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Capítulo 45

♡ Disfruten del especial ♡

[Canción: Halo - Beyoncé]

*****


MEGAN Y DYLAN

Dylan había estado todo el tiempo con el corazón en la boca. Cuando habían tenido el accidente y observó cómo la vida se le escapaba a la chica que amaba, sintió su mundo retorcerse.

Por primera vez, tal vez, tenía una mínima idea de cómo se sentía su mejor amigo y hermano, Jake Maxwell.

Ahora, sentado en el pasillo, sobre esos asientos de plástico que habían visto a cientos de personas igual de desahuciadas que él, solo podía retorcer sus manos e inclinar su cabeza para hacer algo que jamás pensó que haría en su vida: rezar.

Le rezaría al dios o dioses que sean necesarios. Cualquier energía o entidad que esté al alcance de sus palabras y pudiera ayudarle, pediría con fervor por la vida de aquella muchacha que tenía un gran y extenso futuro por delante. Tanto así que a Dylan le daban ganas de ser alguien mejor, de lograr conseguir un título universitario para poder estar a la altura de esa rubia que le traía loco.

La madre de Megan había estado tan pegada a los asientos como lo estuvo él y no se movieron ni un segundo, ninguno de los dos, por más que les rogaran. Dylan no escuchaba a sus padres, no le interesaba, y Danna no aceptaba ni siquiera los consuelos de Tina.

Pero ocurrió, las esperanzas se renovaron de su cuerpo cuando los doctores salieron y le dijeron que el estado de Megan iría a mejorar después de la pequeña intervención. Como hubo gran pérdida de sangre debieron suministrarle de un donante.

Dylan pudo ver que Jake se llevaba a Fanny y a sus padres lejos de allí, en la habitación tampoco podrían entrar muchas personas. Así que Danna y Dylan se convirtieron en estatuas, pálidas y estoicas estatuas, que vigilaban la camilla de la chica.

Megan estaba sedada, su cabello parecía haber perdido unos tonos de su brillo allí extendido en las sábanas de hospital y habían dos grandes aureolas debajo de sus ojos.

— Dylan, cariño — Susurró Danna tomando la mano del chico — Tengo que ir a completar unos papeles para el hospital, cuídala ¿sí?

Con mi vida, tuvo ganas de decirle a la mujer. Pero tal vez era demasiado exagerado para el momento.

— La cuidaré — Se limitó a contestar.

Entonces, la mujer salió cerrando la puerta blanca tras de sí y la habitación quedó en silencio nuevamente. Dylan se paró y se sentó en el antiguo asiento de Danna, justo al lado de la camilla. Se recostó y cerró los ojos intentando calmar sus latidos indomables de su corazón desbocado.

Unos minutos más tarde, los cuales Dylan sintió como horas, el pequeño murmullo y quejido de Megan le despertó sobresaltándolo. Se paró del lugar cuando ella movió su cabeza y con sumo cuidado corrió los cabellos de su frente en una suave caricia.

Megan pestañeó tratando de enfocarse a su nueva realidad. Lo único que recordaba era sentir el frío del agua y como picó en su cuerpo cuando la ventana estalló. Después todo había sido negro. Ahora, todo lo que podía ver era el rostro del que le parecía un muy apuesto joven, mirándola con anhelo y cariño.

— Tranquila — Le susurró Dylan — Ya todo está bien. Tu mamá vendrá en unos minutos.

Dyl sostuvo la mano de Megan y ella se sintió confortada. El sonido de las máquinas mandó al frente a Megan cuando se le aceleró el pulso y el muchacho sonrió orgulloso de lo que provocaba en la rubia. Besó su mano y acercó su rostro al de ella, sus narices se acariciaron levemente antes de que él emitiera palabra.

— ¿Cuántas veces debo pedirte que no me des estos sustos? — Susurró.

Megan estiró sus labios en una suave sonrisa y sintió la caricia, el leve roce, que Dyl le dio al besarla por solo unos segundos.

— No te desharás de mí, te lo prometo — Susurró ella con la voz algo ronca.

La puerta se abrió, el muchacho se irguió pensando que la persona que entraba era la madre o algún médico. Pero no se esperaba esto.

John Stevenson estaba vestido como un doctor de hospital, su rostro estaba tapado por un barbijo blanco y los miró brevemente mientras dejaba a un lado la silla de ruedas que había traído consigo.

Dylan caminó despacio, pensando que tendría una ventaja porque nadie más que Oliver sabía sobre sus sospechas con respecto a John. No fue así.

El hombre sacó un arma cuando Dyl intentó abalanzarse sobre él para golpearlo. Tuvo que dar unos pasos hacia atrás, cubriendo a Megan con su cuerpo, y levantar los brazos.

— Si haces alguna locura, lo lamentarás — Le advirtió Stevenson — Ahora, escribirás algo para mí y pondrás a la chica en la silla.

Dylan sopesó sus opciones. Sus instintos le pedían que lo mandara al carajo, que gritara que antes muerto antes de sacar a Meg de allí en ese estado. Pero eso no sería nada inteligente, se dijo a sí mismo, la mejor forma de protegerla en estos momentos era obedecerle.

Entonces, paso a paso y con calma, escribió la nota para sus amigos en un papel. Desconectó a Megan del cablerío mientras ella solo fijaba su vista en él tratando de calmar sus nervios.

— No te preocupes, estaremos bien — Le dijo Dylan cuando ella derramó una lágrima.

La levantó en sus brazos con cuidado, ella se quejó por el dolor en su abdomen, y la sentó en la silla de ruedas. John lo apartó bruscamente y tomó la silla, apuntando el arma de una forma disimulada hacia la rubia.

— Un movimiento y ella está muerta ¿entendido? — Dylan asintió — Sígueme. A mi lado.

Caminaron lejos de la habitación, no vio a nadie al que pudiera hacerle alguna seña o se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo. Poco a poco, llegaron al ascensor y cuando las puertas se abrieron al sonido de la campana él supo que ya no había nada para hacer.

Salieron sin ser vistos y John obligó a Dyl a meter a la rubia en el auto, en el asiento trasero.

— Tú irás atrás, en el maletero — Le señaló John, Dylan lo miró como si estuviera loco porque ni muerto dejaría a Megan sola, herida y con alguien como él — Ella no puede hacer nada, pero tú si y necesito manejar ¡Anda, métete!

Lo apuntó con el arma y Dyl tuvo que acatar órdenes. Se metió en el baúl y cuando lo cerró pudo oír los sollozos de Meg haciendo que todo fuera peor, en la oscuridad y en el encierro se sintió más desesperado que nunca. Golpeó varias veces el auto, solo por bronca, hasta cansarse.

John manejó todo el tramo hasta frenarse en la casa que sabía que estaba desolada y en venta, los dueños ni siquiera vivían en Florida. Los ayudaría con lo que tenían que hacer.

Abrió el baúl y sacó al muchacho de a tirones, esperó a que sacara a Megan que se encontraba adolorida y asustada. Ella trató de no verse tan afectada para no preocupar a Dylan, era mucho más fuerte que todo esto y lo sabía, pero simplemente la situación la tenía desganada. No tenía fuerzas para retener las lágrimas. Así que cuando él estiró sus brazos para alzarla ella se dejó y rodeó sus brazos por su cuello, aferrándose a él.

A punta de pistola caminaron hasta la casa, la puerta estaba entrecerrada y la pateó para abrirla. Caminaron por un poco más, dyl sentía la punta fría del revólver en su espalda cada tanto y Meg solo hundía más su rostro en su cuello.

La casa estaba algo vacía, los pocos muebles se mantenían cubiertos por telas blancas. Las motas de polvo bailaban en el ambiente por donde te fijaras.

— Ya estás aquí, entonces ellos ya recibieron el mensaje — Habló Philip — ¿No te siguieron verdad? Ella puede hacerse invisible.

— Deberías dejar de drogarte tanto — Se quejó Tom Ways — Enciérralos arriba, iré a hacer mi parte. No jodas esto Philip, no otra vez.

Los chicos fueron obligados a caminar escaleras arriba, John sacó una llave y los encerró en una de las habitaciones.

Cuando Dylan dejó a Meg con cuidado en la cama, trató de mirar por la ventana. Había barrotes y no parecían haber vecinos en la cercanía. Todo el lugar estaba rodeado de árboles.

— Estamos lejos de casa, cerca de Sebring Lake — Susurró Meg — Tienes que encontrar la forma de salir, puedo abrirte la puerta si me das algo con qué forzarla.

Dyl no pudo evitar sentirse divertido.

— Tus actos delictivos sexys quedan prohibidos por... para toda la vida, mejor dicho — Le contestó Dylan y fue a sentarse a su lado — ¿Viste casas cerca?

Ella negó con la cabeza y cerró sus ojos, apoyó la cabeza en el respaldo de la cama y suspiró tratando de conseguir fuerzas de algún lado para pensar y actuar. Ella siempre tenía un buen plan, le parecía bochornoso estar tan débil en estos momentos.

— ¿Duele mucho? — Consultó Dylan mientras trataba de ver que los vendajes no estuvieran tan manchados de sangre, ella movió la cabeza en negación y abrió sus ojos — Le prometí a tu madre que te cuidaría, te lo prometo a ti también. Saldremos de esta.

Sus manos conectaron y ella las acarició con sus dedos.

— Pero para eso necesitamos decirles a los chicos dónde estamos, por lo que tendremos que abrir esa puerta — Replicó Megan.

Dylan bufó exasperado, no sabía cómo hacer para evitar que ella tuviera razón. Quería agarrarla y meterla dentro de un caparazón, donde nada ni nadie pudiera lastimarla mientras él intentaba sacarlos de allí.

— Bien, pequeña genio — Acarició su mejilla y limpió el rastro de lágrimas que habían quedado, él juraba que sus pesadillas a partir de ahora serían de sus lamentos en ese auto mientras estaba encerrado — Pero tengo una condición.

Era estúpido e inmaduro, pensó él. Pero a ella le encantaba que sea así, que sus ocurrencias sean impulsivas y para nada previsibles.

— ¿Cuál es esa condición?

Si Jake lo oyera, lo golpearía.

— Pongamos fecha de casamiento — Megan se rio y automáticamente jadeó de dolor llevándose las manos al estómago — Eso te pasa por no tomarme enserio.

— ¿No tomarte enserio? ¿De verdad, Dylan? Estamos secuestrados, me duele como el infierno el abdomen y solo puedes pensar en...

Dyl la calló de un beso. Más que callarla, necesitaba expresarle cuán locamente enamorado estaba. Quería transmitirle con ese toque de labios que la seguiría hasta el fin del mundo.

— No te digo ahora, pero, Megan Smith, quiero que prometamos esto hoy: saldremos de aquí con vida, haremos que Jake y Fanny vivan felices para siempre y hablaremos a qué universidades ir. Quiero saber que puedo tenerte, si no es cerca, al menos a un par de horas de distancia. Quiero que luchemos por esto, tú y yo, siempre. Entonces, un día, cuando vuelva a hacerte esa pregunta será el día en que no te rías de mi gran ocurrencia y saltes de felicidad para decirme que sí, que me aceptas.

Megan estaba helada y derretida al mismo tiempo. Odiaba que Dylan hiciera eso, provocarle un sinfín de sentimientos confusos y alborotados. Era el primer chico que la hacía sentir tan tontamente feliz, tan de esa manera en la que solo Dylan sabía arrancarle sonrisas y contenerla en sus brazos.

— Acepto — Susurró, Dyl intentó sonreír pero ella puso un dedo en sus labios — Acepto a buscar universidad contigo y a pensar, tal vez, en nuestro futuro en unos cuantos años.

Eso estaba perfecto para él, lo estaba porque significaba que ella haría lo que fuera para seguir con vida. Necesitaba tener la precisión de que lucharían por vivir, por salir de esta juntos y vivos. Si ella podía pensar en un futuro, entonces él también podía hacerlo.

— Eso me basta, por ahora — Y en un intento de arrancarle una sonrisa él continuó — ¿Has pensado también en cuántos niños tendremos?

Megan lo golpeó y sonrió. Objetivo cumplido.


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Ojalá lo hayan disfrutado tanto como yo lo hice al escribirlo. No soy de escribir en tercera persona así que todo comentario constructivo es bienvenido, me pueden decir lo que piensan y si debo mejorar en algo.


Comenten su parte o escena favorita de la historia hasta ahora --->

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