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01


—Estoy tan aburrida —dice una de mis amigas, haciendo énfasis en "tan".

—Todas lo estamos.

—Siempre es lo mismo —resopla otra.

Observo las farolas de la plaza desde nuestro lugar de siempre. Ya es tarde, bastante de hecho, pero usualmente tratamos de reunirnos aunque sea una vez a la semana para conversar. No es que tengamos mucho que contar; la rutina es la misma siempre y los cotilleos del pueblo son siempre los mismos.

—¡Chicas!

Voltean al escuchar el grito de una voz conocida y las risas.

—¡Hey! —saluda una de mis amigas. Yo decido ignorarlos. Solo es un idiota con su perrito faldero.

Veo por el rabillo del ojo que estaciona la moto para acercarse.

«Maldita sea, ¿no pueden simplemente pasar de largo?»

Empiezan a conversar con mi grupo de amigas, pero yo los ignoro. No me interesa nada de lo que digan, solo que no me fastidien.

—Estás muy callada —me dice con sarcasmo al cabo de unos minutos.

—Siempre lo estoy —digo entre dientes sin mirarlo—. No sé por qué te sorprende.

—Tan sociable como siempre.

—Solanine, ¿me puedes pasar mi botella de agua? —todos le dicen Sol, pero yo prefiero llamarla por su nombre completo. La miro esperando que lo haga, ignorando al idiota.

No me gusta hablar con ella, mucho menos pedirle favores, pero por alguna razón que no entiendo mi botella de agua está a su lado. En realidad, ni sé qué hace aquí; no la soporto y ella a mí tampoco. Ah, cierto. Es amiga de Jenny, por eso se creyó con el derecho de incorporarse al grupo. Por eso debo fingir que me agrada. Me obligo a forzar una sonrisa en mi rostro.

—Claro —contesta con simpleza.

Cuando estoy por agarrar la botella, el idiota mete su mano en medio de las nuestras y la agarra primero.

—¿Qué haces? —pregunto tratando de que mi voz suene lo más calmada que puedo, lo cual no es mucho.

—Me dio sed.

—No tomes de mi agua —no pensaba agregar nada más, pero un impulso me llevó a acercarme a él y decir de más—. ¿Por qué mejor no vas a tomar alcohol si tanta sed tienes? Eso es lo que te gusta a fin de cuentas —dije bajo con la voz cargada de odio, pero lo suficientemente alto para que él me escuchara.

Las chicas nos miran con curiosidad, queriendo saber qué dije. Él me mira decepcionado y herido. Ok, puede que esta vez me haya pasado. Controlar mi temperamento es algo que me cuesta mucho.

»Yo...

—Qué amable, Mene.

Odio que me diga así y él lo sabe. Lo miro enfadada, como me saca de quicio.

»Por tu gran muestra de amabilidad conmigo creo que... me llevaré esto.

Antes de que yo procesara sus palabras, ya se estaba montando en la moto.

»Max, vámonos.

Max corrió hacia donde él estaba y se largaron. Se largaron. Así sin más. Llevándose mi botella de agua con ellos.

A veces puedo llegar a odiar tanto a Draven que me sorprendo, y esta es una de esas veces.

—¿Por qué no le dijiste nada?

—¿Por qué debería?

—¡Es tu jodido novio, Solanine! Tu. Maldito. Novio.

—Oye, Selene. Deberías calmarte —dice Jenny mirándome un poco sorprendida. Puede contar con una mano las veces que me ha visto molesta.

—No, es que siempre es lo mismo con él y Solanine nunca le dice nada —digo un poco más calmada.

—Toma de mi agua y ya. El lunes te entrego la botella, ¿sí?

No pensaba agarrar la botella, pero Jenny la agarró y me la puso en la mano. Jenny es de esas pocas personas a las que no les puedo decir que no, con esos ojos de cachorrito y sus risos rubios que la hacen ver como un ángel es difícil. Siempre nos convence a mí y a Liora de hacer cualquier cosa.

—Agh —me llevo la botella a los labios y tomo agua, pero su sabor es tan raro que me arrepiento. Escupo el agua en vano, ya había tomado un largo trago—. Esto sabe a mierda.

En realidad, es un sabor amargo, un poco dulce. No sé, nunca había probado algo así.

—¿Acaso has comido mierda para saber cómo sabe?

—Es solo un dicho, Liora —la miro con los ojos entrecerrados. Me sonríe, lo hace solo para molestarme. Ella sabe que no soporto a Solanine porque tampoco la soporta. Dice que es hipócrita y mentirosa. Creo que concuerdo con ello, pero esa no es la razón por la que me cae mal.

—Bueno, no sé por qué te sabe así. Debe ser que no lavé bien el termo y le quedaron residuos de la bebida que tenía antes.

—Pues, deberías lavar bien tus cosas. En fin —suspiro—. Ya me voy. Tengo que terminar unos trabajos para el lunes. Nos vemos el fin de semana.

Se despiden de mí y me alejo a paso lento. Me gustaría que alguna de ellas viviera por donde yo vivo —excepto Solanine— para no tener que andar sola a estas horas, pero ya me he acostumbrado. Jenny vive al otro lado del pueblo y Liora ni siquiera vive aquí, solo viene los fines de semana a visitar a su abuela.

Me pongo mis audífonos y empiezo a tararear algunas canciones.

Cuando voy a mitad de camino me parece ver a alguien. Es raro, normalmente no me encuentro con nadie en el camino. Desacelero el paso.

Es un hombre encapuchado, bastante corpulento. Está hablando, pero no logro escuchar lo que dice. Parece hablar solo, no veo que tenga algún teléfono y no hay nadie con él. No me da confianza, aunque ¿quién en Ransley la da? Cualquier individuo que observes con un poco de detenimiento te hace llegar a una conclusión, no es de confianza. Intento esconderme detrás de un árbol.

Y sí, la suerte está de mi lado. Sinceramente esto es algo que no me pasaría viviendo en la ciudad. Pise una rama, ¡Una maldita rama! Tengo que dejar de maldecir tanto. El hombre voltea apresuradamente y me ve... Oh, mierda. Sus ojos se ven rojos ¿O yo me volví loca? No pensare en las posibilidades.

Sea como sea salí corriendo como si el mismísimo diablo me persiguiera, y es que así se sentía. Lo bueno, es que me sabía todos los posibles caminos para llegar a donde duermo, lo malo es que el tipo es bastante rápido.

A pesar de todo lo horrible de la situación, debo admitir que la canción que estoy escuchando queda perfecta con la persecución. ¿Por qué rayos pienso en eso?

Miro por encima de mi hombro, está vez logro captar un poco más la apariencia de mi perseguidor. Su rostro no se logra apreciar bien, está usando un pasamontañas, sus ojos se llevan toda la atención. Se quitó la sudadera, quedando así en una camiseta sin mangas, me parece extraño, hasta que veo la marca en su hombro.

«No, no, no. No puede ser»

Logro escabullirme por un callejón perdiéndolo en la esquina. Mi pulso está muy acelerado, trato de controlar mi respiración inútilmente. No puedo recuperar el aliento, pero tampoco puedo quedarme aquí. Las pisadas se escuchan cada vez más cerca, tengo que seguir corriendo sin mirar atrás, no puedo volver a hacerlo.

Retomo la huída, revelando mi ubicación por el sonido de mis pisadas. Siento sus ojos en mi espalda, no puedo parar.

Al doblar en una esquina veo a alguien frente a mí, un auténtico monstruo. Se me escapa un grito ahogado a la par que siento como si mi sangre fuera hielo. Del miedo me tropiezo y caigo. Cierro lo ojos con fuerza, me arrastro hacía atrás ignorando el dolor que siento en las palmas de mis manos. Al abrir los ojos ya no está, ¿qué mierda?

Un escalofrío me recorre al escuchar las pisadas de mi perseguidor cerca. No puedo detenerme ahora, pero no me veo con las fuerzas para continuar. Lo que acabo de ver...

«No debo detenerme ahora. Yo puedo hacerlo»

Me levanto lo más rápido que puedo sin pensar en lo adolorido que está mi cuerpo por la caída y sigo corriendo. Corro sin parar. Corro hasta que mis músculos me exigen que pare.

Al llegar finalmente a la residencia, me detengo. Miro una última vez por encima de mi hombro, no hay nadie. Suspiro. Estoy jadeando y sudando. Puaj, como odio estar sudada.

Me encuentro con mi compañera de habitación en la entrada.

—¿Y a ti que te pasó? —me pregunta preocupada.

—Un hombre... corpulento... me estaba... persiguiendo. Tenía los ojos rojos, Lisha —respiro hondo antes de continuar. Dejo el miedo a un lado—. Te lo juro. Es de locos. Hubieses estado allí. Te habrías asustado un montón, pero después estarías... —me callo unos segundos pensando en la palabra adecuada—. Pensativa.

Ella y yo compartimos un gusto particular por las cosas misteriosas, paranormales y raras.

—Claro...

Apenas noto la presencia de su novio. Agh, como lo detesto. Llegados a este punto pensaran que odio a todo el mundo, pero tengo mis razones. Lisha es una chica fabulosa, inteligente y muy hermosa, pero cuando está con su novio solo es una chica hermosa y superficial.

Levanto mi mano a modo de saludo y él igual.

—Tu mano...

—Me caí —lo interrumpo.

Cuando estoy por entrar en la residencia me volteo y lo digo así sin más.

»¿Si sabes que los ojos de Lisha están aquí y no donde tú estás mirando? —digo haciendo señas demostrativas. Su mirada hacia mis pechos no pasa desapercibida, que asco.

El chico se ruboriza y Lisha me regala una mala mirada. Yo solo me encojo de hombros y entro. Qué noche tan rara.

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