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Capítulo 47

 Disfruten del segundo y último especial ♡


MEGAN Y DYLAN

Cuando el leve clic sonó advirtiendo que la puerta estaba abierta, los chicos no pudieron evitar exhalar de la emoción. Megan Smith y Dylan Siorra estaban intentando abrir esa cerradura vieja desde hace minutos, sintiéndolo como horas por la presión.

Dyl ayudó a pararse a Megan y abrieron la puerta con suma cautela. No habían oído voces, tampoco ruidos, en estos últimos instantes y desde que habían escuchado una puerta sonar fuertemente. Pensaban que realmente los habían dejado, sacando conclusiones creían que Philip Courtney era el encargado de vigilarlos.

— Puede que Tom Ways quiera aparecer en el operativo para tener una coartada — Había dicho la rubia en su momento.

Y, sin lugar a duda, eso parecía correcto. Como también lo parecía tener el terreno tan sombrío y vacío, no podía ser así de fácil escaparse de estos tipos. Pero, al parecer, la suerte estaba de su lado porque la casa se mantenía impoluta y en silencio.

Caminaron paso por paso, Dyl manteniendo el brazo de Meg sobre su cuello y tomándola de la cintura para ayudarla a caminar. Las maderas chirriaron en el pasillo oscuro, el polvo era el único compañero y solo volvía más tétrica la casa. Poco a poco llegaron al barandal de la escalera, ahora tocaba bajar las escaleras.

Megan suspiró fuerte sin darse cuenta, sabiendo lo que costaría esa bajada si lo hacía a pie. La anestesia aún la tenía baja en fuerzas, además de ese dolor latente en el estómago. No le importaría dormir una semana entera seguida después de esto, pensó.

Dylan se dio cuenta del esfuerzo que suponía para ella y directamente volvió a alzarla en sus brazos y comenzó a bajar con cuidado. Cuando los últimos cinco escalones faltaban por recorrer, escuchó el sonido de un auto y no pudo evitar mascullar en voz baja. Estaban tan cerca de la salida, de la libertad, que esto tenía que ser una broma de algún tipo. Una broma pesada que los hacía desesperar.

El muchacho terminó de recorrer los últimos escalones cuando el motor se apagó y ni siquiera pensó en asomarse por la ventana para ver quién era cuando ya estaba a la carrera.

Tiene que haber una puerta trasera, se dijo.

Pero, así como lo pensó, hizo que esa posibilidad se esfumara al escuchar el sonido de la puerta del vehículo cerrarse y pasos en dirección a la casa. No llegarían, debían ocultarse.

Miraron para todos lados, la rubia señaló una puerta desde sus brazos y ellos se dirigieron ahí rápidamente. La dejó en el piso con cuidado de que las tablas no rechinen, abrieron la puerta y entraron al pequeño espacio debajo de la escalera.

Dylan poco a poco fue cerrando la puerta, tan despacio como esa gota de sudor que caía desde su frente. Giró el pomo lo más lento que pudo y, cuando la puerta estuvo cerrada, lo soltó al mismo tiempo que la puerta delantera se abría.

Los chicos no podían ver nada en ese pequeño espacio, ellos se mantenían aferrados el uno al otro y tratando de que el tacto los reconforte de alguna manera.

Escucharon la voz te un hombre, no sabrían muy bien decir de quién. Parecía estar enojado y mascullando para él mismo. Comenzó a recorrer el tramo de escaleras, las tablas crujieron sobre sus cabezas y Megan tuvo que refregar sus ojos cuando el polvo cayó.

Una vez que el sonido cesó, los chicos no estaban muy seguros de qué hacer. Si trataban de escapar y el ruido los delataba sería realmente peligroso, Dylan sería el único que podría defenderlos si algo llegara a ocurrir y necesitarían correr. Megan sabía que él no podría correr con ella a cuestas, era un peso muerto.

Y sus secuestradores tenían claro que ninguno se iría sin el otro, así que, que Dyl se adelantara para conseguir ayuda, en realidad no serviría de mucho si comenzaban a buscar por toda la casa por ella y se la llevaban a otro lugar.

Megan suspiró sabiendo que sus opciones eran bastante reducidas, se movió unos centímetros hacia atrás cuando un ruido fuerte provino del ruido de arriba, como algo cayéndose y estrellándose contra el piso. Quien sea que estuviera en esa casa ya se había enterado de que ellos no estaban.

Pero al ir hacia atrás, se encontró cayendo. Su pie se deslizó en el desnivel y sus manos se tensaron alrededor del brazo de Dylan. Él la apretó y tironeó hacia él cuando sintió que estaba a punto de caerse.

Hasta que no estuvo estable, un pie en el desnivel y otro en la superficie superior, no volvió a respirar. Los chicos estudiaron el vacío y negro espacio, Dyl tanteó con un pie hasta darse cuenta de lo que estaba pasando.

— Una escalera — Le susurró — Ocultémonos abajo, pensará que ya escapamos.

La rubia se aferró a él y siguió sus pasos lo más lento y cautelosa que pudo ser. Las tablas crujían cada tanto sobresaltando sus corazones y la calma tan tensa y mortífera amenazaba con romperse a cada segundo.

No podían estar pendiente de los ruidos ajenos y los suyos, pero lo intentaron. A mitad de escalera escucharon como la persona desconocida bajaba a toda velocidad y comenzaba a serpentear por la casa de forma apurada. Ellos se detuvieron un momento y volvieron a descender cuando el peligro parecía haber pasado, los últimos escalones parecían ser los más dañados porque el ruido que hicieron cuando Dylan apoyó su peso en ellos resonó en toda la casa.

La persona que estaba en la planta baja también pareció escucharlo, fue un crujido sordo y muy lejano a él. Pero le dio las esperanzas que necesitaba para aferrarse de que aún podría librarse de todo ello, de todo aquel embrollo en el que se había metido años atrás al ocultar el cuerpo, presuntamente falso para él, de una niña.

Comenzó a caminar despacio, sin apuro, tentando a su presa a delatar su posición ante la expectativa de la amenaza.

Los chicos realmente desearon que el hombre haya pasado por alto el ruido y siguieron hasta la base de la escalera, Dylan tanteó el espacio con una de sus manos hasta encontrar la rugosa textura de la madera y, con ella, la perilla de la puerta.

Tan solo fue abierta unos centímetros que el olor desprendido de esa habitación los hizo jadear. Megan pensó que era bueno no tener nada en el estómago porque eso estuvo a punto de generarle una arcada.

Pero no había tiempo de pensar en lo que el olor significaba, no cuando un posible asesino podría estar tras ellos. Abrieron la puerta en su totalidad sin hacer ruido y pasaron a través para cerrarla con cuidado tras ellos.

Megan apenas pudo vislumbrar algo entre la negrura gracias a los rayos de luz que se filtraban entre algunos tablones del techo. Dylan agarró su mano y ambos comenzaron a caminar con cuidado, medio paso mirando hacia su alrededor para no chocar con nada y otro medio paso mirando hacia arriba esperando no sentir ruidos.

De nada sirvió no esperar aquello porque los pasos no se hicieron esperar, el hombre caminaba de forma cautelosa y despacio por encima suyo, eso los hizo darse cuenta de que sospechaba que ellos estaban allí.

Dieron unos pasos hacia atrás, mirando fijamente los tablones en sus cabezas, Dyl rodeaba a Meg sobre su pecho con un brazo de forma protectora. Sus talones chocaron con algo duro.

Miraron al mismo tiempo y sus mentes procesaron la información al instante al ver ese largo bulto enroscado y cubierto por bolsas de color negro, las moscas incluso bailaban a su alrededor. Megan abrió su boca sin poder evitarlo, casi largando un grito, y Dylan la cubrió con su mano al escuchar ese leve jadeo.

Ella se tambaleó en su lugar y el muchacho la tomó con fuerza entre sus brazos, las lágrimas de la chica salieron de sus ojos y Dyl las sintió frías al contacto con su mano.

Habían encontrado el cuerpo de Fanny Courtney.

Arriba suyo, aquel hombre había detectado ese ruido bastante cercano. Miró a su alrededor viendo la casa impoluta y esperando encontrar el escondite, hasta que recordó un espacio en el que no había buscado aún.

Miró hacia sus zapatos, levantó uno como si esos chicos pudieran estar debajo de su suela como cucarachas aplastadas y sonrió de costado. No pudo evitar pensar en la ironía. Megan Smith había estado en las pericias hechas en el cementerio ¿acaso no quería encontrar el cuerpo de Courtney? Pues allí lo tenían, servido en bandeja mientras estaban atrapados como ratones.

Caminó con más entusiasmo hacia el sótano de la casa mientras Dylan arrastraba a Megan hacia otra punta alejada y se sentaban contra una pared, intentando contener el llanto y esos quejidos que se le escapaban.

Megan no podía creerlo, estaba destrozada.

Fanny Courtney no había sido muy abierta con ella, siempre la esquivaba cuando intentaba ayudarla y nunca la había considerado una verdadera amiga. No porque no quisiera, más bien porque ella no parecía querer amigos. Ante la vista de la rubia, su corazón estaba tan marchitado y solo que protegía los pocos pedazos envolviéndolos con tanto fervor que le jugaba en contra.

Cuando ella había muerto, se sintió mal por semanas. Había llorado su muerte en los brazos de su madre y se había reprochado tantas veces el hecho de no haber podido hacer nada para evitarlo... Y cuando Jake Maxwell se apareció, una nueva esperanza trajo a su vida. Podría, por fin, terminar con el gran sufrimiento de la muchacha y ayudarla. Y en esta nueva oportunidad lo lograría una vez y para siempre.

Pero esto, esto era desgarrador.

Meg vio en sus recuerdos la sonrisa de la chica, su cara delgada y blanquecina ensombrecerse ante la presencia de Richard, la luz que transmitía cuando observaba a Jaky, lo que se divertía por las ocurrencias de Sammy e inclusive esa melancolía implícita en cada parte de su existencia al observar por la ventana y pensar en su madre.

Recordó cada uno de los últimos momentos, cada palabra, expresión y lágrima. Cómo ella siempre se preocupaba por sus amigos, por las familias de ellos y su necesidad intensa de protegerles. El cariño que demandaba a cada instante, lo que le gustaba encontrarse encerrada entre abrazos y caricias, lo que anhelaba ser una adolescente normal como ellos.

Megan Smith había olvidado por un mínimo instante que ella estaba muerta, que su estadía aquí podría ser pasajera y que, aunque ella permanezca, sus recuerdos y todo lo que la hacía ser tan vivaz desaparecería con el tiempo.

Ese cuerpo envuelto y maltratado establecía cada uno de los puntos en los que ella había fallado como amiga y como persona. La desmoralizaba y tiraba abajo. Sentía su estómago completamente preso y asfixiado, su garganta tensa y su labio inferior adolorido por apretarlo entre dientes. La mano de Dylan estaba fija sobre su boca, la abrazaba y aferraba, susurraba que todo estaría bien... Pero sus palabras eran amargas.

Odiaba ver a Megan así y ese olor putrefacto en el ambiente, que ahora sabían de dónde venía, le provocaba náuseas y rencores encontrados.

No pudo evitar preguntarse ¿qué hubiera pasado si Fanny no hubiera muerto? Dylan habría venido a este pueblo, habrían comprado otra casa y, finalmente, se hubieran conocido en la escuela ¿Se hubieran enamorado? ¿Se verían en el pasillo y pasarían uno del otro? Demasiado inmersos en sus mundos y sus problemas como para darse cuenta de que, en otra vida, se estarían amando...

Dylan sufría por Megan y por Jake. Fanny realmente se había convertido en algo especial, una buena amiga y compañera en este último tiempo, pero no podía negar tener la certeza de que sus amigos serían los más afectados. Los que sufrirían con su pérdida más que ningún otro. Y él sufriría por ella y por ellos.

Odiaba la idea de tener que pedirle a Megan que se calmara, no quería decirle que no llorara por la pérdida porque estaba seguro de que lo necesitaba. Pero ahora debían ser fuertes y si ella no podía serlo, él lo sería por ambos.

Dylan sabía que la rubia tenía una gran fortaleza y difícilmente algo la doblegaba, que ella esté en este estado lo alentaba a transformarse en ello que a ella le faltaba. Sería la valentía y la esperanza de salir de este lugar.

Mientras tanto, arriba en la planta alta, el hombre estaba listo para atrapar a esos chicos. Caminó hacia el pasillo al lado de la escalera y cuando estuvo a punto de tomar la perilla de la puerta que lo conduciría al sótano, la puerta de entrada se abrió. No se había dado cuenta del sonido de un vehículo estacionarse.

Al girar vio la silueta de un muchacho vestido de negro, ojos atormentados.

Richard Hudson necesitó de una gran valentía para poder enfrentar a ese hombre que tantos males le había causado, del que tantas amenazas y reprimendas severas se había llevado.

— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó a Richard cauteloso y esperando por el sonido de las sirenas de policía — ¡¿Qué haces aquí?!

Megan silenció sus sollozos al distraerse con el grito que pegó el hombre arriba de ellos. Dylan le susurró que iría a ver y que no debía moverse de su lugar, tomando la difícil decisión de dejarla allí comenzó a alejarse hasta abrir la puerta de las escaleras y asomar la cabeza para escuchar más detenidamente.

La voz que estaban escuchando la reconocía. El hombre en la casa era Tom Ways.

— Está hecho — Le dijo Richard, la mentira saliendo sencilla por sus labios — Están muertos.

A Dylan se le aceleró el corazón ¿podrían estar hablando de Jake y Fanny? No, ella no podía morir. Lo que decía no tenía sentido.

— ¿De qué hablas? Yo mismo me enteré que Philip no siguió el plan y lo atraparon — Respondió.

— Así es, pero yo logré librarme de uno de ellos y le arrebaté la pistola. Tomé a Jake Maxwell como rehén y le disparé a la chica.

— ¿Dónde está él? — Le cuestionó Tom.

— Lo traje en el auto, está en el maletero — Dijo — ¿Quieres que le traiga?

Tom Ways sentía que no debía de fiarse del muchacho por alguna razón. Lo notaba demasiado aturdido y al mismo tiempo decidido ¿Había finalmente aceptado el futuro que él quería para su hijo? ¿Acaso algo más se traía entre manos?

Miró a su alrededor sin saber muy bien qué hacer y pestañeó.

— ¿Dónde rayos está John? — Preguntó en cambio.

Richard se sintió ofuscado, debía tratar de alejarlo de la casa y así los policías que acordonaban la zona pudieran detenerle. De esa manera se asegurarían de que él no retuviera a los chicos de rehenes ni dañara a nadie más. No querían que escape.

— No lo sé, se supone que debía estar aquí.

— Así como se supone Philip debía quedarse también — Comentó con rabia Tom — Ninguno de los dos me escucha nunca, por eso estamos metidos en este lío. Desde el comienzo no debería haber escuchado a John y sus lamentos por su viejo amigo, es un idiota.

Tom sabía que John odiaba sentirse bajo presión y a la mínima decidía escapar. Eso había hecho toda su vida desde que cometió su primer delito y es por eso por lo que permanecía actuando a la sombra de Tom cada vez que necesitaba que alguien realice un trabajo sucio para él.

El hecho de que no estuviera aquí le olía mal.

— Deja al niño allí — Dijo finalmente Ways — Nos encargaremos de los otros primero, se escaparon pero escuché ruidos en el sótano.

Dylan no pudo evitar maldecir en voz baja, cerró la puerta tras de sí para dejar a Meg protegida allí y comenzó a subir la escaleras con cautela. Si quería ganarles entonces debería de tomarlos por sorpresa, ellos eran dos y él tan solo uno.

— ¿Quieres... matarlos?

Tom, que había comenzado a caminar, miró por sobre su hombro al muchacho algo cansado.

— No tienes de qué preocuparte, si nos libramos de todos los testigos yo podré hacer que no te condenen. No importa que hayan visto tu cara, tengo amigos que reducirán tu condena a nada. Saldrás bajo fianza.

— ¿Y así será siempre? ¿Viviré escapando y lamentando cada uno de mis actos?

— ¿Por qué estás hablando de eso? Richard tenemos un trabajo que hacer, necesito volver a la comisaría para asegurar que el idiota de Philip no cante.

Tom volvió a caminar dirección a la puerta y cuando tomó la manija y la abrió tan solo unos centímetros Dylan pateó la puerta y lo mandó a golpearse contra la pared del pasillo. Él salió del oscuro cuarto y tomó a Tom por el cuello forcejeando con él.

— ¡Ahora! — Gritó Richard.

Ninguno de los dos entendió a lo que hacía referencia, pero estaban tan enfrascados en su lucha que no le prestaron ni atención.

Tom sacó el arma con un ágil movimiento, golpeó la mandíbula de Dyl con ella dejándolo algo aturdido y, para sorpresa de ambos, Richard salió en su defensa.

Tacleó a Tom con su cuerpo y ambos terminaron tirados en el suelo mientras el arma se deslizaba por el piso lejos de su alcance. Dylan vio como Richard intentaba arrastrarse a por ella, Tom lo retuvo de su cintura y tiró de él. Ambos se levantaron al mismo tiempo y Dylan tuvo que tomar una decisión apresurada al no entender la situación. Fue al ataque de Ways.

Los chicos lo tomaron y lo tiraron en la dirección contraria al arma, el hombre trastabilló pero logró quedarse parado. Los puños fueron y vinieron, la sangre de Tom brotó de su nariz y ni siquiera les importó. Poco a poco lo redujeron, hicieron que quiera escapar y cuando logró llegar a la puerta la figura de otra persona lo detuvo.

Un golpe más y Tom Ways estaba tirando en el suelo.

— Eso es por mis amigos y mi novia — Le escupió Jake.



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¡Otro capítulo de la maratón! Mañana irá el 48 y el sábado tendrán de corrido los últimos dos y el epílogo ♡

No puedo creer que me tenga que despedir de estos chicos...

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