Hace algo más de diez años, una catástrofe similar a la ocurrida siglos antes a escala universal se repitió, solo que esta vez solo un planeta, aquel en el que la pelea desencadenante de dicho declive se produjo.

Aunque la paz fue fácilmente recuperada y muchos de los daños pudieron ser mitigados, no todos habían escapado de la influencia de aquel choque de energías que interfirieron en la que, por años, una eriza alada estuvo compartiendo para mejorar la calidad de vida de aquel planeta.

Tras ese combate en el que estuvo implicada, esa eriza había desaparecido por completo, o eso se creía, ya que solo había dejado tras de si un collar con una piedra de color blanco, uno que sus más cercanos aseguraron que, aunque nunca se lo habían visto, era suyo sin duda alguna.

Lo que no sabían, es que en el interior de esa piedra se encontraba aquella eriza en su estado más puro de energía, encargándose de esa forma de "limpiar" todas las impurezas que su adversario había dejado durante el combate, recuperando así la salud del planeta por completo.

Una vez cumplió con esto y se recuperó a sí misma, por fin pudo "salir" de regreso al exterior como un ser vivo más, encargándose de terminar con el trabajo que había iniciado en su afán de "arreglar" todo lo posible los daños que había provocado su pelea.

Es así que conoce a una pareja de lobos y a su pequeña hija, acordando con ellos el ir a la casa de estos para que le explicaran la situación, pues ya los había notado muy alterados.

En cuanto llega, llama a la puerta y es recibida en la misma por la madre, que agarra una de sus manos con sus orejas algo bajas -Por favor, ayude a mi niña, en cualquier momento podría dejar de respirar! -le dice con las lágrimas rodando por sus ojos mientras esta entraba.

-Lo sé, pero tranquilícese, ¿sí? Así ella no se pondrá tan nerviosa -le responde la eriza ya entrando en la casa con ella con un tono tranquilo y una amplia sonrisa para transmitir calma, cosa que parece funcionar, pues tanto la madre como el padre, que las esperaba en la sala, acceden a sentarse con ella "olvidando" a su hija por un momento -Bien, necesito que me expliquen con calma que ocurre, y sobre todo, por qué creen que tiene que ver con aquel día -les pregunta manteniendo su tono y sonrisa.

-B-bueno... Lo que dicen los doctores es que la niña tiene asma... Pero si así fuera, con un inhalador sería suficiente -empieza a decirle el padre.

-Y yo... E-ese día, aún estaba embarazada, pero... S-sentí un d-dolor extraño en mi pecho y mi vientre... Creí que iba a perderla ese día... -agrega la madre llevándose cada mano a una de las zonas mencionadas con las lágrimas de nuevo amenazando con salir de sus ojos.

-Esta bien, entiendo... -a pesar de que su tono era un poco mas serio, igualmente su presencia transmitía una enorme tranquilidad a ambos padres, poniéndose así de pie -¿Dónde está ella? -les pregunta, mirando hacia donde le señalan, siendo ese sitio una puerta blanca que ahora estaba cerrada, pero de donde esta podía escuchar que alguien respiraba con dificultad.

Tras indicar que debían quedarse allí a esperarla, la alada abre la habitación de la puerta con cuidado, viendo así a una lobita albina tumbada en su cama, escuchándose perfectamente su respiración al hacerlo con dificultad.

-Hola peque, voy a ver si te puedo sanar ¿sí? -le dice para que se calmara mientras se acercaba a ella y se sienta al lado de su cama, empezando así a acariciar su cabello con cuidado -Tranquila, todo va a estar bien ¿vale? Pero necesito que cierres tus ojitos -le pide con calma mientras sonreía, esperando que esta le hiciera caso, cosa que pasa al poco, calmándose de paso su propia respiración.

Una vez la niña se puede relajar, la eriza lleva una de sus manos a su pecho para poder "sentir" mejor si tenía algo de energía de su adversario interfiriendo o no, notando como la pequeña bajaba sus orejitas, por lo que trata de mantenerla tranquila tarareando una nana de forma dulce y relajante.

Tras cercionarse de que, en efecto, había sido afectada por aquella pelea, suelta un ligero suspiro que inquieta un poco a la niña, abriendo sus ojos y mirándola algo asustada.

Ella le sonríe y acaricia sus orejas con calma -Tranquila, te voy a ayudar a sanar, si? -le empieza a decir mientras ahora ponía su otra mano en su cabeza, empezando su collar a emitir un pequeño brillo que viaja por sus brazos a sus manos, y desde ahí pasaba al cuerpo de la pequeña.

Tras un par de minutos, la eriza ya había terminado, observando como la niña ahora se incorporaba de la cama confundida -P-puedo... R-respirar... P-puedo respirar! -dice saliendo casi de un salto de la cama, sacándole una risa a la alada.

-Si peque, pero ven, tengo un secreto que contarte -le pide con una sonrisa, a lo que la niña obedece y la termina sentando en su regazo -Eres una pequeña con mucha suerte, pero tienes que tener cuidado con la gente allá afuera que pueda querer lastimarte por tu suerte -le dice un poquito más seria.

-Pero... Papi y mami van a ayudarme... ¿No? -le pregunta con sus orejas bajas.

-Claro que si -le responde sonriendo levemente -Pero si algún día sientes que estás en peligro, necesito que digas esto en voz alta, "atiende a mi llamado, ser de vida. Atiende a mi llamado, ser de luz", ¿vale? -le pide mientras la mecía suavemente acariciando el puente de su nariz.

La eriza se pasó repitiendo aquella frase una y otra vez hasta que finalmente la niña se duerme, acostándola en su cama de regreso y arropándola con cuidado, dejando su mano en su frente por unos segundos para eliminarla a ella por completo de sus recuerdos excepto por aquella frase, que dejó escondida en lo más profundo de su mente.

Tras esto, sale de la habitación sin hacer ruido para explicarle la situación a sus padres, que la esperaban nerviosos en la puerta.

-¿Y bien? ¿Qué hay de mi niña? -pregunta la madre inquieta.

-No se preocupen, ya está totalmente fuera de peligro... O al menos del de sus pulmones -eso último lo dice algo más seria.

-¿Qué nos está queriendo decir? -pregunta el padre ahora nervioso por su seriedad.

Ella suspira un poco antes de seguir -Para sanarla, tuve que contrarrestar la energía de su cuerpo con la mía, a un punto que es probable que desarrolle alguna extraña habilidad en el futuro... Y es probable que eso atraiga a un grupo extraño -empieza a explicar manteniendo su seriedad -No sé por qué, pero me da la sensación de que van siguiéndome la pista, o por lo menos terminan pasando por donde termino teniendo que usar mi energía. Estamos trabajando para tratar de averiguar que buscan exactamente, pero hasta entonces, tienen que tener mucho cuidado de con quien se relaciona su hija, sobre todo si desarrolla alguna habilidad especial... -les advierte.

Tras quedarse callados unos segundos y mirarse, el padre termina hablando -Entonces... Es posible que alguien vaya tras ella si la notan tener algo que ver contigo... ¿No? -pregunta, recibiendo un asentimiento de cabeza de ella.

-Básicamente, pero no se preocupen, ella no va a recordar nada de lo que ha pasado en ese cuarto mientras estuve con ella, menos una especie de "conjuro" para llamarme si se encuentra en grave peligro... Pero es muy importante que, para ustedes, yo nunca estuve aquí. Cuantas menos pistas haya de mi presencia aquí, mejor para todos.

Tras un par de instrucciones sobre como proceder si ella terminaba por revelar algún tipo de habilidad, ella se despide de la familia, deseándoles que, por el bien de todos ellos, no se volvieran a ver antes de irse volando sin que la noten.