo suyo hablando con Bakugou.