02
—Te lo juro, Lisha. No estoy mintiendo.
—Puede que solo fuera un drogadicto, no te sorprenda. En el pueblo hay muchos.
—Sé cómo luce una persona drogada y no es así. Créeme.
—Bien —suspira—. Elegiré creerte porque me interesa todo esto, pero entonces… ¿Quién era o qué era eso? ¿Por qué estaba así? ¿Por qué decidió perseguirte? Son demasiadas preguntas, puedo seguir y seguir.
Dio un sorbo a su té mientras yo masticaba un bocado de mi ensalada. En la noche no pude dormir nada solo por estar pensando en lo que pasó y si ella tiene preguntas, yo tengo más.
A pesar de que a Lisha le gustan mucho estos temas, no estudia nada referente a ello; estudia diseño de modas. No era su carrera de ensueño, pero no le desagrada del todo. Yo, en cambio, estudio criminología.
Ransley podrá ser un pueblo aburrido, pero su universidad es una de las mejores. Por eso muchos jóvenes y adultos, extranjeros o no, deciden venirse a vivir aquí.
Después de pasar una mala experiencia con otra universidad, me decidí por la de Ransley. Aunque no este tan cerca como lo estaba la otra de mi hermana y mi madre, por una parte lo prefiero así. El pueblo más cercano a este está a casi dos horas en autobús.
Ransley está rodeado de bosques. Es como si todos sus habitantes estuvieran en confinamiento, lejos de todo y de todos. Solo existe Ransley y los que habitan en él.
A un empresario, hace unos años en la temporada vacacional, le pareció una buena idea construir un centro comercial aquí, pero algo salió mal con la construcción. Se especula mucho sobre lo que pudo ocurrir, pero al final queda en eso: especulaciones. Lo único que se sabe con certeza es que no hubo muertos. Solo quedan las ruinas del centro comercial y, por su estado, puedo deducir que hubo un incendio. Ahora es un lugar en el que le hacen bromas pesadas a los de primer año. Allí fue donde conocí a Lisha; mientras la mayoría estaban asustados, ella y yo estábamos curioseando y haciendo teorías de lo que pudo pasar.
—Yo también tengo un montón de preguntas —suspiré dejando a un lado mis pensamientos.
—Eso ya lo sé —me dedica una sonrisa, yo la miro con el ceño fruncido—. Anoche, o bueno, está madrugada en vez de verte asustada, era todo lo contrario.
—Ah —pronuncié—. Claro, sabes cómo me fascinan los misterios y lo paranormal —le digo colocando la taza donde estaba mi ensalada en el fregadero—. Como sea, debo irme.
—¿Irte? ¿A dónde exactamente? —enarca una de sus oscuras cejas.
—No te veas tan sorprendida, me ofendes.
—¿Cómo no quieres que lo esté? Si tú nunca sales sin avisar con antelación.
Ruedo los ojos.
—Bien, debo confesarlo. Anoche maté al hombre de los ojos rojos y debo ir a enterrarlo.
—¿Qué?
Algo en lo que soy buena es mintiendo; por más loco que suene lo que digo, la gente termina creyéndome. Debí haber sido una muy buena actriz, pero odio la atención.
—Es broma, Lisha —dije riéndome.
—No es gracioso, Selene.
—Oh, claro que sí. Hubieses visto tu cara. Nos vemos.
Salgo rápido de nuestro piso para que no me haga más preguntas. Odio las preguntas, pero me voy con una en mente: ¿por qué siento que pasó algo más anoche aparte del encuentro inoportuno con el hombre de ojos extravagantes? Sé que cuando volteó a verme con esos ojos así, me pareció aterrador y huí hasta llegar a la residencia, pero tengo una incertidumbre que me hace creer que me olvidé de algo.
Sacudo la cabeza alejando esos pensamientos, es una idiotez exagerar esto. Lo realista en esta ocasión, como dijo Lisha, es que me encontré con un drogadicto que quería robarme dinero, y por eso me persiguió. Simple.
* * *
—Son 90 dólares.
Volteé sorprendida al oír la voz de la cajera. No por el precio de mi compra, los precios varían cada día, sino porque se me había pasado por alto que ya había llegado aquí. Al ya haberme acostumbrado a venir, lo hago todo robotizada. Aunque hoy vine mucho más tarde de lo que acostumbro.
Le pasé el dinero y pensé en ir a la parada de autobús para regresar al pueblo. Solo dos buses pasan al día para salir del pueblo y de esos, uno solo lleva de regreso. Son dos largas horas. Las oportunidades de agarrar transporte son mínimas ya que son a horas específicas y estas varían dependiendo del día, pero en vez de regresarme como siempre, decidí caminar un poco por el pueblo vecino.
Es bastante tranquilo, menos oscuro y más cálido que Ransley. O así lo siento yo.
Por un momento me siento observada, volteo en todas las direcciones sin encontrar a nadie. De manera distraída, tomo un sorbo de mi botella de agua y sigo caminando sin rumbo hasta que una tienda llama mi atención. Parece ser de antigüedades. La curiosidad me gana y entro sin pensarlo.
Paseo un rato por la tienda observando todo. Unos hermosos aretes llaman mi atención, pero al ver el precio, ya no.
—¿Selene?
Me paralizo por un momento. ¿Quién me habrá reconocido? Por eso debí irme de una vez, ahora alguien que me conoce me vio y…
Volteo encontrándome con una mujer que me mira sonriente. Me parece conocida, pero no sé de dónde.
»¿Te acuerdas de mí? Trabajaba en la panadería de Ransley el año pasado. A veces comprabas allí.
—Sí... —digo tratando de recordarla—. ¿Como me reconociste?
—Por tu cabello. Sonará raro, pero es muy reconocible. Nunca he visto un cabello tan negro y tan brillante.
Ah, sí. La verdad no es raro, me lo han dicho en diversas ocasiones. También que soy muy blanca y que mis ojos son únicos. Sinceramente, me incomodan esos comentarios. Me incomoda ser tan llamativa.
Le sonrió.
—Ah, no es raro en realidad.
—¿Qué te trae por...?
—Buenos días, señorita —la interrumpe un señor observándome—. Unas bellas flores para una divinidad como usted.
Agarró las flores sin saber que decir y así sin más el señor me da una sonrisa y se va. Nunca había visto unas flores como estás. Tienen forma de campana y su color es púrpura con un poco de verde, son poco vistosas. Su olor es tan débil que parece que no tuvieran olor alguno.
—Esto ha sido raro —digo mirando a la mujer que también se ve extrañada—. No me había dado cuenta que hay un segundo piso, ¿qué tienen arriba?
—Es una floristería. El novio de mi sobrina y un amigo de él a veces vienen a comprar flores aquí.
Por fin caigo en cuenta de dónde la conozco, es tía de Jenny. Mejor amiga de la mamá de Jenny.
—Debo irme ya. Me harías un enorme favor si no le dices a Jenny que me viste aquí. Como sabrás, el cumpleaños de ella está cerca y he estado buscando qué regalarle. Por eso vine para acá, se daría cuenta si tratara de comprar su regalo en el pueblo —le sonreí al finalizar mi explicación.
—Claro, querida. Lo había olvidado. No hay problema, cuídate —respondió distraídamente.
Salgo del lugar pensando en varias cosas mientras guardo las flores en mi mochila. Lo que menos quiero es llamar la atención, aunque estas flores no son nada llamativas. Me gustaría ser como ellas.
Escucho un sonido proveniente de la tienda, parece que se cayó algo, pero eso no es de mi incumbencia. Regreso la atención a mis pensamientos mientras voy caminando.
Primero: no tardé más de dos minutos en salir y el hombre no se ve por ningún lado. Apareció de repente y de esa misma manera desapareció. ¿Compró flores para dármelas a mí? No tiene sentido, ni siquiera lo conozco.
Segundo: ¿Por qué el novio de Jenny y su amigo vienen a comprar flores tan lejos? En el pueblo hay una floristería, la señora Amanda es muy amable y todos compran allí. Diría que es por la tía de Jenny, pero no tiene el menor sentido, ya que Jenny no viene con ellos. ¿Por qué Corbin viajaría hasta acá dos horas solo para comprar flores? Pensándolo, tengo mucho que no veo a Corbin... ese chico es tan raro.
Tercero: Nunca he visto a Jenny con flores. Estoy segura de que si Corbin le comprara flores regularmente, al menos al principio nos hubiese comentado o lo habría publicado en sus redes sociales para fingir que tiene una pareja perfecta, cuando en realidad su relación va en decadencia. Aunque es poco probable, Jenny me dijo que Corbin odia las fotos y él ni siquiera tiene redes sociales.
Y cuarto: El cumpleaños de Jenny fue hace meses, ¿por qué su tía me creyó o fingió que lo hizo? Además, yo no como pan, por lo tanto, no la pude conocer en una panadería. Jenny me la tuvo que presentar en algún momento, pero no lo recuerdo.
* * *
—Eres un completo idiota —digo riendo.
—Lo soy, pero así te gusto, ¿no?
—Tal vez, tal vez —digo dándole la última calada a mi porro—. Me siento tan relajada.
—Así no te encontrabas esta mañana. Estabas toda histérica e insoportable por no haber entregado unos trabajos de la universidad —dice riéndose mientras intenta hacer una mala imitación mía—. No deberías ir más —murmura al terminar.
—No era yo —le digo restándole importancia e ignorando su comentario—. ¿Mañana a quién vamos a fastidiar?
—Déjame pensar —se lleva una mano a su barbilla a la que ya le hace falta una afeitada—. ¿Qué te parece la chica de la cafetería?
—Me encantaría. Esa estúpida se lo merece —me río viendo las estrellas en el cielo. Él vuelve a acostarse en el pasto junto a mí.
A lo lejos escuchamos los gritos de un oficial, diciéndonos que no deberíamos estar aquí. Me río entre dientes, me recargo de mi codo para observarlo mejor.
»Ya es hora de irnos, Cuervo —él sonríe al escuchar su apodo, pero en vez de levantarse me hace caer encima de él para poder besarme.
Nos besamos entre risas, hasta que ya vemos necesario huir.
La escena cambia drásticamente.
Sigue siendo de noche, me encuentro en una motocicleta sujetando por la cintura a un chico. No cualquier chico, ni siquiera es el de la escena anterior. Es el chico que, por más que quiera, no puedo sacar de mi mente.
Los dos reímos mientras cantamos una canción de Chase Atlantis. Su voz es tan increíble que podría escucharlo cantar durante horas.
Llegamos a nuestro destino, apaga la moto y me observa por el espejo de esta.
—¿Te vas a quedar esta noche, mein Licht? —sonreí, no tiene por qué preguntar.
—Solo si prometes llevarme temprano a la universidad.
—Lo prometo. No quiero que faltes a clases.
* * *
Me despierto sobresaltada. ¿Por qué ando soñando cosas que nunca pasaron con él? Y ese chico... No, debo dejar atrás el pasado.
Me duele la cabeza. Demasiado.
Veo la hora y me levanto deprisa. Se me hizo tarde para llegar a tiempo a la universidad.
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