[III]
SOLO HICE UNOS CAMBIOS EN LA ORTOGRAFÍA
Si bien, con el tiempo las cosas comenzaron a volverse un poco más fáciles, sus mareos y nauseas comenzaron a incrementar, a niveles que volvían casi imposibles la tarea de ocultar su embarazo. Habían días, en donde a penas se levantaba de la cama, se le devolvía el estomago; y otros, donde se sentía tan fresco como una lechuga, que hasta podía pasar desapercibido como un beta.
Ese día, sin duda alguna, era de los malos.
En cuando puso un pie sobre la cafetería, se le revolvió el estomago. Estaba prohibido sacar comida de la cafetería, salvo los pequeños dulces o golosinas que podías comprar en la despensa, cualquier clase de alimentos era penalizado. De vez en cuando inspeccionaban a los reclusos, para evitar que se guardaran cosas en los bolsillos, como los Yogurts que usualmente Norte traficaba amablemente a su mesa, o algunas galletas saladas que servían junto a las ensaladas de los jueves. Así que, guardarse algún bocadillo para al rato, no era una opción.
La cantidad de dinero que Frost tenía sobre su cuenta bancaria era poca, y prefería ahorrarlo para comprar un Shampoo y Jabón, que gastarlo en algún tipo de chatarra, que seguro tarde o temprano, terminaría vomitando en los sanitarios.
Cuando su divorcio comenzó sin que él se diera cuenta, el papeleo se encargó de separar sus bienes. Las pertenencias de Jack, pasaron a ser de su esposo, en lugar de perderse en el estado, pero el dinero externo, el que aún estaba a su nombre y propiedad, no podían llegar a sus manos tan fácil. Este, de alguna manera u otra, debía de ser ingresado desde afuera, por un usuario que lo adhiriera a su cuenta, el problema es que no había nadie afuera que mantuviera comunicación con él y que pudiera hacerse cargo de ese intercambio. Así que hasta que consiguiera un empleo que pagara dinero de verdad, debía buscar la manera de ahorrar sus bienes a largo plazo. Porque Jack no tenía a nadie en su lista de contactos.
En cuanto se sentó, pegó su frente contra el fresco de la mesa, a ver si al menos eso, colmaba un poco sus nauseas.
-¿Otra vez?-. Aster levantó una ceja, y Frost desvió la mirada, no estaba de humor para responder preguntas en ese instante.
-¿No estarás enfermo?-. P tomó una bocanada de su bandeja de comida.
-No he visto a nadie vomitar por tanto tiempo. En serio, tienes que ir a la enfermería.-. El Pooka se asqueó con la absoluta idea de recordarlo. Estaba comenzando a cansarse de eso.
-Lo siento...-. Jack intentó no sonar dolido por el comentario.
-Puedes haber pescado un bicho o algo.-. P continuo, antes de que Meme hiciera un gesto con las manos, el cual, el castaño se molestó en traducir. -"Creo que puede ser un parásito" ¿En serio crees eso Sandy?-. Jack Refunfuñó por lo bajo, y se tapó la nariz.
Pese a no tener una propia bandeja de comida consigo en ese momento, el alimento de sus compañeros no podía evitar revolver le el estomago.
-Oh, claro. Tal vez solo esté en cinta.-. Aster soltó sin importancia, con la cabeza pegada en su libro.
A Jackson se le heló la sangre, y apretó los puños en ese momento. Tragó duro y creyó que su alma se le saldría del cuerpo durante unos segundos, al menos hasta que los otros dos miembros de la mesa se atacaron de la risa por aquella estupida propuesta.
-Claro, como si pudiera estar embarazado-. Phil rodó los ojos con gracia.
"Eso no es posible" Meme frotó su puño contra el pecho, negando al australiano.
El albino simplemente se revolvió incomodo en su asiento, y frotó sus manos con inseguridad al levantarse
-Deberías intentar comer algo, tal vez tengas suerte y te den una gelatina.
-O tal vez no, y obtengas un pudin chorreado como estos-. Aster levantó el suyo en forma de burla, y Jack se levantó de la mesa.
-Esta bien...-. Solo iba a recoger un baso para tomar agua, seguro eso sería suficiente.
Pero conforme avanzó a la fila, una parte de sí le insistió en que intentara comer algo, y mientras los segundos avanzaban, la idea de aceptar una bandeja no le pareció tan mala. Bueno, al menos hasta que olió la comida. Norte estaba del otro lado del mostrador de la barra, pudo ver el momento exacto en el que el rostro del omega palideció, y cuando se salió asqueado de la fila, justo antes de recibir la charola con su desayuno en sus manos. El albino retrocedió unos pasos, y negó con la cabeza, cuando el beta intentó nuevamente darle sus alimentos, al pinche no pareció importarle, levantó los hombros y en un segundo ya le estaba dando la comida a otro alfa formado en la fila. Jack por su parte, se llevó una mano al estomago, y caminó entre las mesas hasta la puerta de la cafetería.
Dos guardias estaban hablando en el marco, y parecieron dejar de lado su conversación cuando el albino se les acercó. El reo les preguntó a los uniformados si podía salir.
-No será por mucho tiempo-. les dijo conteniendo un suspiro. -Por favor, no me siento bien, ni siquiera me alejaré del pasillo. Solo necesito ir al baño, o a los botes del corredor.-. Les rogó, la verdad, es que el muchacho no tenía buena pinta, pero eso no les importó a los oficiales.
-Lo siento, no podemos dejarte salir, esas son las normas del horario. No podemos romper las reglas por una persona, y si querías ir al baño, debiste hacerlo antes de haber venido. Puedes entrar tarde a la cafetería, pero no puedes salir antes.
-Ve a sentarte-. El segundo oficial señaló con su barbilla a las mesas, y volvió a platicar con su compañero. El albino simplemente suspiró y le rogó a los cielos que su terrible mareo pasara.
Del otro lado de la habitación, se estaban formando problemas. En una de las mesas alejadas, la atención de cierto pelirrojo fue pescada por unos albinos cabellos que caminaron solitarios por la habitación. En cuanto Jack se levantó de la mesa solo, Hans había clavado la mirada en su persona, y cuando el muchacho salió de la fila, supo que era su oportunidad. De Las Islas Del Sur era un chico problema, incluso tras las rejas seguía buscando problemas, no le tenía miedo al "Aislamiento" y tampoco se preocupaba por quedar encerrado en un reformatorio de "Máxima seguridad", tenía suficiente dinero como para llegar a un trato con los alcaides de todas las prisiones para darse ese lujo. Y desde que aquel copo de nieve blanco había llegado a su bloque, no había hecho más que aprovechar las oportunidades para salirse con la suya.
El problema es que en las ultimas semanas, P y Meme siempre se encontraban pegados a su lado, y cuando ellos no estaban encima del albino, el Pooka seguro se encontraba cerca. O peor aún, Norte. Y siempre que creía no tener a ninguno de ellos cerca, Aster aparecía de la nada, y le cagaba sus intenciones. En más de una ocación en el pasado, entabló una pelea con el australiano, y desde que el oji-azul había sido ingresado como su compañero, el Pooka lo había amenazado en tres ocasiones diferentes, sin que el albino se diera cuenta. Una más, y seguramente empezarían una pelea de bloque. Pero ahora, era diferente.
-¿Me disculpan un segundo?-. Les dijo serio a su grupo de mesa, antes de retirarse. Jack acababa de terminar de hablar con los guardias, ingenuamente había preguntado si lo dejarían salir, cuando era más que obvio que eso no estaba permitido. El albino caminaba cabizbajo cerca de la pared donde se encontraban apilados los botes recolectores para bandejas y sobras de comida.
Aster estaba demasiado ocupado leyendo, y a sus espaldas como para notarlos, y aún estaban muy lejos de la mesa del albino como para salirse con la suya. En un momento, el pelirrojo ya tenía su brazo envuelto sobre los hombros del omega, y una sonrisa tan melosa que empalagaba a cualquiera.
-Hola, bombón-. le dijo coqueto. Jack solo gimió asqueado, y sin fuerza alguna intentó apartarlo.
-Ahora no, por favor-. le insistió una segunda vez, ahora caminando al ritmo del más alto, a un paso lento y cada vez menos apresurado. Hans prácticamente lo estaba guiando sin que el albino se diera cuenta, y la respiración del omega se hacía cada vez más pesada.
-Oh, vamos bombón. ¿No me digas que no quieres hablar conmigo? ¿En serio quieres pasar todo el día con las personas de allá? Una carita tan bonita como la tuya...
-Dije que no... Creo que voy a vomitar...-. Frost susurró furioso, levantando los hombros en un movimiento rápido para zafarse del molesto agarre del alfa. Intentó caminar más de prisa, y se llevó una mano al estomago.
-¿No te sientes bien? ¿Quieres que después de la comida paseemos un rato para que te haga sentir mejor?
La idea de la invitación con doble significado que le estaban ofreciendo le provocó prácticamente una arcada. Jack se llevó una mano a la boca, y con la otra se apoyó en la pared, no quería hacer una escena, de hecho, era lo menos que quería en ese momento. Pero no podía evitar vomitar, no es como si tuviera control sobre su cuerpo, en cualquier caso nunca lo haría. Por lo que respiró hondo, y cerró los ojos con fuerza, intentando vanamente desvanecer ese mal sentimiento.
Para su buena suerte, Hans era una persona sumamente insistente, y la palabra paciencia no estaba en su vocabulario. En cuanto Jack se detuvo, y le dio la espalda, la sangre le hirvió como aceite en la sartén, y en un segundo, ya se encontraba a su lado. El pelirrojo lo tomó del brazo, y lo volvió hacia su persona, en un mal intento de continuar con su coqueteo. Pero el karma era bueno, y las malas intenciones de ese alfa quedaron enterradas sobre vomito. Vomito que Jack no pudo contener sobre su boca, y terminó derramando sobre los zapatos y parte de la camiseta del uniforme del alfa frente a él. El albino devolvió hasta la ultima gota de su cena, y su cara se volvió roja como en una caricatura por la vergüenza.
No cabe resaltar que todos los presentes en la sala los estaban viendo para esas alturas. En un instante ya estaba Aster levantándose de su asiento, y otro par de guardias acercándose. Bueno, Hans había querido hacer una escena, ¿oh no?
El olor no era agradable, al poco tiempo, ya la mayoría de los reos se encontraban asqueados, y no fue sorpresa para nadie que a los presentes se les quitara el apetito después de tal espectáculo. Sacaron a todo el bloque de la cafetería, y los de limpieza se encargaron. Tanto Jack como Hans fueron guiados a los sanitarios para limpiarse, y posterior a eso el día fue relativamente "Normal".
Obviamente los comentarios y los chismes no se hicieron esperar. En cuestión de horas era el nuevo tema de conversación del día, algunos lo tomaban a juego, otros lo tomaban con repudio, y algunos cuántos no podían dejar de reír. Finalmente alguien había puesto a Hans en su lugar, aunque nunca creyeron que sería un omega, y que lo hiciera de esa manera.
No cabe resaltar que Jack se sintió avergonzado el resto del día, queriendo desaparecer su existencia de ese cubículo. Pero ocultar sus rostro tras sus manos, no iba a resolver nada.
-Oh, vamos. No fue tan malo-. Aster le acarició la espalda, en un vano intento de consuelo. Sin duda alguna, al Pooka no se le daban bien las palabras.
-Fue sumamente vergonzoso-. Jack se hundió más en el asiento, se encontraban charlando en una de las mesas metálicas del Bloque B, Phil se encontraba sentado frente a él, y aprovechaban a juntarse, ya que era la hora de Norte de descanso. -Agh, no quiero recordarlo-. soltó el albino fastidiado.
-Oye, tranquilo. Te sentías mal desde que entraste, ¿no? Y le dijiste a los oficiales. Además él se lo buscó.-. P inició.
-Si. Cuando tienes que ir, tienes que ir.-. Norte lo colmó con ese acento tan pronunciado que se cargaba, y por primera vez en el día Jack sonrió ante un comentario.
Bueno, al menos había alguien en la cárcel que no lo juzgaba.
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Pasaron unos días, y Hans ya no lo soportaba. Los constantes y burlescos comentarios, de cómo un omega lo había dejado en ridículo. Comentarios que lo estaban haciendo perder la cabeza. "Cómo que debes de bañarte, ¿no?" "Algo esta apestando en este lugar" "No lo molestes, hasta los omegas se burlan de él". Hans ahora lo odiaba, realmente lo detestaba, y no se quedaría de brazos cruzados hasta igualarlo.
Por otra parte, Jack sin saberlo, lo estaba disfrutando. De vez en cuando escuchaba alguna persona hacer un comentario positivo sobre su persona, la mayoría de ellos eran bromas por aquella penosa situación, pero ahora hasta él mismo se burlaba de eso. Ya no se sentía tan acosado por sus compañeros, y los comentarios sexistas se redujeron drásticamente, era como si se estuviera ganando una reputación en ese lugar. Y en dos ocasiones, un par de betas y un alfa, lo saludaron y le dijeron que "era el puto amo". Sea lo que sea que eso signifique, claro. Supuso que era algo bueno, porque al menos lo decían sonriendo, y no lo miraban como un pedazo de carne.
Jack finalmente aprendió a ubicarse, ya no se perdía tanto entre los pasillos, e incluso se inscribió a una clase: Yoga, con P y Meme. Se la esperaba del rubio, desde que lo vio por primera vez, pensó que tenía pinta de ser un chico "zen", pero Phil... Bueno, él era otra historia. Se sorprendió cuando descubrió que tenía un gran corazón, y su actitud lo seguía sorprendiendo. Pese a que sabía lo dulce que era por dentro, se le seguía haciendo difícil digerir la idea de que un chico tan fortachón fuera tan sensible. A veces Jack se seguía sorprendiendo de lo dulce y gentil que podía ser aquel hombre, siempre ayudando a sus compañeros e incluso a algunos guardias, a hacer su trabajo. Tal vez por eso nunca estaba en problemas. Porque siempre estaba ayudando al resto.
Un jueves, Jack finalmente decidió comprar su propia botella de Shampoo, no es que no se hubiera lavado el cabello hasta ese momento, sino que se le había acabado el bote gratuito que le habían dado cuando fue ingresado, y la despensa había sido surtida hace poco. Así que el albino aprovechó la situación para hacer su intercambio, iba a hablar con el asesor después de eso, para ver si finalmente podía calificar para un trabajo, y quería lucir presentable. Tampoco es que se topara con muchas personas importantes en ese lugar, pero eso al menos lo hacía sentir un poquito más confiado en si mismo, como si estuviera aplicando a una entrevista de trabajo, y era un sentimiento que no quería perder.
Así que en su tiempo libre, entre el Yoga y la hora de la comida, se dirigió a la despensa, y cambió el poco crédito que tenía para pagar su ornamento de higiene personal. Aprovecharía para decirle al asesor si podía ayudarlo con el papeleo para tramitar el dinero que tenía en sus cuentas, o que al menos lo orientaran para encontrar a alguien que lo vinculara externamente, ya que era difícil hacerlo porque no tenía personas enlistadas en sus contactos personales. Y bueno, hablar con su abogado era la única opción.
¿El problema? Es que Jack no quería hablar con su abogado. ¿Por qué? Esa era una larga historia. Resumida en pocas palabras: Si lo llamaba, tarde o temprano se enteraría de su bebé, y no quería que eso sucediera. De hecho, no quería que nadie más supiera.
La farsa que sus compañeros habían montado, esa mentira de que se encontraba enfermo, era la mejor cuartada que alguien hubiese podido haber planeado. Y el albino se había apegado al plan, tanto como podía. Tenía sus pos y sus contras, por una parte, tenía una explicación para cuando se sentía mal, y las personas ya no hacían preguntas ni suposiciones extrañas que pudieran desenterrar su verdad. Por otra parte, Aster no dejaba de insistirle que fuera a la enfermería, en más de una ocasión, casi lo llevó a rastras para que lo revisaran, pero siempre terminaba rindiéndose ante los constantes pedidos del albino, quien le afirmaba que se encontraba bien, y que ya lo había hecho. Pero la realidad era Jack no había ido a la enfermería, ni siquiera para su chequeo semanal pos-ingreso como se lo habían ordenado (una rápida prueba de salud que le hacen a los reos después de ser ingresados, donde les informan -en caso de que sea necesario- si es requerido que tomen algún medicamento, o vayan con un psicólogo o psiquiátrico dentro del reclusorio), porque ahí le harían más estudios y terminarían de darle los resultados de los que le hicieron el primer día, y era obvio que lo delatarían.
Y si eso no sucedía, seguro el medico que lo revisó por primera vez, lo haría, aquél que lo descubrió pero que no tuvo tiempo de decir algo.
Jack sabía que estaba haciendo mal al no decirle a nadie, sabía que tenía que tomar vitaminas y medicamentos como su medico de cabecera le había insistido cuando se enteró de su embarazo, sabía que realmente estaba enfermo, que tenía las defensas bajas por su condición, y que si no se cuidaba su estado empeoraría. Pero ¿Qué más opción tenía? Un poco de anemia, dolor de cabeza, baja de hierro y azúcar no serían nada. Él podría controlarlo, realmente podría. ¿Verdad?
Se dirigió al baño, intentando no pensar en todas las cosas que atravesaban su cabeza en ese momento. Tal vez no sería tan malo seguir guardando el secreto. Aferró sus manos a la botella de Shampoo que había comprado, la sostenía fuertemente contra su vientre, y agradeció rotundamente que el color del uniforme ocultara el hecho de que acababa de ingresar a su segundo trimestre.
Unas traviesas manos se acercaron hasta su hombro, y esa coqueta voz socarrona que tanto lo sacaba de quicio se hizo presente en el pasillo. Jack contuvo el aire en sus pulmones, cuando Hans pasó un poco de su cabello detrás de su oído, en otro fallido intento de coqueteo.
-Hola, bombón-. lo llamó en voz baja, haciendo que al albino se le revolviera el estomago con tan solo 2 palabras.
Siguió caminando, el cubículo no se encontraba muy lejos. El problema es que el pasillo estaba vacío, y no se quería quedar solo, junto a un alfa de malas intenciones.
Estar en la cafetería o en el bloque rodeado de gente vulgar que constantemente se le insinuaba de una manera repulsiva era una cosa. Si la situación se descontrolaba habían "testigos" o al menos, tenía la seguridad de que tarde o temprano un guardia intervendría. Además, estando rodeados de personas, Hans no tenía muchas oportunidades de lo que podía hacer, cuando mucho le susurraba barbaridades o le hacía propuestas repugnantes, pero a solas era diferente. Jack no era ingenuo, sabía que tenía que salir de ahí cuanto antes.
Suspiró pesado, y ni siquiera se volteo para responder.
-No me llames así-. Bufó levantando los hombros para separarse del molesto agarre del alfa.
Se alejó a paso rápido, y se maldijo a si mismo al llegar al final del pasillo, ahora tenía dos corredores para elegir, el problema es que no tenía idea de a donde llevaban. Se había perdido de nuevo. Jack estaba seguro que uno iba al bloque, y a los sanitarios de los latinos, el otro a las salas de actividades, y al patio -el cual se encontraba cerrado con llave-. Pero el dilema era saber cual era cual.
-Oh, vamos bombón, no seas así. Me debes una disculpa, ¿recuerdas?-. El reo longevo recargó su peso contra la pared, frente al albino.
A Jack se le heló la sangre, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Realmente no tenía tiempo para tratar con eso.
Hans continuó hablando.
-Hace unos días, en la cafetería. ¿Recuerdas?-. le acarició la mejilla, y Frost apartó la mirada. -Debiste decirme que estabas enfermo. Ahora la mayoría me toma como un chiste-. Le levantó bruscamente la barbilla, obligando al omega a mirarlo a los ojos.
Jack retrocedió en un instante, y pasando rápidamente bajo el hombro del muchacho, comenzó a caminar a la izquierda, al diablo a donde fuera, mientras encontrara a más personas, y lograse apartarse de ese pelirrojo, las cosas estarían bien.
-No es mi culpa-. Respondió más bajo de lo que había planeado.
El lado bueno es que llegaron a la sala recreativa, donde había una televisión y algunos cuantos grupos mataban el tiempo jugando a las cartas, escuchando la radio, o apostando al bingo contra los guardias. El lado malo, es que Hans estaba molesto, y fue mucho más rápido. Jack iba a dirigirse a la habitación, a finalmente alejarse del pasillo y perderse entre algunas personas del bloque B, pero el alfa lo tomó del brazo, y lo alejó antes de que lo lograra.
Jack no contaba con que Hans fuera tan brusco, y su tacto fuera tan fuerte. En un instante, ya lo estaba guiando a otra sección del reclusorio, alejándolo nuevamente de las grandes cantidades de personas, e hiriéndolo en el acto.
-Me lastimas-. se quejó el albino fastidiado, mientras era forzado a seguirlo.
-Cállate-. le susurró con una sonrisa, mientras cambiaban de pasillo, intentando actuar como una pareja de "buenos compañeros que se llevaban bien" para no levantar sospechas, al menos hasta que nadie más los viera.
Ninguno de los dos se dio cuenta de un repartidor de libros y revistas que atravesaba el corredor, entregando libros a sus compañeros y recogiendo otros cuantos para almacenarlos en la biblioteca.
Pasaron uno, dos, o tres cuartos de actividades, pero después de atravesar el salón de radio, Jack dejó de ubicarse. ¿Estaban cerca de la puerta del área A o C? Ya no lo sabía, pero si sabía que debía de separarse de ese alfa cuanto antes.
Cuando Frost finalmente logró liberarse de su agarre, accidentalmente golpeó al Hans en la mandíbula con la botella de Shampoo en el acto. Fue un movimiento rápido y brusco, un pequeño efecto colateral por todas las veces en las que el albino intentó librarse antes, la diferencia es que el alfa no logró sujetarlo por más tiempo, y el omega no midió su fuerza al hacerlo.
Hans retrocedió un par de pasos, y se llevó furioso una mano al rostro, en el área que el albino lo había abofeteado, para colmar el dolor. La respiración de Jack era agitada, y no pareció darse cuenta de lo que había hecho hasta unos segundos más tarde. Cuando Hans se acercó nuevamente furioso, ya era demasiado tarde para procesarlo. Mierda.
-No, yo-yo-. Jack miró sus manos asustado, intentó explicarse, disculparse, o simplemente decir algo para disuadirlo, pero si es que ni él mismo sabía por qué había hecho eso, ¿Cómo se supone que se disculpara por algo que apenas tenía conciencia de haber hecho? Bueno, no tuvo mucho tiempo.
Como respuesta, Hans le devolvió el golpe. Uno directo a su pómulo derecho, un golpe que seguro le dejaría marca. El impacto estampó su cuerpo contra la pared, y Jack soltó su botella al caer al suelo.
-El gatito tiene garras-. Se burló Hans al acercarse. Se agachó, lo tomó fuertemente del cuello del overol y lo atrajo hacía sí en un movimiento brusco.
Jack tuvo que pararse de puntas para seguir tocando el suelo.
Sobra decir que estaba aterrado, pero eso no le impediría defenderse. En la escuela, e incluso en la universidad siempre se metía en peleas, había salido con grandes golpes en más de una ocación, su genero secundario nunca había sido un problema, la mayor parte del tiempo lograba hacerse pasar por un beta o incluso un alfa, la diferencia es que ahí, desde el momento en el que llegó, ya todos sabían que era un omega, lo hacían de menos por eso y se burlaban como si fuese una condición enfermiza. Y era algo que a él realmente le fastidiaba. Odiaba a los brabucones que se sentían superiores a él por su genero secundario, a los engreídos que se creían mejores pero que en el fondo no eran más que escoria: Él odiaba a Hans.
-¿Qué pasa?-. Hans hizo un puchero con sus labios, y su tono imitó a uno como si estuviera hablandole a un niño pequeño. -¿Es que a caso el gatito tiene miedo?
-No quiero problemas.
-¡Ha!-. El tono de Hans se ensombreció. -¿Sabes lo mucho que se tarda en crear una reputación, para que un omega me la venga a cagar en un instante?-. Jack nuevamente sintió su espalda golpear el frio cemento de la pared, y llevó inconscientemente sus manos hasta las de Hans, para intentar deshacer su agarre. Pero fue en vano.
-Si una situación tan simple pudo derribarla... entonces no creo que haya sido tan buena.-. Jack suspiró con cada oración que salía de su boca, pero eso no impidió que las palabras fueran duras y filosas, tan rápidas y frías que cortaron al contacto. Mierda, por segunda ocación en el día, no se dio cuenta de que habló en voz alta, hasta que recibió otro golpe de respuesta. ¿Cuántas veces tenía que abrir la boca? ¿Es que a caso estaba diciendo todo lo que no pudo en su juicio? ¿Tendría que darle una declaración escrita después de eso? ¡Demonios!
Esta vez fue directo en la nariz, entre su boca y sus fosas nasales. No tardó mucho para que sintiera la sangre correr.
-No tienes a tu novio para defenderte-. Soltó De Las Islas Del Sur sarcástico tras haberlo derribado. -Siempre esta merodeando a tu lado, ¿no?-. Jack dejó escapar un jadeo de la impresión y apretó los ojos por el dolor. -Ya era hora de que te dieras cuenta, de que no siempre vas a tener a un puto marica lame botas a tu lado para defenderte.
-¿Quien? ¿Aster?-. El omega escupió un gargajo de sangre en el suelo. -Él No Es mi Novio.
Hans se acercó al omega, y lo tomó del cabello, el albino arqueó la cabeza y se quejó por lo bajo. El pelirrojo recorrió su rostro con su otra mano, y le quitó un poco de la sangre que se le escapaba de los labios, antes de suspirar.
-Llevo semanas queriendo golpearte, desde que te hiciste una porquería en mi... ¿Sabes? Es una lastima que hayas tenido que arruinar tu rostro, era tan bonito. Pero alguien debía de darte una lección, una buena bienvenida a la cárcel-. Otro jaloneo, y esta vez Jack gritó cuando le tiró del cabello. -¿No te lo habían dicho, cierto? Hay un pequeño código entre nosotros. "Ojo por ojo, diente por diente".-. El alfa lo acorraló contra la pared contraria, siguió jalando su cabello, cada vez más bajo, hasta obligarlo a arrodillarse.
-A los violadores, los abusan tras las rejas. A aquellos que robaron, les robamos siempre, no los dejamos tener ninguna posesión en sus pertenencias. Y a los malditos asesinos como tu, les hacemos la vida imposible. Una puta paliza de bienvenida, y otra cada vez que se nos pegue la gana. ¡Mataste a una Alfa inocente! ¡A una pobre chica que no hizo nada! ¿Crees que estarás a salvo porque te encuentras con tu grupo de mafiosos rusos?-. Con su otra mano, Hans comenzó a separar sus piernas, estirándolas por el suelo, para dejar al albino bajo su persona.
-Dejame decirte que estabas equivocado. Eres un puto omega, y eres un puto asesino. ¿Dime por qué lo hiciste, perra? Las noticias dicen que era la amante de tu esposo. ¿Es eso? ¿Estabas celoso?-. se burló.
Jack intentó defenderse, intentó patearlo, golpearlo, hacer algo, pero Hans lo tenía inmovilizado. Sus rodillas directamente clavadas sobre sus piernas, sus manos apretadas bajo el agarre de aquel alfa, y su dignidad destruida por algo que él no había hecho. Como si no hubiera sido suficiente que las noticias y el mundo lo pisotearan, ahora alguien se estaba encargando personalmente de hacerlo en el sentido literal.
Las lagrimas estaban que salían de su rostro, las manos del alfa comenzaron a recorrer su cuerpo, bajando lentamente, cada vez más, y el omega se aterró con la solita idea de que Hans se diera cuenta. No podía, no dejaría que nadie y mucho menos Él supiera su secreto.
Tal vez fue el miedo, tal vez la adrenalina de su sistema, pero el omega logró librarse por unos segundos, para tirar dos goles exactos. Le dejó un ojo morado al pelirrojo de un solo puñetazo, y le pateó los huevos antes de que el pelirrojo tuviera tiempo de reaccionar.
Jack se levantó, y con la respiración entre cortada, salió corriendo de ahí, dejando atrás la botella de shampoo. Al diablo, necesitaba alejarse de ahí antes.
Lamentablemente Hans fue más rápido, más fuerte, más brusco. Se levantó del suelo adolorido, y sin que Frost se diera cuenta, el mayor ya estaba tras suyo, pateando una de sus piernas para hacerlo perder el equilibrio y taclearlo. Ambos cayeron al suelo, y el albino solo podía pensar en lo fuerte que había golpeado el suelo.
No, no, no, no, no.
Hans se sentó sobre él, y le dio media vuelta sin levantarse. Uno, dos, tres golpes fueron plantados en su cara, tal vez más. Sobra decir que De Las Islas Del Sur estaba molesto, o lo que seguía de eso.
Hans lo tomó nuevamente del cuello del overol, y lo estampó fuertemente contra el suelo. Luego, hizo lo mismo contra la pared antes de plantarle un ultimo golpe directamente en el estomago. A Jack se le escapó todo el aire de los pulmones, y dejó de respirar, le costaba inflar sus pulmones, sentía que una prensa se le había caído sobre el pecho, y era hasta el momento una de las peores sensaciones que había experimentado en su vida. Estaba preocupado por su cachorro, si la caída no le había hecho algo, seguro ese golpe lo hizo.
Cuando creyó que las cosas no se podían poner peor, Hans usó su voz de alfa. Y entonces, el mundo se le vino abajo.
En un segundo, el albino dejó de pelear, dejó de aplicar fuerza y de defenderse. Jack sintió si cuerpo pesado, demasiado pesado como para siquiera quedarse sentado. Cada musculo de su cuerpo, cada maldita célula en su interior se quedaron quietas, y paralizadas. Dejó de moverse, y se odió a si mismo cuando su cuerpo dejó de hacerle caso, solo porque un maldito alfa lo había obligado a costas de su voluntad a ponerse en modo comando.
No, por favor no.
Un segundo golpe fue plantado en su persona, y el albino se puso de rodillas. Instintivamente se llevó ambas manos al vientre, y dejó las lagrimas correr. No podía respirar, realmente le costaba hacerlo.
Jack se sentía mal, porque ya no entendía lo que estaba pasando. Sus pupilas se sumieron, hasta que su mirada se perdió, y su mente entró en un estado de transe. Nunca, ningún alfa había usado su voz de comando sobre su persona, ni si quiera Hiccup. Usar la voz de alfa sobre alguien era denigrante, era un delito y se consideraba como algo racista, muchos alfas lo hacían para poner a los omegas "en su lugar", pero eso no significaba que era bueno. Jack no sabía lo mal que se sentía hasta ese momento, cuando su cuerpo cayó semi consiente contra en suelo. Ahora no podría hacer nada, no podría defenderse, y si Hans quería que hiciera algo, se encontraba a toda su merced.
Frost intentó luchar, con todas su fuerzas y con la poca conciencia que le quedaba intentó salir de su transe, mover sus manos, algo. Y lo logró. Por un breve momento, y con todo el dolor de su cuerpo, intentó apoyar sus manos contra la acera y levantar la cabeza. Sin embargo, Hans se arrodilló a su lado, y volvió a gritarle un comando.
-¡Qué te quedes en el suelo!-. Y nuevamente su instinto se apoderó de su cuerpo. Ahora no era más que una simple muñeca de trapo. Todo su esfuerzo había sido en vano.
Jack, se sentía tan mal. Tan débil. Tan inútil.
Fue entonces cuando Aster apareció, con su carrito de libros y una mirada tan fría como la Antártida, caminando por el pasillo. En un segundo, el australiano ya estaba sobre el pelirrojo, ambos alfas golpeándose mutuamente en el suelo, hasta que el ruido hizo que llegaran los oficiales. Jack no tuvo que levantar la mirada para saber que estaba pasando, de hecho no podía,. Apenas y lograba mantenerse consciente, mucho menos enterarse con claridad en lo que ocurría a su alrededor.
Uno de los oficiales tomó a Aster de los brazos para separarlo de su pelea, y entre dos uniformados más inmovilizaron a Hans, contra la pared, incluso un par de reos curiosos se habían sumado a la acción, sosteniendo a Hans para evitar que peleara. Ninguno de los dos alfas dejaba de mostrar sus colmillos retadoramente, aún mirándose furiosos desde lados opuestos del corredor. El Pooka simplemente respondía con la misma amenaza a la que De Las Islas Del Sur le insistía.
Un par de guardias más se arrodillaron al lado del albino, sorprendidos por la brutalidad con la que había sido golpeado.
-Muchacho, ¿me escuchas?-. le intentó hablar uno, mientras tomaba una linterna para revisar sus pupilas.
Jack parecía estar reaccionando a la luz, pero seguía en transe. Pese a que su cuerpo no se movía ni reaccionaba, tenía los ojos abiertos, y eso era más que suficiente para saber que iba a estar bien, o al menos, eso esperaban. Por otra parte, los alfas seguían desafiándose, entre gritos y amenazas. Al no obtener una respuesta pacifica ni escuchar a los oficiales, un tercer alfa tuvo que intervenir.
Era otro oficial, quien sin más ni menos usó su voz de alfa y mostró igualmente los colmillos para calmarlos, y demostrarles quien era la verdadera cabeza en ese lugar. Tanto Aster como Hans lo miraron en silencio antes de bajar la mirada en acuerdo, uno apretando los dientes y el otro los puños por el fastidio, ambos sabían que si no terminaban las cosas ahí, requerirían el uso de la fuerza bruta, como si el castigo que les pondrían tras la pelea no fuese suficiente.
Y si bien, el comando para calmar a los alfas pareció ser eficiente, los presentes parecieron olvidar que un omega se encontraba entre ellos. Usar otra voz de alfa sobre un omega que ya esta en comando, solo empeora la situación, y no parecieron darse cuenta de eso hasta que el cuerpo del albino se desvaneció por completo sobre los brazos de un oficial. Fue entonces cuando todo se volvió oscuro, Jack quedó inconsciente, y uno de los prendió su radio gritando "Necesitamos un pase a la enfermería ¡De inmediato!".
Aster solo pudo clavar la mirada en el albino, y observar horrorizado como lo levantaban del suelo, y se lo llevaban. Miró a Hans, y si bien el pelirrojo también tenía unos buenos golpes y moretones en la cara, no se comparaban a los que había dejado plantados sobre el omega. Cuando lo esposaron, y el frio metal acorraló sus muñecas, las cosas parecieron ir el cámara lenta. Lo ultimo que recuerda con claridad es que a Hans lo arrodillaron contra la pared, y también lo ataron de manos, antes de escoltarlo hacia otro pasillo.
Después de eso, las cosas se volvieron confusas. Aster se perdió en sus pensamientos, él solo estaba haciendo su trabajo, como cuidador de la biblioteca, tenía que llevar, al menos 4 veces por semana, el carrito con libros, cuadernos o revistas a sus compañeros, si uno quería "rentar" un libro, dejaba un pequeño post-it a cambio, y se le devolvía cuando quisiera cambiar su texto; tenía que recolectar algunos cuantos cuadernos y cambiarlos como parte de la rutina. Y era justo eso lo que estaba haciendo cuando los vio. Él alcanzó a ver a Hans en la sala de descanso, él lo vio tomar a su compañero de camarote de la mano, y arrastrarlo por el pasillo. Él sabía bien lo que Hans iba a hacer, o al menos tenía una idea de lo que se planteaba después de lo que sucedió hacia unas semanas en la cafetería.
Así que dejó su trabajo, y salió de esa sala en cuanto tuvo la oportunidad, arrastrando su carrito consigo, para intentar encontrar al albino. No sin antes decirle a Meme que llamara a los guardias. Cuando se topó con alfa dándole una paliza al omega supo que tenia que intervenir, y cuando menos se dio cuenta, ya estaba siendo llevado a Aislamiento como recompensa.
El aislamiento era uno de los peores castigos que se le daban a un reo. Los encerraban en celdas aisladas, uno por cuarto, en un pasillo que tenía paredes a prueba de ruido, y las puertas a comparación de otras, eran completamente cerradas, sin ventanas, y tenían una pequeña rendija donde hacían pasar los alimentos, -si es que tenías suerte de que te los dieran-. Dependiendo de la instalación, las cámaras de Aislamiento podían tener las luces completamente prendidas, todo el día, todos los días, y todas las noches, o no podían tener luces en absoluto. El propósito era desorientar a los presos.
Las comidas eran dadas en horarios extravagantes, a veces solo dos al día, o en algunas ocasiones: ninguna. Eso, y las luces eran un factor importante para hacer que los encerrados perdieran conciencia de el tiempo. Eso, y la falta de comunicación con otros seres humanos, los hacía volver locos. Podías estar ahí un día, una semana, o un mes, no lo sabías, nadie te lo decía. Cuando cerraron la puerta tras suyo, y una vez le hubieron quitado las esposas, Aster se sentó en el suelo a contemplar a la pared, soltando lagrimas de hielo sin hacer ruido, y odiando cada fibra de su cuerpo por lo que había hecho.
Seguro que por su comportamiento, no solo lo enviarían unos días a Aislamiento, también lo devolverían a máxima seguridad. Ya no podría ver a su esposa los domingos de visita, ya no podría ver a sus hijas, ni a su pequeño retoño nunca más. Seguro incrementarían por otros 10 años su condena, y todo ¿por qué? Por haber defendido a un omega.
Había hecho de todo para mantener un perfil bajo, para no ocasionar problemas, y mierda, durante años lo había logrado. Pero ahora, parece que todo ese esfuerzo se había ido al carajo. Su buena conducta, la razón por la que le habían reducido su condena a un reformatorio de mínima seguridad, ahora se encontraba en la cuerda floja, su historial se había manchado, y él ni siquiera pudo asegurarse de que Frost no estuviera muerto. Pasó toda la noche temblando de la impotencia.
Solo esperaba que lo que había hecho hubiese valido la pena.
SOLO HICE ALGUNAS CORRECCIONES ORTOGRAFICAS.
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