[IV]
Despertó un par de días mas tarde.
Pese a los medicamentos, y las altas horas que tuvo de descanso, su cuerpo se seguía sintiendo pesado, errático y sobre todo: mutilado.
Intentaba moverse, levantarse, e incluso en un estado semi-consiente preguntó primero por la salud de su cachorro que por la suya. Al diablo que se supiera su secreto, tenía que asegurarse que estuviera vivo.
Era lo único que le quedaba.
"Mi bebé, mi bebé", "¿Cómo está mi bebé?", "¡Cómo está mi bebé!"
Solo le rogaba a Dios que siguiera con vida.
Tuvieron que sedarlo en varias ocasiones. No estaba lo suficientemente fuerte como para levantarse por su cuenta, sin embargo sus células luchaban para hacerlo. Tuvieron que atarlo de muñecas y tobillos a la cama.
Pero no era su culpa, sentía que estaba en peligro, que alguien le arrebataría a su cachorro en cualquier momento, y que si no hacía algo, le quitarían para siempre la ultima parte que le quedaba de Hiccup. Si no es que ya había sucedido.
Después de su tercer intento dejó de luchar. Se dejó sumir en el sueño ocasionado por las drogas, y se durmió. Tal vez fue el arrullo que le dio una enfermera, o los constantes susurros que le dedicaban de "tranquilo, todo esta bien, nadie va a hacerte daño".
Consiente o inconscientemente, él obedeció. Esa voz, no la conocía, pero por alguna extraña razón le llenaba de tranquilidad.
No volvió a abrir los ojos hasta el día siguiente.
Cuando el efecto de la voz de alfa se había desvanecido por completo y las cosas estaban más claras.
El rostro le dolía, seguía un poco desorientado, y sus muñecas se encontraban extrañamente frías. Esta vez no peleó, simplemente se llevó una mano hacia el estomago.
Escuchó un ruido, se estremeció. Intentó cubrir sus oídos, pero el sonido solo se hizo mas fuerte, y sus manos no alcanzaban su rostro. Las miró, y se arrepintió al instante. Sus nudillos estaban llenos de moretones, y sus muñecas cubiertas por las cadenas. Así que eso era lo que sentía, el metal rodeando su piel y atándolo como si de un maldito animal se tratase.
El aire se le escapó de los pulmones.
Fue como si el simple hecho de verlas, le hubieran traído todos los recuerdos de lo que había sucedido de golpe.
Empezó a temblar, y la simple memoria de Hans hizo que se le revolviera el estomago.
Quería vomitar.
No.
Mejor dicho, iba a vomitar.
Ni siquiera pudo levantarse para no vaciar el contenido sobre su persona.
Para su suerte, no pasó mucho cuando una enfermera llegó corriendo. ¿O debería decir doctora? No lo sabía. Pero esa mujer lo ayudó a incorporarse, y le pasó un cubo justo a tiempo para que no se atragantara con su propio vomito.
Y entre todo el llanto y la pena, ahí estaba otra vez, ese murmullo, y esas sutiles palabras de aliento. Ese pequeño rayo de seguridad que no había sentido desde hacia mucho tiempo. "Tranquilo, ya pasó, todo va a estar bien. Era la misma mujer.
Las lagrimas corrieron por su rostro, pero no sabía si era por miedo o tristeza.
Jack odiaba el ruido que hacían las cadenas cuando se movía, lo hacía sentir como una atracción de circo, amarrado para que no ocasionara problemas; pero más odiaba la idea de haber perdido a su cachorro. Así que con las manos temblorosas y la voz entrecortada lloró a su hijo, como solo un padre podía hacerlo.
¿Realmente lo había perdido?
¿Realmente había muerto su secreto?
Aquella mujer ordeno que se cambiaran las sabanas, que le limpiaran la cara, y que lo vistieran con una bata decente. Jack no supo que es lo que más lo conmovió en ese instante, si ese primer acto de humanidad, o el hecho de que ella nunca se apartó de su lado, y lo tomó en todo momento de la mano. Incluso con el llanto desgarrándole la garganta, ella se quedó a su lado.
"Vas a estar bien", le repitió por milésima vez, y él se lo creyó.
Como ella ordenó, sus prendas se cambiaron, las sabanas se rotaron, y una vez no había quedado rastro alguno de su vómito, aquella persona volvió a hablar.
-Tranquilo-. le dijo mirándolo a los ojos, y liberando una sustancia embriagadoramente tranquilizante.
La doctora era una omega, justo como él.
-tranquilo-. le repitió, con esa voz tan pasiva que tenía. -tu cachorro está bien, esta bien.-. Se inclinó sobre una maquina, y movió una palanca para subir el volumen del artefacto: era un monitor cardiaco.
El albino miró su estomago, no se había dado cuenta de las cintas que tenía sobre el ombligo. ¿Cuándo le habían puesto eso? No tuvo tiempo para pensarlo, su cerebro se concentró en algo más importante.
Un zumbido, potente y latente, que retumbaba constante, una y otra vez sin parecer detenerse "zoom, zoom, zoom, zoom". Y no fue hasta ese momento, que Jack se calmó, cuando pudo escuchar con sus propios oídos el latiente corazón de su hijo.
La doctora pudo notarlo al instante, en el segundo monitor, que se encargaba de marcar el estado cardiaco del padre. Suspiró cuando observó las líneas finalmente disminuir su ritmo, y estabilizarse. Durante las ultimas horas, las líneas de su paciente había estado subiendo y bajando acelerado, una y otra vez, demostrando lo estresado que se encontraba.
No podía culparlo, habían usado una voz de alfa en su contra. Un instinto tan antiguo que era incapaz de ser desobedecido.
La doctora miró a su paciente. En más de una ocasión, el albino había querido salir de su trance, más los efectos ocasionados por el uso de una segunda voz, por parte del oficial que intentó calmar la pelea, le volvieron esa tarea imposible. Pese a todos sus esfuerzos, y cientos de incoherentes balbuceos, el reo siguió sedado, al menos hasta ese momento.
La omega lo volvió a mirar, y bajó el sonido del monitor.
-¿Por qué no dijiste nada?
Jack desvió la mirada.
Ella jaló un banco, y se sentó lo mas cerca que pudo a su cama -si es que a eso se le podía llamar así, claro está-.
El albino no sabía que responder, sentía vergüenza. Pero, ¿de qué? ¿De haber vomitado? ¿De haber guardado el secreto? ¿de no haberlo dicho en la corte? ¿o de haber sido abandonado por su esposo?
Las lagrimas volvieron a amenazar su vista, y le dolió. Le dolió el golpe que le había dejado Hans en el rostro. Se negó a decir una sola palabra, y se dedico a disfrutar ese momento.
Porque su hijo seguía vivo, y eso era una razón más que suficiente.
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Cuando abrieron la celda de aislamiento, Aster no esperaba encontrarse a Meme del otro lado. Su amigo corrió directo hacia él, y lo envolvió en un fuerte y cálido abrazo. Posteriormente le proporcionó una cachetada, y salieron en silencio de la recamara. Con un par de oficiales detrás de ellos, se dirigieron a la salida de aislamiento.
-¿Cuánto tiempo estuve?-. fue lo primero que salió de la boca del australiano.
"Dos días" Meme signó con las manos. Miraron a los guardias.
-¿Y Hans?
-Se quedará ahí por al menos una semana-. respondió el oficial Black, cruzándose de brazos. -tienes suerte de que tu amigo nos haya dicho lo que pasó.
-Vimos todo desde las cámaras-. explicó Grug, un segundo guardia a su lado. -aún así tuvieron que decidir que hacer con tu caso-. continuó hablando mientras caminaban, directo al Bloque B. -Iban a hacer un reporte, pero-. suspiró. -eso implicaría máxima, regresarte, cientos de hojas de papeleo, y posiblemente un problema, porque desde el punto de vista del alcaide, evitaste que Del Sur matara a otro recluso.
-El omega-. lo corrigió Pitch. -él no es cualquier otro recluso. Y si lo matan, la prensa se nos echará en cima. Sería un problema. Así que lo catalogaron como "un incidente menor, y acción en defensa personal", o al menos así aparecerá en el papeleo.
Ingresaron al Bloque B
-No te metas en más problemas-. le advirtió Pitch una ultima vez antes de irse. Y finalmente se quedaron solos.
"¿Frost?" Aster signó el apodo del mencionado.
"No está aquí"-. Empezó Meme. "Lleva todo el fin de semana en la enfermería". Posteriormente hizo un gesto con la cabeza, y le pidió que lo siguiera.
Se dirigieron al área común, y P se les acercó enseguida. Se estrecharon las manos. Aster volvió a preguntar, y el castaño solo negó con la cabeza.
Esa no era una buena noticia.
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Pasó más de una semana antes de que volvieran a ver al albino. Hasta que finalmente lo dieron de alta en la enfermería.
El problema no eran los chismes que ocurrían respecto a la pelea, si no lo que se decía directamente del omega. Como buen secreto de cárcel, este no pudo guardarse, y corrió de boca en boca como rana en lago.
Y es que no era algo que pudiera quedarse en callado.
Inició en la enfermería, justo después de que ingresaran al omega, y lo sedaran. El albino lo soltó sin descaro. Su boca había actuado por si sola, y sus suplicas de llanto habían desencadenado la bomba.
Los doctores intentaron que no se corriera la información, pero fue casi imposible después de que Jack finalmente tuviera el valor de hablar con la otra omega, unos cuantos días más tarde. Fue cuando entonces, el asunto se confirmó.
-Tooth-. comenzó. -tenia miedo que me lo quitaran-. admitió bajito un día.
Y por primera vez desde el juicio, empezó a ser sincero. Le dijo todo, a una completa desconocida. Le contó sobre el bebé, sobre como se enteró y sobre el juicio. Como no lo dejaban hablar, como nadie le creía y como tenía miedo a que se lo quitaran por "ser un asesino". Se echó a llorar un par de veces en la enfermería, y descansó. Descansó todo lo que no en meses. Nunca se cuestionó si ella ya lo conocía por las noticias o si tenía una mala imagen de él, a esas alturas ya no le importaba lo que otros pensaran de su persona, solo quería decir lo que sentía.
Lo necesitaba.
La verdad es que Toothiana estaba sorprendida. Cuando le dijeron por primera vez en el hospital en el que trabajaba, que por protocolo humanitario tenía que ayudar -o al menos estar presente- en el caso de atender a un omega en la prisión, ella se encontraba completamente ofendida.
"Hubo un accidente, una pelea entre reclusos, y él terminó en la enfermería" Informaron "Tenemos que mandar a alguien, y felicidades, eres la elegida".
No, no podía ser cierto. Ella no iba a trabajar para salvarle la vida a un asesino. La habían elegido únicamente porque era especialista en el área de ginecología y obstetricia omegatica, una rama que atendía exclusivamente a omegas como pacientes. Era buenísima en su trabajo, una de las mejores especialistas, pero no significaba que iba a atender a cualquiera con los brazos abiertos. Apoyaba a cientos de movimientos caritativos, en algunas ocasiones trabajaba a Pro-bono (gratis) para personas que realmente lo necesitaban, pero este no era el caso.
¿Qué si lo conocía? Claro que sí, había visto todo el juicio desde los periódicos y noticieros. En una primera instancia, se negó a hacerlo. Lamentablemente no podía rechazarlo, o su trabajo quedaría en juego.
Así que a regañadientes fue, representando a su hospital entero.
Lo primero que notó en el reclusorio, era la falta de personal para esa área, y lo poco capacitado que se encontraba. Y no se refería a los doctores, si no a los artilugios médicos. No tenían el equipo para realizar cirugías, ni algunas clases de medicamento, ¿Qué sucedía cuando tenían a un recluso realmente enfermo? Bueno, en esos casos los llevaban a hospitales reales, donde les realizaban cirugías, pasaban uno o dos días descansando, y luego volvían al área de enfermería de su reclusorio, donde terminarían con sus tratamientos médicos a una menor calidad hasta ser dados de alta.
Aquellos poco afortunados que enfermaban con algo terminal tras haber sido confinados a las rejas, eran atendidos, y se hacía lo posible por brindarles un equipo medico medianamente de calidad, sin embargo en muchas ocasiones no era el adecuado. Feerling por ejemplo, quien había sido diagnosticado con cáncer un año y 8 meses después de haber sido condenado a una cadena de 30 años. Una vez al mes, lo llevaban al hospital general cercano en donde Tooth trabajaba, para administrar su quimioterapia. Pero si se ponía mal por los tratamientos, o si había alguna complicación con su tubo G, entonces era problema de la enfermería. No lo dejaban salir, a menos que fuera realmente necesario, o que su vida estuviera en juego. Realmente era pésimo el sistema protocolario.
Y los doctores que trabajaban en la correccional, eran hostiles, groseros, y decididos con su trabajo. ¿Por qué? Porque era una labor realmente difícil. Porque tenían pocos suplementos, y debían administrarlos con sabiduría, porque solo recibían una vez al mes lo que necesitaban, y si se acababan antes de tiempo, no había forma alguna de conseguirlos. Después de todo, ¡era una prisión maldita sea! Cuando el gobierno decidía en qué lugar debía recortar los cortos y presupuestos, las correccionales siempre ocupaban los primeros puestos.
"Porque en las prisiones solo hay gente horrible y desagradable que debe sufrir el resto de su vida por un delito que tal vez hicieron". Y con cientos de personas una mentalidad como la que tenía Toothiana, que creían que los únicos que estaban en lugares como ese, no eran más que drogadictos y pandilleros, no ayudaban a darle una buena imagen.
La gente se reusaba a verlos como seres humanos.
El equipo de médicos que atendieron a Frost era compuesto principalmente por alfas, tanto hombres como mujeres. Les preocupaban un par de heridas populares, tal vez una posible contusión menor en la cabeza, y el hecho de que habían usado 2 voces de alfa en su contra.
Al inicio Tooth tenía pensado no participar, su moral le decía que ni siquiera debía poner un dedo en esa persona. Ella no salvaba asesinos. Pero cuando llegó, las cosas cambiaron por completo.
"Una pelea a puño limpio" dijeron.
¿Eso había sido ocasionado por una pelea? No, eso había sido una masacre. Solo tenía que ver el rostro del albino para saberlo.
Un alfa contra un omega, eso era denigrante. "Pero si él había sido lo suficientemente fuerte como para matar a una alfa por celos" pensó para sus adentros, "Entonces, ¿por qué no había podido con eso? A no ser..."
Los médicos estaban nerviosos, habían pasado tanto tiempo atendiendo alfas y betas que les resultaba extraño cuidar de un omega. Y entonces, en medio de todo el caos, lo escuchó.
Él susurraba, o al menos eso intentaba. Los ojos de Toothiana se se abrieron como platos, y si sus oídos habían escuchado lo que creía haber escuchado, entonces había más de una vida siento atendida entre sus manos.
Thiana llevaba ya muchos años siendo doctora como para saber cuando uno de sus pacientes mentía, o decía incoherencias por los medicamentos. Pero eso, eso no era una mentira. Así que se colocó una bata, y no lo pensó dos veces, tomó una maquina portátil de ultrasonidos, y lo rectificó ahí mismo, frente a todos.
Su paciente estaba esperando.
Los doctores quitaron sus manos de en medio, y se miraron en silencio, como si ese ultimo descubrimiento hubiera cambiado drásticamente toda la situación.
Y es que así era.
No podían administrarle ciertos medicamentos, el protocolo que debían seguir era otro, y ya no se enfocaba solo la vida del omega, ahora eran dos pacientes los que estaban atendiendo, les gustara o no.
"Esta es la exactamente la razón por la que deberían de haber reclusorios de omegas"
"¿Había sido producto de abuso?"
"¿Se concibió tras las rejas?" Se comenzaron a cuestionar algunos.
-No-, ella les respondió. -El feto es demasiado grande, si fue ingresado hace menos de 3 meses, no cuadra con el tiempo-. siguió inspeccionando al embrión en el ultrasonido. -Tiene al menos 14 semanas, ya está en el 2ndo trimestre. ¿Cómo es que no se habían dado cuenta de esto?-. La doctora estaba furiosa, casi que sacaba humo por las orejas. En serio que los alfas eran muy incompetentes.
Tooth comenzó a hacer un diagnostico en su cabeza, checar los signos básicos del cachorro, el estado en el que se encontraba, y si la pelea había logrado hacer algún daño a su sistema. Le dijeron que el padre había caído al suelo y que recibió un par de puñetazos en es estomago. Sin embargo, y gracias a todos los dioses del cielo, no había señales de un daño. Al menos no uno grave. Nada que no se arreglara con algunos cuantos días de medicamentos y descanso.
Aún así, la omega no bajó la guardia. El estado del padre, por otro lado...
Ahora este era su paciente, y su cuidado estaba bajo sus manos. Siguió pensando en silencio mientras lo atendían, cuando de repente, su cerebro hizo click, y el color se le cayó de la cara al instante. Tooth, con una mirada de terror, dejó todo lo que estaba haciendo y le gritó a los alfas de la sala
-¿Usaron una maldita voz de alfa en su contra, en este estado?-. Sin duda, todo se había complicado.
Cuando las cosas terminaron, ella se ofreció a quedarse de guardia -término que se usa para los médicos que se quedan a cuidar de sus pacientes por las noches, en caso de que una complicación ocurriese-.
Desde lejos lo veía atónita, a unos cuantos metros de la camilla en donde el albino yacía inconsciente. Y es que no se lo creía.
Aquella doctora sintió su corazón estrujarse cuando escuchó al ojiazul susurrar inconsciente por la vida de su cachorro, pidiendo y rogando que no le prestaran atención a él, pero que hicieran todo lo posible por salvar la de su hijo. Incluso inconsciente y sin fuerzas, lo pedía llorando.
No importaba lo que habían dicho en las noticias, incluso su opinión estaba equivocada. Tooth había conocido a cientos de personas como doctora, sabía bien cuando alguien tenía malas intenciones en el fondo, fue un arte que aprendió a descifrar con los años.
Pero el muchacho que tenía en frente, no era una mala persona.
Podría apostar con los ojos cerrados, que ese chico no era un asesino.
Así que no se quedó de brazos cruzados, y comenzó a actuar. Movió documentos, hizo cientos de llamadas, y consiguió su historial medico. Se contactó con el doctor del reclusorio que le hizo su examen general el día en que lo ingresaron y debatieron el caso.
-No vino por los resultados, tampoco a su chequeo semanal inicial. Lo negó todo.
-¿Entonces sabías de su condición?
-La sospechaba-. intervino el joven Alfa. -pero no pude confirmarla hasta obtener los resultados de la prueba de sangre-. le extendió los papeles. -No eran buenas noticias, por eso necesitaba hacer más estudios al respecto, pero como dije: Nunca vino a sus chequeos post-ingreso.
Tooth se tomó un momento para examinar los resultados, y compararlos con los últimos que le practicaron.
-No ha tomado los medicamentos del embarazo. Tiene el hierro bajo. Esos golpes no dañaron al feto, pero si sigue en ese estado...
-Será un embarazo de alto riesgo. El padre es un código negro, no querían atenderlo. Incluso cuando llegó, retrasaron los resultados de sus muestras. Se negaron a darle tratamiento.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Quienes dirigen son alfas y betas. A nadie aquí le importa atender de un omega. Es algo racial, pero tampoco podemos cambiarlo. Al leer que solo necesitaba vitaminas lo descartaron de inmediato, no entendieron lo importante que era, por eso no les importó no llamarlo e insistir en que se hiciera más chequeos.
-No son cualquier clase de vitaminas, son-
-Medicamentos Prenatales. Lo se-. La interrumpió el opuesto asintiendo en su punto de vista con la cabeza. -No quisieron escuchar antes. Ahora sin embargo...
-Es imposible ocultarlo. ¿Tomaba alguna clase de medicamentos? ¿Algo en especifico?
-Metoclopramida-. Tooth lo miró impresionada.
-Pero eso es muy fuerte
-Lo sé, también tomaba otras pastillas prescritas, pero no pude conseguir el nombre. Intenté contactarme con su medico de cabecera u obtener algún registro de su historial, pero nada. Desde aquí adentro es casi imposible.
-Yo los tengo-. Comenzó Tooth sacando un par de archivos de su mochila. Finalmente una buena noticia. -no es su historial completo pero, son datos de donde puedo conseguirlo. Estuve leyendo un poco y creo poder contactar a su medico de familiar o de cabecera. Pero si queremos intervenir, necesitamos una excusa para hacerlo.
-Un diagnostico-. sugirió el alfa.
-puede funcionar. Y así sabremos que tratamiento tendrá que seguir a largo plazo
-Incluso si lo conseguimos, estoy seguro de que muchos de los medicamentos no los tenemos, y será complicado hacer que los agreguen a la lista de correspondencia.
-Entonces ingresara como un procedimiento externo, los obligaremos a que reciba un tratamiento, porque ya es un embarazo de A.R. El papeleo indica que no se harán procedimientos externos hasta que "La vida del paciente corra peligro", técnicamente sin esos medicamentos, el feto esta en riesgo, y como ya cruzó la marca del 1er trimestre, es considerado como un bebé en todos los estados, es imposible que intenten abortarlo, es ilegal. Si el estado intenta encubrir el embarazo, y los medios se enteran-
-será una catástrofe para el sistema.
-Y si los medios se enteran del embarazo primero-
-La penitenciaría será juzgada por haber ingresado a un omega en cinta tras las rejas. En ambos casos, la prensa estará de nuestro lado, se juzgaran las instalaciones de salud dentro de las prisiones del estado, posiblemente del país, y estarán obligados a darle un tratamiento adecuado. Tienen las manos atadas.
-Frost terminará seguro el embarazo.-. Y así, ambos médicos se pusieron en acción, planeando cual sería el siguiente paso que harían.
De alguna manera la conversación fue escuchada por un oficial en guardia, que casualmente pasaba por ahí, no era de sorprenderse, el área de descanso para los médicos del reclusorio no era un lugar muy privado tampoco que digamos. Fue solo cuestión de segundos para que las palabras pasaran a oídos de algunos de sus colegas, y un poco más de tiempo antes de que se esparciera como la mismísima peste por todos los pasillos y bloques tras las rejas.
===
Para cuando Jack fue dado de alta, una semana y media posterior a la pelea, las cosas se sentían diferentes, en todo el sentido de la palabra. Para comenzar, tenía 16 semanas de gestación, y su retoño tenía el tamaño de una manzana. Tras descanso, reposo y medicamentos, su cuerpo había ganado un poco de peso. Tal vez no lo suficiente como para ser un kilo entero, pero si unos buenos 650g, poco más de medio kilo. Y eso, era más de lo que normalmente su embarazo lo hacía subir por semana. La doctora le dijo que debía subir al menos 250 gramos a la semana. Pero que por su estatura y por su complexión, era recomendable que subiera 300gr. Ya que el estrés de todo el cambio, y el juicio, lo habían hecho estar casi "Anémico", eso y sumado al hecho de que tenía el hierro bajo, no eran buenas noticias para su estado.
Fue gracias a los medicamentos, y las altas dosis que tuvo de reposo, junto al hecho de permanecer en un área relativamente "más relajada" en la prisión, los factores importantes para hacerlo subir de peso.
Así que cuando volvió a ponerse el uniforme, no le sorprendió en absoluto ver como su vientre comenzaba a predominar bajo la tela. Si, los uniformes eran suaves, y buenos para cualquier complexión. Y si, también eran cómodos, y los elásticos hacían que no le ajustase, pero eso no borraba el hecho de que la curva en su estomago se notaba ahora más prominente. Jack agradeció mentalmente que el color oscuro lo ayudaba a disuadirla. Aunque la verdad, era difícil perderla de vista. Debías ser sumamente distraído o ciego para pasarlo de lado. Aún así, Jack se hacía de la vista gorda, y se convencía a si mismo de que no se notaba demasiado.
"Nadie se dará cuenta, aún puedes guardar tu secreto". Se dijo a sí mismo un par de veces, hasta convencerse.
Y ese, era solo el inicio de todas las cosas que habían cambiado.
Para continuar, cuando el oficial Black pasó a la enfermería para recogerlo, no le dijo nada. Era realmente extraño. Usualmente era grosero y decía algunas cosas hirientes, no es que lo frecuentara mucho, pero cuando tenía la mala fortuna de encontrarse lo, siempre pasaba, no por nada había tenido una terrible primera semana. Pero en esa ocasión, sin embargo se mantuvo absuelto de decir palabra. Ni siquiera soltó un solo comentario sobre los moretones que tenía en su cara. ¿Qué? ¿No iba a burlarse? ¿No tomaría la oportunidad para decirle que lo habían golpeado justo como una piñata?
Jack lo agradeció internamente, hasta él mismo se había llevado una sorpresa cuando vio por primera vez su reflejo posterior a esa "pelea". Un par de recuerdos de puñetazos adornaban su labio, y otros más sobre los pómulos le regalaban un precioso color violeta a su tan característica piel blanca. Gracias a todos los cielos que para cuando lo dieron de alta, lo peor de la inflamación por aquellos golpes había bajado en un gran grado. Ahora no eran más que marcas de colores, y no terribles bolas hinchadas.
Pero eso no borraba el hecho de que no se notaran. Durarían al menos por otra buena semana, o eso es lo que la doctora le había dicho esa mañana, mientras le recordaba que se cuidara. Al inicio, Jack se sentía incomodo, hablando con esa mujer. Ni siquiera la conocía, no era su medico de cabecera, pero ella lo había descubierto. Le gustara o no, era la única que podía ayudarlo con su "secreto"
Cuando ingresó al bloque, los susurros no tardaron en comenzar. Era obvio que iban a hablar, el problema es que Jack no sabía de qué en realidad. De la pelea, sí eso era de esperarse, pero ¿Ahora lo tenían marcado como un chico problema? ¿O pensaban que era débil por la forma en la que había terminado el conflicto? No lo sabía, no le importaba.
Solo quería ir a recostarse un rato más en la cama, tal vez dormir, y esperar con ansias la hora de la comida. Mierda, tenía tanta hambre. Babeaba con la idea de poder saborear una naranja. Los medicamentos que le dieron estaban surtiendo efecto, finalmente las nauseas estaban desapareciendo. Era eso, o el hecho de que ahora se encontraba en su segundo trimestre. Probablemente la segunda.
Aster se quedó atónito en cuanto Frost pasó por el umbral de su celda, y bajó el libro que tenía entre sus manos para verlo. El albino caminó en silencio hasta la litera que compartían, y se dejó caer en la sección baja de la cama, al soltar un suspiro.
-Hey-. le susurró bajito, sabía que a su compañero no le gustaba para nada el ruido, así que se limitó a ese corto saludo. Si es que a eso se le podía considerar un saludo, claro estaba.
La mente del Australiano estaba dando vueltas por otro lado, se repetía mentalmente a si mismo "Esta bien, Frost esta bien". Y sintió como si le quitaran un gran peso de encima.
Aster no lo dudó un segundo y bajó de la litera. Era como si le hubieran drenado todo el aire de los pulmones. Tenía que decir algo, lo sabía, pero las palabras simplemente no salían de su boca. Se negaban a formar oraciones, y por un segundo el alfa olvidó como hablar. Su cerebro hizo corto circuito, ni siquiera podía apartar la mirada del albino.
Sus ojos, estaban cansados. Y su rostro... esos moretones, esos rastros de golpes, se sintió decepcionado de si mismo. Debían doler como el infierno, y si tan solo él hubiera llegado un poco antes, tal vez. Tal vez.
-Si, también te extrañé-. Soltó el albino, con esa hermosa sonrisa que tenía, sacándolo por completo de sus pensamientos.
-¿Cómo te sientes?-. la pregunta salió casi automáticamente de la boca del australiano. Se arrepintió al instante, era un idiota. En serio, ¿preguntar eso? ¿De donde mierda había sacado eso?
-Bien-. suspiró el omega. -podría estar peor, pero...-. desvió la mirada-. Creo que... bien.-. las palabras fueron sinceras en su boca, y el alfa no se sintió tan mal por haber preguntado.
-No te agradecí, por cierto-. continuó el albino, sin darle tiempo para responder. -Por, lo de aquel día.-. se rascó la nuca de la cabeza mientras hablaba. -Lo de Las-Islas-Del-Sur y todo eso... Gracias, en serio.
Jack le estiró la mano a su compañero, esperando una respuesta por parte del contrario. Aster le dio un fuerte apretón de manos.
-Eres un dolor en el culo-. suspiró sonriente el de cabello grisáceo.
-Me lo han dicho muchas veces. Lo tomaré como un cumplido.
Y después de eso un par de carcajadas.
El momento fue interrumpido por un par de reclusos que se arremolinaron estrepitosamente contra la puerta, causando ruido y alboroto en el acto.
-¡Volviste!-. P lo miró con una sonrisa, seguido de Meme, que se apresuró a robarle un fuerte abrazo de oso. Jack contuvo un suspiro antes de corresponder al abrazo.
"Mierda, creí que te habían cortado en pedacitos"-. Comenzó a signar, y Phil se tomó la molestia en traducir.
-No, ¡como crees! Frost es fuerte-. El castaño le palmeó la espalda, ahora hablando por su cuenta. -Es un hueso duro de roer.
Jack los había extrañado.
====
El cambio más inesperado de todos, lo descubrió en definitiva un par de horas más tarde, en camino a la cafetería, cuando finalmente logró darle un bocado a lo que sea que Norte hubiese preparado ese día.
Estaba en medio de una conversación seria, sobre lo pésima que era la limonada de los jueves a comparación de la del lunes, Meme se había tomado la molestia de crear una teoría conspirativa a cerca de por qué los limones del lunes eran diferentes a los del jueves, y como estaban intentando envenenarlos a todos lentamente, cuando sucedió.
Un alfa de la mesa 7, perteneciente al grupo de latinos, pasó al lado del albino, y le palmeó la espalda con una sonrisa.
-Buen trabajo, Papi-. Soltó el muchacho en su lengua madre, antes de retirarse.
Jack no sabía que responder al respecto, observó al muchacho una tanto confundido, y luego su bandeja de comida.
-¿Por qué me miran así?-. Señaló a sus compañeros con el tenedor de plástico que sostenía, antes de metérselo nuevamente a la boca. -¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?
-¿Además de esa mascara de Halloween? No, para nada.
Frost rodó los ojos furioso, y se aguantó una carcajada.
Pasaron cerca de 3 días, cuando comenzó a notar que más personas lo llamaban de la misma manera.
"Papi"
Cuando caminaba por los pasillos, o simplemente perdía el tiempo en la sala común, incluso en el sanitario o en la cafetería, lo llamaban "Papi".
-¿Qué es eso de "Papi"?-. Soltó un día de repente, dejando caer su bandeja de comida en la ya tan característica mesa de siempre.
Aster levantó la mirada, serio.
-¿Qué?-. Phil fue el primero en romper en silencio.
Frost repitió la pregunta al sentarse, y esperó una respuesta.
-¿Creo que es Español? ¿Por qué?
-Si, sé que es español. Pero, ¿por qué no dejan de decirme eso? "Papi, Papi, Papi", ¿Qué demonios significa?
-Es tu apodo-. Norte se unió a la conversación de repente. Seguro eran las 4: su hora de descanso, por lo que había dejado su uniforme en la cocina, y se sentó junto a ellos en la mesa.
El albino ladeó la mirada. Y el peli-negro ruso continuó.
-Lo iniciaron los latinos cuando estabas en el ala médica-. Explicó. -Luego un par de guardias lo escucharon, y se hizo oficial. Tu apodo es Papi. Te lo ganaste.
Jack no comprendía.
-Es la forma informal en la que se refieren a alguien como "Papá, o padre"-. Bunny terminó.
-Por ejemplo Norte. Ese no es su apellido real, y aún así los guardias le dicen así. -.El castaño de la mesa levantó la mano al hablar
-O Rojo-. Recordó el mencionado. -Tienes el respeto de muchos, después de lo del Sur. Muchos estaban buscando un motivo para darle una paliza, o mandarlo a otro bloque. Y tu, mi amigo, lo hiciste por ellos.-. Las palabras parecían más amigables cuando salían de la boca de Norte. -No solo te peleaste. Hiciste que lo mandaran a otro reformatorio-. Jack suspiró ante la gravedad del asunto. ¿Eso era en serio?
-Golpear a un recluso, es una cosa. Pero hacérselo a un omega en cinta...-. Jack dejó caer su tenedor, y miró a Phil con miedo. ¿Qué mierda acababa de decir?
No supo en que momento sucedió, pero el cuerpo de Jack se puso en piloto automático. Justo después de haber escuchado esas palabras, todo comenzó a darle vueltas, y sintió que iba a desmayarse.
¿Lo sabían? ¿Ellos lo sabían? ¿Y cuantos mas?
Empezó a hiperventilar, ignorando olímpicamente las palabras que seguían saliendo de la boca del castaño.
¿Cómo lo sabían? ¿Quién les había dicho? ¿Cómo se enteraron?
El aire simplemente dejó de entrarle a los pulmones. Se paró, no muy seguro de a donde ir o que hacer a continuación, pero el peso que sostenían sus pies pareció ser demasiado.
Aster lo sostuvo en brazos, y lo ayudó a tomar asiento de nuevo. Para cuando Frost reaccionó, había dos guardias a su lado, y Norte se encontraba arrodillado frente a su persona. El ruso le dio de beber algo, que ni siquiera se dio el tiempo de inspeccionar lo que era, al menos, no hasta que pasó por su garganta. Agua con azúcar.
-¿Estas bien? Te pusiste pálido...-. Rojo le susurró bajito, y con un sutil gesto, le indicó a los oficiales que era tiempo de retirarse.
-Co-co-cómo- Intentó formular las palabras, y Norte le volvió a tender el baso azucarado.
-No, no. No hables, respira-. Le ordenó tan sutilmente, que parecía más una recomendación que un mandato. Aún así lo hizo, respiro lento y profundo.
No fue hasta que repitió ese ejercicio un par de veces, que pareció haberse calmado. Jamás había tenido un ataque de pánico. Al menos, no hasta ese día.
Volvió a formular su pregunta.
-¿Cómo lo saben?-. dijo sin levantar la cabeza, llevándose inconscientemente una mano al estomago.
No obtuvo respuesta, al menos no una física en ese momento. Alfas y Beta se miraron mutuamente a los ojos en aquella mesa, discutiendo silenciosamente con la mirada, intentando descifrar si era correcto decirle o no.
Después de un par de segundos, Aster suspiró, y tomándolo de los hombros le dijo.
-Frost. Todos lo saben.
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