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Conducía a la velocidad regular por la carretera que lo llevaba a Manchester, no había nada en particular allá, solo la había tomado porque si, por supuesto iba tomando una gran botella de whisky mientras en la radio sonaba Queen de fondo, obvio sus días no estaban siendo para nada buenos desde lo que pasó, y tampoco tenía ánimos de hacer gran cosa, lo que si seguía en su mente era lo que Shax le había dicho hacía un rato; en primera, ¿cómo y por qué habían de mencionar su antiguo nombre de ángel? segundo; ¿por qué habrían de ofrecerle el puesto de demonio superior aún sabiendo que Azirafel estaba como arcángel? Osea era obvio, no es que fuera un honor o algo parecido, sino que sabían que eso lo iba a lastimar y, como Azirafel lo había rechazado, suponían que lo haría para vengarse. 

—Pues le salió muy mal, yo jamás lastimaría al ángel, primero me tendrían que matar — Suspiró, tenía tantas ganas de llorar desde ese día, es más quería gritar y mandar todo al carajo, pero su orgullo se lo impedía, aunque n estaba seguro si aún le quedaba un poco de su orgullo con el beso que le dio, dios, ese beso había puesto su mundo de cabeza y desactivado su mente, tan dulce pero a la vez tan triste —¿Por qué no me elige? Si vuelve yo lo acepto sin importar qué. 

Miró el letrero del lugar a donde estaba llegando 

—Bienvenidos a Oldham — Suspiró mirando el lugar a su alrededor —Espera yo ya he estado aquí 

Claro, ahora lo recordaba, muchos años antes, a mediado del siglo XIX él y Azirafel viajaron hasta ese poblado debido a que fue una de las primeras ciudades industrializadas de toda Inglaterra, así que fueron hasta ahí debido a las grandes revueltas que comenzaron a darse por la clase trabajadora, revueltas que, Crowley había orquestado tiempo atrás, aunque el ángel le había dicho que debían arreglarlo y por eso es que fueron hasta allá para ver qué podían hacer. 

—Pero eso significa que aquí está... — No estaba molesto, pero tampoco conforme con la persona a la que vería, sin embargo no es como que tuviera otra opción. 

Condujo entre las calles, las recordaba muy bien, así que cuando llegó a aquella casa llena de flores en su jardín hizo una mueca. 

—Apesta, pero no por ustedes, por su dueña — Miró a las plantas y caminó a la entrada poco a poco, tocó el timbre, esperando respuesta. 

La puerta se abrió luego de unos minutos, dejando ver a una mujer anciana, cabello plateado, con ropas color hueso y un impecable abrigo blanco de lana, quien se sorprendió al verlo.

—Pero si es Crowley — Ella sonrió genuinamente al verlo —Que grata sorpresa, pero pasa por favor. — Ella se hizo a un lado para dejarlo entrar, él suspiró y entró. —Dime, ¿qué te trae por aquí hoy? 

—Hola Dumah — Se quedó de pie cerca de la sala — Pasaba por aquí solamente. 

—¿Dónde está Azirafel? Es extraño no verlo junto a tí — Ouch, todos le recordaban eso —Supe lo que pasó con el Armagedón, muy triste desde mi punto de vista, ya estaba lista para pelear. 

—Todos lo estaban Dumah — Caminó al sofá —Él y yo nos separamos — Eso sin duda la dejó sin palabras. 

—Supe que lo ascendieron a arcángel supremo — Ella sirvió un poco de té —Sin embargo, tengo entendido que ángeles con ese rango pueden hacer ángel a quién sea. 

—Ese es el problema Dumah, yo no quiero ser ángel y, para ser franco, tampoco deseo ser un demonio, no estoy de lado de ningún bando, solo de mí lado, de nuestro lado. — Carajo, las ganas de llorar lo estaban invadiendo otra vez, no, debía detenerlo a toda costa. 

—Crowley, sabes muy bien que eso no te va a ayudar — Ella se acercó a él a paso lento —Parte de mi poder es dar consuelo a las almas atormentadas, tal vez no sea de tu confianza, pero debes saber que ese dolor te está matando. 

¿De verdad había venido solo por que sí? ¿De verdad había tomado el camino al azar? 

Prometiste que mostrarías tus planes, esas palabras fueron a su mente, le había pedido a Dios muchas veces que le mostrara sus planes, que le hiciera ver un poco de lo que había planeado, ¿acaso el mismo Todo Poderoso lo estaba guiando con Dumah? Dios no se equivoca, su plan es inefable, ¿esto era parte de su plan? ¿Debía confiar en Dios? ¿Era correcto que confiara en él? 

—Sabes, mejor que nadie, que todo lo que guardas, te está haciendo daño Crowley — Algo dentro de él se removió, ¿esos eran sus sentimientos? —El que seas un demonio, no te impide ser lastimado. — Mierda, la anciana tenía razón, tal vez por eso le incomodaba mucho venir a verla, ella, al sentir la angustia de las almas, podía sentir la suya, y odiaba verse tan vulnerable. —Me iré para no hacerte sentir incómodo. 

Dicho eso, ella salió de la casa, dejando a Crowley por primera vez con su soledad, esa que se había esforzado en ignorar. 

—¿Por qué dejaste que se lo llevara? De todos los ángeles a tu disposición pudiste elegir a alguien más, ¿por qué lo elegiste a él? — Comenzó a hablar solo mientras daba vueltas por el todo el lugar, se quitó las gafas —¿Por qué no nos dejaste irnos? 

Comenzaba a sentir mucha ansiedad por todo su cuerpo, como si fuera a explotar, había escuchado que cosas así le pasaban a los humanos, más no creía que fuera posible sentirla por sí mismo, esa maldita sensación de no poder respirar, de tener que ignorar su mente cada segundo porque comienzan a generar preguntas, preguntas por las cuales cayó. 

Estaba luchando contra sus propias lágrimas y contra sus emociones, contra los recuerdos de 6000 años junto a Azirafel, ¿cómo carajos se supone que deba arrancarlos de su corazón? Le costó mucho trabajo reconocer sus sentimientos por el ángel y no estaba dispuesto a soltarlos, no obstante, tampoco era una buena opción guardarse el nudo de la garganta, así que dejó fluir las lágrimas que estaba reteniendo, pero sabía que ese dolor sería capaz de destruir todo el universo, así que para poder desahogarse como debía, había un favor que debía pedir.

—Dumah — Salió de la casa colocando sus gafas, la anciana estaba regando sus flores —Necesito que hagas un milagro. 

—Así que ya sabes a qué viniste eh — Ella no quitó la vista de sus hermosas flores. 

—Mándame fuera del planeta, no importa a donde, solo hazlo — Dumah lo volteó a ver, cada alma tenía formas tan raras de actuar, había unas que la soledad les afectaba, otras que la buscaban, pero el resultado era el mismo. 

—Esta bien, lo haré, pero vuelve adentro por favor — Ella sonrió, mientras Crowley regresaba dentro de la cabaña —Confío en ti Todo Poderoso. 

Dicho eso, ella entró, y lo guió a una especie de portal parecido al que Azirafel tenía en su libreria 

—Espera, tengo mis plantas en mi auto, ¿podrías cuidarlas mientras no estoy? — Ella asintió amablemente. 

—No te preocupes, te mandaré donde nadie pueda encontrarte — Dicho eso, ella hizo aquel milagro.

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