Puede besar a la novia
He aquí otro fic de mi pareja favorita de Marvel: Loki y Darcy. Mischief & Tasers. Aquí verán a un Loki y a una Darcy un tanto diferentes a lo que todos están acostumbrados, pero espero que les guste.
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No sabía que mi cuerpo tuviera tanto potencial. Giro mi cabeza frente al espejo de cuerpo entero que refleja mi vestido. Mi vestido de bodas. Es un strapless (sin mangas ni breteles) de satén color azul verdoso. Un aderezo de perlas y oro decora el pecho, y el satén forma frunces en diagonal a lo largo del corsé, cayendo después en ondas sobre la falda hasta cerca de la mitad. Luego se recoge en un adorno de tres rosas blancas y plateadas. Pliegues de tul y muselina blanca llegan hasta el suelo en una amplia falda vaporosa. Nunca hubiera dicho que llevaría un vestido así, pero me queda impresionante.
Mi velo de tul es tenue, sutil como un velo de niebla. Sobre él, una diadema de plata increíblemente delicada ocupa el lugar de la corona que Loki colocará sobre mi cabeza luego de la ceremonia de bodas. Una doble hilera de perlas rodea mi cuello, en combinación con los pendientes de diamantes que penden de mis orejas y los brazaletes de plata que ciñen mis muñecas.
Han rizado mi largo cabello castaño, y lo han recogido en una elaborada trenza en espiral, prendiéndole alfileres de oro y esmeraldas. Me han maquillado expertamente, con una muy sutil sombra de ojos y un lápiz de labios divino. Mis zapatos plateados son comodísimos, lo mismo que el vestido.
Alguien llama a la puerta cerrada. Cuesta acostumbrarse a poseer tres habitaciones luego de haber dormido durante años en un cuartucho de un departamento, pero ya le estoy cogiendo el tranquillo. Me aparto del espejo.
“Puede entrar.” Cada vez me sale mejor el tono majestuoso. Al principio era un desastre con ese tipo de cosas, pero tuve que comenzar a acostumbrarme cuando supe que iba a ser la nueva reina de los dioses. Un título bastante impresionante.
Fandral entra en la habitación y hace una ligera reverencia.
“Lady Darcy.”
Otra cosa con la que debo familiarizarme, los títulos que le anteponen a mi nombre. Pronto tendré como veinte tratamientos antes del “Darcy”. Sin ir más lejos, dentro de una hora seré “Su Majestad la Reina Darcy”. ¿Cómo se supone que me acostumbraré a eso?
El espadachín rubio me dirige una sonrisa ladeada. Creo que es uno de los pocos que entienden lo incómodo que me resulta a mí, una mortal, habituarme a la vida de reina. Por ello lo he elegido a él para que me lleve hasta mi futuro esposo, ya que mi padre, el cual normalmente sería el indicado, no se encuentra conmigo.
“Ay, Fandral, creo que en cualquier momento voy a perder el control y voy a desmayarme en medio de la ceremonia.” Me lamento. No suelo ser así, normalmente soy una mujer descarada y audaz, pero una boda puede tener efectos mágicos, aún sobre una personalidad como la mía.
“Yo estoy al lado tuyo, ¿recuerdas? Si te desmayas, te sostengo. Los desmayos en las bodas ocurren frecuentemente. Vamos, que ya están todos esperando.”
Me ofrece el brazo. Una visita de Loki me hubiera tranquilizado bastante, pero es tradición que el novio no vea a su futura esposa antes de la ceremonia. Suelto todo el aire que tengo en los pulmones y luego inhalo profundamente, relajándome. No hay razón para ponerse nerviosa. Sólo espero no largarme a llorar. Siento todas mis emociones revueltas, y un nido de avispas en el estómago. Me sentiré mejor cuando todo termine y ya no haya vuelta atrás.
Tomo el brazo del dios y doy un paso adelante con decisión. Cuanto antes lleguemos al “Puede besar a la novia.”, mejor.
...
El salón de ceremonias es imponente. Altas columnas de mármol sostienen el techo en forma de bóveda. Todo es dorado, con altos ventanales esmerilados que dejan pasar la luz del sol a raudales, dando una atmósfera luminosa a todo el recinto. Hay mucha gente. Normalmente me gusta la fama, pero ahora tengo la impresión de que en cualquier momento voy a tropezar con el vestido (maldita falda, ¿por qué es tan larga?) o me voy a desmayar. Me está entrando claustrofobia. Encorvo los hombros involuntariamente, como si quisiera esconderme. El brazo de Fandral ya no me aporta ninguna sensación de seguridad. ¿Qué hago yo aquí, en un reino extraterrestre, dispuesta a convertirme en reina? ¿Qué hago usando un vestido que nunca en mi vida pensé usar? Y la respuesta me llega cuando lo veo.
Loki está esperándome. Tiene la cabeza ligeramente ladeada, y sus ojos brillan. Ese brillo que yo descubrí luego de conocerlo, ese brillo que me hizo amarle, ese brillo que dice que él puede ser una buena persona. Su cabello negro está más largo que nunca, y tiene una fina trenza del lado izquierdo, entrelazada con cuentas de plata, al más puro estilo vikingo. Aún así, está perfectamente afeitado, como siempre, y sus rasgos angulosos resaltan bajo la luz de los ventanales. Una pequeña arruga altera la perfección de su semblante, entre las cejas. Es lo único que delata las dificultades y sinsabores que ha tenido que pasar durante toda su vida, una marca que nunca se borra, que apareció hace unos años. Pero sus labios sonríen, una sonrisa exenta de la astucia y el doblez que lo caracterizaban antes.
Loki ha cambiado. Yo lo conocí cuando era un joven creador de caos, sin remordimientos y sin honor. Lo conocí cuando estaba cargado de odio contra todo y todos. Lo conocí cuando buscó refugio en Midgard, destrozado. Lo conocí cuando intentó comenzar a reformarse. Lo conocí cuando caía y volvía a levantarse. Lo conocí cuando sonrió por primera vez sin segundas intenciones. Lo conocí cuando ese brillo apareció en sus ojos. Lo conocí cuando se transformó en el dios de quien me enamoré.
Enderezo la espalda. Mis labios forman una sonrisa. Ya no presto atención a la gente a mi alrededor, ya no tengo temor de desmayarme. Él está ahí, esperándome, y eso es como una inyección de adrenalina. Reafirmo la presión sobre el brazo de Fandral, veo de reojo cómo sonríe, notando mi decisión. Avanzo como si mis pies tuvieran alas, la distancia se acorta, ya estoy a su lado.
Fandral se esfuma, y sólo quedamos mi prometido y yo.
Quién lo diría, Darcy Lewis casándose con Loki Laufeyson, el hermano adoptivo del ex novio de su mejor amiga, Jane Foster. Demasiado enredado para entenderlo. Lo único que hay que hacer es olvidarse de ello y amar al hombre que tienes enfrente. Y eso es lo que hago cada día de mi vida desde que lo conocí.
Un dios muy anciano está parado entre nosotros dos. Debe ser una especie de sacerdote asgardiano. A su lado sobre un altar hay una elegante diadema con esmeraldas en forma de lágrima engastadas sobre una redecilla de hilos de plata sobre un almohadón. Creo que es la corona que yo tendré que llevar cuando me convierta en reina.
La ceremonia no es ni midgardiana ni asgardiana. Es una mezcla entre las dos, una manera de unir nuestras tradiciones. Han quitado toda referencia católica, pero asimismo no mencionan a ningún dios nórdico. Los ritos son en su mayoría célticos.
Se supone que un familiar del novio debe ser el “casamentero”, pero Loki ya no tiene familiares. En su lugar, la ceremonia será oficiada por el dios más anciano y sabio que hay en Asgard, Forseti. Se dice que él inventó los votos matrimoniales de los dioses.
Forseti alza los brazos, mirando de frente a todas las personas que están ahí.
“Que cada persona aquí reunida llame a este rito sagrado, a este sitio consagrado, los poderes que nosotros conocemos como las fuentes del amor y la inspiración.” Entona con una voz profunda y aterciopelada. Capta la atención de todos enseguida, a pesar de no hablar en voz muy fuerte. Se dirige hacia nosotros. “¿Loki y Darcy, acudís a este lugar por voluntad propia, libremente?”
“Así es.” Responde Loki. Su voz suena perfectamente segura.
“Así es.” Repito yo.
“A través de tiempos de incertidumbre, a través de los tiempos del cambio, ¿todavía os amaréis y honraréis?”
“Sí, lo haré.” Contesta.
“Sí, lo haré.” Contesto.
“A través de las llamas de la pasión, y cuando las llamas se disminuyan, ¿todavía os amaréis y honraréis?”
“Sí, lo haré.”
“Sí, lo haré.”
“A través de tiempos de frías restricciones, cuando los problemas parecen inamovibles, ¿todavía os amaréis y honraréis?”
“Sí, lo haré.”
“Sí, lo haré.”
Loki adelanta su mano y toma la mía. Sus dedos son suaves y reconfortantes. Forseti toma dos cintas de tela blanca y entrelaza nuestras manos, uniéndolas con un nudo.
“En los lugares sagrados y en los momentos propicios, nuestros antepasados se cogieron de la mano al casarse, y tales uniones de manos, atestiguadas por los dioses y por la comunidad, eran legales, verdaderas y comprometedoras, tal como el amor ata un corazón al otro. Darcy y Loki, ¿estáis preparados para declarar vuestros juramentos el uno al otro, juramentos que os juntarán, alma a alma, corazón a corazón, juntando las líneas sanguíneas de vuestros antepasados y las de vuestra descendencia, atestiguados por los que se han reunido hoy, en espíritu y en cuerpo, en este lugar sagrado?
“Sí, lo estoy.” Respondo.
“Sí, lo estoy.” Responde.
“Todas las cosas de la naturaleza son circulares. La noche se hace día, el día conduce de vuelta a la noche que, una vez más, se convierte en día. La luna crece y mengua, y vuelve a crecer. Hay la primavera, el verano, el otoño y el invierno, luego vuelve de nuevo la primavera. Éstos son los florecientes ritmos del Ciclo de la Existencia, pero en el Centro del Círculo hay la quietud de la Fuente, eterna y brillante. Loki y Darcy, ¿habéis traído el día de hoy con vosotros vuestros símbolos de estos misterios de la vida?”
“Sí, lo hemos hecho.” Decimos a la vez.
Loki extiende la mano que está libre de la atadura, y en su palma están dos anillos. No son iguales. Uno es de oro, liso, con una esmeralda en forma de óvalo. El otro también es de oro, pero es fino, hecho de dos líneas entrelazadas, salpicadas de pequeños puntos verdes, esmeraldas en miniatura. Es precioso.
Forseti toma los anillos. Levanta uno en cada mano.
“Que sean bendecidas pues, porque son una señal externa y un sagrado recordatorio de vuestro compromiso el uno con el otro atestiguado hoy aquí.”
Deja los anillos sobre el altar. Luego vuelve a girarse hacia nosotros.
“Como el sol y la luna traen la luz al mundo, ¿vosotros Darcy y Loki, juráis traer a esta unión la luz del amor y de la dicha?”
“Sí, lo hago.”
“Sí, lo hago.”
“¿Juráis honrar el uno al otro tal como honráis aquello que tenéis más sagrado?”
“Sí, lo hago.”
“Sí, lo hago.”
Forseti toma el nudo que une nuestras manos, y lo desata. Recoge la cinta antes de que caiga al suelo, y la deja sobre el altar.
Toma el anillo más delicado y se lo da a Loki. Él se gira hacia mí, con una sonrisa preciosa en su rostro, y lo pone en mi dedo anular. Luego Forseti me da el otro anillo, y es mi turno de ponérselo a Loki, sonriendo. Nunca en mi vida he estado tan feliz.
Forseti toma nuestras manos, las que tienen los anillos.
“Que el universo sea testigo, pues, de que Darcy y Loki se unen en amor y dicha y libertad, ¡Que así sea!...”
Abre la boca una vez más. Falta solo una frase.
Entonces mis ojos se dirigen distraídos hacia la gente. Por un momento no entiendo lo que estoy viendo. Cuando reacciono ya es demasiado tarde.
La flecha purpúrea traspasa el raso, el corsé y la piel. Quema. Arde. Un dolor atroz. Doy un traspié, piso el borde del vestido y caigo. Los fuertes brazos de mi esposo me sostienen.
Abro los ojos de par en par. Respirar cada vez es más difícil. Un terror irracional se apodera de mi mente. No quiero morir. No puedo morir. ¿Por qué yo?
Cierro los dedos convulsivamente alrededor del asta emplumada de la flecha roja. Siento la sangre escapando demasiado rápido. El vestido se va tiñendo de escarlata.
“Loki...”
El dios me mira a los ojos. Una expresión de terror pinta su semblante. Incluso sin que lo diga, sé que ningún hechizo que pudiera hacer me salvaría.
“Es una flecha de Niflheim.” Su voz es un susurro horrorizado. El pánico va consumiendo el brillo de sus ojos. Las lágrimas empiezan a aparecer en sus párpados.
Siento la muerte que nace de la flecha. Es un daño oscuro, un maleficio que Loki no puede eliminar.
Pero lo que más me destroza es ver el suplicio que se refleja en sus ojos. El mismo dolor, la misma impotencia que sintió cuando asesinaron a su madre, cuando la vida de su padre se extinguió, cuando su hermano cayó en batalla, cuando él no pudo ayudar a nadie, cuando tuvo que quedarse mirando cómo sucumbían.
Me sacuden unos sollozos convulsivos, o quizás sea el llanto de Loki. Aún me sostiene entre sus brazos. Estoy muriendo, y lo estoy matando a él conmigo.
Mi visión se oscurece. Lo único que sigo viendo son los ojos de mi esposo, color verde esmeralda, centellando llenos de lágrimas y de dolor.
El frío va paralizando mi cuerpo. Antes de cerrar los ojos para siempre, oigo la voz del anciano Forseti enunciando la última frase.
“Puede besar a la novia.”
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Debo confesar que sentí un cierto placer sádico matando a Darcy, pero al mismo tiempo estaba llorando. Simplemente, esta historia no podía terminar con un final feliz, no hubiera quedado bien, por alguna razón.
Espero que les haya gustado, y leeré con mucho gusto sus críticas y comentarios.
Kisses!
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