Capítulo 3
- FANNY -
En cuanto Jake había llegado yo estaba sentada en la isla al lado de los pies de Sammy escuchando sus historias en el colegio, que eran bastante exageradas, pero divertidas. Jake lo bajó de la mesada y el pequeño se fue corriendo enojado, el mayor saludo a la madre y miró de reojo la comida.
— Te robará — Le advertí a Tina.
Ella le pegó un manotazo cuando intentó hacerlo y yo reí. Oliver llegó a la casa y, de repente, Jake salió con el tema de mi muerte. No sabía lo que decían en las calles y mucho menos en el colegio a cerca de mí, pero ahí estaba. Pensaban que me había suicidado y es que de tener tiempo hubiera sido así, pero no lo fue. Me impresionó bastante que mi caso ni siquiera este cerrado y mucho más que no hayan hecho nada con el culpable, ahora me sentía mal por haberme quedado en esta casa y no irme. Tendría que haberle hecho la vida imposible y lo sabía.
Jake parecía extrañamente interesado por mí, por la historia de esta casa, y eso me dio unas leves esperanzas para que descubra algo. Quería ayudarlo pero no sabía de qué manera, no podía tocar ni mover nada. Les hablaba y no me escuchaban, le quería gritar a los cuatro vientos qué fue lo que realmente pasó.
Pero me era imposible, era un estúpido fantasma.
— Yo voy a buscarlo — Dijo Jake al ver que Sammy no bajaba para almorzar y lo acompañe — Sam, vamos.
El chico abrió la puerta de su habitación y el pequeño salió disparado atravesando mi cuerpo, no estaba acostumbrada. Por un momento me quede estática en el lugar sin poder moverme hasta que logre soltar el aire que retenía. Si es que podía siquiera retener el aire o solo fuera una simple ilusión basada en la costumbre.
— ¡No corras por las escaleras! — Le gritó el hermano mayor, se lo veía preocupado por más que intente ocultarlo.
Miré hacia su dirección viendo como una pequeña pelotita interrumpía con el camino de Sam, él miro hacia atrás ante el grito del hermano y yo corrí hacia él.
— ¡Cuidado! — Alargué mis manos y la pelota se movió a tiempo para que Sam pise firme el suelo y siga corriendo hacia abajo — ¿Cómo?
Miré mis manos y la pequeña pelotita, Jake atravesó mi cuerpo y se paró de espaldas a mí unos centímetros. Acarició sus brazos como si una ráfaga de viento frío lo hubiera azotado y miró hacia atrás, negó con la cabeza y caminó hacia la pelota para levantarla y mirarla detenidamente intercalando entre ella y el piso.
Lo había visto, que se había movido sola, y estaba segura de que no podía creérselo como yo. Después de todo, tal vez, pueda ayudarlo a resolver todo mi misterio.
Bajó las escaleras y lo seguí intentando mover cada cuadro que Tina había colgado y cada objeto de decoración que había puesto en sus muebles pero no funcionaba, se sentaron en la mesa y mi atención se fue a sus cubiertos, platos y vasos ¿Cómo lo había hecho?
Un celular sonó y todos se miraron entre si esperando saber cuál era, Jake revisó sus bolsillos en su busca y lo sacó. Miró la pantalla y luego a sus padres para apagarlo y guardarlo, al parecer sus padres tenían cero tolerancia a los celulares en la mesa.
— Si necesitabas atender no había problema Jaky - Habló la madre.
Al parecer no, Jake no iba a contestar delante de sus padres ¿Quién le habrá llamado?
— No, está bien — Él negó con la cabeza y se concentró en su comida — ¿Cómo les fue en el trabajo?
— Las oficinas de The News Moon son mucho más espaciosas y la gente es agradable — Se encogió de hombros — Creo que me irá bien.
— Hay una chica en el colegio que trabaja allí — Tina levantó la cabeza para verlo — Se llama Megan, no me acuerdo el apellido. Tal vez la veas por ahí alguna vez.
— Eso es impresionante — Dijo Oliver — Una chica a su edad trabajando en un periódico tan importante.
— ¿Tienes nuevos compañeros papá? — Pregunto Sam.
Caminé alrededor de la mesa intentando prestar más atención a los objetos y no a la conversación pero me era casi imposible, después de tanto tiempo de silencio poder escuchar a gente charlar es un milagro.
— Si, mi compañero de patrullas se llama Tom Ways — Lo miré detenidamente esperando haber escuchado mal, aquel hombre era uno de los que se encargaba de mi caso — Es un tipo agradable, tendrá mi edad más o menos.
— Tal vez sepa sobre el tema de los Courtney — Agregó Jake — Digo, como él ya ha estado aquí tal vez sepa algo.
— Yo creo que estas muy interesado en el tema — Lo miró curioso Oliver, una parte de mi estaba totalmente emocionada por aquel hombre que había dicho lo que había pensado y podría escuchar una respuesta de su parte — Tal vez mi hijo le guste mi trabajo después de todo.
— ¿Ser policía? — Pregunté en voz alta sabiendo que nadie me escuchaba — No lo creo.
— Ni en tus más profundos sueños papá — Rio su hijo que rápidamente fue acompañado por el padre.
— Tengo una idea Sammy — Hablo Tina — ¿Qué tal si invitas a Lucy a pasar la tarde contigo mañana? Podríamos ir de día de campo a la tarde.
— ¿Lucy? — Habló confundido el pequeño.
— Si, ya sabes — Habló rápidamente Jake fulminándolo con la mirada — La niña que nos visitó ayer, la vecina que va contigo al colegio.
— ¡Oh! Esa Lucy — Dijo demasiado sonriente el niño y me reí ante la conexión sin palabras que los dos hermanos llevaban — Claro, tal vez Jaky pueda ir con nosotros también.
Su hermano mayor se pegó en la frente con la palma de la mano, vi cómo lo miraba de mala manera de reojo pero finalmente dio una sonrisa.
— Mañana tengo planes con Megan — Sonrió de lado mirando a su hermano.
— Pues que venga — Dijo la madre haciendo que Jake haga una mueca con su boca — Así podremos conocerla.
— Cariño, no creo que nuestro hijo quiera que en la primera cita tenga que conocer a sus padres ¿No crees?
Me reí ante el pensamiento de como saldría aquello, Jake se estaba saliendo con la suya gracias a su padre. Podría pensar que le estaba agradeciendo con todo su pensamiento por librarlo de aquello pero también sabía que no había ninguna cita, él simplemente no sabía mentir. Lo había dicho solo porque su hermano lo estaba llevando con él al día de campo.
Al terminar la comida la familia desapareció cada uno por su lado, Oliver volvía a su patrulla y Tina a ordenar su nueva oficina que se encontraba en la planta baja, Sam salió corriendo al patio trasero mientras su hermano mayor iba hacia arriba con celular en mano.
Supuse que Tina seria aburrida de ver, además de que me interesaba el número que su hijo estaba marcando. Subí las escaleras con él y entramos a su cuarto.
— ¿Puedo acostarme? — Le di una amable sonrisa falsa — Si, gracias.
Me tiré en su cama mientras me ignoraba y empecé a ver como el caminaba de un lado a otro.
Había llegado a la conclusión de que poder sentarme o acostarme sin traspasar ciertos objetos tendría que ver con algún pensamiento predispuesto, como alguna fuerza. Como el acto reflejo de correrme para que no me choquen, aún cuando sabía que podían atravesarme. Este era un acto reflejo de mi alma.
— Richard — Habló nervioso después de unos momentos y yo abrí mis ojos para sentarme y prestarle atención, aquel nombre daba muy malos recuerdos — Si, no podía contestarte — Cerró los ojos y volvió a abrirlos para hacer que rueden, se sentó en la cama a mi lado y me acerqué al auricular para poder escuchar una parte — ¿Cómo es eso?
— Te daré la ruta cuando vengas, solo trae la moto — Escuché su inconfundible voz muy despacio, un escalofrío recorrió mi cuerpo — Se harán apuestas.
— Mañana me hablas en el colegio y me explicas bien.
— No iré, hay que preparar las carreras y verificar que la policía no pase por nuestra ruta — Me levanté y miré fijamente a Jake apretando mis puños.
— Envíame un mensaje con la dirección y el horario, estaré ahí.
— ¡No puedes ir! — Él cerró el celular ignorándome y fue a su armario para sacar ropa — Jake no sabes cómo es él, no tienes idea — Se encerró en su baño y me quedé parada atrás de la puerta, no entraría jamás — Prometo que él no va a dañarte, no dejaré que lo haga. Nadie de esta familia sufrirá.
Estuve prácticamente toda la noche intentando mover los objetos y lo único que recibía era nada por parte de ellos, recordé lo que había sentido cuando vi lo que iría a sucederle a Sam. Había pensado que se caería por las escaleras y que podría ser un simple accidente como una caída fatal y me causó un miedo incomprensible. Habían estado tan solo dos días aquí y me preocupaba por ellos de una manera que no se podría medir con palabras, tal vez era el simple hecho de que eran dueños de esta casa y yo también era su huésped.
Entre la casa y yo había un lazo, la sentía como si yo fuera ella. Había pensado varias explicaciones del por qué de mi estadía aquí, como un espíritu sin rumbo. Tal vez sea el simple hecho de que mi caso aún no se había cerrado como era debido, tal vez mi objetivo en esta vida no estaba cumplido.
Tal vez esta familia me necesite.
Pensar que viviría aquí por el resto de la eternidad me asustaba, deseaba irme con todas mis fuerzas. Ver pasar familia por familia hasta que los cimientos de esta casa desaparezcan, ver como todos morían y se iban menos yo que permanecía estancada aquí. No lo soportaría mucho tiempo.
Sentí vidrio romperse en la planta baja, yo me encontraba sentada en los escalones de la escalera. Me paré deprisa y bajé corriendo para ver qué era lo que pasaba, aún no tenía idea de cómo alertaría a la familia si era algún ladrón pero lo intentaría. Pero para mi sorpresa me encontré con un jarrón roto en el piso y un gato en la encimera, la cortina de la ventana de la cocina se movía por el viento que entraba de ella. Tina se la había olvidado abierta y el animal debió de entrar.
Sentí pasos atrás mío y vi como Oliver y Tina bajaban las escaleras cautelosamente, de ser un ladrón ya los habría atacado. Oliver parecía sostener una porra en sus manos mientras miraba a todos lados y su mujer parecía lo bastante corajuda para ir por delante, vio al gato arriba de la isla y la ventana abierta y suspiró de alivio.
Vi los pedazos de vidrio en el piso junto al agua y las flores y sus pies descalzos que se dirigían hacia ellos sin consciencia alguna, estaba encaminada a sacar al gato y cerrar la ventana. Miré hacia arriba y el foco de luz titiló, ella se detuvo por un momento pero siguió su camino.
— ¡Prenderte! — Le grité a la luz y, de repente, me hizo caso — Eso es.
— Maldición — Habló Tina que miraba a unos centímetros delante de sus pies — Gracias por prender la luz.
— De nada — Le sonreí yo.
— No encendí nada — Dijo su esposo que se encontraba al otro lado de la isla y muy lejos del interruptor de luz.
— No mientas — Oliver la miro incrédulo y ella se lo pensó mirando la gran distancia que tenía él — Bien, tal vez sea algo vieja toda la conexión de luz.
Sonreí, claro que era algo vieja pero eso no tenía nada que ver.
Había sido yo, otra vez.
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