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Esto es lo que siempre quisiste, ¿no?

ATENCIÓN:

Esto es una suma de fragmentos de la historia de Kaos para explicar ciertos comportamientos de su persona, sobre todo cuando se trata de la familia y/o el cuidado de otros.

Doy este aviso porque obvio va a contener spoilers de su historia, así que si no quieres comertelos, no sigas.

Si te da igual y quieres saber más sobre ella (sí, te miro a ti PhantomisSleeping :^) adelante :D.

A su vez, advierto que este capítulo va contener violencia y agresiones físicas y verbales, así que si eres sensible, continuas bajo tu propia responsibilidad.

Gracias por leer

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En medio de una ciudad, en un barrio relativamente tranquilo y sin mucho tráfico, vivía una feliz pareja de casados, más felices que nunca ante la espera de su primer hijo.

Sin embargo, el destino rompió esta felicidad en miles de pedazos, pues el día esperado, la futura madre, una eriza de pelaje blanco y ojos azules estaba muy enferma, pues era invierno y había pillado una gripe.

Fue debido a esta enfermedad, que para cuando el padre, un erizo negro de ojos oscuros, logró llevar a su esposa al hospital para el parto ya era tarde, la enfermedad la había debilitado demasiado, y apenas tenía fuerzas para soportar las dolorosas contracciónes.

En medio de la cesárea urgente que tuvieron que practicarle, en su último aliento la mujer pidió que salvaran a su bebé a toda costa, y eso hicieron.

Uno de los doctores que la asistió era un gran amigo de la mujer, y antes de que esta cerrara los ojos, le mostró al bebé que había estado dentro de ella creciendo, una pequeña eriza de un color gris muy clarito que no paraba de llorar.

La madre sonrio con tristeza al ver a su pequeña, y en el poco tiempo que se la pudieron mantener con vida por el bien de la bebé, le dió el pecho logrando calmarla, y pudo ver sus ojitos celestes mirarla despues con curiosidad.

Fue poco después de aquello que la eriza de blanco cerró los ojos para siempre, y con gran pesar, aquel doctor cargó a la pequeña, para poder llevarla con el angustiado padre, que sabía del estado delicado de su esposa, pero aún no había visto a la bebé.

Tras recibir a la pequeña y la noticia de la muerte de su esposa, su rostro de alegría ante la pequeña cambió por completo, sobre todo cuando esta lo miró y comprobó que tenía la mirada de su ahora difunta esposa.

Una vez el doctor le dió el pésame y dijo que podían irse, este sin duda lo hizo, pero una vez a solas con la niña, le dirigió una mirada de odio profundo.

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La niña fue creciendo como cualquier otro, sin embargo, desde muy pequeña no tenía la inocencia que debería existir en un niño de 5 años, pues desde siempre había escuchado que era una desgracia, que no debía estar viva, y que era un mounstruo por asesinar a su madre.

Sí, esas eran las palabras que su padre más le repetía, pero a pesar de todo, ella lo quería, y los gritos no importaban, los golpes tampoco, mucho menos el horror que la invadía cuando escuchaba la hebilla del cinturón de su padre.

Nada importaba, él era su padre, y estaba allí para cuidarla, como el resto de padres, ¿no?

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Llegó su noveno cumpleaños, y como todos los años, nadie fue a su fiesta, ni siquiera su familia.

Aunque bueno, ¿quién iba a ir a la fiesta de un fantasma? Exacto, el padre era el único que sabía que la niña existía, pero eso cambió ese mismo día.

La madre de la esposa y abuela materna de la niña había ido a aquella casita para hablar un poco con su yerno, ya que este estaba muy alejado de toda la familia desde aquel día.

Sin embargo, lo que se encontró en la casa fue a la pequeña eriza, que la miraba con nerviosismo al no tener ni idea de quien era, pero al ver sus ojos celetes, pronto supo que ella era su nieta.

-Y bien pequeña, ¿cuál es tu nombre?

La ericita aún tardo en responder, pero aquella señora no le daba tanto miedo ahora -¿Q-qué es un nombre? -pregunta con curiosidad.

Aquella pregunta sorprendió sobremanera a la eriza mayor, ¿9 años y ni siquiera sabía que era un nombre? Lo malo es que tampoco sabía como responderle, pero decidió ir a lo fácil. -Bueno, escucha, cada vez que escuches "Carmen", es que alguien te está llamando ¿vale?

La pequeña no lo entendió del todo, pero aún así asintió con la cabeza.

La siguiente pregunta fue mucho más fácil, pues le había preguntado cuando era su cumpleaños. -Es hoy -sonríe alegre -Pero papá está muy ocupado trabajando y de seguro no viene... -baja un poco las orejas.

Ante esto, la mayor sonríe y le ofrece el ir con ella a celebrarlo, y aunque la menor duda un poco diciendo que "su padre se enojaría", finalmente aceptó, y aquel fue el mejor día de su vida.

Aquella señora le enseñó muchas cosas sobre lo que había afuera de su casa, la llevó a tomar un helado y luego le compró un osito de peluche como regalo de cumpleaños.

Para cuando llegaron a su casa, estaba atardeciendo y el padre no había regresado, y tras prometerle a la pequeña regresar otro día, esta se fue feliz con su osito a la cocina a hacer un pastel de cumpleaños. Sí, tiene 9 años y ya sabe cocinar.

Sin embargo, cuando llegó su padre toda la alegría se fue.

-Hola papi -saludó la pequeña desde la cocina, aunque no recibió respuesta por parte de este, solo un gruñido de molestia.

-Mejor estate callada niña y tráeme la cena, ya la mesa tendría que estar puesta -reclama con un tono serio y duro que hizo que la pequeña bajara sus orejitas.

-S-sí... -nerviosa, pone a toda velocidad la mesa para uno, pues su padre "no comía con mounstruos", y ella tenía que esperar a que el terminara, lavar lo que él usó, y solo después podría comer ella.

Sin embargo, solo recibió un gruñido de enojo por parte del mayor al ver que su "cena" era un trozo de pastel -¿Qué demonios significa esto?

La pequeña se encogió un poco mirando al suelo y abrazando al osito de peluche -E-es que... H-hoy es m-mi cumpleaños y... E-en los cumples hay p-pasteles... O-o eso me dijo Ab-buela... -la señora le había dicho que la llamara así, por lo que ella pensó que era su nombre.

Al no escuchar respuesta de su padre, empezó a levantar la cabeza con nerviosismo, viendo así el rostro de furia de este, que pronto le cruzó la cara con una sonora cachetada que la tiró al suelo.

-Tú no tienes un cumpleaños, tú lo que eres es un mounstruo que nunca debió existir, ¿¡me oíste!? -acto seguido, agarró el trozo de pastel que ella le había dejado en el plato y procedió a lanzárselo encima sin importarle que esta llorara en silencio en el suelo.

-¿Qué es eso? -le reclama arrebatándole a la niña el osito de peluche.

-A-ab-buela dic-ce q-que es s-su r-regal... -adolorida y entre sollozos habla como puede, pero no llega a terminar, pues se quedó completamente callada al ver como el rostro de su padre se torció aún más en su ira y, agarrando al peluche de la cabeza y del cuerpo, da un tirón arrancándole la cabeza de cuajo.

-Así que te escapaste de casa mientras no estaba, ¿eh? -deja caer lo que quedó del peluche y aprovecha el shock de la más pequeña para agarrarla de sus púas y arrastrarla al sótano ignorando nuevamente su llanto y súplicas, que se intensificaron cuando la menor escuchó de nuevo aquella hebilla tintinear.

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Desde aquel día, la mirada celeste de la menor se volvió más opaca, y cada día iba a peor pues, en un intento por darle una mejor vida, aquella que declaró ser su abuela avisó a las autoridades sobre su existencia y como no estaba siendo escolarizada, por lo que a regañadientes, su padre la metió a la escuela a sus 9 años recién cumplidos.

Allí nunca pudo encajar, todos la ignoraban por ser "retrasada", ya que apenas sabía contar o leer. Aunque eso es tema para otro momento.

Pasaron los años, y su padre ahora tenía más razones para darle más palizas, pues tenía faltas de comportamiento por quedarse dormida en clases y no era capaz de aprobar sus asignaturas, aunque claro, quien lo lograría si tienes que ir a clase, hacer las tareas del hogar, intentar hacer la tarea de unos matones dos cursos por delante y luego hacer las suyas propias, teniendo que no dormir varias noches para hacerlas.

Un día, ya con 13 años, debido a todo ese estrés acumulado y falta de sueño, acabó desmayándose en mitad de la clase, y solo se dieron cuenta porque su cabeza se golpeó con cierta fuerza contra el pupitre, ya que estaba al fondo de la clase y apenas se la veía.

Tras informar a su familia, en este caso su padre, del desmayo que sufrió, le dijeron que la llevara a casa para que descansara, y así fue.

Para cuando ella despertó, ya era casi de noche, y se asustó al ver que estaba en casa, pues lo último que recordaba era estar en clase.

Al ver la hora, rápidamente fue a hacerle la cena a su padre, pues él estaba al llegar.

Y en efecto así fue, pero esta vez llegaba más "relajado".

Su llegada asustó tanto a la eriza que se le cayó al suelo el cuchillo con el que estaba cortando la comida para él, y al mirar hacia la puerta, su sonrisa la asustó un poco.

-Vaya, despertaste -menciona él con aquella sonrisa extraña acercándose -Ven Carmen, me dijeron que necesitabas descansar... -su tono de voz cada vez sonaba más escalofriante, y eso junto a su sonrisa pusieron nerviosa a la eriza.

Sin embargo, a pesar de estar alerta, obedeció su orden de acercarse, y una vez lo hizo, este la tiró al suelo y rodeó su cuello con su cinturón empezando a tirar de este con la intención de ahogarla.

-¡Tenía que haber hecho esto hace mucho tiempo! ¡Tú nunca mereciste existir! ¡Por tu culpa ella esta muerta, y pretendieron que te cambiara por ella! -se ríe con cierta locura -¡¡Tú no eres nadie en comparación!! ¡Tu muerte no significaba nada en aquel encontes, y tampoco lo hará ahor!...

Mientras este hablaba y apretaba el cuello de la menor con el cinturón, esta había tratado de apartarlo mientras luchaba por respirar entre lágrimas, y en medio de sus forcejeos llegó a "encontrar" el cuchillo que se le había caído antes, y sin pensarlo mucho, apuntó este contra su padre y se lo clavó con todas sus fuerzas en un intento desesperado por liberarse de él.

Aquello funcionó, pues el trozo de cuero que la aprisionaba se aflojó y los ojos de su padre se fueron cerrando poco a poco.

Tras lograr quitárselo de encima y ver que él no se movía mientras la sangre salía de su herida, se horrorizó tanto que lo abrazó empezando a llorar mientras lo llamaba a gritos.

Por culpa de estos, los vecinos se alarmaron y llamaron a la policía. Cuando sus sirenas se empezaron a escuchar, la eriza se separo del cuerpo de su padre y vió sus manos y cuerpo manchado de ese líquido rojizo, y tras empezar a sufrir de un ataque de pánico, lo primero en lo que pensó fue en huir, y así lo hizo, saliendo corriendo por la puerta trasera para cuando la policía llegó al frente de la casa.

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Han pasado ya 5 años desde aquel incidente. En el informe policial sobre lo ocurrido aquella noche decía que habían entrado a la casa a robar, pero que al descubrir a una niña allí trataron de acallarla, pero su padre, que había llegado, en ese momento, trató de salvar a su hija, recibiendo una puñalada cerca de su corazón que lo dejó en coma por todo ese tiempo.

Sin embargo, este ya había despertado y ahora descansaba en el hospital, aunque la culpa lo carcomía, ya que su suegra fue a visitarlo y le contó el como se había portado con su hija, así como el hecho de que ella había desaparecido, y que por eso creían que la habían secuestrado, o peor aún, mutilado y tirado por ahí, y que por eso creían que había sido un ataque de alguien externo a ellos.

Este no se lo podía creer, ¿tan cruel había sido con su propia hija? Al parecer sí, y ahora entendía los regaños de su subconsciente en la forma de su difunta esposa durante su coma.

Todos los días rezaba para pedirle disculpas a su hija, pero un día, recibió una visita algo inesperada.

-Hola papi~ -aquella voz le era muy familiar al erizo, pero tenía un tono distinto.

Cuando escuchó aquello, volteó la cabeza encontrándose la figura de una eriza, aunque apenas se la podía ver al estar en una zona oscura aprovechando que era de noche en aquel momento, y a la vez había dos puntos rojos y brillantes que bien podrían ser sus ojos.

-¿Q-quién eres tú?... -pregunta este algo nervioso, aunque la voz le era muy conocida, y se queda confuso al escuchar la risa de la eriza.

-Oh vamos~ ni que hubiera cambiado tanto~ -se acerca a él, y ahora si podía distinguirla bien, con su pelaje gris claro y unoa ojos celestes que el erizo reconocía bien.

-¿C-carm-men?... ¿D-de verdad eres tú?... -al reconocerla, en su voz pudo notarse cierta alegría, y cuando esta se acercó lo suficiente agarró un de sus manos -L-lo siento mucho por todo lo que te dije e hice yo... N-no se que me pasó, d-de verdad... S-solo espero que puedas perdonarme... -la mira bajando un poco las orejas.

El que agarrara su mano puso a la eriza bastante tensa, pues aunque hubiera cambiado, seguía delante de aquel que durante mucho tiempo la maltrató física y verbalmente, ¿y ahora iba y se disculpaba?

-¿Por qué debería creer en tus palabras? -le pregunta sin más alejando su mano de él. -¿Por qué debería simplemente hacer como si nada hubiera pasado? -con cada reclamo su tono sonaba más enojado, así como su apariencia cambiaba ligeramente, siendo que su pelaje se oscurecía hasta un gris negruzco, sus ojos cambiaron de color a rojo y de su espalda emergieron un par de alas -Toda mi vida retenida en casa, más que tu hija era tu esclava, y que caray, ¡intentaste ahorcarme! -le reclama ahora gritando con algunas lagrimas en sus ojos, cambiando por un momento su iris nuevamente a celeste. -Pero claro, tú saliste bien parado. Estás en un hospital tan tranquilito dormidito, y mientras yo ¡nuevamente no existía para nadie! -vuelve a gritar regresando su iris rojo.

Escuchar todo aquello le rompía el corazón al mayor, así como aquellos episodios que ella mencionaba se repetían en su mente, y solo ahora veía el gran daño que le había hecho sin inmutarse siquiera, y nuevamente trato de tocarla, aunque lo único que logró fue que un grito de dolor saliera de su garganta mirando con horror su mano, pues estaba siendo atravesada por cinco largas y afiladas garras que salían de las antes pequeñas uñas de la eriza.

Al escuchar el grito, la eriza se rió por lo bajo con un claro delirio, se podía afirmar sin lugar a dudas que estaba completamente loca, pero aquella era la misma risa que él hizo cuando la ahorcaba.

Nuevamente la eriza se rió al retirar sus garras de la mano de su padre, y mientras lamía sus garras manchadas de sangre ante su horrorizada mirada, sus pupilas se volvieron rasgadas, comenzando un agudo dolor por todo el cuerpo del mayor.

Este sentía cada poro de su cuerpo le dolía y como su respiración se dificultaba, notándose eso en la máquina que controlaba sus constantes vitales. A su vez, los pitidos de la máquina se volvieron más constantes, pues el dolor sumado a un aumento en la producción de adrenalina al sentir su cuerpo paralizado por completo mientras este tenía algún que otro espasmo que solo le provocaba más dolor, hacían que su corazón se acelerara.

Mientras todo esto ocurría, la eriza se reía como una aunténtica psicópata, aunque de sus ojos salían pequeñas lágrimas traicioneras, pues aunque sí quería verlo sufrir, aunque fuera poco tiempo, seguía queriendo a su padre, y sus palabras seguían en su cabeza.

Pero simplemente no podía perdonar, y tras hacer que su veneno fuera más fuerte para que el dolor aumentara, pudo ver como parte de su piel se volvía amoratada, pues tanta adrenalina y los espasmos rompían internamente sus vasos sanguíneos.

En medio de su agonía, ella pudo escuchar una súplica de parte del mayor por que parara, a lo que ella le responde entre risas -¿Acaso tú lo hacías cuando me golpeabas a mi con la hebilla de tu maldito cinturón? -se sigue riendo -Siempre lo dijiste, decías que yo era un mounstruo por matar a mamá. Pues bien, ya lo soy~ -se ríe de forma macabra aumentando aún más la potencia del veneno. -Esto es lo que querías, ¿no~?

Tras decir eso, se escucho un pequeño "pop", y despues nada, solo el pitido de la máquina indicando que el erizo estaba muerto mientras que de su boca y nariz salía un poco de sangre, así como que sus ojos estaban en blanco.

Ahora sí, la eriza pudo escuchar la llave de la puerta meterse en la cerradura, pues ella había cerrado esta con llave previamente, y ante los pitidos constantes de la máquina intentaron forzar la puerta, pero al ser poco personal por ser de noche tardaron demasiado en llevar la llave que abría la puerta.

Tenía que irse de allí, pero no era capaz de moverse, se quedó viendo a quien alguna vez fue su padre -Perdóname... Mamá... -dice teniendo los ojos celestes de nuevo, y tras cerrarle los ojos con delicadeza a su padre, se fue de allí volando por la ventana justo antes de que los enfermeros abrieran la puerta.

Mientras volaba a su ahora hogar, una pequeña lágrima traicionera salió del rabillo del ojo de la eriza, pero esta la secó rápidamente -Ya no... Ya nunca más volveras a llorar por nadie... Ahora eres fuerte, y si nadie escucha a los que sufren... Serás la pesadilla de sus pesadillas~ -al decir eso se siente algo mejor, y acelera para poder comenzar con un "nuevo proyecto".

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