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[V]

Carajo. Todo se había ido al carajo.

Fueron tan solo tres palabras las que salieron de la boca del Australiano, pero fueron suficientes para romper en pedazos la cordura que quedaba en la mente del omega.

Todos lo saben.

Todos lo saben.

Esa simple oración retumbaba fuertemente en las memorias del albino como si de un martillo se tratase. ¿En que momento sucedió? ¿En que momento se enteraron? Él juraba que había sido bueno guardando el secreto, hizo todo para que no se enteraran. Lo hizo. ¡Lo hizo! Sin embargo no había sido suficiente.

-Alguien en el ala medica lo mencionó mientras estabas internado-. Le explicó Aster, un par de horas más tarde, en las mesas del Bloque B, una vez que Frost se hubo calmado. -No pasó mucho para que los rumores comenzaran...

-Ninguno de nosotros quería creerlo-. Continuó Phil. -Nos rehusamos a hacerlo. Aster callaba a todo quien lo mencionara.

Y después de eso, hubo un silencio. Uno tan sepulcral que el omega consideró la idea de cavar su propia tumba, sin embargo no lo hizo. Su mirada se encontraba tan perdida, que ni siquiera se sorprendió cuando el Pooka rompió el silencio.

-Pero luego no sonaba tan descabellada la idea-. Su voz inició en un tono bajo y serio. Aster habló con la mirada baja, ni siquiera se dio la oportunidad de levantar la cabeza. No podía ver a Frost a los ojos. Simplemente no podía. -Si lo pensabas un poco, tenía sentido. Los mareos, el estreñimiento, los cambios de humor... tu aroma. Era cuestión de unir las piezas del rompecabezas-. El albino se hizo pequeño en su asiento.

-luego volviste, y-. Phil no logró terminar su oración, el omega se levantó rápidamente y se dio media vuelta antes de pronunciar:

-Me tengo que ir.

Ninguno intentó detenerlo cuando se alejó de la mesa. Meme simplemente lo observó hasta que llegó a su celda, y desapareció tras la puerta. Estaba claro que necesitaba tiempo solo para digerir las cosas, y ellos no eran quienes para invadir su privacidad. Si estuvieran en sus zapatos, estaría claro que querrían lo mismo. Así que Phil solo se limitó a sacar un juego de cartas de su bolsillo, y sin decir palabra alguna, comenzó a repartir los montículos en grupos de 7.

Aster estaba por levantar su propio monto de cartas, cuando un guardia se le acercó por detrás.

-Tienes una llamada-. le dijo Black en tono corriente. El Pooka estaba por rechazarla cuando el oficial continuó. -Es tu abogado.

Con un breve suspiro, el recluso se levantó de la mesa, y siguió al guardia. Se confundió un poco cuando evadieron el pasillo que contenía los teléfonos para los reos

-¿No se supone que-? -. Se apresuró a señalar el australiano, pero Pitch Black negó con la cabeza y siguió caminando.

No iban a hacer una llamada.

Aster se abstuvo a preguntar más cosas y guardarse sus pensamientos mientras caminaban. Dieron 2 vueltas a la izquierda, y una más a la derecha. ¿A caso iban a-?

Si. Efectivamente.

Pitch introdujo la llave dentro de la cerradura metálica, y presionó su identificación sobre el escáner. Dejó que el Pooka pasara primero: iban al área de visitas.

La sala era un cuarto abierto con paredes blancas, 3 de ellas al menos. La 4ta era de cristal, para poder ver del otro lado con claridad. Sobre este cuarto muro, se encontraban varios escritorios separados con pequeñas paredes, como si fueran casilleros para brindar "privacidad". Cada uno contaba con una silla, y una losa que servía de mesa. Del otro lado del cristal, habían más asientos con las mismas proporciones. 

Le indicaron pasar a la mesa #7, y se sentó con cara de pocos amigos. Cada uno de estos "Casilleros" tenía un teléfono colgando de la pared izquierda a ellos, eran móviles fijos que no tenían números: era imposible hacer una llamada con ellos. Entonces, ¿a dónde demonios conectaban? Fácil, a un segundo teléfono del otro lado del cristal.

Las personas en la habitación contigua eran visitantes a la prisión, que se les permitía comunicarse por máximo una hora con los reos. Para evitar el trafico, se utilizaban estos camarotes con teléfonos. En caso de querer una visita cara a cara, se hacían en otras habitaciones, con menos mesas, menos tiempo, y más guardias.

Aunque habían algunas excepciones, claro, en donde los abogados tenían derecho a pasar tiempo a solas con sus clientes. Al parecer, tanto Aster, como su jurisperito no tuvieron ese memo.

El hombre de blanco, al otro lado de la línea ya tenía el teléfono descolgado y contra su oído, cuando Aster apenas fue ingresado a la sala.

-¿Cuanto tiempo llevas aquí esperando?-. Fue lo primero que le dijo el Pooka, al jurisperito

-Oh, Aster. También es un gusto verte-. Respondió en un tono sarcástico. -¿Sabes? Muchos inician con un "Hola" o "Gracias por venir desde tan lejos para hacerme este favor".-. El ojiverde rodó los ojos.

-Hola. Gracias por venir desde tan lejos-. Apretó los dientes. El hombre de blanco le sonrió, y tras haber hecho que su cliente dijera esas palabras, bajó la vista hasta una carpeta que traía en sus manos. La sonrisa en su rostro se borro al instante.

-¿Es cierto?-. Su tono pasó de dulce a frío, tan rápido que al alfa le dio un escalofrío.

-Lo confirmé esta semana-. El Pooka se pasó una mano por la cabeza frustrado. -Hace un par de días lo dieron de alta.

-¿Y?-. La rabia llenaba los ojos del australiano, eso era algo claro. Recargó todo el peso de su espalda contra el respaldo y desvió la mirada pensando en que decir a continuación.

-Necesita ayuda, Tsar. Él no puede quedarse aquí, es inocente-. La voz de Bunnymind sonaba desconsolada y sincera, pese al enojo que su rostro irradiaba. -Lo he visto, a penas puede mantenerse de pie. Incluso antes de esa pelea-. suspiró. -Él no podría haber matado a nadie en ese estado. No es un asesino.

Tsar Lunar suspiró pesado y escribió un par de cosas en su carpeta, mientras negaba con la cabeza.

-Siempre haces eso Aster. Vez a otros que necesitan ayuda, y haces hasta lo imposible por arreglar sus vidas para ahorrarle esos problemas. Es justo esa razón la que te hizo terminar aquí, ¿lo recuerdas?

El alfa asintió lentamente, pero aún así continuó.

-Hay un niño involucrado. Por favor, dime que lo conseguiste...

El hombre de la luna cerró la carpeta y lo miró a los ojos. -Lo hice-. Fue su única respuesta. -Me contacté con su abogado. Vendrá a visitarlo en un par de días, hablaran de esto, y si todo sale bien, volverán a abrir el caso.

El corazón de Aster dio un brinco.

-Pero no te entusiasmes-. Advirtió el abogado. -Si Frost no declara, entonces las cosas no servirán de nada.

El alfa lo pensó unos segundos, y susurró inconcientemente unas palabras. No se dio cuenta de lo que hizo hasta que levantó la cabeza. Al parecer, había acatado la atención de su abogado.

-Una contrademanda-. repitió el hombre de la luna. -Contra el sistema judicial. Eso podría funcionar. ¿El omega esta enterado?

Aster negó con la cabeza. -No. No tiene idea de que me haya contactado con nadie fuera de aquí.

-Fue difícil conseguirlo-. Admitió Tsar pesado. -Tus registros están vacíos. No tiene a nadie en sus contactos de emergencia, y por ley lo obligaron poner a su Abogado, pero nadie más. El resto de sus afiliaciones, están negadas, por los resultados de la demanda, y las ordenes de restricción. Fue un dolor de cabeza.

-Ni me lo digas.

-Y es solo el inicio-. Recordó el alfa rubio al reo. 

-Gracias... por todo-. Suspiró una ultima vez el uniformado.

-Es hora-. Pitch Black le hizo un gesto sobre el hombro para indicarle que se levantase.

-Seguiremos en contacto-. afirmó el jurisperito, cuando Aster colgó. Se levantó de la mesa y se marchó.

Era cierto, no le había dicho a nadie.

Después de que los rumores comenzaran a hacerse cada vez más insistentes respecto a su compañero de celda, Aster comenzó a perder la cabeza. Pese a que no se encontraba a su lado, le era imposible quitárselo de la cabeza. No solo la culpa y el remordimiento de lo que había pasado con Del Sur, sino el hecho de que todos hablaban de él como si no existiera otro tema que abordar. Lo volvía loco, simplemente odiaba cuando otros murmuraban acerca de alguien como si de un chisme se tratase. Con el tiempo, no pudo ignorarlo, e inconcientemente, comenzó a escuchar. Cada palabra le revolvía más el estomago, y cada frase se volvía peor que la anterior.

Luego escuchó lo de su embarazo. Esa fue la gota que colmó su paciencia, y se puso a investigar del tema. Vio las noticias, le pregunto a Phil, Meme y Rojo lo que sabían del omega, y no precisamente lo que había sucedido en la pelea, si no antes de ella, antes de que llegara al reclusorio. Todo. 

Norte fue capaz de conseguirle un periódico, de hacía algunas cuantas semanas. No era nuevo, eso era obvio, pero las noticias eran claras: En primera plana estaba la historia. Un omega era inculpado de asesinato y llevado a la corte por haber privado a la vida a una joven alfa. La imagen mostraba al albino siendo escoltado a un vehículo de policía, con las manos tras su espalda, y 3 oficiales rodeándolo. Le preguntó a Black sobre el hecho, y el oficial solo pudo asentir hacia algunas cuantas afirmaciones. Hasta se tomó la molestia de mostrarle algunas otras noticias impresas sobre el caso.

Sabía que Frost era un código negro, y que su caso era resplandeciente en los medios, pero cuando lo leía por escrito simplemente no tenía sentido. ¿Le estaban diciendo que la misma persona que dormía bajo su cama y lloraba cada noche hasta quedarse dormido había asesinado a sangre fría a una alfa que fácilmente le sacaba un pie y 3 pulgadas de altura? ¿A caso le querían ver la cara de idiota?

Fue en un arranque de furia cuando lo hizo, pero se acercó a los teléfonos del pasillo un día. Realizó una llamada por cobrar, y se contactó con alguien de fuera, la única persona que conocía lo suficiente y le confiaría su vida. Tsar Lunar, un viejo amigo, y su abogado. 

-Necesito ayuda con algo-. fue lo que le dijo al iniciar la conversación, y después de eso le contó todo. No sabía si podía resolver algo, pero necesitaba sacarlo de su pecho, en ese instante ni siquiera sabía si el omega seguía con vida, no habían recibido noticias del área medica.

No hasta algunos días después.

Bastó con verlo para confirmar sus sospechas, todos y cada uno de los hechos que corrían de su persona entre los pasillos de los bloques eran ciertos. Bueno, al menos la mayoría. El único rumor que resultó ser falso, es que era un hombre lobo por las noches. Salvo eso, nada.

Fue un shock para el Pooka haber recibido esa visita-llamada de forma tan repentina, aquella tarde. Casi y lo había olvidado, el hecho de que se había contactado con su abogado. No supo que pensar al respecto, salvo agradecerle en silencio a Lunar, por siempre seguirle la corriente y ayudarlo incluso cuando no lo decía contextualmente. Ahora solo quedaba esperar, y rezar para que las cosas salieran bien en el futuro.

Al tercer día, un guardia irrumpió en el área común del bloque B rumbo a eso de las 2 de la tarde. Se acercó al albino y le pidió que lo acompañase. Jack se había alejado un poco de todos desde que se enteró de la noticia, su secreto había sido sacado a la luz, y pese a seguir comiendo con el resto, no parecía tener los ánimos que antes. Nadie lo culpaba, simplemente lo dejaban ser.

El albino dejó el libro que estaba leyendo sobre el sillón, antes de levantarse. Colocaron unas esposas en sus manos, y lo sacaron del cuarto. Iba a recibir una visita.

Jack no lo sabía en ese momento, no entendía a donde lo llevaban, pero tampoco peleó por ello. No tenía nada que perder, ¿o sí?

Cuando le dijeron que alguien venia a visitarlo, su corazón comenzó a palpitar tan rápido, que creyó que se le saldría del pecho. Una esperanza pareció iluminarse dentro de su persona, y esperó que fuera Hiccup. No, no esperó. Deseó que lo fuera. Con cada una de las moléculas de su cuerpo. 

Pero cuando abrieron la puerta de un camarote negro, no estaba Haddock esperándolo del otro lado. No. Solo era su abogado. El breve momento de emoción que había sentido se desvaneció por completo, y bajó la cabeza cuando le pidieron sentarse en la mesa. A petición del jurisperito le quitaron las esposas, y se quedaron solos en aquel cuarto.

-Es un gusto verte, Jack-. Hacía tanto nadie le llamaba por su primer nombre, pensó el albino con un toque de nostalgia ante el apodo. Sin embargo, se abstuvo a soltar una sonrisa.

-Hola-. saludó en un tono frío. -¿Todo esta bien?

-Excelente-. le mintió su abogado, con un tono tan dulce, que no fue capaz de notarlo.

-¿Hay alguna noticia de Hiccup?-. Jack no logró morderse la lengua, y el rostro del beta se volvió un poco triste al respecto.

-Me temo que no-. fue honesto en esta ocación. -Pero me informaron que tu lista de contactos se encuentra vacía...-. Inició sacando un par de copias de archivos, dentro de una carpeta mostaza. Jack solo desvió la mirada.

-No tengo familia-. Recordó el albino sin mirar el papel.

-¿Y-?-. Comenzó intentar el opuesto, pero el recluso lo interrumpió.

-Todas las personas que conozco fueron contactos de Hiccup. Familiares suyos y amigos. El resto dejó de hablarme en cuanto inició el juicio, y la lista que tenía se borró tras las ordenes de alejamiento-. Recordó en un tono seco el albino.

El de corbata sabía que no era cierto, que había mucha gente que había intentado contactar con él, incluso hasta esa fecha, pero no pudo decir otra palabra. Suspiró pesado y sacó otra carpeta. 

-Jack-. Sacó un par de fotografías y las extendió sobre la mesa.

El aire se le escapó de los pulmones al albino. Esas eran... Esas no eran fotos. Eran ecografías.

-Parte de tu expediente medico.-. Explicó el beta, mientras leía unos papeles de su carpeta. -Tienes anemia, hierro bajo, dos contusiones en los pómulos y cerca del glóbulo ocular. Tres puntos para el labio, un par de fracturas o golpes menores en los brazos. Y todo porque "Te caíste de una escalera"-. Levantó la cabeza. -Esa escalera golpeaba bien-. El albino desvió la mirada. El beta comenzó a leer otro reporte.

-Un incidente menor, una pelea simple entre dos reclusos, y la intervención de un tercero. Para controlarlos, debieron aplicarse las medidas necesarias... Y luego esta un video-. Bajó la carpeta y miró a los ojos a su cliente. -¿Quieres decirme que es todo esto?

El albino parecía querer contener las lagrimas en vano, y se mordía le labio con fuerza para evitarlo.

-Jack, esto es serio. Te metiste en una pelea, no asististe a las revisiones medicas, te estas aislando de tus contactos, tu cuenta bancaria esta casi en 000s, y me hablan para decirme todo lo que esta sucediendo. Y-Y por si fuera poco-. Se levantó de la mesa. -Me entero, que MI cliente, esta gestando, un bebé con más de 14-. contó con las manos. -no. 16 semanas, casi 17 semanas de vida. ¡17 semanas Jack! Eso significa que estabas en cinta cuando fue el juicio. ¿Lo sabías?

Las lagrimas finalmente se desbordaron de sus ojos.

-¿Lo sabías?-. Repitió en un tono más suave, esta vez hincándose a su lado. Jack asintió entre sollozos con la cabeza, y eso solo enfureció más al beta, quien tras levantarse exclamó. -¿Y por qué no me lo dijiste? Pudiste haber terminado en otro lado, no tras las rejas. No aquí. Si no en una carcel de betas. Un reclusorio diferente, con una condena diferente. Todo pudo haber sido diferente, Jack.

Frost finalmente explotó.

-¿Y crees que no lo sabía?-. Estalló en llanto. -Lo pensé mucho tiempo, tantas veces. Pero no tuve tiempo. Dime, Frank. ¿En qué momento te lo hubiera dicho? Cuando estabas arreglando la papelería? ¿O cuando estabas demasiado ocupado con tantas llamadas telefónicas intentando ignorar los medios? Oh, que tal en medio de la corte, donde ni siquiera me daban tiempo de responder ¡una maldita pregunta!-. Se llevó las manos al estomago. -Lo pensé tanto, porque esa noche, se suponía que le diría a mi esposo que estaba esperando un cachorro. Pero no tuve la oportunidad de hacerlo... No tuve.-. Comenzó a hiperventilar. -Yo... yo... No podía.-. Continuó.

-Si les hubiera dicho de mi embarazo, me hubieran condenado antes, con la excusa de que mis emociones exageradas, y hormonales, me obligaron a matar a Astrid por celos. Eso solo los hubiera incitado más a aceptar esa mentira, y no podía permitirlo... no-. Su voz se quebró por completo. No podía más. Simplemente no podía.

En eso, el omega tenía razón. Viera de donde lo hiciera, tenía razón.

Ambos se tomaron un momento para pensar las cosas y calmarse. El albino se aferró a una de las ecografías, la tomó entre sus manos y la presionó contra su pecho, como si de su bebé real se tratase.

Un guardia tocó la puerta, indicando que el tiempo de visita había terminado. Dos uniformados se adentraron, pero el albino no parecía querer soltar la fotografía en sus manos.

-¿Puedo- puedo quedármela?-. Preguntó al aire, más que a una persona en especifico.

Los oficiales miraron al abogado, quien asintió de inmediato, y ellos hicieron lo mismo.

-Volveré la siguiente semana-. Le informó al albino. Frost simplemente asintió al salir de la habitación en silencio.

Y lo primero que hizo, fue colgar la fotografía al lado de su cama.

===
Desde que lo dieron de alta, muchas cosas había cambiado. Ahora todos le llamaban Papi, por ejemplo. Y si bien en un inicio, fue algo tedioso y choqueante, ahora no parecía molestarle tanto la idea.

Lo segundo, es que ahora, en las mañanas, antes de irse a dormir, y previo a la hora de la comida, debía pasar a una fila, junto a otros cuantos reclusos que necesitaban medicamentos. Esperaba pacientemente a que llegara su turno, decía su nombre, y le entregaban un pequeño envoltorio de papel con las vitaminas que debía recibir. Le entregaban de igual forma un baso con agua, ingería lo que necesitaba, le mostraba la lengua al oficial a cargo para mostrar que efectivamente había tragado las pastillas, y luego se retiraba.

Lo tercero es que le habían traído otro uniforme, para no necesitar usar un overol, y que el conjunto no se le ajustara tanto como el previo. Las mangas le quedaban un poco amplias, pero no se quejaba, seguía ocultando su barriga, o al menos eso quería creer. Otra cosa que había cambiado, era su apetito. Llevaba dos días enteros, pensando en azúcar. Cualquier cosa dulce, funcionaría, pero el problema es que en la cocina no había. Así que tomaba uno de los sobres de azucar para el café que Phil ocupaba, y sin más, lo abría y se lo tragaba. Su lengua se hacía agua con el contacto de esta, que mierda, mataría por poder comer algo de chocolate.

Conforme su barriga se hacía más notoria bajo el uniforme, los otros reclusos inconcientemente, le cedían el paso. En las filas de la cafetería, a veces dejaban que pasara un poco antes, y en cuanto alguien estaba a punto de quejarse, no faltaba el Alfa que se les parara enfrente y los detuviera, porque bueno: Era un omega, y estaba esperando un bebé. Los modales siempre tenían que ir primero.

Lamentablemente Jack no se había dado cuenta de eso. A veces era muy despistado, y le gustaba culpar a su cerebro de preñado por eso.

Después de la visita que tuvo con su abogado, finalmente pudo conectar sus cuentas bancarias al saldo penitenciario. Así que le pagó a Aster lo que le debía prestado, por haber comprado un shampoo hacía unas semanas.

Pero eso no significaba que todo era bueno.

Oh, no.

Estaba estreñido. Llevaba días así.

Llegó molesto a la cafetería esa mañana, y tras recibir su bandeja de comida, se recostó molesto sobre la tabla.

-Uy, creo que alguien amaneció con el pie izquierdo el día de hoy-. Inició P en un tono burlesco.

"¿Estas bien? ¿Son los antojos otra vez?" Signó Meme rápidamente

"No"-. Le respondió breve el albino sin levantar la cabeza de la mesa.

-Conozco esa mirada-. Norte se acercó a la mesa en silencio. 

-Me recuerdas a mi esposa cuando estaba embarazada.-. Susurró el australiano. -Hacía esa misma expresión cuando estaba estreñida.

Jack bufó por lo bajo y se cubrió la cabeza con las manos.

-Creo que eso es un sí-. Confirmó Norte, al sentarse coqueto en la mesa. -¿Hace cuanto no vas al baño?-. Preguntó sin pudor alguno.

-Intento comer-. evadió el tema el albino.

-6 días-. Respondió por él el Pooka. Frost le tiró un pedazo de jamón a la mejilla.

Cuando volvió a levantar la cabeza, el ruso no se encontraba en la mesa. No dijo nada, solo miró con asco su plato. No es que no le gustara la comida de Rojo, era muy buena, en verdad lo era, pero no le apetecía comer huevo revuelto en ese momento. No cuando no había podido ir al sanitario.

-Hey, molody paren'-. Soltó un característico acento en su lengua madre. Norte había vuelto, y sacaba algo de su bolsillo. 

Le tendió un Yogurt pequeño, y una cuchara de plástico.

-Es de pasas, para el estreñimiento. Espero que te sirva-. le guiñó el ojo al albino.

Jack le agradeció con los labios, y se apresuró a destapar el lácteo. Phil no pudo contener la risa.

-En serio eres todo un caso.

-Cállate-. Le habló el omega con la boca llena, y siguió devorando su Yogurt.

No tardó mucho en hacer efecto. Fue esa misma tarde, de hecho. Aster lo esperaba en el pasillo fuera de los sanitarios del pasillo este leyendo un libro. Jack había salido de ahí con un suspiro muchísimo más relajado que en la mañana.

-Amen-. susurró el omega rodando los ojos.

-¿Te lavaste las manos, cierto?

-Claro mamá.-. Lo miró de reojo. -¿A caso me crees un cerdo?

===
La segunda visita que tuvo con su abogado fue un tanto más tranquila. Pero esa no era la palabra que buscaban.

Si bien, Frost no terminó llorando en esta ocación, tampoco se fue muy tranquilo que digamos.

El beta comenzó informándole toda la información que había recaudado, desde el momento en el que fue ingresado al reformatorio hacía unos meses, respecto a su persona. Las clases y actividades que realizaba, un seguimiento exhaustivo de sus ubicaciones, su dieta y su salud. Cualquier cosa o detalle pequeño que pudiera identificar que en efecto era inocente. 

Y luego, procedió a preguntarle sobre su estadía en el bloque B. Como es que trataban a los reclusos, cómo es que había sido su procedimiento de ingreso, y lo más importante: El incidente que había tenido con Hans. Jack no entendía porque era tan importante, hasta que el Beta se sentó frente a él y en un tono serio le explicó.

-Las inconsistencias en el papeleo. La forma en la que falsamente se redactan los documentos, y como no existe en completo un seguimiento. Vamos a probar que el sistema está mal. Comenzando desde la corte.

Jack no comprendía. Miraba a su abogado serio, sin poder comprenderlo. ¿Qué era lo que le estaba diciendo?

-Jack-. Inició nuevamente, esta vez usando palabras con un formato más diverso. -Tu historial medico no solo nos informa sobre como se encuentra tu bebé. También nos dice el estado de tu salud en ese momento. Una persona con las cualidades físicas que sufrías en ese instante, incluso sometido bajo una gran cantidad de presión, son incapaces de lograr cometer el acto que confirman el asesinato. Es el propio instinto, lo que lo confirma. Si tenemos las pruebas suficientes, y creo que las tenemos, volverán a abrir el caso, y demostrarán que eres inocente. Y no solo eso-. Le tendió una carpeta completamente nueva, y tan gruesa, que resultaba pesada, por la cantidad de artículos en su interior. 

-Jack. Con estas pruebas, no solo reabriremos el caso. Contrademandaremos al juzgado, por haber puesto una sentencia que rompe y viola las leyes que defienden a los omegas, y neonatos. Tenemos un par de doctores que siguieron tu caso, la doctora Toothiana, ¿te suena conocido el nombre? Y tu medico de cabecera, ambos están dispuestos a testificar en el caso, y llevarlo hasta los medios en caso de ser necesario. Esta es la oportunidad de abrir un reformatorio para omegas, y sacarte de prisión de una vez por todas.

Frost no parecía digerir la noticia.

-Vamos a demandar al gobierno.





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