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Capítulo 27


- FANNY -

— ¡Tía! — Sonrió plenamente Jake que caminó hasta pasar a Dylan y abrazó a la mujer de pelo enrulado rojo.

Ella le sonrió y abrazó efusivamente mientras la cara desaprobatoria del padre de Jake se hacía notar, en vano. La madre de Dylan no era más que una mujer de piel blanca, cabello teñido y un sin fin de abrazos por dar. Comenzó a revolverle el pelo a Jake mientras le gritaba a su marido cuanto había crecido desde que se habían ido. Ninguno hizo comentario alguno sobre el accidente y mucho menos sobre el motivo de ellos aquí.

Finalmente, después de mucho escándalo, los padres de Dylan dejaron de sonreír para optar por una cara furiosa y decepcionada.

— ¡Muchacho! Te dijimos que te quedaras fuera de líos mientras estas con tus tíos — Habló su padre — Esa fue la condición, ahora tu madre está muy preocupada ¡¿La cárcel?! ¿Qué es lo que hiciste?

— Lo siento tío George — Se disculpó Jake al ver que Dylan no podía mediar palabra — Fue mi culpa, yo le dije que me acompañe.

— Eso no puede ser cierto — Negó él.

La madre de Dylan rompió finalmente en llanto haciendo que todos en la sala nos quedáramos sin habla, parecía una niña pequeña a la que le habían arrebatado a su juguete y volvía a reencontrarse con él después de tanto tiempo. Caminó rápidamente y abrazó a Dylan con fuerza, él se quedó estático en su lugar, con sus brazos aprisionados por su madre. Intentó reconfortarla con un par de palmadas en su espalda, pero no había caso.

— Geraldine — El señor George tosió un par de veces algo avergonzado — Amor, vamos. El chico está bien.

— Te he extrañado mucho terroncito — Geraldine tomó a Dylan por los cachetes haciendo que se vuelvan rojos por la presión y la vergüenza — ¿Por qué nunca respondes mis llamadas? Tengo que hablar con Tina para saber de ti ¡Eso no está bien!

El muchacho sonrió levemente y se encogió de hombros sin signo alguno de querer responder a sus preguntas ni mucho menos de seguir en su presencia cuando todo el mundo alrededor lo estaba viendo. Finalmente, el padre de Jake lo salvó rodeando a Dylan con un brazo sobre los hombros y pidiéndole a sus padres que los acompañaran a un lugar más privado. Todos volvieron a la sala donde antes se encontraban, Jake hizo más lento su camino para quedarse a mi lado mientras avanzábamos. Los chicos volvieron a sentarse y antes de que cerraran la puerta pude ver la figura de dos mujeres rubias, Megan y su madre. No parecían estar enfrascadas en ninguna pelea. Más bien la señora Smith parecía como que si encontrar a su hija en una comisaría a la noche fuera cosa de todos los días.

Y quién lo diría, si era cierto.

— ¿Puede alguien explicarme qué tienen en la cabeza? — Preguntó el padre de Dylan.

— Como si no me hubiera hecho esa pregunta ya... — Balbuceó su hijo.

No pude resistir sonreír, Jake bajó su cabeza para que no lo vieran hacer lo mismo. El señor Maxwell solamente los miró con cara de pocos amigos y tomó a Geraldine por los hombros.

— Tranquilos, son travesuras de niños — Intentó tranquilizarlos, por suerte había dejado todo mi tema atrás — Ustedes saben cómo son juntos, quisieron una aventura como las que siempre tuvieron en Lake Placid. Y eso le agregamos que esta chica... La señorita Smith, suele meterse en líos así de insignificantes por el periódico escolar...

— No fue culpa de Megan — La defendió Dylan.

Sorprendentemente él parecía cambiar totalmente su actitud cuando ella no estaba. Y no era la única que se había dado cuenta, Jake lo observó brevemente por el rabillo de su ojo.

— No, claro que no. Cada uno toma sus propias decisiones.

— Pero eso no significa que otros lo puedan alentar — Rezongó Geraldine — Mi terroncito de amor no puede ir por ahí conociendo gente así, él tiene un gran futuro.

Dylan puso sus manos sobre su cara y suspiró irritado. Se paró sobresaltando a todos y caminó hasta estar a la par del señor Maxwell, extendió sus manos hasta él y le habló.

— ¿Me detendrás o puedo irme a casa?

Hubo un breve silencio en el que ninguno habló hasta que Oliver puso la mano sobre su hombro y negó con su cabeza.

— Sabes perfectamente que no pasarás la noche aquí hijo.

— No, él debería — Interrumpió George — Así aprende la lección.

— ¿Acaso te estas escuchando George? ¿Que tu hijo pase la noche en una prisión? — Gritó escandalizada Geraldine — Claro que no... Con todos esos reclusos, los vándalos. Él volverá a casa con nosotros.

— Espera ¿Qué? — Saltó Jake, se levantó de su silla y observó a su tía — Querrán decir mi casa.

— Claro que no muchacho, él ya tuvo suficiente. Si quería quedarse tendría que habérselo ganado portándose bien.

— Prefiero la noche en prisión — Murmuró Dyl.

— ¡Oh por favor! — Jake alzó sus brazos — Como si ustedes dos hubieran sido santos de pequeños ¿Y todas esas historias que la tía me ha contado qué? ¿Cuántas veces visitaron la comisaría? ¿Eh?

Tanto George como Oliver se quedaron mudos y pudo verse en sus cachetes un leve color rojizo signo de la vergüenza y el arrepentimiento. George miró acusador a Geraldine que se mantenía mirando el techo y alisando su ropa como si no hubiera escuchado nada, como si no tuviera la culpa de nada. Entonces Oliver se sonó la garganta y juntó sus palmas.

— Todos nos iremos a casa esta noche, ya veremos por la mañana qué hacer — Caminó hacia la puerta — Ha sido un día largo y agotador, ustedes deben estar cansados del viaje. Vamos.

— Tienes razón, aún tenemos el equipaje en el auto — Contestó conveniente George mientras lo seguía.

— Dylan, hijo mío, quédate tranquilo que intentaré hacer que te quedes — Geraldine sonrió y guiñó uno de sus ojos mientras coquetamente salía por la puerta.

Jake suspiró al mismo tiempo que lo hizo Dylan. Este último con más fastidio que alivio. Me acerqué a Jake y estiré una de mis manos hacia la suya, su contacto me reconfortó al instante. Al menos él siempre podría verme como si fuera una persona más allí, sería una humana común y corriente con él. Olvidando todo el lío que era mi vida, claro está.

Él me observó sobre su hombro con una media sonrisa, aún teníamos que tocar el tema en el que yo estaba totalmente fuera del alcance de los demás nuevamente. No quería pensar en ello otra vez porque significaría pensar en su causa. Y su causa me daba escalofríos, tristeza y furia.

— Será mejor que no los hagamos esperar — Dylan comenzó a caminar — No quiero que tu padre tenga tiempo de retractarse.

La casa comenzó a llenarse de muchos gritos y risas, cuando el padre de Dylan intentaba discutir sobre lo problemático que se había vuelto su hijo, su señora cambiaba drásticamente de tema con alguna historia divertida para recordar. Mientras tanto, Dylan y Jake preparaban el cuarto del ático para los Siorra. Dylan dormiría en el cuarto de Jake esta noche.

Sentí crujir la madera de las escaleras y me volteé a ver, Jake estaba descalzo en la sima intentando hacer el menor ruido posible. Me hizo una seña con su mano de que fuera con él pero no contaba con las ganas de hacerlo en estos momentos.

Ir significaría tener que revivir cada uno de mis recuerdos, ya no tenía ganas de hacerlo. Esto era lo que se esperaba de mí, que el mundo me recuerde como una suicida y que yo deba verlo. Un infierno personal. No había más allá, al menos no para los culpables.

Observé a la familia en el living, con tazas llenas de café en sus manos y ligeras sonrisas. Sus ojos con finas líneas, marca del envejecimiento.

— ¡Fanny! — Susurró Jake, bajó dos escalones con suma cautela.

Me observó un gran espacio de tiempo, volví mi mirada hacia él.

— Ya está bien Jake, todo terminó. Entiendo por qué estoy acá y me lo merezco.

— ¿De qué estás hablando? — Volvió a susurrar, mirando con el rabillo del ojo en dirección al living.

Tomé con mis manos un mechón de pelo y lo retorcí entre mis dedos. Me había estado mintiendo a mí misma todo este tiempo, con algún futuro próximo en el que él y yo estuviésemos juntos. Cuán descabellados pensamientos. Y qué tan cruel era la fuerza que me mantenía acá, otorgándome el sentimiento de esperanza. Pero ya no había razones para pensar que algún día viviría nuevamente, tampoco para creer que me iría a donde fueran las almas afortunadas. Porque yo podría ser un alma, pero no afortunada.

— No hagas eso — Quiso ir unos pasos más abajo de la escalera pero se rehusó porque le verían desde la otra habitación — No puedes hacer eso justo ahora.

— De verdad aprecio que quieras ayudarme, todo lo que has hecho por mí en estos días... Pero ahora que tu padre comenzará a investigar estoy segura de que encontrará algo — Sonreí levemente — Ya no debes molestarte por mí, no más.

— ¡No! — Gritó sin poder evitarlo.

En la sala todos callaron y dirigieron sus miradas hacia el hall de entrada esperando por otro ruido.

— Vive tu vida Jake, yo ya viví la mía y estoy aquí por cómo me fue — Suspiré desganada — Asegúrate de que esto no te pase a ti también.

Caminé hacia la entrada dándole la espalda, escuché que su padre preguntaba por él a medida que se levantaba para inspeccionar. Dejé que mi figura traspasara la puerta y caminé por el césped hasta detenerme y descansar en él.

Al cerrar mis ojos muchos recuerdos de mi madre fluyeron hacia mi rápidamente.

Ella había sido una gran compañera, amiga y madre. No solo había sido fuerte en los momentos donde mi padre volvía a casa en muy mal estado, sino también en asegurarse de tener trabajos de medio tiempo para poder alimentarme y que pueda seguir yendo al colegio. A pesar de que yo no se lo hacía fácil ya que siempre volvía a casa aún más deprimida de lo que ya estaba.

Ningún lugar era bueno para mí, aunque ella lograba hacerme feliz regalándome una de sus muchas sonrisas. Sonrisas que costaban salir en aquellos tiempos.

Si iba a mantenerme en este lugar por mucho tiempo, al menos veré el mundo de mi padre arder. No me importaba qué fuera a pasar conmigo, daba igual el por qué o el cómo es que estaba allí. Si tenía alguna misión que cumplir o si simplemente pasaría el resto de mi muerte aquí. Atorada en una casa y sus recuerdos.

Vería pasar los días, los años y a las personas. Aferrarme a Jake solamente nos haría una gran herida a los dos, él no viviría más allá de mí y yo sufriría noche tras noche por no dejarle ir. Así que lo mejor era marcar distancias ahora que podía. Antes de que esto vaya a peor.

Antes de que Jake terminara en mi lugar.

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