Capítulo 22
- JAKE -
No sabía quién había exhalado más fuerte, si Fanny o todos los que estábamos rodeándola. Durante toda la historia me había mantenido de lo más absorto en cada una de sus palabras, imaginándomela sufriendo, palpando cada gota de dolor. Ella parecía en un trance hasta acabar y cuando lo hizo se paró conmocionada, miró a su alrededor identificando el lugar como si sus palabras la hubieran llevado al lugar de sus recuerdos, viviendo cada memoria otra vez. Eso me hizo temblar al igual que ella lo estaba, no por el frío más bien por el dolor y el sufrimiento que debe de tener en estos momentos adentro de ella. Uno del cual no puedo ni imaginarme y aun así siento lástima. Quería ir y abrazarla al sentir su mirada tan perturbada pero de pronto ella ya estaba recuperada y caminaba lenta, pero segura, hacia la señora Persy.
— ¿Qué me hiciste?
— ¿Quieres saber tu verdad? — Pregunta ella a cambio — Levanta una carta.
Ella esparció el maso de cartas que tenía en su mano, eran de un color rojo llamativo y estaban decoradas con dibujos tribales en plateado. Fanny tomó una sin mucha paciencia y la miró, no pareció entenderla y fue por eso por lo que la tiró dada vuelta en la mesa de nuevo. La señora observó la carta y sonrió, no parecía sorprendida.
— Para un muerto esta carta es algo de lo más común, para los vivos significan solo desgracias — Extendió su mano hacia Fanny mientras se levantaba de su sillón individual, ella la tomó con cautela y en cuanto apenas hubo el más leve roce la señora Persy retiró su mano rápidamente y se volvió a sentar — Deberías ser una dama de blanco, esto no tiene el más mínimo sentido. Hay alguien o algo que decidió otro destino para tu alma. Uno que no todos obtienen.
Me paré y me acerqué por detrás de Fanny, al mirar la carta vi el dibujo tan bien hecho de la muerte. Fanny se alejó de mí hacia la ventana que se encontraba a un lado de los sillones y yo tomé la misma carta de ella para mirarla con más cautela.
— No todas las personas evaden la muerte tan fácil chico, estoy segura de que volverán por ti.
— ¿Cuánto de segura? — Pregunté, estoy vivo después de todo. Tal vez el responderle tan altaneramente era solo una máscara para ocultar el miedo, un miedo a morir.
— Tomaste esa carta en vez de otra.
— Solo porque quería verla.
Ella sonrió sarcástica.
— La carta te llamó, a todos les llega la hora alguna vez. No deberías tener miedo. Puede ser mañana, puede ser en muchos años.
Dejé la carta sobre la mesa al igual que Fanny lo había hecho mientras la señora me escrutaba con la mirada. No podía ser verdad, sobre todo me incomodaba el hecho de que sepa que estuve muerto un tiempo ¿Acaso Megan le había contado esa parte también? De seguro era así y solo estaba tomando los hechos a su antojo.
— Deberíamos irnos — Habló Fanny finalmente, rompiendo el silencio tenso de la sala.
— Señorita Megan — Dijo la señora Persy mientras se levantaba a abrirnos, todos pasamos por el marco de la puerta hacia el exterior hasta que la rubia se detuvo, última, para escuchar a la mujer — No solo los muertos necesitan ayuda.
Y eso fue todo, la puerta se cerró de golpe y todos saltamos en un respingo. Que mujer más rara. Dylan tomó la llave de las manos de Megan y subió al auto sin decir ninguna palabra, estaba extrañamente callado y su mirada parecía perdida. Nos condujo directamente al colegio, Megan salió corriendo a su clase en cuanto el auto paró y nosotros nos dirigimos a casa para dejar a Fanny. Cuando Dylan apagó el vehículo y Fanny estuvo dentro de la casa, salió conmigo. Nos quedamos sentados sobre el capó por un par de minutos sin decir absolutamente nada.
Él sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo y comenzó a fumar, me pasó la caja invitándome pero me negué.
— A todos nos llega la muerte ¿No? — Rio amargamente de su mismo chiste — Esa mujer está pirada.
— El único pirado aquí eres tú — Lo miré y observé como le daba una calada al cigarrillo — Desde que viniste es la primera vez que te veo fumar, pensé que lo habías dejado.
— Si, yo también — Dejó el humo salir de sus labios e hizo una mueca, tiró el cigarrillo a medio fumar al suelo y lo pisó para luego tomar la caja y lanzarla lejos de nosotros. Me reí, mi amigo estaba completamente desquiciado — La última vez que lo hice fue cuando estaba de camino hacia aquí, me tenías realmente preocupado. Luego vino Megan con su actitud altanera y su forma de mirar a través de ti y me prometí que la tendría, pero para eso debía merecerme.
— ¿Qué pasó? Entre tú y ella — Tenía la curiosidad de saberlo desde hacía un buen rato pero él solo hizo una breve mueca y negó con la cabeza.
— Debes explicarme algo — Habló en un tono demasiado bajo pero solo para que yo, a su lado, escuche — ¿Qué trataba de esconder el padre de Fanny? — Lo miré sin entender — Ya sabes, cuando Fanny dijo que quiso callarla ¿Pero de qué? Si él quiso callarla es porque ella tenía algún confidente. El profesor podría ser pero no creo que le haya dicho nada, la última vez parecía lo bastante sincero para no ocultarnos nada — Me paré y lo miré de frente, sus manos estaban en los bolsillos de su jean y la mirada perdida en la lejanía le daba un toque más inteligente. Nunca pensé que diría algo así de Dylan — Entonces, nos hace falta algo más...
— ¿Alguien más como un mejor amigo? — Pregunté siendo la única persona que se me ocurría con la confianza para guardar algún secreto.
— ¡Exacto! — El aplaudió asustándome y fue corriendo hacia la casa de en frente para tocar la puerta repetidamente — ¡Señora Backs! ¡Lorena Backs!
Yo miraba hacia ambos lados algo avergonzado, no tenía idea de qué locura se le podría haber plantado a Dyl en la cabeza. Y la verdad era que no me reconfortaba mucho la idea de querer saberlo. Así que esperé por la señora Backs que gritaba que pararan de golpear de una vez por todas y la puerta se abrió.
Todos nos quedamos callados a la espera pero Dylan reaccionó con una pregunta seca.
— ¿Dónde está su hija? — Ahí lo entendí todo, mi boca se abrió desmesuradamente.
Aquella niña que se había metido el primer día a mi casa, más específicamente a la antigua habitación de Fanny, esa niña era su mejor amiga.
— Mi hija está en el colegio — Respondió ella con desconcierto y alzó una ceja — ¿Puedo ayudarlos en algo? ¿Para qué la buscan?
— No, muchas gracias — Mi amigo me tomó del brazo para correr hacia el auto pero lo detuve.
— En realidad si — Le hablé a la señora vestida con un vestido sencillo amarillo y una flor a juego adornando su pelo — Queremos hablar con usted si es que tiene un momento.
Ella nos quedó mirando a ambos lo bastante curiosa y tal vez eso fue lo que hizo que diera un paso atrás e hiciera un ademán para que pasemos. Yo entre primero y seguido de mí Dylan algo incómodo, claramente él no quería que hablara con ella de esto. Pero lo haría, pensaran lo que pensaran que estábamos haciendo yo obtendría una respuesta.
— Por favor, siéntense — Nos dijo ella señalando los sillones en color verde, ambos hicimos lo que nos pidió y ella nos siguió sentándose justo en frente de nosotros. La casa parecía acogedora pero había algo que me incomodaba de aquella vivienda — ¿Qué es lo que querían decirme?
— Más bien preguntarle — Le corregí — Tenemos entendido que su hija fue amiga de la chica que vivía antiguamente en mi casa — Comencé, Lorena Backs se puso rígida al instante. Se enderezó, cruzó las piernas y puso una cara indescifrable — Queríamos saber...
— Ella no vio nada — Respondió adelantándose a mi pregunta — Solo tuvo la mala suerte de conocer a una chica mentirosa y suicida.
Sus palabras fueron tan mortíferas que dolieron, si prestaba atención podía ver la lengua bífida que salía entre sus labios como una víbora. Yo pensaba ahorcar a ese animal.
— Creo que diferimos con aquel pensamiento señora Backs — Dijo Dylan antes de que yo metiera la pata — Sin ofender, creo que su hija fue una muy buena amiga de Fanny Courtney. Solo que a su hija no le tocó un padre violento y una vida llena de secretos — La mandíbula de Lorena se desencajó — Creemos que su hija puede llegar a saber más de lo que usted dice.
— ¡Claro que no! — Gritó al mismo tiempo que se levantó del sillón, sus manos estaban temblorosas pero lo disimuló alisando con ella las inexistentes arrugas de su vestido. Miró nerviosamente a su alrededor y suspiró logrando una sonrisa de lo más retorcida — Les voy a pedir muchachos que se retiren, el tema de aquella joven quedó zanjado hace mucho tiempo ya.
Me paré y asentí molesto, la miré fijamente para que sepa que esta conversación en realidad no había terminado. Caminé un paso tras otro hasta la salida sin esperar que ella abriera su propia puerta y salí a la calle con Dylan disculpándose detrás mío.
— No le creo nada — Hablé cuando logró alcanzarme del otro lado de la calle.
Ambos miramos en dirección hacia la ventana y vimos como las cortinas se movieron levemente. La señora Backs nos estaba viendo.
— Por eso no quería hablar — Dylan caminó hacia el auto y se subió haciendo que yo lo siga hacia el asiento trasero. Cuando la puerta estuvo cerrada y el motor prendido él habló — Iremos a hablar con la pequeña.
— ¿Estas demente no? — Pregunté alarmado — Ella hablaría con su madre y su madre con mi madre y mi madre es aterradora cuando se enoja — Le aseguré.
— Tu madre es la persona más dulce que he conocido — Dijo él sonriendo de lado y doblando en una esquina — Hoy a la mañana me hizo un gran desayuno para mejorar mi resaca ¡La mía es el ogro! Siempre que despierto con dolor de cabeza ella no hace más que gritarme y sermonearme.
Me reí indignado, mi madre nunca me había hecho un gran desayuno por solo tener resaca.
— Es solo porque no eres su hijo — Bufé — Es injusto.
En cuanto estacionamos en frente del colegio de mi pequeño hermano nos quedamos matando el tiempo un buen rato hasta que logramos ver a muchos chicos saliendo por las grandes puertas de la entrada. Yo lo miré a Dylan en busca de un brillante plan para que no pareciera que estábamos a punto de secuestrar a una menor de edad.
— Solo ve, llama a tu hermano y dile que venga con su amiga, idiota — Me empujó del asiento e hizo que saliera — ¿Por qué tengo que ser el que se le ocurre las grandes ideas siempre? — Escuché antes de cerrar la puerta de un portazo.
Miré a mi alrededor con mis manos en los bolsillos delanteros de mis jeans, sonreí al encontrar la pequeña cabeza de Sammy junto a la mata de pelos rubia de su amiga Lucy y el extraño niño hermano de Richard, Theo. Caminé en su dirección y vi como Theo los saludaba para luego irse en dirección contraria a la de ellos.
— Hola chicos — Sam me sonrió con extraña ilusión, mostrando todos sus dientes mientras que su compañera solo me inspeccionó de manera fría — ¿Qué tal si los llevo a casa a los dos? — Dije señalando el auto de mi amigo, ellos miraron detrás de mí al mismo tiempo.
— ¡Claro! — Respondió contento Sam — Pero ¿qué pasó con mamá? Se suponía que nos vendría a buscar para ir por helados.
No sabía qué contestar a eso, en realidad se me había pasado por completo que mi madre vendría a recoger a Sam. Miré para todos lados disimuladamente mientras pensaba una respuesta, revolví mi cabello y sonreí como si nada ocurriera aliviado de que mi madre esté retrasada y no allí mirando como hacía el ridículo.
— Ella me pidió que viniera, iremos por helados también — Los empujé por la espalda para que caminen más rápido y así mi madre no nos encuentre — ¡Vamos! ¡Vamos!
Ya en el auto Dylan sonrió tenebrosamente mirando a la pequeña Lucy por el espejo retrovisor.
— Dylan vamos por helados ya que mi madre nos mandó por eso — Le dije sonriendo forzadamente y hablando con un gran entusiasmo, él tragó y me miró con cierta impresión. Sus planes no eran geniales, eran simplemente catastróficos y muy mal planeados — ¡Antes de que se derritan Dylan!
Él arrancó rápidamente y apretó el pedal ganándose varias bocinas. Si mi madre no lo mataba yo lo estrangularía, a menos que el que no saliera vivo de sus regaños fuera yo. En ese caso volvería como fantasma y junto a Fanny acabaríamos con él.
Después de haber comprado los tres helados que los tres niños me habían pedido caminé hacia el auto, el niño mayor o más bien Dylan me abrió la puerta desde adentro para ayudarme. Lo miré intentando gritarle toda mi frustración a cerca de sus patéticos planes que me estaban ganando miles de llamadas perdidas de mi madre y lo ridículamente infantil que fue pedirme un helado.
— Dulce de leche y chocolate para ti — Le di su helado a Dyl que lo miró con admiración y comenzó a devorarlo ni bien estuvo en su poder — Frutilla y limón para Lucy y chocolate y vainilla para Sammy.
Miré el teléfono que sonó otra vez, en la pantalla el nombre de mamá aparecía y en mi mente mi muerte se estaba dibujando. Suspiré y corté, le había mandado un mensaje con que los chicos estarían conmigo pero creo que eso no bastó para saciar su intriga.
— Entonces... — Comencé a hablar — ¡A que no sabes de qué me enteré Sam! — Hablé fingiendo emoción — Antes en nuestra casa vivía una chica que supuestamente murió ¿Crees que su fantasma ronda por la casa?
— ¿Qué? — Preguntó claramente asustado, algo de lo que temían tanto él como Dylan eran a los muertos.
— Los fantasmas no existen — Dijo Lucy demostrando aburrimiento pero una de sus manos la mantenía agarrada con fijeza al asiento revelando lo incómoda que se encontraba.
Dylan rio con ironía y a mí no se me pudo no escapar una sonrisa que rápidamente borré al sentirme culpable por Lucy. Carraspeé haciendo que mi amigo parara.
— Tu debiste conocerla ¿No es así? — Preguntó Dyl — ¿Qué sucedió realmente?
— Creo que tu amigo lo acaba de decir — Ella me miró con el ceño fruncido.
— Es que no creemos en los rumores, siempre son mentiras ¿Sabes? — Dije algo más suave, ella sonrió con tristeza para luego seguir con su helado como si aquello no hubiera pasado.
Dylan estacionó en frente de casa, los chicos bajaron del auto y se despidieron.
— Apaciguaré a la bestia — Dijo Dylan refiriéndose a mi madre por lo que lo golpee — ¡Auch! Deberías agradecerme que salvaré tu asqueroso trasero.
Alcancé a Lucy antes de que consiguiera llegar a su casa y la sujeté por un hombro. Ella me miró confusa hacia mí y luego hacia mi mano por lo que la solté para no incomodarla. Le sonreí y suspiré, abrí mi boca pero nada salió de ella. No sabía cómo realmente empezar, así que me senté en el cordón de la calle y esperé a que ella me siguiera. Lo cual hizo.
— Creo que eres mucho más inteligente de lo que aparentas Lucy — Le dije mirando hacia las ventanas de la casa, vigilando que mi madre no asome su nariz entre las cortinas — Creo que simplemente tu podrías llegar a solucionar grandes problemas, con un simple detalle o una simple palabra — La miré a ella, sus ojos estaban cristalizados pero no tenía intenciones de dejar sus lágrimas caer en frente de mí — Y también creo que ella te extraña.
Me observó sorprendida, alarmada. Me levanté de mi lugar y caminé cruzando la calle para llegar al otro lado.
— ¡Espera! — Me volteé, sus manos eran puños y ahora que estaba levantada sus piernas temblaban — Tú no lo entiendes, tú no sabes nada — Levanté una de mis cejas interrogante — Mantente alejado de esto o las personas que quiero sufrirán.
Ella pegó media vuelta y corrió hacia su casa desapareciendo detrás de la puerta de entrada.
Sea lo que sea que ella sepa, está aterrada. Todos aquellos que se encontraban conectados a Fanny de una manera u otra lo están. Y voy a descubrir por qué.
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