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Capítulo 37

- FANNY -

Caminé lejos de los chicos y lejos de toda esa multitud vestida de negro. No me estaba sintiendo bien entre todos ellos, tal vez se trataba del lugar o seguramente de esas almas en pena que recorrían el cementerio entero.

No las quería mirar, no sabía lo que pasaría si se daban cuenta que yo podía verlos. No es como si ellos interactuaran entre sí, solo estaban allí parados y deambulando. Algunos parpadeaban, miraban a las personas como si reconocieran que estaban de algún modo distante de ellos, pero luego sus ojos volvían a estar vacíos. Dormidos. Y otra vez comenzaban su camino sin rumbo.

Caminé entre las parcelas, no recordaba dónde estaba la tumba de mi madre. Algo en mi nuca, como cosquillas, me decía que no estaba muy lejos. Pero no podía obtener el recuerdo exacto en mi mente. Solo eran imágenes borrosas de aquel día, cuando mi padre me obligó a irme del lugar a pesar de que yo quería seguir estando junto a ella.

Las tumbas parecían todas iguales, los nombres cambiaban. Algunas de piedra y otras, más nuevas y cuidadas, en mármol. Cada tanto había alguna que otra escultura antigua y gigantesca, no me detuve a ver su nombre pero me imaginé que pertenecían a figuras importantes y de alta estima en su época.

Los árboles estaban desperdigados en filas por todo el lugar, parecería solo un parque si no fuera por esas tumbas y aquella capilla añeja que se observaba a lo lejos.

Mis pies dejaron de andar, a unos cuantos pasos había una cinta de no cruzar amarilla que rodeaba una parcela. Caminé con el vago presentimiento que es allí donde fui enterrada. Dicho y hecho.

Mi cajón ya no estaba, solo el pozo vacío de tierra y la lápida marcada y quebrajada por algún golpe donde ponía mi nombre y la fecha de mi muerte. Esa era la tumba que no me importaba. Al lado, una bella inscripción prolija y cuidada. La tumba de mi madre.

No pude evitar cruzar la cinta, atravesándola con mi cuerpo, y acuclillarme junto a ella. El pasto estaba bastante alto y verde, el lugar estaba manteniendo su tumba prolija por suerte. Pero no había flores, ya no llegaban flores a su lugar de descanso desde que yo había muerto. Suspiré.

— ¿Fanny? — La voz me hizo saltar del lugar, me paré y me di la vuelta — ¿Fanny Courtney?

Gabe Shuts estaba del otro lado de la cinta, ojos algo perdidos pero sorprendidos. Había sangre en su cabeza, a un costado, y manchas salpicadas en la camisa de su hombro. Parecía bastante perdido y conmocionado.

— No deberías estar aquí — Susurré — No tú, no te lo mereces.

— ¿Aquí dónde? No entiendo, no puedo... No recuerdo.

Cerré mis ojos, sentí mi corazón palpitar en dolor. El profesor no se merecía vagar por la eternidad en un lugar como este, por más bonito que parezca. Él tenía que marcharse, irse de aquí, correr hacia la luz o lo que fuera que pasara.

— Profesor, debe irse. Usted ya no pertenece al mundo de los vivos.

— Vivos... Yo no estoy vivo — Él asintió y observó las tumbas detrás de mí — Tú tampoco lo estas, recuerdo eso.

— No, no lo estoy. Pero al parecer hay otros planes para mí.

— Tienes razón — Caminó unos pasos más hasta acercarse a mí — Tienes que protegerla, debes hacer algo.

— ¿A quién?

— Mi sobrina, Lucy — Él miró hacia arriba, traté de respirar con regularidad — Ellos quieren que te diga algo más.

Observé en la misma dirección que él, el cielo estaba limpio, despejado. Nada había allí arriba. El sol estaba comenzando a caer.

— ¿De qué hablas? — Cuestioné confundida.

— Cumple tu misión, entonces lo entenderás todo — Fruncí mi ceño ante sus palabras, él sonrió de lado — Creo que estoy a punto de entenderlo también.

Gabe Shuts miró hacia atrás, sobre su hombro y luego volvió a verme. Me sonrió, genuinamente feliz. Nunca lo había hecho de esa forma, todas y cada una de sus miradas y de sus gestos siempre fueron de pena y lástima por mí. Esta vez, él estaba sonriendo. Se dio la vuelta y comenzó a caminar, su figura borrándose y confundiéndose con el paisaje.

— No, espera ¡No te vayas! — Le supliqué — Tengo preguntas, solo un rato más.

— Protégelos Fanny, solo tú puedes hacerlo — Sus palabras fueron un susurro en el ambiente, como una cálida caricia al alma.

Entonces, él desapareció. Volví a quedarme sola en el verde y agreste cementerio.

*****

— ¡Jake, Jake, Jake! — Sacudí el cuerpo del muchacho acostado en la cama — Anda despierta, tienes que escuchar esto.

Él levantó su cabeza, el sol apenas iluminaba con algunos rayos desde la ventana. La noche avanzaba junto con las estrellas por el cielo azul. Jake pestañó y se incorporó rápidamente cuando se dio cuenta de que era yo. Me senté a su lado mientras refregaba sus ojos.

— ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?

— ¡No vas a creer lo que pasó! — Yo estaba demasiado ansiosa y, aunque él tratara con todas sus fuerzas de mantenerse en mi entusiasmo, se lo notaba bastante perdido como cada vez que lo despertaban a la fuerza — Vi a al profesor Shuts, hablamos, habló conmigo.

Jake levantó sus manos y sacudió levemente la cabeza, esperé sentada a su lado lo más paciente que pude.

— Espera ¿Cómo que lo viste? Fanny... él está...

— Muerto, lo sé. Pero yo también lo estoy Jake — Recalqué lo obvio, me acerqué más a él y tomé sus manos — Lo vi en el cementerio y hablamos, de hecho...

Iba a decirle sobre un par de cosas, más no pude hacerlo. El profesor había dicho algo extraño, palabras que me llevaron a tener nuevas expectativas. Aún no tenía en claro qué clase de expectativas eran las que tenía que optar.

Todo el camino hasta aquí me la pasé pensando sobre ello ¿Acaso había alguna mínima oportunidad para mí? Pero ¿oportunidad para qué? Podría volver a vivir, podría morir como era debido. No sabía cuál de las dos era la más acertada a esperar.

Y era por eso, que pese a toda mi felicidad de saber que no estoy aquí por nada malo, no pude decirle toda la verdad a Jake. No a él. No cuando sabía que esperaba tan férvidamente, con cada día que pasaba, verme otra vez viva. Sus sueños eran algo que no quería quebrantar, no los quería romper sino atesorar. Saber que alguien, por fin, soñaba con estar conmigo, con una vida sencilla y llena de aburridas tardes juntos y salidas a los mismos aburridos lugares... Era más de lo que alguna vez me habían brindado.

Entonces lo miré, aún sonriendo, y no pude decirlo. Sus ojos dormidos, los dedos de sus manos dibujando círculos por mi piel al acariciarme, aquel cabello despeinado. Lo observé todo, incluso todo lo que había cambiado con el transcurso del tiempo aquí. Lo miré y decidí proteger su corazón.

Tomé sus mejillas y lo besé.

Al principio quedó bastante desconcertado, pero sus labios comenzaron a moverse pronto. Fueron como suave caricia al alma, cálidos y adictivos. Fue un pequeño beso, sencillo y cuidadoso, de esos que intentas dar cuando quieres transmitir nada más que puro y exclusivo cariño.

— Ustedes, chicos, necesitan conseguirse una habitación — La voz de Dylan nos hizo girar nuestras cabezas.

Estaba acostado en el colchón inflable, las sábanas enredadas entre sus piernas y sus brazos apoyados para elevar levemente su postura y mirarnos. Si fuera posible, diría que se veía incluso más dormido que Jaky.

— ¿Puedes verla? — Preguntó Jake.

No me había cuestionado eso, de hecho, Dylan parecía estar mirándonos a ambos.

— Claro que puedo verla — Contestó con obviedad — No es como si fuera... Aguarden un segundo, claro que lo es. Es un fantasma ¡Puedo verte!

El grito fue más efusivo del que esperaría de él, pensándolo bien todo con Dylan se trataba sobre extremos, o demasiado serio o totalmente efusivo y contento.

— Mi padre tiene que verte — Dijo Jake tomando mi mano y arrastrándome hasta la puerta.

— No me perderé eso — Dylan habló con una sonrisita en el rostro y se levantó, casi tropezándose, de la cama improvisada.

Caminamos con prisa a lo largo del corredor, hasta que una voz nos hizo pararnos en el lugar. No me di la vuelta, no quería que me reconocieran de algún lado y terminen explotando de los nervios al ver a una chica muerta.

— Jovencito, debemos hablar — La voz era la de Geraldine — Y no hay peros, tu padre nos está esperando en la habitación.

— Maldición — Susurró decepcionado Dylan.

No tuvo más opción que seguir a su madre, aunque bufó y maldijo un par de veces más por ello.

— Bien, vamos a la oficina antes de que alguien más te vea — Me relajé un poco ante las palabras de Jake y dejé que me llevara escaleras abajo.

En el piso de abajo, al principio, no parecía haber nadie más que nosotros. Vislumbré la luz de la cocina prendida, tal vez Tina esté preparando la cena de esta noche. Por la ventana pude ver que la patrulla de policía de Oliver aún seguía estacionada allí, por lo que él debía de encontrarse en la oficina.

Caminé rápidamente y en silencio, tomada de la mano de Jake. Antes de que él tomara la perilla de la puerta de la oficina, dudó y se devolvió a verme. El pasillo estaba oscuro pero la poca luz que aún quedaba en el ambiente me dejaban verlo perfectamente, las sombras delineaban su rostro.

Jake observó cada centímetro de mi rostro, pareció no perderse ningún detalle. Antes de que la tensión creciera o que siquiera pudiera hacer alguna pregunta o decir palabra, él volvió a posar sus labios en los míos.

Este beso fue diferente, al principio ni siquiera pude seguirle el ritmo. Era un beso de codicia y lleno de anhelo. Sus manos estaban fijas en mi rostro, las mías se aferraron a su remera en su cintura.

Quise dejar las ideas destructivas de lado, nada de pensar en lo triste e injusto era conocer el amor cuando ya estaba muerta. En cambio, ahogué mis pensamientos en estos sentimientos, en estas sensaciones que hacían estremecerme.

Nos quedamos sin aliento, nuestras frentes unidas y un asomo de sonrisa por aquella cara tan varonil y hermosa.

— Gracias por volver — Susurró.

Quise decirle que siempre lo haría, que siempre regresaría a sus brazos. Pero sentía que eso sería una vil mentira. Opté por sonreír también.

Nos separamos, él volvió a tomar una de mis manos y volvió hacia la puerta. Esta vez la abrió sin dudar, llevándome consigo hacia adentro de aquella habitación.

Me quedé helada al ver las personas que estaban dentro.

— Oh no — Susurré antes de escuchar el grito.


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¡AAAH! Ya tenía ganas de que leyeran este... ¡Y el que le sigue! Ni les cuento. Los adoro chicos, espero les guste, los estaré leyendo y respondiendo si comentan.


Aprovecho para un poquito de spam...

 Para quienes no lo conozcan, este es mi libro "Crónicas de Nyssa: Hermanos de Fuego" y estoy muy MUY orgullosa de esta preciosidad y mis dos hermanitos Kalu y Aruna.

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