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Capítulo 5: Tensión.

Toqué la puerta y esperé a que alguien abriera.
La perilla se giró y la imagen de Aldo se apareció frente a mí.

- hola Aldo - lo saludé con una gran sonrisa en mi rostro.

- hola Elena, ¿cómo estás? - preguntó mirándome de una manera un tanto romántica.

Tal vez estaba sintiendo lo mismo que yo.

- excelente, gracias por preguntar - le agradecí sutilmente - ¿está tu novia? - pregunté más traviesa de lo que pretendía.

- ¿porqué quieres saber si estoy acompañado? - me interrogó con el mismo tono de voz que utilicé hace un segundo.

Sensual.

- ¿porqué querría saberlo?, es prevención - le dije negando lo que sea que estuviera pensando.

- oh, eso... pues no se encuentra - dijo añadiendo una sonrisa coqueta al final.

- ¿puedo entrar? - le dije ignorando lo que me había dicho.

- porsupuesto, adelante - me dijo y me dejó pasar antes que él.

Cerró la puerta y caminó detrás de mí.

- ¿qué tengo que hacer hoy? - le pregunté girandome hacia él.

- solo limpia mi habitación y la de Denise, porfavor Elena - me ordenó educado.

- claro, entonces iré al sótano por las cosas - le informé.

- iré a tomar una ducha, te veré cuando acabes -

- si, está bien - asentí.

Comenzó a subir las escaleras pero lo llamé para preguntarle algo:

- ¡oye Aldo! - grité para llamar su atención.

- ¿sí Elena? - dijo mirándome.

- ¿dondé tomarás la ducha? -

- en mi habitación - dijo como si nada.

- entonces limpiaré primero la habitación de Denise - decidí a último minuto.

- no, necesito que esté limpia mi habitación para cuando salga de ducharme -

- pero... -

- ¿puedes hacer eso por mí linda? - me preguntó enfatizando la palabra linda.

- bien, la limpiaré - acepté sonriente.

- gracias Elena - me dijo y subió a su habitación.

Fui al sótano y tomé la escoba, el trapeador, la cubeta y el limpiador multiusos.

Antes de comenzar a limpiar me coloque mis audífonos y reproduje mi playlist.

Barrí el piso de su habitación, después recogí la ropa que había en el piso y la tiré en el bote de ropa sucia.

Llené la cubeta de agua y comenzé a trapear.

Caminé hacia donde estaba la puerta del baño y limpié esa parte del piso antes de que saliera Aldo de ducharse.

Derrepente sentí el cuerpo de Aldo chocarme por detrás provocando que cayera boca abajo y él se tropezará con mi pie y así caer encima de mi.

Prácticamente me tenía de espaldas.

Mi cuerpo se quedó inmóvil.
Me tensé completamente.

No supe que hacer.
Podía sentir todo de él en mi trasero.

Sentí un palpitar insistente abajo.

En la habitación solo se escuchaban nuestras respiraciones estropeadas.

Me quitó los audífonos y después pasó sus manos por mi cuello para quitar el pelo que estorbaba.
Sentí que iba dejar de respirar en cualquier momento.

- perdón Elena - dijo él levantándose.

Después me ayudó a levantarme y no soltó mi mano al hacerlo, nos quedamos congelados tomados de la mano.
Yo no solté su mano.
Él no soltó mi mano.

- oye Aldo... yo... lo siento... debí de estar alerta, fue mi culpa, lo siento - me disculpé con los nervios de punta, aún estábamos agarrados.

- yo me tropecé con tu pie, fue mi culpa, perdón linda- dijo él mientras poco a poco iba soltando mi mano.

Extraño comportamiento.

- está bien, los dos tuvimos algo de culpa - admití cabizbaja.

- sí bueno - asintió con una sonrisa coqueta acariciando mi hombro con cariño - saldré con Denise hoy, ¿me ayudas a escoger un buen atuendo? -

¿Enserio?
¿Para ir con la puta celosa enferma de Denise?

- claro, ¿casual o elegante? - acepté finalmente ocultando mis celos.

Él seguía enrollado solo en una toalla.
Estaba semidesnudo.
Mi mente solo podía pensar en como sería sentir su cuerpo encima del mío, piel con piel.

- elegante, es su cumpleaños y quiero ir bien vestido -

Comencé a buscar en su armario y encontré un traje color crema que le quedaría como anillo al dedo.

- seguro que sí, ¿qué tal este? - le pregunté muy sonriente.

Ya me comenzaba a enamorar.

- es perfecto para hoy, a Denise le encantará - exclamó emocionado.

¿Aún la ama?
Me había dicho lo contrario.

- bueno, yo me voy a la otra habitación, tengo que terminar de limpiar - le informé.

Tomé la escoba, el trapeador y la cubeta.
Se me cayó la cubeta al piso.
No podía cargar con todo.

Suspiré cansada.

En el piso se formó un gran charco de agua.
Caminé y con el trapeador comenzé a secar el azulejo pero me resbalé y caí encima del suelo mojado.

- ¡mierda! - dije fastidiada.

Aldo caminó hacia mí y me ofreció su mano, la tomé y me jaló hacia él para levantarme.

Miré mi ropa y vi que estaba empapada.

- no puedo estar más jodida - pensé en voz alta.

- tranquila Elena, tu trabajo ya terminó, puedes limpiar la habitación de Denise mañana, ven, te prestaré algo de ropa para que te cambies -

Le sonreí aliviada.
Sentí que me protegía.

Me senté en el colchón de su cama y lo contemplé con delicadeza.
Me estaba enamorando de Aldo.
Este sentimiento es peligroso.

Sacó una camisa y un pants gris.
Me lo tendió y lo tomé tímida.

- eres muy amable conmigo - le dije sonriéndole sin ocultar mis sentimientos por él.

- lo soy - me dijo y me guiñó un ojo.

- gracias por la ropa - le agradecí.

- ¿quieres una sudadera?, te dará frío -

- no es necesario, seguro no hace tanto frío - le dije apenada.

Vi como sacaba una sudadera gris del armario para dármela.
Además de hermoso era bondadoso.

- tómala, es mi sudadera favorita - me la tendió con una sonrisa radiante en su rostro.

- ¿no te molesta prestarmela si es tu favorita? - le dije dudosa.

- no a cualquiera se la presto, pero tú... tú puedes usarla - me aseguró.

- te la devuelvo mañana - le dije nerviosa.

- sin problema - aceptó - iré a cambiarme al baño, te veo en un momento - me dijo y tomó su ropa.

- cámbiate aquí, yo iré al baño, es tu habitación - le dije y tomé la ropa.

- está bien, puedes cambiarte aquí - me dijo con un tono de voz calmado y sexy a la vez.

- genial - asentí tímidamente.

- me avisas cuando hayas terminado - me pidió.

- sí, sí - afirmé y él entró dentro del baño.

Me cambié y al ponerme la sudadera me dio un olor intenso a su perfume.
No podía describir la pasión que me hacía sentir su olor.

- listo, terminé - le grité a Aldo.

Él salió del baño y me quedé como una lela viéndolo.
El traje le quedaba bien.
Y bastante bien.

- ¿comó me veo? - me preguntó.

- te ves... - dije y pensé que decir ya que por mi mente se cruzaban mil palabras que no podía decir.

Hermoso.
Precioso.
Guapísimo.
Delicioso.
Exquisito.
El ser más bello de la tierra.

- ... elegante - terminé la oración.

- ¿solo elegante? - preguntó haciendo un falso puchero.

Reí nerviosa y agaché la cabeza.

- te ves muy guapo - me atreví a decir.

- ¡eso quería escuchar! - exclamó con una gran sonrisa.

Se acercó a mí y me dijo al oído:

- tú te ves hermosa con mi ropa -

Me estremecí.
Su aliento en mi oreja me provocaba mil cosas.
Su ronca voz provocaba que mi cuerpo quisiera devorarlo a besos ahora mismo.

- gracias - fue lo único que pude decir.

- ahora señorita Elena... vaya a casa a descansar - me dijo tomandomé de las muñecas.

- ¿tan pronto? -

- ¿no te quieres despedir de mí? - dijo mirándome de una manera tierna.

- ¿tu madre no me dirá nada si me voy ahora? - le pregunté esquivando su insinuadora pregunta.

- no lo creo, descuida, puedes irte -

- bueno, entonces supongo que me iré -

- te acompaño a la puerta linda - dijo y pusó su mano en mi espalda baja.

Caminamos en silencio hasta la puerta y antes de irme me giré y le dejé un beso en la mejilla.

Él cerró los ojos por un momento y los abrió de inmediato al darse cuenta.

- gracias por ser amable conmigo -

- no me agradezcas Elena, no es nada - dijo y me abrazó.

Lo abrazé también y sentí como si nuestras almas conectarán.

- hasta mañana Aldo -

- hasta mañana Elena - se despidió y me fui.

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