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Capítulo 38

- JAKE -

— ¡Te lo dije Oliver! — Gritó mamá, diario en mano — Te dije que era ella ¿En qué rayos se están metiendo? ¿Se creen muy graciosos? Esto es una de muy mal gusto jovencito.

Mamá zarandeaba uno de sus brazos y cuando terminó de hablar los posicionó en forma de jarra a cada lado de su cadera. Esa era la pose típica de una Tina Maxwell enojada.

— Mamá, puedo explicarlo — Dije, cerrando la puerta para que sus gritos no llegaran a oídos ajenos.

— ¿Qué me van a explicar? ¡Está viva! Todo el mundo piensa que no, cuando vino a casa esa vez no creí ver a una muchacha tan desubicada y atrevida.

Fanny jadeó a mi lado, estaba seguro de que nunca nadie la había visto de tal forma en toda su vida y muerte. Mamá no sabía lo que decía, no entendía la situación por completo, sus palabras salían por creer que nos estábamos metiendo en líos otra vez. Lo entendía.

— Tina, amor, debes calmarte — Volvió a intentar papá del otro lado del escritorio.

— ¡Oh claro que no me calmaré! — Ella gritó — Sabía que tenía su cara de algún lado, volviendo a ver unos archivos y periódicos viejos en el trabajo lo encontré.

Ella tiró el diario con fuerza sobre el escritorio, tuve que dar unos pasos para ver la tapa. Estaba la imagen de la Fanny Courtney con un gran titular que presentaba su suicidio, no tenía que fijarme la fecha para saber de cuándo era ese periódico. Databa de cuando Fanny había muerto.

Suspiré y observé a papá con ganas, él tenía que sacarnos de esto de alguna manera. No había forma para que mamá me creyera a mí toda esta locura, no cuando ahora era prácticamente imposible de probar. No creía que Fanny pudiera volver a mover objetos tan fácilmente como cuando lo hacía estando en su fantasmagórica forma invisible.

Papá me devolvió la mirada, levantando cejas y hombros como diciendo ¿Qué quieres que haga yo? Bufé. Moví mi cabeza en dirección a mamá, él debía ser el que hable con ella no yo. Por la forma que sacudió la suya fue un rotundo no.

— Entonces ¿Qué piensan decir? ¿Acaso tú sabías sobre esto Oliver Maxwell? — Mamá acusó a papá.

Oh no, cuando mamá comenzaba con los nombres completos es cuando se venía una guerra mundial en nuestra propia casa.

— Mamá, tienes que escucharnos.

— ¡Entonces él lo sabía! — Me interrumpió, cerré mis ojos un momento frustrado — ¿Cómo puedes seguirle el juego? ¡Eres un adulto! Ya estás mayorcito para estas bromas, más con el puesto que tienes en la jefatura.

— ¡Mamá! — Grité desesperado por su atención — Nosotros vamos a explicarte todo, pero tienes que sentarte y calmarte.

Tomé una de las sillas y la arrastré en su dirección solo unos centímetros, como invitándola a que lo hiciera. Ella suspiró y negó con su cabeza, más que una negativa fue como si no creyera lo que estaba a punto de hacer. Se sentó con los brazos cruzados y mirándonos de hito en hito a cada uno, menos a Fanny.

Miré a la muchacha atrás mío, parecía preferir quedarse en su lugar lejos de mi madre. Bueno, papá también parecía bastante cómodo en la seguridad tras el escritorio. Así que tuve que sentarme, acercándome para estar justo frente a ella, y comenzar con la explicación.

— No te estamos mintiendo y sabes perfectamente que papá no nos dejaría hacer algo como eso, así como así. Hay una muy buena explicación, pero debes tener tu mente abierta. Debes escuchar las cosas que tenemos para decirte, papá puede evidenciar un par inclusive por si no nos crees.

Ella alzó una ceja, aún con clara reticencia por la situación. Miró a papá en busca de, tal vez, aprobación de mis palabras.

— Jake tiene razón, cariño. Lo he visto y yo le creo.

— ¿Qué es lo que crees? — Preguntó mamá.

Tomé aire, intenté organizar mis ideas y cuando estuve a punto de explicarle todo, fui interrumpido por las bombillas de la habitación que comenzaron a titilar. Miramos todos al techo y rápidamente observé a Fanny.

Sus ojos estaban cerrados, manos juntas. Los nudillos estaban rojizos, piel blanca, estaba haciendo fuerza en su agarre. La ventana detrás del escritorio se abrió de golpe, enviando una ráfaga por la habitación que hizo volar un par de papeles.

El lacio y castaño cabello de Fanny se agitó momentáneamente, ella abrió sus ojos y todo paró.

Lo hizo, ella lo había hecho.

— ¿Qué ha sido eso? — Mamá fruncía su ceño, miró en dirección a Fanny — ¿Qué le ocurre?

No entendí a lo que se refería, la muchacha a un costado de la habitación estaba tal cual la veía siempre.

— ¿Qué le está pasando Jaky? — Preguntó papá.

— ¿A qué se refieren? — Traté de que en mi voz no se notara el nerviosismo.

— ¡Está desapareciendo! — Gritó histérica mamá.

Volví a posar mi vista en Fanny, ella miró sus manos y luego hacia mí negando con su cabeza. Yo tampoco veía absolutamente nada. Pero me paré y fui directo a sostener sus manos, se sentían tal cual lo hacían siempre. No había nada diferente, ni en sus ojos ni en su cuerpo. Todo estaba igual.

— ¿La siguen viendo? — Les pregunté.

Mamá estaba pálida sentada en su silla, tomando los apoyabrazos con sus manos como si su vida dependiera de ello.

— Es como si estuviera a punto de desaparecer, se mantiene algo traslúcida — Explicó papá con calma.

Miré a mamá que manteía sus ojos fijos en la muchacha, fui hasta ella tomándola de los brazos y arrodillándome frente a ella. Traté de que me mirara a mí.

— ¿Ahora lo entiendes? Ella no está viva mamá, sé que es una locura. A papá también le costó bastante, pero... Es la verdad. La más pura y absoluta verdad.

Mi voz salió tranquila, intentando darle toda mi seguridad con mi tono de voz. Tratando de que se calmara y comenzara a pensar coherentemente. Que uniera cabos, que lo entendiera.

Bajé mis manos de sus brazos hasta las suyas, hice que dejara de aferrarse a la silla y tomé sus dedos temblorosos. Su barbilla temblaba y volvía sus ojos de mí hacia el fantasma atrás mío.

Encerré sus manos con las mías, las besé. Ver a mamá tan frágil y asustada no era algo que me gustara ver. Maldición.

— Mamá, todo está bien — Quise tranquilizarla.

— Nada está bien — Susurró ella con la voz quebrada.

Papá se apresuró a mi lado para abrazarla con su brazo, luego me miró.

— ¿Por qué no te llevas a Fanny de aquí? Al menos hasta que hable con ella.

¿Ahora sí hablaría? Cuando ya estaba calmada y no era una bomba a punto de explotar. Que valiente por su parte.

Aun así, estuve a punto de asentir cuando la puerta de la oficina se abrió de golpe. Fanny saltó de su lugar y corrió a una esquina, para quedar detrás de un mobiliario. Casi suspiro de alivio al ver a Dylan, pero luego George y Geraldine vinieron tras él discutiendo por algo que no se entendía. Dylan estaba furioso.

— ¡Quieren que nos vayamos! — Me gritó indignado — No me iré.

Entonces, se dio cuenta de la situación. Miró a mi madre, frunció su ceño, y rastreó el resto de la habitación para encontrar a Fanny medio escondida. Sus ojos se agrandaron gigantes.

— ¡Harás lo que digamos! — Gritó aún más furioso George.

Dylan dejó el problema fantasmal a un segundo plano para ver a mi tío. La postura de mi amigo me hizo acordar a nuestros viejos tiempos, cuando los dos nos la pasábamos con nuestro grupito habitual. Podía ver dentro de mi cabeza esa imagen, camperas que se nos ajustara a nuestra musculatura, tal vez de cuero, más jeans negros. Ambos sentados en la parte delantera del capó de su auto, mi moto bien lustrada exhibida a nuestro lado mientras veíamos como las carreras de motos comenzaban.

Era esa postura que gritaba problemas y trataba de ocultar cualquier inseguridad, la conocía bien porque yo solía sonreír de lado y acompañarlo metiera donde se metiera.

Y eso hice, más bien por impulso que por pensarlo. Siempre había sido así. Era mi hermano.

— ¿De qué están hablando? — Cuestioné ya a su lado.

— Tenemos que volver Jaky — Habló Geraldine con su dulzura característica en su voz — No es que querramos, pero George y yo debemos trabajar. Además de que Dylan tiene que volver a su casa.

— Él puede quedarse.

— Y lo sabemos, pero lo dejamos venir solo un tiempo por todo lo que estaba ocurriendo. Y al final él está comenzando a distraerse demasiado, las notas en el colegio...

— Las podemos levantar — Seguí argumentando.

No dejaría que mi amigo se vaya de esta casa, lo necesitaba ahora más que nunca. Además de que estaba seguro de que él no dejaría que lo alejaran de la rubia, no cuando ambos comenzaban a estar bien el uno con el otro. No cuando parecían realmente quererse, cuando podía empezar una relación duradera.

Tampoco lo permitiría, no es como si uno pudiera ver a Dyaln enfrascado en una mujer todo el tiempo. Bueno, sí que lo veía. Pero eran esos amores pasajeros que ocurrían más que nada porque las mujeres que veía no le prestaban atención realmente, era como un juego de necesitar conseguirlas para luego darse cuenta de que todo sentimiento había terminado con ello y, lo que sea que haya conseguido, terminaba. Esta vez, Dylan estaba enfocado en Megan. Realmente la quería.

— Jake, han estado totalmente dispersos. Necesitan buenas notas, Dylan tampoco se ha portado como era debido — Esta vez el que habló fue George.

Hice mis manos puños y fruncí mis labios, consiguieron frustrarme. Aún éramos chicos, vivíamos bajo el techo de nuestra familia y éramos mantenidos por ellos. No es como si tuviéramos la capacidad de rebelarnos, si lo hacíamos no había dónde ir.

Totalmente injusto, si me lo preguntaran, porque George como muchos otros padres a veces decidían tener la razón sin escuchar a la otra parte. Sin saber los motivos por los cuales tenemos una diferente posición.

— No me iré — Volvió a decir Dylan serio, frunció su ceño y los miró a ambos — Me da igual lo que digan, esta vez no voy a dar el brazo a torcer.

— Cariño... — Intentó persuadirlo Geraldine.

— No — Su voz sonó fuerte y decidida — Así como tomé mis cosas y me subí al auto cuando Dylan estaba en peligro, así como decidido estaba... Así estoy ahora mismo. Y no espero que me comprendan, hay un montón de mierda que está pasando de la que no tienen ni idea. Y no son problemas de adolescentes, aunque si lo fueran deberían entenderme. Cada problema que tenga no deberían tirármelo a menos, deberían apoyarme y escucharme. Se los pido ahora, ahora más que nunca antes.

Pestañeé ¿Acaso ese era Dylan el que hablaba? Era como si otro ente se hubiera apoderado de su cuerpo, otra persona mucho más seria y madura. Un chico que de verdad no hubiera esperado ver tras la mirada brillosa, la postura floja y la sonrisita pícara tan típica de Dylan. Ver ese rostro de facciones serias, con el mentón en alto y orgulloso... Verlo era ver una versión mejorada de él, una versión que decía "por primera vez en mi vida sé lo que quiero y lucharé por ello".

No había sido el único sorprendido. Geraldine se giró levemente a ver a su esposo que se mantenía en el marco de la puerta, apoyado en él y con las manos en los bolsillos.

— Mi mejor amigo, mejor dicho, mi hermano me necesita aquí y ahora. Siempre he estado para él como él para mí, no será la excepción — Siguió Dylan ganándose un asomo de sonrisa de mis labios — Y estoy enamorado. Estoy loco por una chica, no cualquier chica. Si no una inteligente y hermosa, alguien que les aseguro les agradaría si dejaran de quejarse por todo lo que hago. Me encantaría que la conocieran, me encantaría que lo que tengo durara.

Sonreí orgulloso. No me importaba las cosas que todos pensaran de Dylan, yo sabía que cada una de sus palabras las había dicho con la absoluta verdad. Palmeé su hombro brindándole apoyo, él no dejó de ver a sus padres fijamente tratando de transmitirles seguridad.

— Está bien — Dijo Geraldine, por fin.

— ¡Geraldine! — Se quejó mi tío.

— George, no — Lo cortó ella — Dylan nunca nos ha pedido nada. Absolutamente nada. Siempre ha sido una buena persona y, no se tú, pero es la primera vez que lo veo interesado en algo en concreto en su vida.

Mi sonrisa no decayó, Dylan aún permanecía inexpresivo viendo las miraditas que se daban sus padres adoptivos. Estaba expectante, estaba seguro de que su corazón latía más fuerte que el mío.

— El tema se cierra acá, si Oliver y Tina lo dejan quedarse entonces se queda — Geraldine acentuó cada palabra con su dedo en alto — Con la única condición de que no deje los estudios, claro está.

— Sacaré las mejores notas, seré el mejor de la escuela — Habló a tropezones Dyl — Bueno, el segundo. Nadie le gana a Megan.

Ahí estaba esa sonrisita orgullosa de enamorado que tan a menudo estaba viendo, una sonrisita dirigida a algún recuerdo de Meg en su imaginación.

— Y quiero conocerla — Le advirtió a Dylan.

— Ya la estoy llamando — Mi amigo sacó su celular con rapidez del bolsillo.

Geraldine sonrió levemente gustosa, pero aún seria para no sacarle lo serio al asunto. Asintió y se dio la vuelta para arrastrar a su esposo lejos de la oficina y cerrar la puerta.

De repente, Dylan pareció desinflarse. Calló de rodillas y se tomó el pecho perdiendo cualquier rastro de seguridad, ahora se lo veía pálido y asustadizo.

— Creí que moriría.

— No seas exagerado — Reí.

El silencio embriagó la habitación, me sentí incómodo. Miré a Fanny que mantenía su vista en algo atrás mío y rápidamente me acordé en lo que estábamos. Mamá.

Me di la vuelta para encontrarla, de pie, justo atrás mío. Sus cejas estaban levantadas, ojos brillosos y labios fruncidos. Miró a la muchacha algo temerosa, medio con lástima también.

— ¿Es por ella? — Preguntó casi en un susurro, volvió sus ojos a mí — ¿Por ella has estado tan tenso últimamente?

Hice una mueca, no sabía cómo contestar esa pregunta sin que ella lo tomara a mal. No quería que piense que me estaba molestando, si estaba haciendo todo esto era porque realmente quería ayudarla.

— Mamá, necesita mi ayuda. Nuestra ayuda.

— ¿Aún si vuelves a pasar noches como esas? — Supe a qué noche se refería.

Asentí sin dudarlo. Más que nada porque estaba seguro de que se repetirían más si todo empeoraba, era muy probable. Pero no me arrepentiría de nada.

Ella tomó mis mejillas con sus manos y suspiró. La observé a sus ojos, tan celestes como los míos junto a esa mirada amable y comprensiva de siempre.

— A veces me cuesta soltarte ¿Sabes? — Dijo — Siempre trataré de protegerte. Pero también tengo, perdón, todos tenemos que empezar a dejarlos vivir y tomar sus decisiones.

Eso último lo dijo mirando de reojo a Dylan.

— ¿Tú estás bien? — Pregunté, aún parecía algo temblorosa y pálida.

— Bueno, lo estaré — Aseguró — No todos los días se conoce a un fantasma ¿No?

Trató de bromear, pero no le salió. Creo que aún no se creía lo que estaba pasando, papá y ella necesitaban hablar con calma urgentemente.

Miré a mi padre, él asintió e hizo una seña con su mano para que nos vayamos tranquilos. Mamá me soltó, le sonreí una última vez mientras que con Dylan y Fanny cruzábamos la puerta y la cerrábamos.

— Eso salió fantástico — Dyl sonrió — Y cuando se entere que ustedes dos salen ¡Já!

Dylan caminó con sus manos en los bolsillos, tranquilo, por el pasillo dejándonos atrás. Sonreía mientras se imaginaba la situación en su cabeza. Fanny y yo no hicimos más que suspirar abatidos.

Maldición, Dylan.


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¡CAPÍTULO DE REGALO! Se lo pueden agradecer a esta personita bella daniellaliendo que me lo pidió y a la que le dedico el capítulo :3 Me súper alegra haberte conocido gracias a wattpad!

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