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06


—¿Selene? ¡Selene! Joder, ¡reacciona, por favor!

—¿Orion? —digo sin abrir los ojos, con la voz áspera.

—Sí, soy yo —me pareció escuchar alivio en su voz.

—¿Estoy muerta?

—No.

—Ah, es una lástima —pronunciar cada palabra dolía—. ¿Qué pasó?

—Te desmayaste.

—Gracias, señor obvio, eso lo sé —entreabrí los ojos.

—Estás hablando más de lo normal.

—Sí, supongo que es debido a que en este momento te veo como un cuervo gigante y todo se mueve a mi alrededor. ¿Estamos volando?

Lo hice reír con mi comentario. ¿Por qué tiene una risa tan sexy?

—Mira, cuando lleguemos a mi casa, te explico todo. Ya le dije a tu amiga Catrina que nos esperará ahí.

Por fin logro orientarme un poco y me doy cuenta de que Orion me está cargando. Supongo que no sería muy útil caminando en este momento, pero ¿por qué parece que huimos? Esa es la pregunta que debí haberle hecho, pero en su lugar hice otra.

—Azura no te ama, ¿sabías eso? —se lo digo sin rodeos. Algo que caracterizaba nuestra amistad era la sinceridad en los momentos en que era necesaria darla, más no la honestidad. Para muchos significa lo mismo, pero para mí no.

—Sí.

—¿Por qué estás con ella entonces? —le pregunto confundida.

—No lo sé —respondió en un susurro.

—¿No la quieres?

—Le tengo aprecio. No estoy enamorado de ella. Solo estoy con ella porque… ni yo lo sé, ¿vale? —se mantuvo en silencio unos segundos—. Al principio todo era diferente —murmuró.

Al principio era diferente porque ella no tenía a nadie más, pero no soy capaz de decirle eso.

—No se están haciendo bien el uno al otro en una relación sin amor. Lo mejor sería que terminaras con ella. Te aseguro que eso la aliviará un montón. Lo que menos quiere es hacerte daño, por eso no te ha dicho nada. Ella también te tiene aprecio, Orion.

—Lo sé —dice resignado, se ve pensativo—. Si termino con ella… ¿Tú me seguirías hablando?

—Claro, eres mi amigo.

—Claro —percibo una nota de sarcasmo en su voz. Entiendo si le molestó mi respuesta, desde que está con Azura me he alejado mucho de él. Mentiría si dijera que no extraño los tiempos de antes cuando éramos amigos de verdad.

No decimos más nada. Por el cielo puedo deducir que es bastante tarde. Aunque no sé, las estrellas se mueven en el cielo o el cielo se está cayendo. O las estrellas son un montón de cuervos brillantes. Me siento como si estuviera drogada; de seguro, el ingrediente especial del champú que me dio a oler Solanine tenía marihuana.

Todo el camino fue solitario hasta que me pareció ver a unos tipos extraños intercambiando algo cerca del bosque. ¿Son drogas o… son armas? Pero si Orion no dijo nada, es porque me imaginé eso, ¿no? Igual, si lo pienso, lo primero que vi no es extraño, se dice que en el bosque es donde venden ese tipo de sustancias.

—¿Crees que puedas caminar? —me preguntó unos minutos después.

—Si me sostienes de un brazo, tal vez sí.

Me dejó en el suelo y me fui de lado, pero él ya sabía que eso sucedería, así que ya estaba preparado para evitar que cayera.

—Bienvenida a mi humilde morada.

Nunca había venido a la casa de Orion. Bueno, principalmente, ¿por qué yo vendría a su casa? Al menos ahora, tal vez antes, cuando éramos mejores amigos, pero pensándolo… es un poco extraño, nunca me dijo dónde vivía, si tenía casa propia o dormía en una residencia  y tenemos casi dos años de amistad. Tampoco sé mucho sobre su familia o él sobre la mía, creo que la sinceridad tampoco es parte de esta amistad o de ninguna amistad que tengo.

Veo a Catrina sentada en las escaleras de la entrada, cuando me ve sale corriendo a abrazarme y yo le devuelvo el abrazo

—Joder, me diste un gran susto.

—¿Por qué? Solo me desmayé en la universidad, ¿qué pudieron haber dicho? ¿Qué estoy embarazada? —río sin gracia.

—Todo el mundo cree que estás muerta.

—¡¿Qué?!

—Y yo también lo pensé, tuve que encerrarme en el baño del trabajo para llorar, hasta que Orion me llamó, solo le creí porque… ni idea, pero prefería guardar esperanzas que pensar que en verdad estabas muerta.

—Oh, no…

—Tuve que publicar un post diciendo lo mucho que te iba a extrañar.

—Dime que elegiste las mejores fotos.

—Claro que lo hice, ¿por quién me tomas?

Sacudo la cabeza, centrándome en lo importante.

—Mi mamá…

—Tranquila, ya hablé con tu hermana. Mañana deberías llamarla. Agradece que tu mamá no tiene redes sociales y que están de visita donde tu abuela; por lo tanto, ningún vecino chismoso le puede decir nada. Además, Helena dijo que no le pasaría ninguna llamada.

—Bien, eso es un alivio. Pero… no entiendo, ¿por qué creen que estoy muerta?

Miré a Orion esperando una respuesta. Catrina también lo mira enarcando una ceja.

—Es que de verdad parecía que ibas a morir, Selene. Cuando te encontré tirada en el suelo junto con Solanine, ella creyó que estabas muerta. Le dije que llamara a alguno de los oficiales que seguían en la universidad. Tenías pulso, pero era muy débil. Recordé que tengo un amigo que estudia medicina y preferí llevarte con él. Logró ayudarte, pero le dije que no dijera nada sobre eso. Ahora anda el rumor de que te mataron por saber quién mató a Draven y que se llevaron tu cuerpo para hacer lo mismo que le hicieron al de él.

—Oh, mierda. ¿Por qué carajos preferiste que pensaran que estoy muerta?

—¡Te trataron de envenenar, Selene! No me arriesgaré a que te pase algo. No podía confiar en nadie en ese momento, tal vez me pasé un poco tomando esa decisión, pero en el momento me pareció la correcta.

Quedé sorprendida, al igual que Catrina. ¿Por qué alguien querría envenenarme?

—¿Sabes que Solanine va a decir que tú fuiste el último que estuvo conmigo? Por lo tanto, ahora tú eres el sospechoso principal.

—No me importa —responde cruzándose de brazos—. Lo que importa es que tú estás bien.

—Tengo que ir a la residencia.

—¿Estás loca? —dicen Orion y Catrina al unísono.

—Tengo que ir. Lisha debe estar devastada y necesito mis cosas.

—Yo te puedo… —le doy una mala mirada y prefiere cambiar el rumbo de lo que iba a decir—. Diría que podría ir a buscar las cosas, pero soy su mejor amiga, por eso razón debo estar devastada y sería raro que decidiera buscar sus cosas en tan poco tiempo en lugar de estar echada en mi cama llorando.

—Yo puedo ir por Catrina, diré que ella me lo pidió.

—Tengo que ir yo, Orion.

—Bien, pero iremos mañana temprano.

—No, iremos ahora mismo.

—Eres tan terca —resopla poniendo los ojos en blanco. Sonreí, extrañaba eso.

[…]

Después de un rato en el que estuve tratando de convencer a Orion que me dejara ir a la residencia, finalmente aceptó. Me prestó algunas prendas: un gorro de lana en el que de alguna manera escondí mi cabello, una sudadera y unas gafas de sol. Me veo ridícula, pero sirve para ocultar mi identidad.

Ahora voy sentada en la parte trasera del auto de su papá, entiendo perfectamente por qué nunca lo usa y prefiere caminar.

—Joder, llegaríamos más rápido caminando que en esto —dice Catrina masticando un chicle ruidosamente.

—Si manejo rápido, hay probabilidades de que el carro no arranque después y quedaremos por allí a estas horas —le responde entre dientes.

—Ajá —dice ella con indiferencia, mirándolo mal. Está molesta porque Orion no la dejó entrar a su casa.

Me quedo observando a Orion de reojo, su casa es muy… no sé cómo explicarlo, él lleva viviendo allí durante aproximadamente tres años y no parece que lo hiciera. No hay fotografías enmarcadas, alguna planta que le dé vida al lugar, pósteres o al menos alguna cosa desordenada; como un vaso sobre la encimera, platos en el fregadero o un par de zapatos en la sala. Lo más extraño es que… los muebles de la sala se encontraban cubiertos con sábanas blancas y no hay espejos ni siquiera en el baño.

Él se da cuenta por el espejo retrovisor del carro que lo estoy observando, desvío la mirada hacia la ventana, alejando esos pensamientos que me estaban empezando a invadir.

[…]

Llevamos estacionados un par de minutos a las afueras de la residencia, solo observando.

—Te digo que no pasará nada. Entremos y ya.

—No permiten entrar chicos. Si me ven por las cámaras…

—No pasará nada —repito asomándome en el medio de ambos asientos delanteros—. Al menos una vez, la mayoría de las chicas ha incumplido esa regla, mientras no se escuchen ge…

—Ya —me para—. Es suficiente información.

Río entre dientes. Siendo sincera, me gustaba vivir en la Residencia Filles Tranquilles —irónico su nombre—. Las reglas para quedarte eran tan simples, y se podían romper con facilidad por la falta de vigilancia. La dueña, la señora Marleny, es muy relajada, solo viene una vez al mes para revisar cómo está todo y para recoger el dinero. Incluso la mayoría de las chicas ha dicho que las cámaras de vigilancia no funcionan y solo están ahí para intimidarnos un poco. Por eso no me pareció un problema venir aquí, ni quedarme viviendo en ella durante tanto tiempo.

—Andando —dice Catrina saliendo del auto.

Salimos del auto y nos encaminamos a la residencia. Uso mi llave para abrir la puerta principal —fue lo único que me llevé en la mañana cuando salí apresurada a la universidad, y mi botella de agua—. Pasamos rápido el pasillo y nos metemos en el ascensor, en el cual prefiero cerrar los ojos. No quiero que me pase lo de la última vez.

Abro la puerta de mi piso, todo está silencioso y oscuro. Entramos sigilosamente. Esquivo los pocos obstáculos con facilidad y Catrina también, pero Orion no. Choca con una lámpara y esta cae al piso, debí dejarlo en el carro.

—Maldición —masculla.

Escuchamos ruido proveniente del cuarto de Lisha e inesperadamente sale con un bate en las manos.

—¡Oh, malditos! ¿Piensan hacerme lo mismo que a Selene, verdad? Pues les informo que soy increíblemente buena peleando y me llevaré a alguno de ustedes conmigo.

Cuando está por golpearme en la cabeza, Catrina prende la linterna de su celular y se alumbra con ella y luego a mí.

—Lisha, soy yo —me quitó el gorro y los lentes—. Soy Selene.

—Creo que voy a desmayarme ahora mismo —deja caer su bate al suelo. Se pellizca fuertemente para luego frotar con cuidado el área adolorida—. No es mentira.

Corre hacia mí y me abraza con fuerza.

[…]

Hace unos minutos, Orion le explicó brevemente a Lisha todo lo que tenía que saber, mientras yo guardaba algunas cosas para llevarme. Lo más probable es que las autoridades decidieran revisar mi habitación si Lisha se los permitía y sé que lo hubiese hecho después de hablar con mi mamá, por eso necesitaba venir antes de eso.

—No, Lisha. No puedes venir con nosotros. Se supone que yo estoy muerta y que Orion ahora es sospechoso.

La reprendo mientras salimos del edificio. En el momento en que me encontraba guardando algunas de mis pertenencias para llevarme, ella preparó una mochila con las suyas.

—Me da igual. Fugarme con ustedes será mucho más divertido que quedarme aquí sola. Además, ¿qué te asegura que yo no estoy en peligro?

—Bien —suspiré resignada. Si yo soy terca, Lisha lo es aún más. Cuando se le mete una idea en la cabeza, es casi imposible sacársela—, pero si cambias de opinión tienes hasta mañana al mediodía, ¿vale?

En respuesta asintió con entusiasmo, y todos entramos al auto.

Esta vez yo voy sentada en el asiento delantero y las chicas atrás. Los tres conversan haciendo teorías, mientras yo pienso en los posibles sospechosos.

—Por cierto, pensaba quedarme con tu maquillaje y tu chaqueta color vino de recuerdo.

Niego con la cabeza, eso es algo que solo haría Lisha. Me llevo mi botella de agua a los labios, pero Orion me frena.

—¿Qué haces? —pregunté extrañada.

—¿Has cambiado el agua de esa botella?

—No…

—Pues puede estar envenenada.

—Oh, por.… —tiene todo el sentido.

Cuando estoy por agregar algo más, me parece ver algo de reojo y al mirar de frente veo a alguien cubierto de sangre parado en medio de la carretera. Es una chica, no logro detallarla bien, por toda la sangre, pero se parece mucho a…

—¡Orion, cuidado!

Da un volantazo para esquivarla y chocamos contra un árbol.

    
     
     
     
     
      
     

Y así finaliza está primera parte, ¿tienen teorías?
Los estaré leyendo 🖤💋

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