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¿Pueden los bichos raros enamorarse de las mariposas?


"Sí, soy una chica rara, lo admito. ¿Y qué? Yo soy así. ¡Si no les gusta, pues que se fastidien!",

es lo que siempre pienso cada vez que la gente me mira como un bicho raro y asqueroso de esos que reptan por las paredes en los baños. O como si fuese un payaso que apareció de la nada en la Biblioteca. Personalmente, creo que exageran. Es verdad, no tengo el mejor sentido de la moda, tengo pelos de loca y soy una persona muy franca que siempre dice lo que piensa sin pensárselo dos veces. ¿Pero de eso a resoplar de fastidio porque les toca trabajar en equipo conmigo? Que se jodan. No me importa. Seré quien yo quiera, sin importar si eso me deja sola. Lo decidí desde que los amigos que tenía desde la primaria me dejaron al empezar el instituto. ¿Por qué?, os preguntaréis. ¿No es obvio?, os respondería yo si os oyera. Bueno, la razón es que JUSTO cuando empezamos el instituto es cuando decidí dejar de fingir y mostrar mi verdadero yo. Y supongo que no les gustó, porque comenzaron a alejarse de mí. 

"Bah, me da igual", pensé. Y sigo pensando lo mismo. Da igual. Prefiero estar sola que mal acompañada. ¿Quién necesita amigos falsos que solo quieren estar contigo por como te ves? ¡¡¡QUE SE JODAAAAAAAAAAAAAAN!!!

-¿Me están prestando atención? -pregunta la profe alzando ligeramente la voz y con una expresión que hubiese acojonado hasta al más valiente. Bueno, no tengo por qué tener miedo, yo no estaba haciendo nada, sólo deseandole una muerte lenta y dolorosa a todos mis ex-amigos, nada fuera de lo normal-. Intento explicaros que a partir de hoy, tenemos una nueva alumna. 

Arqueo mi cejas marrones algo sorprendida. Vaya, no lo había notado. Los demás son tan aburridos e insignificantes que ni les presto atención. ¿Será esta chica igual? 

-Beatrice, querida, por favor, sal al frente y presentate a tus compañeros. 

-¡Vale! -responde una voz cantarina y de forma bastante animada. Me da más curiosidad. Cuando oigo el chirrido de la silla al ser empujado hacia atrás, volteo con brusquedad para ver a la dueña de aquella voz. Una chica algo bajita se levanta de forma bastante ágil de su silla y camina con paso alegre... casi dando saltitos, como si estuviese bailando a lo Heidi. Las coletas rubias en forma de tirabuzón se agitan con cada paso que da. Parpadeo algo confundida. Y por lo que veo, mis demás compañeros de clase tienen la misma expresión. Se pone al frente, con una sonrisa enorme. Sus ojos azul marino brillan, como si estuviese ilusionada por lo que está haciendo. Ahora que la miro bien... ella es... linda. 

-¡Hola! -saluda de forma exagerada con la mano-. ¡Yo soy Beatrice, y espero que podamos ser amigos! 

Silencio. No sé que pensar, excepto que el cerebro de esa chica funciona como el de una niña pequeña.

-Dinos, querida, ¿por qué decidieron tus padres venir a Estados Unidos? -pregunta con voz dulce la maestra. Siempre habla a sus alumnos como si aún estuviesemos en la primaria. Seguramente está encantada con tener una alumna así. 

-Ay, profe, si tú ya sabes por qué -comentó entre risas Beatrice mientras agita una mano hacia la profe. La mujer también se ríe de forma algo animada. OK... Esto es raro. Me gusta. 

-Pero tus compañeros no -responde la profe mientras que con su brazo nos señala. Beatrice nos mira de forma como si hubiese olvidado que estábamos ahí. Con su boca formando un perfecto "O" suelta un "Oooooooooohhhhhh" que provoca algunas risitas en la clase (incluyéndome). 

-¡Cierto, cierto! -se ríe de nuevo-. ¡Perdón, soy un poco retrasada! -comenta mientras nos guiña un ojo y se da un golpecito en la cabeza. Luego se coloca un puño sobre su boca y suelta un sonoro "Ejem, ejem" para después proseguir con su presentación-. ¡Bueno, la razón por la que nos mudamos es bastante simple! A mi papá lo trasladaron aquí. ¡Lo ascendieron! -y para sorpresa de todos, alza sus brazos y agita sus manos, aparentemente, muy emocionada-. ¡Yey! Ya me estaba hartando de donde vivía antes, ¿sabéis? ¡Todas las chicas diciéndome "cabeza hueca"! ¡"Madura"! ¡Pero yo no quiero! ¡NUNCA MADURARÉ! -estira un puño de forma decidida. Luego hace una reverencia-. Eso es todo, ¡gracias por escucharme! 

Y mientras ella se sienta tarareando una canción pop, se hace el silencio en la clase. Hasta la profe se ve algo shockeada. Pero yo ya lo he decidido: esa chica me cae bien. Y quiero ser su amiga. 


                                                                                o-o-o 

Síííííí, sé que hace rato que dije que yo estaba bien sola y que no necesitaba amigos... ¡Pero vamos! Uno se harta de sentarse sola en la cafetería y fingir que tiene a alguien con quién charlar (¿No lo crees, Algodón de Azúcar?). Así que viendo que la tal Beatrice es infantil (y divertida) intentaré acercarme a ella, pues la gente que piensa como un niño no te juzgará sin importar tu apariencia o de donde provengas, etc. O eso espero. Crucemos los dedos. 

-Bueno, guarden sus cosas, y seguimos mañana. 

¡AL FIN! Aunque obviamente no grito, porque si no, podrían castigarme y perdería mi oportunidad de hablar con ella. Con rapidez, guardo mi libro y libreta de mates, el estuche y la agenda de forma brusca, y sin cerrar con la cremallera, me cuelgo la mochila de sólo un hombro y trató de acercarme a Betraice... pero ella se está alejando de mí. Quiero gritar algo como "¡Espera!" pero sería algo raro... ¡Espera! ¿No que no me importa lo que piensan los demás de mí? Estiro un brazo tratando de alcanzarla, pues Beatrice esta bastante lejos de mí, aparte de que la estoy perdiendo de vista pues hay mucha gente en el pasillo. Ya harta, empiezo a dar empujones, sin importar que la gente se queje de mí. 

-¡Espe...! -me callo cuando siento mi mochila mucho más ligera. Ay, no... Con miedo y lentitud, miro hacia atrás: todas mis cosas tiradas en el suelo y siendo pisoteadas por los alumnos-. ¡OYE, DETENEOS! -dejo caer mi mochila mientras me pongo a recoger como loca todos mis utensilios escolares. Mierda, mierda, mierda... Esto me pasa por tanta prisa... La gente alrededor me rodea, pues bloqueo su camino, pero no me importa. ¡Mierda, mierda, mierda...! 

-¿Estás bien? 

Oh, cielos... Esa voz tan dulce y cantarina... Alzo la mirada y veo sus ojos azules mirandome de forma amable y con algo de curiosidad. Y no sé por qué, siento algo raro revolverse en mi estómago. No, no es que sienta mi estómago retorcerse, es como si tuviese algo dentro de mi estómago tratando de salir... Pero, ¿por qué?

-¡Oh! -exclamo al darme cuenta de que me quedé un rato callada. Aunque ella no se ve molesta. Me rio de forma nerviosa-. ¡Sí estoy bien, gracias! -y sigo recogiendo los libros del suelo. Beatrice toma uno con delicadeza y me lo extiende.

-Toma. 

-Ah, gracias... -mierda, ¿por qué siento que mis mejillas arden? ¡Nunca me había sentido así antes! ¡En serio, ni siquiera cuando hicimos aquella obra de teatro en el colegio y olvidé mis líneas! 

-Deja que te ayude -y sin esperar respuesta, toma otro par de libros, (los que me faltaban) y me los extiende. 

-Gracias, gracias...  -rápidamente los guardo, y esta vez sí, cierro con la cremallera y me pongo ambas tiras de las mochilas en los hombros. 

-No fue nada -responde Beatrice con una gran sonrisa. En serio, se ve muy linda... No, viéndolo mejor, es más bien bonita... Espera. ¡¿Qué coño estoy pensando?!

-No sé que me pasó... -comentó entre risas algo raras y perturbadoras-. Supongo que tengo mucha hambre y por las prisas, pues... -no sé siquiera si lo que digo tiene algún sentido. Aunque para Beatrice debe tenerlo, porque asiente con la cabeza. 

-¡Yo también! ¿Sabes lo que desayuné? ¡Galletas! Planeaba comer unas tostadas, pero me dormí y pues... -asiento con la cabeza al igual que hico ella antes-. Oye, ¿vamos al comedor y seguimos hablando? -asiento con tanta energía que tengo miedo de que se me despegue la cabeza del cuello-. ¡Pues vamos!


                                                                                      o-o-o


-Así que te llamas Velarie, naciste un mes antes que yo, tienes tres hermanos pequeños, amas los gatos y no tienes amigos.

-Exacto -doy un mordisco a mi delicioso bocadillo de salchichón. 

-Ay, pobrecita... -suspira ella de forma dramática mientras hinca el codo sobre la mesa y apoya su barbilla en su mano-. Sé como se siente el que te dejen sola sólo por ser considerada "rara".

-A mí me da igual... -huy, sí, seguro. ¿Y por qué buscaste su compañía en primer lugar?-. Al menos sé que es por como soy y no por una imagen falsa. ¿Sabes?

-Wow, eso sonó muy maduro.

-¿De verdad? -no puedo evitar hinchar mi plano pecho con orgullo. Ella asiente.

-La verdad es que a mí si me afectó... Por eso durante un tiempo traté de cambiar. 

-¿De verdad?

Asiente con sus ojos fijos en su sandwich. 

-Luego... no aguanté más... y estuve a punto de volver a ser como antes... pero entonces recibí la noticia de que nos mudábamos... así que aguanté hasta hoy -suelta finalmente. Yo estoy alucinando. Creí que solo era una chica algo infantil, y que al igual que a un crío, ella le daría igual. Pero entonces recuerdo que ella no es una cría, sino una chica que actua como uno. 

Puedo ver como aprieta sus puños y que sus ojos, aún clavados en su almuerzo, se cristalizan. Y yo, por instinto, extiendo una mano y la apoyo sobre uno de sus puños. Ella no dice nada, solo alza su mirada y me mira algo sorprendida. 

-Eso se acabo -le digo tratando de transmitir toda mi seguridad-. Ya no tendrás que finjir... y si tienes miedo de que te dejen sola por como eres, ¿que más da? ¡Podemos ser unas rechazadas sociales juntas! 

Y por fin ella sonríe de nuevo. Ugh... Mi estómago... Es como si un montón de animalitos... no, bichos, estuviesen tratando de salir de mi estómago. 

-Muchas gracias. Es lo más bonito que me han dicho. 

¡Ya, ya, basta, cálmate, lo que sea que tenga dentro del estómago, cálmate! 

-Sólo digo la verdad -espero no haber enrojecido. No lo entiendo, ¿por qué estoy actuando así? 

Beatrice sonríe aún más al oír mi comentario. 

-¿Quieres venir a mi casa esta tarde? 

-¿Qué? 

-¿Quieres venir a mi casa esta tarde? -no veo ningún rastro de molestia en su rostro por tener que repetir su pregunta. Espera, ¿quiere que yo qué? 

-Pero... ¿Por qué? 

-Pues porque me caes bien y quiero pasar más tiempo contigo -dice con total calma-. ¿No habías dicho que seamos unas rechazadas juntas? 

-Sí... -no sé muy bien a cuál de las dos preguntas estoy respondiendo, si a lo que dije o su invitación. 

-¿Entonces sí? 

Me quedo un rato callada. ¿Por qué no? 

-¿Por qué no? 

-¡¡¡YEY!!! -da un salto bastante contenta-. ¡Mi primera amiga! 

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