Capítulo 23
El agua fría impactando en su rostro lo hizo despertar de golpe, confundido y agitado por la forma tan brusca que escogieron para traerlo de regreso de las tierras de Morfeo.
Soltó un quejido sintiendo sus piernas y brazos acalambrados por la incómoda posición en que había dormido. No tenía idea de cuántas horas o días habían pasado desde que estaba allí encerrado. Su boca estaba reseca y su estómago gruñía cada dos por tres reclamando por algo de comida.
El hecho de no tener síntomas de deshidratación arrojaba la idea de que no había pasado tanto tiempo como él pensaba.
—Finalmente es el gran día, pronto iré a recoger el dinero y para la noche estaremos en un hotel de Japón disfrutando de esos diez millones —Lee informó con una gran sonrisa, parado justo delante.
—No iré contigo a ningún lugar, enfermo de mierda —espetó de manera despectiva.
—¿Crees que estás en posición de hablar de esa forma? —sacó una pistola de un bolsillo de su gabardina negra, poniéndola en su mentón de manera amenazante, para después soltar una risa escandalosa y volver a guardarla en el mismo lugar—. No te asustes, bebé precioso, no voy a matarte.
Aprovechó en el momento en que se fue, y estirándose lo más que pudo, alcanzó a ciegas el cuchillo que había escondido detrás de aquella columna. Hasta ahora nunca lo habían dejado completamente solo durante mucho tiempo, por lo que no había tenido oportunidad de cortar la soga.
La nueva posición en que lo habían dejado acomodarse le hacía más fácil la tarea, porque al estar de pie y su cuerpo atado al pilar se le hacía imposible alcanzar el cuchillo en el piso. Sin embargo, ahora que se encontraba sentado en el suelo y solo siendo sujetado por sus brazos atados alrededor de la columna, le facilitaba el trabajo.
Comenzó a friccionar la soga con el filo del cuchillo, llevándole solo pocos minutos liberarse. Se mantuvo quieto en su lugar, pues sabía bien que Lee no era tan estúpido para dejarlo allí sin ningún tipo de vigilancia. Esperaría a que llegaran y tomaría al jefe como rehén. Estaba seguro de que si ponía el cuchillo en su cuello y amenazaba con matarle le darían la oportunidad de escapar.
Una nueva idea que lo ayudaría en su plan cruzó su mente, y una sonrisa macabra se formó en su rostro. Si querían jugar, él les iba a demostrar que aprendía bastante rápido a hacerlo.
Así que cuando el jefe regresó aproximadamente dos hora después, llegó pateando y abatiendo todo lo que se encontraba en su camino con furia, soltando un grito al verse imposibilitado de hacer algo más. Sin embargo, al verlo con una herida abierta y sangrante en la frente, un moretón en el pómulo y su labio inferior lastimado, su ira pareció aumentar a niveles estratosféricos.
—¡Vengan aquí, par de imbéciles! —gritó y al instante ambos hombres entraron al lugar—. ¿Qué le pasó? ¿Por qué está así?
—No lo sabemos señor —profirió uno de ellos, temblando por la mirada enfurecida de Lee.
Jungkook no contaba con el hecho de que llegara tan enojado, pero eso solo favorecía su plan, así que frunció los labios soltando un sollozo entrecortado.
—E-ellos intentaron tocarme —mintió poniendo su mejor rostro de chico afligido, viendo a los hombres negar levantando las manos en señal de inocencia—, y como me resistí comenzaron a golpearme.
—¡¿Osaron arruinar el bonito rostro de mi niño?! —vociferó sacando el arma y apuntándoles—. Les dije que no le tocarán ni un solo cabello y se atrevieron a desafiar mis órdenes. No necesito subordinados que no siguen mis mandatos.
Dos disparos se escucharon y después el sonido de dos cuerpos caer abruptamente al suelo hizo eco en aquel viejo almacén. Lee se acercó a él, agachándose para pasar un dedo por el moretón con delicadeza.
—No dejaré que nadie te vuelva a hacer daño, no a mí pequeño.
Sonrió para sus adentros, el plan había salido mejor de lo que esperaba. Ahora solo debía deshacerse de él y estaría finalmente libre. Había sido muy astuto al usar a su favor esa obsesión enfermiza que Lee sentía por él.
Apretó fuerte el agarre en el cuchillo, sintiendo al hombre besar su cuello y oreja. Ladeó la cabeza para darle más espacio, intentando que se entretuviera y no prestara a atención a nada más. Sus manos temblaban pero eso no impidió levantar el cuchillo dispuesto a enterrarlo en el cuello de su secuestrador.
—¿Piensas que soy idiota? —la mano del hombre se apretó fuertemente alrededor de su muñeca, haciéndolo soltar el cuchillo—. Siempre te has estado resistiendo desde que te traje, sabía que no ibas a ser tan dócil a menos que tuvieras algún plan.
—Eso no va a detenerme, imbécil.
Le dió una patada, haciendo que cayera de espaldas hacia atrás. Se sentó a horcajadas sobre él, soltando varios puñetazos a su rostro, recibiendo uno después que lo tiró a un lado.
Lee intentó subirse sobre él, pero fue más rápido y logró ponerse de pie antes de que pudiera hacerlo. El hombre se limpió el labio embarrado de sangre y se lanzó encima de él, sacando el arma de su gabardina. Le dio una patada en la mano, y el disparo que iba directo a su cuerpo terminó yendo directo al techo del lugar.
El arma cayó a un par de metros. Ambos se miraron antes de correr a intentar alcanzarla. Jungkook se adelantó, pero lamentablemente resbaló con un charco de agua justo antes de tomarla, sintiendo su espalda golpear duramente el suelo. Lee sonrió, viendo el cuchillo a un lado de su pie. Lo tomó con una sonrisa enorme en el rostro, acercándose a pasos rápido a él, que se intentaba arrastrar hacia atrás negando con la cabeza.
—Ya tenía suficiente con que ese chico rubio estuviera allí, también maté a mis hombres por tu causa, ¿y ahora intentas asesinarme tomándome desprevenido? Vas a pagármelas, mocoso —dijo entre risas, levantando el cuchillo con ambas manos para acto seguido enterrarlo en el mismo lugar donde le disparó años antes, en la marcada cicatriz encima de su clavícula.
[...]
—Teniente, ya tenemos la localización de Jeon Jungkook —informó un agente, y no tardó un segundo para que Gongyoo se pusiera de pie y se acercara. Jimin también presente, copió su acción.
Estaba en la comisaría, Jimin y Gongyoo habían estado esperando una señal después de haber entregado el dinero. La maleta que le habían entregado a Lee tenía un pequeño GPS en su interior, ya que al estar tan confiado no se había tomado el tiempo de revisar demasiado y ni siquiera pudo notarlo.
—Prepárense todos, el operativo se pone en marcha —ordenó el hombre.
—Yo iré con ustedes —Jimin alegó con firmeza, dejando ver en su mirada que estaba decidido y nadie le haría desistir de la idea.
—Jimin eres solo un niño, no puedes meterte en un operativo de tanto riesgo, ese hombre es peligroso —intentó rebatir Jeon, pero él negó con la cabeza, testarudo—. Eres menor de edad, no irás con nosotros —esta vez la voz de Gongyoo no dio un ápice de posibilidad para reprochar, y los ojos del rubio se cristalizaron, hasta que dos gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas.
—Yo le prometí que lo protegería, le dije que no volverían a hacerle daño y lo terminaron secuestrando por mi culpa —soltó un sollozo entrecortado. Su suegro lo miró por un instante antes de acercarse y abrazarlo. Jimin era un jovencito aparentando ser un hombre solo para no romperse—. Si le hubiera insistido en que me esperara en la casa nada de esto hubiera sucedido.
—No es tu culpa, Jimin, es culpa de ese desgraciado. Está obsesionado con Jungkook desde que era un niño. Si no hubiera sido ese día, hubiera sido cualquier otro.
—Agente, busca un chaleco antibalas para el niño, vendrá con nosotros —la voz del teniente se escuchó fuerte y clara—. Escucha, solo te dejaré ir si prometes quedarte en la patrulla hasta que todo termine.
—¡Lo haré, lo prometo!
—Pero...
Jeon quiso refutar, sin embargo, sabía que el teniente no le haría mucho caso, así que desistió.
Una vez todo el equipo estuvo listo marcharon hacia las patrullas. Jimin se mantuvo inquieto en los asientos traseros, mirando de vez en cuando el rostro preocupado de su suegro.
Si él estaba asustado y sufriendo desde el día del secuestro, no quería imaginar como estaba el hombre, más sabiendo que ya había pasado por eso una vez años atrás.
Al menos agradecía que Nayeon estuviera estable después de la subida de presión que le dio cuando les contó la noticia. Permanecía ingresada en el hospital en caso de cualquier eventualidad, pero su presión se había regulado y ahora se encontraba mejor. Su madre había estado acompañándola durante ese tiempo.
Llegaron al punto y los oficiales comenzaron a bajarse de las patrullas y rodear el viejo almacén que estaba frente a ellos. Él permaneció en el auto como había prometido, Gongyoo si se bajó, pero se quedó cerca de la patrulla, observando a los policías hacer su trabajo.
—¡Señor Lee Jonghyuk, salga con las manos arriba, tenemos el lugar rodeado! —gritó el teniente con un megáfono en la mano.
Silencio, eso fue lo único que percibieron después de las palabras del policía. Esperaron alrededor de medio minuto y nada sucedía.
—Prepárense para entrar —ordenó a sus subordinados, y estos asintieron preparando sus armas.
Luego de eso solo se escuchó un grito de Jungkook y un segundo después el sonido de un disparo.
Mañana subiré el epílogo <3.
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