Capítulo 23
- FANNY -
Miedo. Ese es el primer sentimiento que invade mi cuerpo completamente, haciéndome temblar como si hiciera frío, pero también transpirar como si en la Tierra estuviera ardiendo el infierno. Y yo creo que, en realidad, lo estaba. Locura fue el primer pensamiento que tuve después de haber estado vaya uno a saber qué tanto tiempo con la mente en blanco, tenía miedo de estar loca. Pero por último la pesadez de mis ojos, mi cuerpo finalmente relajado después de haberlo dejado tan tenso me pasó facturas. El agotamiento tanto físico como mental me llevaron a cerrar mis ojos y descansar en la cama de Jake.
Es ahí cuando me di cuenta de que el infierno no estaba en el mundo de los vivos, ni mucho menos en el de los muertos. El infierno se encontraba en mis pesadillas.
Sea el lugar que sea estaba a oscuras, tal vez era de noche o tal vez en la habitación no entraba ninguna luz. Al principio pensé en haber despertado en la cama de Jake en la que su perfume y sus suaves sábanas te infundían una sensación de paz y confianza. Tal y como los brazos de su dueño. Pero para mi estupor yo estaba acostada sin poder moverme, debajo de mi cuerpo la picazón comenzó a molestar y en un intento desenfrenado por mover mis extremidades solo logré mover levemente mis dedos. Tal vez solo lo imaginaba. Mi corazón comenzó a latir muy fuerte, lo sentía penetrando mi cabeza y eso logró que mis oídos comenzaran a zumbar.
Respiré hondo tratando de llenarme de calma. El aire frío no hizo más que llevarme escalofríos intensos a lo largo de mi cuerpo, el ambiente se sentía condensado y apenas respirable.
A lo lejos una puerta rechinó para luego resonar por toda la habitación con el golpe. Se escucharon pasos, uno tras otro más inquietante. Para cuando escuché una tos fuerte me di cuenta que no reconocía absolutamente nada del entorno. Esta no era la casa de los Maxwell. Y esa tos ronca de hombre solo me llenaba de miedo, el sujeto parecía que se iba a ahogar con su propia saliva. Como si los años y la mala vida entre cervezas y cigarrillos le pasara factura en esta etapa de su vida.
El olor a puros lleno mis fosas nasales. Tal vez ese fue el primer destello de reconocimiento pero en vez de relajarme solo hizo tensarme, en mi cabeza estallaron muchas imágenes pero una se quedó alojada en mi cerebro haciendo que el dolor de cabeza me hiciera largar un gimoteo.
Los sonidos cesaron de repente, intenté ver algo en aquella lúgubre visión pero me di cuenta que ninguna lámpara estaba apagada. La habitación no tenía las ventanas selladas. El único problema que había es que yo jamás había abierto los ojos.
Los pasos se hicieron escuchar cruzando toda la habitación, tardé en darme cuenta que el sonido en realidad venía desde arriba. Podía imaginarme el techo de madera viejo y vencido por los años doblarse levemente a cada paso. Una perilla sonó destrabándose y las bisagras de una puerta gritaron escandalosamente por la habitación. Una escalera separaba aquel tramo entre donde estaba yo y donde estaba aquel hombre, el repiqueteo de sus zapatos en la escalera fue tenso pero decidido. Para cuando terminó de bajar podría decir que mi alma se fue del cuerpo, aunque eso ya no era técnicamente posible.
Conté los segundos que pasaban sin que el hombre hiciera nada, al parecer no se encontraba muy a gusto para acercarse hasta mí. La tos volvió pero en menor escándalo, intenté abrir mis ojos pero estos seguían sellados. Para cuando la calma volvió los pasos se volvieron a escuchar gracias al crujir de la madera, parecían muy bien espaciados y controlados. Como si el suelo se fuera a venir a abajo en cualquier momento.
Una voz se escuchó a lo lejos, como si alguien llamara desde afuera de una casa y yo estuviera en una habitación muy alejada. El bello se me erizó. No le encontré sentido a lo que dijo y mucho menos pude prestarle atención, más bien todos mis sentidos estaban en el hombre que se encontraba a tan solo unos metros de mí. Para mi consuelo este regresó en su camino algo apurado, como si lo hubieran atrapado en un acto peligroso.
Volví a respirar con más normalidad pero para cuando las voces arriba se intensificaron y aclararon mi mente vagó haciéndome dar tumbos en mi estómago.
Para cuando pensé que había logrado reanimar mi cuerpo y abrir los ojos la habitación volvía a ser la misma en donde me había dormido, la cama de Jake seguía debajo de mí. La noche ya estaba dejando ver a una Luna intensa y brillante.
No entendía lo que había ocurrido ¿Acaso los fantasmas podíamos soñar? Realmente ya no me sorprendía nada más pero aquel olor a puros seguía haciendo picar mi nariz de forma desagradable, suspiré. Tal vez estaba bien físicamente pero dormir solo hizo que mentalmente estuviera más destruida.
La puerta de la habitación se abrió haciendo que me siente en mi lugar alarmada, la cara de Jake solo hizo que volviera a calmarme. Por un segundo pensé que la señora Maxwell me encontraría durmiendo allí y una gran tormenta se desataría en la casa.
— Perdón — Dijo el algo apenado, cerró la puerta tras de sí y me miró — No quise despertarte.
— Ya lo estaba, tranquilo — Le di una sonrisa de lo más rota — Solo pensé que serías otra persona — Doblé mis piernas y me acomodé un poco el cabello, Jake se sentó delante mío con la mirada perdida hacia la pared de enfrente — ¿Qué ocurre?
Tardó en responder, parecía indeciso.
— Creo que tu amiga Lucy puede saber algo — Me comentó, fruncí el ceño en señal de ignorancia — Dylan tuvo la brillante idea de hablar con ella porque era tu mejor amiga, pensó que debiste de haberle contado algo.
— ¿Y? — Pregunté — ¿Qué ocurrió?
— Primero mi madre me regañó por haber secuestrado a mi hermano y a la vecina — Enumeró él con su dedo índice — Luego Lorena Backs parece desquiciada, me gritó — Dijo indignado — Y por último su hija me advirtió que no me metiera en sus asuntos ¿Con quién se cree que está hablando? ¡El mayor aquí soy yo!
Las comisuras de mi boca se elevaron levemente, la cara Jake era toda una obra de arte. Cada gesto y cada imperfección de él solo me hacían indagar más profundo en un sentimiento totalmente prohibido. Para cuando sus ojos se posaron en los míos me perdí en ellos, él apoyó su cabeza en la pared y me miró con cansancio. La gran distancia que hay entre nosotros se hizo notar a leguas a pesar de estar uno al lado del otro. Él lo entendía o tal vez trataba de hacerlo en su mayor medida pero sus acciones decían otra cosa, su mano se pegó a la mía como si necesitara aquel contacto desesperadamente.
— ¿Te encuentras bien? — Me preguntó suavemente, lo que me hizo derretir por dentro.
— Claro que si — Respondí evitando su mirada.
— No es cierto — Remarcó lo obvio.
— Pues si lo sabes ¿Para qué me preguntas? — Contesté fastidiada, arranqué mi mano de la suya y me levanté para mirarlo furiosa — ¿Para recordarme lo mal que estoy? Pues sí, estoy destruida ¿Esa es la respuesta que esperabas? — Alcé aún más mi tono de voz pero moderadamente, sabía que no debía de escucharme nadie más — Estoy muerta Jake, por dentro y por fuera — Aclaré — Estoy muerta porque un tipo decidió por mí y seguramente estoy aquí porque, sea quien sea, volvieron a decidir por mí.
Jake se quedó mudo con su expresión indescifrable, sabía que ocultaba todo rastro de sentimiento para que yo no me sintiera peor y eso me desquiciaba aún más. Puede que me muestre débil ante él pero puedo soportar el gran peso que estos problemas me causaban, o eso quería creer. Quería intentar llenar la pileta, zambullirme en ella y ver cuánto podía aguantar la respiración. O tal vez la solución estaba en ahogarme, dejar de luchar contra la corriente y...
Abrí los ojos perturbada. Una sensación de aterradora familiaridad causó un gran estremecimiento en mí.
— Sé que estas cansada — Habló Jake pero en aquellos momentos solo necesitaba que dejase de hacerlo, algo que no pude pedir porque no salían palabras de mí — Lo único que quiero es que si te sientes abatida, que ya no soportas más solo vengas a mí — Él se paró mirando a sus pies y rascando su nuca — Sabes que seré tu punto de apoyo, puedes llorar en mi hombro un día entero o gritarme cuantas cosas quieras — Me miró y mi respiración cesó o tal vez había sido mi corazón, en ese preciso instante no lo sabía a ciencia cierta — Fanny, quiero ser el único que...
No sabía si había dejado de oír sus palabras por la conmoción o lo que ocurrió había sido que él había dejado de hablar por mi situación. Había caído de rodillas, rendida ante el sufrimiento. Mi cerebro no reconocía del todo bien mis funciones motoras y para esa instancia ya estaba empezando a desesperarme.
Solo podía escuchar el agua, el sonido del chapoteo en el lago. Las idas y venidas corriendo, descalzos y con grandes diversiones.
Podía escuchar la risa de mamá y al cerrar mis ojos su sonrisa apareció en mi mente.
Volví a respirar, abrí mis ojos y percibí las cuencas hipnotizantes de Jake. Una de sus manos me sostenía, tirados en el suelo, y con la otra corría mis mechones de la cara nerviosamente. Movía sus labios pero no lograba captar su voz, mi visión se volvió borrosa a tal punto de marearme. Pero después de unos segundos, o tal vez minutos, aferrada al cuerpo de Jake todo volvió a su normalidad. Las paredes fijas en su lugar y el suelo firme, mis uñas clavadas en los brazos del chico a mi lado mientras una suave sonrisa se acomodaba en su rostro, ahora más relajado al ver que me recuperaba. Mi mentón temblaba de los nervios ¿Qué acababa de pasar?
— Jake no sé qué me está pasando — Susurré intentando no caer ante la desesperación — Tengo miedo, mucho miedo.
Y le conté, le describí mi sueño al completo y las últimas sensaciones que tuve. No creía que sea algo normal ¿O sí? En realidad, ya no sabía cuál era el concepto de normal o anormal. Esa noche él se durmió temprano abrazándome en su cama, me sentí protegida pero no lograba cerrar mis ojos otra vez. Tal vez ante la duda de volver a aquel lugar de mis sueños o tal vez porque la luz de la luna me llamaba mucho más la atención, me deslicé de la cama y de entre sus brazos y caminé despacio hasta la ventana. Corrí las cortinas y observé el paisaje.
La Luna iluminaba la ciudad y se reflejaba su figura en un borroso y movedizo reflejo sobre el agua, en el lago detrás de la casa. Volví a sentirme ofuscada, sin respiración. Cerré mis ojos por un momento y me permití volver en mis recuerdos.
Un hombre me sonreía mientras mis manos manchadas tomaron el pincel y comenzaron a dibujar y al final...
Abrí los ojos mientras me alejé de la ventana. Volví a la cama y zarandeé a Jaky hasta despertarlo.
— ¿Qué ocurre? — Preguntó preocupado.
— Recordé algo, no sé si es verdad pero... — Tragué saliva e intenté serenarme — El profesor, yo estaba pintando — Él me miró algo adormilado, intentando saber el motivo por el que le desperté e intentando no asesinarme.
— Entonces ¿No podías decirme eso mañana?
— ¡Claro que no! — Le grité — Despierta de una vez Jake — Volví a zarandearlo y él se quejó — Al final yo di vuelta el dibujo.
Jake pestañeó, refregó sus ojos mientras se sentaba más cómodamente y volvía a mirarme.
— ¿Para qué darías vuelta el dibujo? — Me preguntó, pero noté que realmente lo había dicho solo por decir algo.
Revoleé los ojos y volví a sentarme en la cama para volver a dormir.
— ¡Exacto Jake! — Me tapé y cerré mis ojos.
Él no se dio cuenta de mi tono sarcástico, más bien estuvo complacido de que volviera a dormir. Sus brazos me pesaron a mi alrededor aunque también se sentían reconfortantes. Mañana hablaría con Megan, ella seguro que se le ocurriría algo.
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