Capítulo XI: Hinata y Hanabi.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo solo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento
al lector.
Al salir de la aldea no tenían ni idea de a dónde debían ir, todo fue tan rápido que ni siquiera pensaron bien en un plan.
Se alejaron considerablemente y se escondieron para descansar un poco.
-Tal vez podamos ir algún pueblo cercano- sugirió Hanabi.
-Vayamos a Sunagakure, está lejos pero tienen buenos médicos.
-Son dos días de camino.
-Lo sé, pero si les llevamos ventaja será más fácil escapar si nos encuentran.
-¿Y cómo haremos para que nos dejen entrar?, Para eso se necesita una solicitud firmada por el Hokage.
-Ya pensaremos en algo- Hinata tomo su mochila de nuevo- ¿Quieres continuar o descansar un poco más?
-Será mejor que sigamos, nos pueden encontrar.
Las dos Hyūga continuaron su camino, cuando la noche comenzó a caer, buscaron una lugar donde descansar, la primera guardia la tomo Hanabi y la segunda su hermana mayor.
Por la mañana siguieron caminando, se detuvieron en un pequeño pueblito para comer algo y continuaron.
Después de dos días, ambas llegaron a Sunagakure, Antes de ir a la entrada, Hinata se mordió el dedo pulgar hasta sacar algo de sangre, mancho su blusa y también el lugar donde había estado la herida que le hizo Obito.
Los guardias de la entrada se pusieron de pie y se pararon frente a ellas.
-Por favor, necesitamos ayuda- pidió Hanabi, había llegado el momento de mostrar su talento para fingir- Mi Onee-sama fue herida en la misión que acabamos de tener, no llegaremos a tiempo a Konoha.
-¿Qué es lo que tienes?- pregunto un guardia.
-Un Kunai se clavó en mi vientre- el guardia observo la mancha de sangre en la blusa de la chica.
-Eso no es tan grave.
-Lo es, Onee-sama está embarazada.
El guardia se sorprendió- Si estaba embarazada, ¿Por qué la mandaron a una misión?
-Nadie sabía que estaba embarazada, ni siquiera yo, lo noté con el Byakugan cuando intenté curarme- explicó, haciendo gestos de dolor y frotando su vientre.
-Esperen aquí, mi compañero irá a pedir autorización del Kazekage.
-Dese prisa, por favor, no quiero que algo malo le pase a Onee-sama.
-Denme sus nombres.
-Hinata y Hanabi Hyūga.
El guardia asintió y se fue de prisa, luego de unos minutos regreso con Temari.
-Temari-san- murmuró Hinata sorprendida de verla.
-Tienes suerte de que aún no me voy a Konoha, Gaara estaba en una reunión, no sé cuanto más te hubieran hecho esperar.
-Yo puedo esperar, con que me atiendan.
-¿Puedes caminar?
-Si.
-Entonces sígueme, las llevaré al hospital.
Hinata y Hanabi la siguieron en silencio.
Al llegar al hospital, Hinata se registró y después y fue atendida, Hanabi y Temari esperaron en la sala de espera.
Al salir el médico les informo sobre su estado, Hinata tenía una amenaza de aborto por no seguir los cuidados necesarios en los dos primeros meses de su embarazo, aunque no era algo demasiado grave, lo recomendable sería que tuviera unos días de reposo. Hanabi y Temari entraron para verla.
-¿Todo bien?
-Si, el médico dijo que solo debo descansar y tomar los cuidados que él indique- comento Hinata tranquila.
-Entonces debo informarle al Hokage que se encuentran aquí y tardarán unos días más en llegar- dijo Temari, Hinata y Hanabi se miraron entre ellas, la rubia se despidió para salir pero Hinata tomo su mano.
-No le digas nada al Hokage, por favor.
-¿Por qué?, ¿Qué pasa?
-Nosotros no veníamos de una misión- le confesó Hanabi- Nos fuimos de la aldea.
-¿Qué?- Temari las miró detenidamente.
-Onee-sama está embarazada, el padre de su bebé no se hará responsable y en el Clan la van a expulsar si se enteran, son capaces de ponerle el sello a ella y al bebé al nacer- Temari volteó a ver a Hinata para comprobar si era verdad, la Hyūga desvió su mirada.
-Ya veo- la rubia suspiro- Yo puedo guardar su secreto, le diré a Gaara la situación como me la contaron al principio y también que ya notifique al Hokage, solo necesito su discreción, después vendré para buscar un lugar donde tú hermana menor se pueda quedar.
Las hermanas asintieron, Temari dejo la habitación y Hanabi se quedó un rato más con su hermana.
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Temari acompañaba a Gaara en su oficina, le ayudaba con el papeleo y trataba de convencer a su hermano para que tomara un descanso.
Gaara estaba leyendo un mensaje y después miró a Temari seriamente- ¿Qué es esto?
-¿Qué pasa?
-Aquí dice que Hinata y Hanabi Hyūga han huido de su aldea, el Hokage está buscando cualquier información que tengan sobre ellas.
-Puedo explicarte.
-Tienes que explicarme.
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Hinata y Hanabi estaban de pie frente al Kazekage, Gaara las observaba aún sin decir una palabra.
-Lo sentimos- Gaara asintió.
-Deben saber que no le puedo ocultar este tipo de información a Konoha, aunque Temari me haya explicado su situación.
-Lo entendemos.
-Le enviaré un mensaje al Hokage para informarle que están aquí.
-Ese mensaje tardará a lo máximo dos días en llegar y otros dos días para que lleguen los Shinobis del Hokage- hablo esta vez Temari- Les dará el tiempo suficiente para salir de aquí y tomar ventaja para ir a otro lugar.
Las hermanas Hyūga los miraron sorprendidas- Están tratando de decir que
-Que deben darse prisa si no quieren que el Hokage las encuentre- interrumpió Gaara.
Hinata y Hanabi le agradecieron con una reverencia, Temari las llamo y ambas la siguieron a la salida.
Cuando llegaron al hospital Temari se acercó a la recepcionista- Necesito pedirte un favor.
-Dígame.
-La próxima vez que venga a pedirte información sobre Hinata Hyūga me dirás que la última vez que el médico entro a verla, ella estaba despierta- la recepcionista la miró sin entender- ¿Esta claro?
La mujer asintió, no podía desobedecer las ordenes de la hermana del Kazekage- Como usted diga.
-No importa quién venga conmigo, tu harás lo que te dije.
Luego de ese momento, Temari, Hinata y Hanabi entraron a la habitación de la Hyūga, se despidieron y las hermanas entraron al cuarto de baño, cerraron con seguro la puerta y salieron por la ventana. La rubia fue al día siguiente con unas flores frescas para ponerlas en la habitación.
Después de salir del hospital, Hanabi se adelanto a la posada donde se estaba quedando, Hinata fue a comprar los últimos medicamentos que su médico le había recetado y camino hasta llegar por su hermana.
Hinata saludo al ancianito que cuidaba el lugar y le dijo que venía por su hermana, Hanabi salió con las mochilas de ambas y le entrego un sobre a su hermana.
-Por favor, no lo abra hasta que Temari-san venga a preguntar por nosotros- Hinata le entrego el sobre y el ancianito asintió- Cuando ella venga, dígale que solo tiene unas horas que nos fuimos.
-Esta bien señoritas.
Hinata y Hanabi se fueron y salieron de la aldea sin ser vistas.
-¿A dónde iremos ahora?- Hinata miró de reojo a su hermana.
-Vamos al festival de disfraces que hay en una pequeña aldea cercana, tardaremos como un día en llegar.
-No estamos huyendo para divertirnos Onee-sama.
-No iremos a divertirnos, es difícil seguir de esta manera, nuestros ojos llaman mucho la atención.
-Podemos usar un jutsu de transformación.
-Eso no va a servir si pensamos quedarnos en una aldea, se darán cuenta de que usamos un jutsu.
-Ya entiendo, pero a esa aldea a la que vamos también se darán cuenta de nosotras.
-Haremos esto- Hinata se detuvo y saco una venda de su mochila, se cubrió los ojos y activo el Byakugan- Yo voy a fingir ser una chica ciega, tu serás la hermana menor que me cuida.
-Y yo solo cambiaré con un jutsu de transformación el color de mis ojos, es perfecto- Hanabi tomo la mano de su hermana para practicar su papel.
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Luego de un largo día de camino, pudieron llegar al festival de disfraces. En la aldea no les preguntaron mucho y las dejaron pasar, ellas argumentaban que iban al festival solamente.
El lugar estaba lleno de disfraces, maquillajes, pelucas y toda clase de accesorios. Había concursos y distintos juegos, la ropa era lo que más abundaba.
Hanabi no soltó la mano de su hermana, caminaba por los puestos y miraba todo con atención- Exactamente, ¿Qué estamos buscando?
-Unas pelucas estarían bien, también algo para cambiar el color de nuestros ojos.
-¿Pupilentes?, En Konoha comienzan a usarse, tal vez haya aquí.
-Eso espero- Hinata siguió caminando, su vista se estaba cansado por el uso constante del Byakugan, lo desactivo un rato y dejó que Hanabi la guiará.
La castaña miró un puesto atendido por un señor, jalo el brazo de su hermana y la hizo cambiar de dirección.
-Buenas tardes señor, estamos buscando algunas pelucas, nada en especial.
El señor miró a ambas y frotó su barbilla- Creo que les quedaría bien un color rubio.
-Yo prefiero un color negro- pidió Hinata.
-Pero si tu cabello ya es negro, solo tiene algunos tonos azules, no habría mucha diferencia- dijo el dueño del local.
-Lo sé, pero siempre he querido ver cómo se me mira el cabello sin ese tono azulado- comento algo nerviosa, tenía que ser cuidadosa al momento de escoger los colores que la acompañarían por el resto de su vida, si su bebé heredaba las características físicas de Obito, sería mejor si pensaban que en realidad eran de ella, no quería que preguntarán sobre su padre.
-Yo también quiero una peluca de color negro, así no podrán dudar que somos hermana- el señor asintió y les entrego una pelucas oscuras, ya puestas el cabello les quedaría arriba de la cintura.
-Oye, ¿Qué es lo que tiene tu hermana?
-Ella es ciega, por eso el color de sus ojos es muy extraño, algunos la confunden con un Hyūga, han intentado robarle sus ojos en muchas ocasiones, por eso buscamos pupilentes, para que ya no la confundan.
-Antes de llegar a esta aldea nos asaltaron, nos dejaron con muy pocas cosas- mintió Hinata- Solo nos dejaron con estas mochilas, a penas y tenemos para pagarle, estamos buscando una aldea en donde no nos pidan papeles de reconocimiento, eso fue otra de las cosas que nos robaron.
-Parece que la están pasando mal- el señor las miró con pena- Tengo pupilentes, tal vez quieran unos oscuros para que combinen con sus pelucas.
-Eso sería excelente señor.
-Los pupilentes se los daré a mitad de precio junto con varios repuestos.
-No hace falta señor, por favor cobre lo que es, usted vive de este empleo- le pidió Hinata.
-No me harán cambiar de opinión, las personas tenemos que apoyarnos entre nosotros.
-Gracias- Hanabi y Hinata hicieron una reverencia y pagaron, el señor empacó todo en una bolsa y se las entrego.
-Si no tienen a donde ir, pueden buscar trabajo en el País del Hierro, ahí no son tan estrictos en eso de los papeles, si les dicen a los Samuráis de la entrada que solo van por empleo, tal vez las dejen quedarse.
-Muchas gracias por todo señor- las hermanas se despidieron y se fueron, decidieron seguir el consejo del señor, buscaron una posada para pasar la noche y salir al siguiente día.
Por el camino compraron algunos abrigos y algo de comer.
Hinata no podía dormir, cada minuto que pasaba su tristeza aumentaba, todo su cuerpo lo extrañaba.
Obito era la persona que amaba pero también la que más daño le había hecho.
Lo perdono en varias ocasiones, pero ya se estaba cansando de eso.
Tal vez ahora que ella y su bebé ya no le estorbaban, podría ser feliz.
Aún recordaba como le dijo sin remordimiento que no había logrado amarla, eso le partía el corazón.
Por más que quería odiarlo, no podía, su amor por él era más grande.
Frotó su vientre con cariño, tenía ganas de ver cómo su bebé iba creciendo dentro de ella.
El producto de todo el amor que le había entregado.
Sabía que en verdad no estaba huyendo solo por las consecuencias que su embarazo iba a traer dentro del Clan.
Quería alejarse de él, poder olvidarlo con el pasar de los años.
Cuándo su bebé naciera y creciera, ¿Cómo le explicaría que su padre no lo amaba?
Sus ojos se llenaron de lágrimas y siguió frotando su vientre, no importaba lo que pasará, ella tendría amor suficiente para su bebé.
No supo en que instante se quedó dormida, Hanabi la había levantado por la mañana, ambas se dieron una ducha y comenzaron a arreglarse con su nuevo atuendo, Hinata se hizo una trenza y enredo su cabello, se puso la peluca y los pupilentes negros, se miraba diferente, aunque no demasiado, su hermana termino de arreglarse y salieron a comer algo.
A medio día partieron rumbo al país del Hierro, siguieron las indicaciones que les dieron para llegar al lugar y se fueron caminando.
-Necesitamos nuevos nombres y apellidos- comento Hinata, Hanabi lo pensó un momento.
-Yo seré Kaori.
-Y yo Hotaru.
-Ahora solo nos falta un apellido.
-¿Te parece Nakamura?
-Creo que ese está bien.
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Las hermanas Hyūga se pusieron unos abrigos gruesos antes de llegar a la entrada del País del Hierro, el lugar era frío.
Los Samuráis de inmediato se pararon frente a ellas.
-Alto- las chicas se detuvieron- ¿Quiénes son?
-Yo soy Hotaru Nakamura- dijo Hinata despacio- Ella es mi hermana menor Kaori Nakamura- la Hyūga señaló a su hermana.
-¿Qué vienen hacer aquí?
-Perdimos la mayoría de nuestras pertenencias en un incendio, queremos conseguir un trabajo aquí y comenzar de nuevo- los Samuráis susurraron entre ellos y luego las vieron.
-Esta bien, pero las estaremos vigilando.
Les cedieron el paso y ambas caminaron sin saber a donde ir, preguntaron a la gente que pasaba donde podrían encontrar un lugar para quedarse, al final encontraron una posada, pagaron dos días y salieron a buscar trabajo, el dinero que tenían comenzaba a agotarse, Hinata debía ahorrar de nuevo para el nacimiento de su bebé.
Antes de salir, la dueña de la posada les dijo que cerca de ahí había una cafetería en donde buscaban empleados.
Las Hyūga dieron con el lugar y entraron, una campanilla anuncio a las hermanas, fueron hasta el mostrador y la pareja de ancianitos les sonrió.
-¿En qué puedo ayudarles?
-Venimos por el cartel de afuera, queremos el empleo- Hinata correspondió a la sonrisa.
-Mi esposo y yo necesitamos meseros y alguien que nos ayude en la cocina, ese sería su trabajo, les pagaría a la semana y descansarían el sábado y domingo.
-Esta bien señora.
-Entonces están contratadas señoritas, estarán de prueba está semana, ¿Pueden comenzar mañana?- el ancianito abrazo a su esposa y miró a las jóvenes.
-Claro, ¿A qué hora debemos estar aquí?
-A las siete de la mañana, la cafetería cierra a las ocho, su horario de almuerzo y comida lo podemos escoger mañana.
-Estamos de acuerdo.
-Las esperamos mañana, les voy a traer sus uniformes.
Las Hyūga hicieron una reverencia y se despidieron antes de salir y regresar a la posada.
Cenaron algo y subieron a su habitación.
Hinata se vistió con algo cómodo para dormir y se acostó en la cama, tocó su vientre con cariño. Para el tercer mes era probable que su embarazo comenzará a notarse, debía ser honesta con sus nuevos jefes y decirles que estaba embarazada, si aún así querían que se quedará en el trabajo podría estar más tranquila.
Cada día que pasaba lo extrañaba más, en vez de olvidarlo terminaba amándolo con más fuerza.
Su hermana menor le dió las buenas noches y apagó las luces.
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En la mañana se levantaron temprano y se alistaron, comieron algo antes de irse y llegaron a su nuevo trabajo.
Los ancianitos estaban abriendo el local y las dejaron pasar.
-Se ve que son puntuales- dijo la señora caminando al mostrador.
-Claro señora- Hanabi dudo, aún no sabía el nombre de esas personas.
-Natsuki, mi nombre es Natsuki Yagami- la señora de cabello oscuro apunto a su esposo- Él se llama Kohaku Yagami.
-Un placer de nuevo- contesto Hinata.
-Miren- el ancianito les mostró unos delantales de color blanco con detalles azules- Este es el único uniforme que necesitan.
-Muchas gracias- las hermanas tomaron los delantales, Hanabi se lo puso de inmediato y fue a atender al primer cliente, Hinata lo tenía en la mano y miró a la señora.
-Yagami-san
-Dime solo Natsuki- la interrumpió.
-Natsuki-san, hay algo que debo decirles- Hinata apretó el delantal que llevaba en las manos- Yo estoy embarazada, espero que eso no sea un inconveniente para que pueda trabajar aquí, pero si lo es entenderé y buscaré en otra parte.
-Yo no me atrevería a correr a una embarazada, tu trabajo está seguro- la sonrisa en el rostro de la Hyūga se extendió.
-Muchas gracias Natsuki-san.
-De nada, ahora a trabajar- dijo alegre.
-Si- Hinata asintió y se puso su nuevo uniforme.
Luego de unos días era más fácil su rutina, en la cafetería los clientes no eran exigentes.
Como su embarazo aún no se notaba, algunos clientes buscaban llamar su atención, agradecía que su hermana Hanabi los espantaba a todos cuando les revelaba que estaba embarazada.
Solo había uno que no se rendía, un chico de cabello castaño, ojos color miel y una brillante sonrisa, era tres años mayor que ella, era hijo de un samurái, constantemente iba a la cafetería y platicaba en ocasiones con ella, al final de su jornada laboral él las acompañaba a casa, su nombre era Takeshi.
Luego de un mes y de haber ganado la confianza de los señores Yagami, la señora Natsuki las invito a quedarse en su casa.
-No lo sé Natsuki-san.
-Si piensan quedarse por mucho tiempo deben buscar otro lugar donde quedarse, una posada les saldrá muy cara a lo largo.
-Pero no quisiéramos estorbar.
-La casa es grande y solo vivimos Natsuki y yo, el espacio sobra- Hinata los miró dudosa- Piénsalo.
-Sería una buena idea Onee-sama, deberíamos aceptar la oferta de Kohaku-san y Natsuki-san.
-Esta bien- Hinata termino accediendo- Pero me sentiría más cómoda si les ayudamos con los gastos de la casa.
-De acuerdo, el fin de semana las ayudaremos a mudarse- propuso Kohaku.
-Si, muchas gracias.
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Tres meses habían pasado, su vientre había crecido, según el médico que estaba revisando su embarazo, llevaba aproximadamente cinco meses.
A veces le gustaba hablar con su bebé, sentía que la escuchaba. Obito aún no salía de su corazón, comenzaba a dudar que lo hiciera, solo intentaba vivir con eso. Pero su recuerdo le dolía en lo más profundo de su alma.
Era una noche fría, Takeshi le había pedido una cita, no sabía porque termino aceptando, fue un rato agradable, pero no quería darle falsas esperanzas, ella amaba a otro hombre, aunque no era y nunca sería correspondida.
Ambos caminaban de regreso a la casa de Hinata, se detuvieron frente a la puerta y se voltearon a ver.
-Sana y salva- comento Takeshi con una sonrisa.
-Gracias, fue agradable salir contigo.
-No fue nada, gracias a ti por aceptar salir conmigo Hotaru- él tomo su mejilla y Hinata no pudo evitar sonrojarse- Me haces muy feliz.
-Creo que ya es algo tarde, será mejor que entre a casa- Hinata huyó de su contacto y tomo la perilla de la puerta, el castaño tomo su mano e hizo que ella se volviera para verlo.
-Espera Hotaru, hay algo que debo decirte.
-Dime.
-Se que llevamos muy poco de conocernos, pero en verdad te tengo mucho aprecio, eres una chica noble y amable, es inevitable no enamorarse de ti- Hinata lo escucho con atención- Déjame ser el padre de tu bebé.
Hinata abrió los ojos asombrada- ¿Qué dices?, Eso no hará falta, no tienes que preocuparte, yo soy su madre, no le faltará nada.
-Y sé que serás una madre estupenda, de eso no tengo duda- Hinata ladeó su cabeza confundida- Pero tu bebé necesitará un padre, cuando crezca, habrá cosas que solo un padre podrá explicarle, no quiero que le falte una figura paterna.
-Pero
-Dame la oportunidad de ser su padre- le pidió acariciando su abultado vientre.
La puerta de la casa se abrió mostrando a una Hanabi molesta- El bebé de Onee-sama ya tiene un padre, aunque sea un idiota.
-Hola Kaori-chan- saludo Takeshi nervioso.
-No creas que por ser amable conmigo quiere decir que te apruebo- Hanabi se cruzó de brazos- No voy a permitir que le hagan daño a Onee-sama.
-Yo no le haré daño.
-Mira chico pálido, podemos hacer esto por las buenas, tú te alejas y todos felices- Takeshi frunció el ceño- O lo podemos hacer de la manera que más me gusta, donde termino dándote una paliza para que te vayas.
-Kaori- grito Hinata molesta, su hermana se tomaba demasiado enserio su papel de protegerla de cualquier hombre que se acercará- Lo siento Takeshi-kun, esto no volverá a suceder- la ojiperla lo miró nerviosa y después miró mal a su hermana- Para adentro Kaori, esas no son formas de hablar a nuestros amigos.
-Él no es mi amigo, solo tuyo.
Las hermanas se adentraron en la casa, Takeshi solo escuchaba los murmullos, al final decidió retirarse.
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Durante los cuatro meses que siguieron, Takeshi insistió en ser el padre de su bebé, Hinata termino diciéndole que aún no olvidaba al verdadero padre de su bebé, aunque el chico no se rendía, todos los días iba a verla.
Su vientre había crecido demasiado, al menos para ella, en ocasiones su bebé daba pataditas, era el mejor momento del día, cuando sentía que ambos se comunicaban.
El trabajo comenzaba a ser difícil, su embarazo la cansaba demasiado, tenía que sentarse varias veces al día para soportar la jornada completa.
18 de marzo, ese día los clientes no eran muchos, la hora de cerrar estaba llegando, Hinata contaba el dinero de la caja cuando unos fuertes dolores la invadieron, guardo el dinero y se paró de la silla, su respiración se aceleró, Kohaku iba saliendo de la cocina cuando la vio sujetando su vientre con dolor, se asustó al ver como algo de sangre recorría sus piernas.
-Natsuki, Kaori- grito- Hotaru va a tener a su bebé.
Las mujeres salieron de la cocina de inmediato, Hinata estaba apretando la mesa e intentaba reprimir sus sollozos.
-Hay que llevarla al hospital.
-Pero está lejos- dijo Natsuki- Ella no aguantará caminar hasta allá.
Un cliente se acercó a ver lo que sucedía- ¿Y si la llevan a su casa?, Yo iré por el médico.
-Yo voy con usted- dijo Hanabi, ellos salieron corriendo con rumbo al hospital, los demás clientes pagaron, ayudaron a los ancianos a cerrar el local y a llevarla a casa.
Hinata gritaba de dolor en la cama, cuando el médico llegó e inicio su labor de parto los gritos aumentaron, Hanabi tomaba su mano, pero su hermana la apretaba con demasiada fuerza.
-Necesito que respires e intentes hacer lo que te digo- Hinata apretó más fuerte la mano de su hermana, hacia todo lo que el médico le decía.
Al paso de unas horas el llanto del bebé resonó por toda la habitación.
-Es un niño, felicidades- el médico cargo al bebé y lo limpio con las gasas- ¿Puedes cargarlo?
Hinata asintió, se sentía débil, adolorida y cansada, pero se olvidó de todo eso cuando cargo a su bebé, todo el mundo se detuvo, era el niño más lindo que había conocido, tan pequeño y frágil, su piel era como la suya, pero el cabello y los ojos eran idénticos a él.
-Se parece mucho a usted- le dijo el médico.
Los ojos de Hinata se llenaron de lágrimas, acarició sus mejillas y beso su frente- Bienvenido bebé, tu nombre será Hiro.
-Tendré que llevarlos al hospital.
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Los días que siguieron después del nacimiento de su bebé no fueron nada fáciles. Hiro se despertaba varias veces por la madrugada, a veces necesitaba que lo cambiaran y otras quería de comer, se dormía con su pequeño a lado de la cama.
No descansaba lo suficiente y por las mañanas se notaba lo cansada que estaba, después de unas semanas regreso al trabajo Hiro era cuidado por su hermana o los señores Yagami, incluso por Takeshi.
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Conforme Hiro iba creciendo su parecido con Obito era mayor, aunque solo tenía tres años.
Eso le hacía más imposible olvidarlo.
Hinata y Hiro estaban tomando un vaso de leche antes de que cerrará la cafetería.
-Okasan, ¿Dónde es-está mi papá?- Hinata se quedó sin palabras, no esperaba esa pregunta, no tan pronto- To-todos los niños que lle-llegan a la cafetería tienen papá, ¿Po-por qué yo no?- el pequeño aún no hablaba perfecto, pero siempre hacia el intento.
-Si tienes padre, pero él está en una misión muy importante, cuando aún eras un bebé él siempre estaba con nosotros- a su hijo le brillaron sus ojos, Hinata se sintió mal por mentirle- Solo que tú no recuerdas.
-¿Cuándo regresará?
-Pronto.
El niño termino su vaso de leche y abrazo a su mamá.
Por la noche Hinata se estaba quitando la peluca y los pupilentes, Hiro se levantó de la cama y miró los bonitos ojos de su madre.
-¿Por qué usas todo eso Okasan?, La tía Hanabi también se pone todo eso, y no usan sus nombres reales, ¿Qué pasa?
-La misión de tu padre es peligrosa, nos podrían buscará para hacerle daño- Hiro la observaba con sus ojitos bien abiertos- Pero no te preocupes, él nos mantendrá a salvo.
-¿Cómo se llama?
Hinata acarició su mejilla- Él se llama Obito.
-Ya podemos ir a dormir, tengo sueño- Hinata tomo su mano y lo acostó en la cama, ella se recostó a su lado, Hiro la abrazo y se quedó dormido.
-Buenas noches.
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Hinata contaba el dinero de la caja, Hiro estaba sentado en sus piernas. Hanabi, Kohaku y Natsuki salieron de la cocina cuando se escucho como abrían la puerta de golpe.
Tres hombres entraron con un Kunai en la mano y le apuntaron a Hinata- Danos el dinero, ahora.
La Hyūga bajo a su hijo y se lo entrego a Hanabi- ¿Qué vas hacer?
-Cuídame esto- Hinata se quito los pupilentes y se los entrego a su hermana- No dejes que Hiro mire.
Hinata camino al otro lado del mostrador y se paró frente a los asaltantes, se puso en la posición clásica de su familia.
-¿Qué crees que haces?
-Espera, esos ojos.
Hinata activo el Byakugan y los comenzó a atacar, las armas cayeron al suelo y la ojiperla aprovecho para hacer más daño a sus oponentes.
Lo lamentaba por ellos, pero no quería que nadie supiera lo de sus ojos, después de cerrar algunos de sus puntos de chakra, les dió el golpe final, una palmada y su corazón dejaba de latir, el cuerpo del último asaltante salió disparado hacia la salida.
La gente comenzaba a rodear la escena, Hinata cerró los ojos y uso un jutsu de transformación para cambiar su color.
Takeshi estaba llegando y miró todo asustado- ¿Están bien?
-Si- Hiro se soltó del agarre de Hanabi y salió corriendo a abrazar a su madre- Estoy bien, tranquilo.
-No sé cómo agradecerte Hotaru, salvaste nuestras ganancias del mes- dijo Kohaku.
-No me debe nada Kohaku-san, yo les debo mucho a ustedes por todo su apoyo.
-Hay que llamar a los Samuráis- Natsuki cruzó sus manos frente a su pecho.
La noticia de que Hotaru y Kaori tenían habilidades en combate se extendió hasta llegar a oídos de los Samuráis, estos les ofrecieron un trabajo al que no se pudieron negar, la paga era buena y solo trabajan algunos días, en sus descansos regresaban a ayudar en la cafetería.
Después de unos meses de práctica con la Katana, Hinata y Hanabi fueron ingresadas oficialmente a la lista de Samuráis del País del Hierro.
Los señores Yagami y Takeshi cuidaban a Hiro cuando Hinata y Hanabi no estaban. El pequeño comenzaba atender a algunos clientes, él era quien llevaba los menús y las servilletas, quería ayudar a su mamá.
Los días pasaban y Hinata sentía un mal presentimiento.
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Y fin, por ahora.
Nos vemos luego ❤️
Dejen sus votos y comentarios 💖🤗
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