—¿Q-qué? —logró articular al momento en que un escalofrío le recorrió el cuerpo, el rostro le palideció, los ojos se le abrieron a tope.

Todo era una locura.

—Dije que te lo explicaría después—fue lo único que el castaño tuvo para decirle.

—Yo quiero que me lo expliques en este momento—contestó seria —Quiero respuestas, ahora.

—Xia —murmuró acompañado de un suspiro—No es el momento adecuado, no estás lista.

—Por favor —insistió un así—Por favor, dime, necesito saber que me paso, que estoy haciendo en este lugar, y cómo es que sabes mi nombre, quiero salir de aquí.

—Bien —soltó mirando lo que sea, pero que no fuesen sus ojos—De acuerdo —se deshizo del agarre y guardó su mano en el bolsillo —Tuviste un accidente camino a casa.

—¿Qué clase de accidente? —se atrevió a indagar con los nervios a flor de piel

—Uno grave, el golpe que recibiste en la cabeza fue muy fuerte —inhalo profundo y luego continuó—Entraste en coma, me temo que estás soñando en este momento.

—¿Qué?—balbuceó tratando de procesar la información, y no dudó en soltar una carcajada.

¿Qué demonios estaba diciendo este chico?

—¿Pero que... —espetó mirándola confundido—¿Por qué estás riendo? No es gracioso, esto es un asunto serio.

—Aguarda un segundo —dijo la peli negro tratando de contener la risa —¿Esperas que crea todo eso? Es una locura, es estúpido, debe haber una explicación lógica.

—Debes creerlo por que esa es la verdad —finalizó enojado.

—Bien, trataré de asimilarlo—respondió aquella frotándose la sien—Pero quiero preguntar algo antes, mmmm... ¿Por que soñaria esto? Odio la escuela, ¿Cómo despierto de esta pesadilla?

—Es tu cabeza, no la mía —soltó continuando con su camino —Si quieres despertar, depende de ti.

—Eso no me ayuda.

Grito en respuesta, corriendo para alcanzar su paso.

—Xia, ¿Podrías dejar de llorar?—pidió el muchacho ya exhausto.

No le pagaban lo suficiente como para aguantar este tipo de situaciones. En realidad, nadie le pagaba absolutamente nada, lo cual era aún peor.

—Quiero despertar, quiero ver a mi mamá, ir al trabajo como todas las mañanas, comer pasteles en la cafetería de enfrente, ver películas el fin de semana hasta el amanecer, escuchar una vez más mi canción favorita y que Kun toque el piano para mi, quiero mi vida de vuelta—soltó la chica a una increíble velocidad, para después continuar con su llanto.

—Quieres hacer todo eso, bien —espetó levantándose abruptamente del césped y con brusquedad sacudió sus pantalones —Haremos todo eso, pero por favor deja ya de llorar, llevas haciéndolo hace horas.

La joven levantó la mirada cristalina, en sus labios un puchero se formó haciendo que el pecho del contrario se contrajera.

—¿Harías eso por mi? —cuestionó limpiándose el rostro con las mangas del suéter.

—Claro —acepto mostrando una de sus sonrisas, luego llevo su mano derecha a la bolsa izquierda de su saco—Ya te lo dije, soy tu guardián —mencionó y le tendió un pañuelo —¿Tienes hambre? vayamos a comer algo ¿si?

Xia no tardó mucho para aceptar. Ambos caminaron envueltos en el silencio unas cuantas cuadras hacia abajo. Renjun había mencionado que conocía un lugar cerca de la escuela donde la comida era maravillosamente deliciosa. ¿Cómo decirle que no a eso?

—¿Está bueno? —preguntó mientras observaba como introducía el segundo bocado en su boca.

—Esto está más que bueno —respondió entusiasmada.

Ella no sabía que estaba pasando, ni que pasaría después; si el chico al frente suyo era de verdad un ángel o un timador. Lo que sí sabía perfectamente, era que enserio, la comida de ese lugar estaba deliciosa, tal y como lo había dicho el castaño, eso la había hecho feliz por un momento; hizo que se olvidara de todo por ahora.

—Come despacio y no hables con la boca llena —murmuró soltando una pequeña risita—Odio ver llorar a las personas, quiero que me sonrías más a partir de ahora —pidió desviando la mirada y la dirigió a la ventana que se encontraba al lado —Una linda sonrisa, en una hermosa chica.

Y ahí estaban, las palabras que nunca escuchó, pero que siempre necesitó.
Y aún era incapaz de darse cuenta.