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Capítulo 20


- JAKE - 

Lo había hecho, por fin la había besado. Sus labios tan suaves y gustosos, la forma en que me correspondía me traía loco. Pero todas las caricias se habían acabado por ahora, mi madre había llegado a casa y la cena ya estaba lista mas solo faltábamos nosotros en la mesa. Aún no sabíamos si ella podría comer pero solo era cuestión de averiguarlo. Bajamos las escaleras con una distancia prudente entre nosotros aunque las ganas no me faltaban de tomarla allí mismo y volverla a besar con la misma intensidad de hace unos momentos atrás. El celular sonó sacándome de mis pensamientos y lo tomé parando unos escalones antes de bajar, Fanny repitió mi acción mirando hacia sus pies.

— Es Dylan — Comenté con una sonrisa torcida en mi rostro — Al parecer se acordó de avisarme que no llegaría para comer gracias a Megan.

Fanny rio sutilmente y saqué mi vista de aquel mensaje para verla, era tan hermosa que daba miedo. No sabía si era una propiedad de ser fantasma lucir con una luz propia, brillando por cada lugar en el que estaba o si ya era ella. Lo que si sabía era la manera en que me atraía hacia ella como si yo fuera un barco perdido y ella un faro que alumbraba con una única y potente luz para hacerme volver. Retomamos el paso hacia el comedor y le sonreí a mi madre en cuanto me vio llegar con compañía.

Su cara era de sorpresa pura aunque trataba de ocultarlo, compartió una mirada con mi padre quien le guiñó un ojo y volvió hacia nosotros.

— Hola — Habló acercándose a nosotros y estirando su mano a la chica a mi lado — Soy Tina, la madre de Jaky.

— Soy Fanny — Dijo haciendo que yo carraspee cuando me di cuenta de la cara confundida de mi padre — Así me dicen — Aclaró ella rápidamente — Pero me llamo Stefany Finnegan, un placer.

— Ella es una amiga del colegio ¿No importa si se queda a comer?

— ¡Claro que no! — Exclamó mi madre — Déjame ir por un plato más.

— Oh no te preocupes — Me anticipé — Dylan no llega a comer así que no hace falta.

Nos sentamos en la mesa ocupando los mismos lugares de siempre a excepción de Fanny que estaba donde se sentaba siempre Dylan. Parecía controlar cada uno de sus movimientos y apreciar todos los objetos de la mesa con demasiada ilusión, sus ojos tenían un brillo propio y tenía miedo de que se sintiera incómoda o asustada por si podía o no comer. Tal vez al que le sudaban demasiado las manos y estaba nervioso por tener a una chica en esta casa y en frente de sus padres era yo. El caso era que terminé uniendo nuestras manos disimuladamente por debajo de la mesa hasta que la comida fue traída y tuve que dejarla ir.

— ¿Cómo te fue en el trabajo? — Preguntó mi padre a mi madre.

— Estuve muy atareada, demasiados papeles por ordenar — Se agarró la cabeza y negó para volver a tomar los cubiertos — Resulta que me encargaron la tarea de ordenar todo el papelerío de notas y diarios anteriores — Ella cayó para tomar un sorbo de su jugo — Querida, te veo cara conocida ¿Eres del barrio?

Ambos nos tensamos notoriamente y la vi de reojo, ni siquiera fue capaz de comer un bocado de su cena aún. Esto tal vez no terminaría como lo tenía pensado.

— Yo... — Balbuceó — Vivo del otro lado del centro.

— Tal vez te haya visto por la calle, trabajo en el centro — Concluyó mi madre a lo que Fanny asintió.

Dejé de apretar mis cubiertos para comenzar a comer, mastiqué con dificultad al seguir notando que ella no se atrevía a dar ni un solo bocado. Pronto mi madre lo vería y algo se me tenía que ocurrir. Pero ella me sorprendió tomando su tenedor y pinchando la carne llevándosela directo a su boca.

Como si el destino fuera partícipe escuchamos el sonido en la entrada luego de un gran portazo, todos nos congelamos y vimos como Dylan aparecía con la ropa arrugada, pasos torpes y cara cansada y desanimada hasta nosotros. Parecía apenas poder mantenerse en pie.

— ¡Hola familia! — Dijo abriendo sus brazos de par en par y arrastrando las palabras.

Nunca me hubiera alegrado tanto que Dylan llegara borracho a casa.

— Dylan — Lo llamó horrorizada mi madre — ¿Estuviste tomando?

— Ahogando las penas — Le corrigió él y me fue inevitable reír, pero me callé al sentir la mirada fulminante de mi madre — Tranquilos todos, su Dylan está bien.

Me paré del asiento y me acerqué para poder detectar ya el olor a alcohol encima de él, además del inconfundible aroma a cigarrillo. Muy seguramente habrá estado en algún bar de por ahí.

— ¿Condujiste ebrio? — Preguntó mi padre algo enojado.

— No — Hipó y luego siguió hablando — Una bella doncella me trajo — Dyl me miró — Deberías ver lo buena que está y lo inteligente que es Jaky — Me tomó del hombro con sus manos y me miró fijamente — Estoy enamorado.

— Mamá lo llevaré a que se dé una ducha y se recueste — Miré hacia Fanny — ¿Por qué no tomas los platos y terminamos arriba?

— Claro — Se paró y tomó lo necesario para seguirme — Señora Maxwell la comida está deliciosa, gracias por todo.

Mi madre le sonrió gustosa y orgullosa, por suerte no advirtió que Fanny no había comido nada hasta el momento. Caminamos lentamente hacia arriba, hice que Fanny me esperara en mi habitación mientras yo guiaba al borracho a su cuarto.

— Bien — Dije al subir el último escalón junto a mi amigo — ¿Qué fue lo que pasó?

— La invite a salir hermano — Suspiró llenando el ambiente con su olor a alcohol — Quisiera ser comida — Dijo mientras lo acostaba, miró el techo por largos segundos en los que aguantaba mis ganas de reír — Comida que puedan tocar aquellos labios.

No aguante y reí, palmeé su hombro y me alejé a que siga desvariando con su imaginación sucia e inaguantable de enamorado.

— Asegúrate de bañarte mañana — Le avisé — No quiero un amigo sucio yendo al colegio.

— ¡La amo! — Gritó medio cantando — Es bella, inteligente y... — Lo miré desde la puerta de su habitación — Y estoy completamente perdido en su mirada, la amo — Su voz fue ahogándose, lo que faltaba era que se ponga a llorar como un niño pequeño encaprichado por comer un dulce. Me miró desde la cama levantando su cabeza, parecía que le pesaba ya que se tambaleaba por tenerla en esa posición — ¡Y tu estas tan perdido como yo! — Se rió.

Tragué sintiendo un nudo en la garganta, aquellas palabras me habían tocado en lo profundo. Sabía que estaba perdido, completamente jodido, después de todo ella era un fantasma ¿Quién se enamoraría de un fantasma? Solo yo. Sacudí mi cabeza ante aquella palabra ¿Enamorarse? Era algo fuerte y descabellado, pero el amor seducía a las personas volviéndolas locas e irracionales. Sonreí a mi amigo frente a mí, estaba algo pirado, pero aun así tenía la osadía de calarme hasta los huesos con sus palabras.

— No sabes cuánta razón tienes — Dije para mí mismo mientras cerraba la puerta de su habitación.

Porque era la verdad y porque sabía en el lío que me estaba metiendo.

Bajé las escaleras rápidamente hasta llegar a mi habitación, dudé al entrar frenándome detrás de la puerta. Para mí, ella simplemente era una humana más ahora. Mis padres la conocían y mis amigos también y juraba que todos ya se habían dado cuenta de la forma en que la veo, de la forma en que la quiero proteger de todo mal.

Tenía que admitir que había cambiado bastante desde que la conocí, antes jamás hubiera dicho tantas estupideces sobre el amor en una sola oración. Tal vez podría haberlo pensado pero jamás dicho en voz alta y ¿Darle la razón a Dyl? Dios mío, sí que estaba perdido.

Entré con un leve toque en la puerta y asomé mi cabeza primero, no quería asustarla. Fanny estaba otra vez mirando por la ventana, parecía estar dentro de un sueño. Sus ojos brillosos y sus labios ligeramente separados, ella era un sueño del cual no quería despertar.

Me aclaré la voz mientras cerraba la puerta detrás de mí, ella se volvió a verme con las mejillas sonrosadas y una postura más firme.

— ¿Siempre te gustó el paisaje? — Pregunté por decir algo y apunté con mi cabeza hacia la vista que daba la ventana.

— No lo sé — Ella se encogió de hombros y se dio la vuelta — ¿Siempre estuvo aquel lago allí?

Sonreí de lado al principio, los lagos no se crean de un día para el otro. Después la sonrisa se me borró al saber lo que significaba.

— No recuerdas el lago — Afirmé y caminé hasta llegar a su lado y ver el paisaje, ya estaba bastante oscuro y las pocas estrellas que habían se reflejaban en aquellas aguas duplicándolas — ¿Es lo único que no recuerdas? ¿Estas perdiendo recuerdos Fanny? — Tenía una teoría, cada vez que ella esté más tiempo en nuestro mundo más recuerdos iría perdiendo y me parecía hasta ahora una opción muy factible. No quería que pase y también estaba ese revoltijo dentro de mí que me alertaba, algún día podría olvidarse de mí si era del todo cierto. Pero no estaba muy seguro de nada, solo era una idea dentro de muchas — ¿Habrá más como tú?

Ella me miró sorprendida como si nunca se hubiese hecho esa pregunta y es que ¿Cómo no lo había hecho? Alguien como ella debió haber, algún ser debe estar rondando por algún lugar y alguien más sufrirá por lo mismo. Ella definitivamente no podía ser la única. Sus manos comenzaron a temblar y su cara se tornó pálida, en un arrebato de recuerdos y miedo mi mente se cristalizó y me lancé a abrazarla. No quería volver a verla como lo había hecho días anteriores, no volvería a pasar.

Aquella tez apenas humana que coloraba sus mejillas y ese poco aire tranquilo que había recibido era algo que me gustaba, no puedo explicar el por qué o el cómo una chica tan simple y bonita pudiera causarme cambiar de un día para otro.

En el pueblo anterior yo definitivamente no era el típico chico "malo", pero tampoco andaba prometiéndole a mujeres que volverán a ser humanas y tendrán una vida hermosa junto a mí. Los pensamientos de ese tipo los mantenía guardados bajo llave y solo muy pocas chicas me interesaron lo suficiente como para ser cariñoso con ellas y salir de vez en cuando.

Dylan, en cambio, es totalmente como es aquí. Jamás cambia. Eso me alegra, al menos uno de los dos debe mantener su cabeza algo derecha y justamente ese trabajo era de él. Aunque claramente no hubiera confiado en eso donde vivíamos, solía tropezar millones de veces por guiñarle el ojo a alguna chica que pasaba junto a nosotros, se comía paredes enteras por mantener su mente en uno vaya a saber qué y su actitud de mírame-lo-guapo-que-soy más de una vez le dejó un ojo morado y un labio partido por meterse con chicas que ya tenían novio.

— Qué voy a saber yo — Siempre decía — Las mujeres son completamente difíciles hombre, quieren lo mismo que nosotros pero terminan eligiendo la decisión contraria ¿A eso le llamas inteligencia?

Y yo reía de lo tan indignado que sonaba. Un día mientras estaba acostado con sus piernas en la pared, espalda en mi cama y haciendo rebotar una pequeña pelotita roja en el techo él había dicho:

— Lo difícil termina aburriendo ¿No? — Yo lo miré con una sonrisa desde la otra punta de la habitación eligiendo qué remera ponerme para ese día y hasta el día de hoy yo aceptaba por completo ese comentario.

No sabía cuán equivocado estaba, ambos caímos en una red de dificultad tejida por el destino y ninguno de los dos pensaba salir de ella.

Lo difícil o lo fácil no hacía a las relaciones, los sentimientos sí. Las acciones de cada persona, la constancia y la honestidad.

Suspiré y volví mi atención al sedoso cabello de Fanny debajo de mi barbilla, la apreté más fuerte entre mis brazos mientras ella se mantenía aferrada con sus pequeñas manos a la tela que cubría mi espalda. Su respiración estaba acelerada y su estructura tensa.

— Jake — Dijo con voz ahogada por el abrazo — Jake tenemos que hacer algo.

Lo sabía pero no quería, solo necesitaba toda mi eternidad junto a ella pero eso parecía demasiado pedir.

— Bien — La liberé y me di la vuelta para que no viera lo abrumado que me encontraba, refregué mis ojos e inspiré una gran bocanada de aire intentando poner mi mente en blanco — Tengo una idea — Finalmente me di la vuelta y la miré a la profundidad de sus ojos perdiéndome una vez más — Tengo una idea — Repetí más para mí mismo que para ella — Necesitamos ayuda.

— Como si no lo supiéramos — Bufó ella algo desilusionada.

— Si hay alguien allí afuera que pasó por lo que estamos pasando sabrá aconsejarnos ¿No crees? — Ella asintió resignada y frotó sus manos en sus brazos, tal vez para relajar tensiones — Megan sabrá decirnos qué hacer pero será mejor que esperemos hasta mañana — Ella me observó confusa y una sonrisa surcó mis labios — Seguro que aguantar a un Dylan borracho no le cayó muy bien.

Se rio conmigo e imaginé por lo que ambos habían pasado. Definitivamente alguien no querría levantarse a verla mañana...

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