Capítulo 1 | Rebel Yell
Amy llevaba el suéter del uniforme escolar atado a la cintura, su mochila reposada en solo un hombro y audífonos en cada oído, las calles estaban poco concurridas en aquél área suburbana. Caminaba dando pasos dobles y uno que otro balanceo mientras escuchaba aquella canción que, en los últimos meses, se había vuelto su favorita del pequeño repertorio de Public Enemies.
Ella no recordaba cuándo había empezado su obsesión con aquella banda independiente, pero su padrastro sí. Más que nada porque él había sido el testigo del momento en el que la casa dejó de ser silenciosa y la música comenzó a desatarse ruidosamente desde las bocinas en la habitación de la joven. No lo entendía, no comprendía qué podía encontrar en aquellos músicos que fuese sorprendente o fuera de este mundo. Pero a Amy no le importaba lo que Frank pensara, ella seguiría disfrutando de su música mientras sus oídos funcionaran y las vibraciones sonoras continuaran.
La castaña siguió hasta pasar de lado por una pared con varios pósters con los rostros de los integrantes y suspiró, era el bar Neon Nights, lugar en el que Public Enemies tendrían una presentación como parte de su gira "Defend Dizz Tour" que constaba de varios conciertos en pequeños bares como celebración por el próximo lanzamiento de su primer álbum independiente Defenders.
—Demonios —exhaló la chica, Castle le había dejado en claro en más de una ocasión que no iría.
Intentó convencerlo diciéndole que no tendría que pagar nada, que ella trabajaría hasta pagar por su entrada pero aún así dijo: No.
También trató sobornándolo con hacer la limpieza por un mes y la comida por dos, la respuesta fue la misma: No.
Dijo que saldría antes del concierto para regresar a casa temprano, que no bebería alcohol, que no iría sola pero todo intento obtuvo su rígido: No.
Y había cruzado por su mente escaparse por la noche y asistir, pero era imposible escapar de Frank. Ese hombre era un policía, dormía con su arma a un lado y siempre estaba alerta... a veces Amy pensaba que él estaba loco. Y lo estaba, hasta cierto punto.
"Si no podré ir, por lo menos debo quedarme con un recuerdo", pensó Amy antes de mirar a su alrededor y asegurarse de que nadie la veía.
Con mucho cuidado utilizó sus uñas para desprender los bordes del papel acartonado hasta separarlo del concreto.
—Vamos, no te rompas —susurró conforme separaba la imagen de la banda.
—¡Hey! —le gritó un hombre vestido de negro con una camiseta que llevaba el logo del bar.
—¡Demonios! —exclamó la castaña antes de separar el cartel de un tirón y salir corriendo.
"Mierda, mierda, mierda", pensaba mientras corría entre las calles porque si la atrapaban, Frank la mataría... metafóricamente.
Aquél guardia la perseguía y aún estaba algo lejos de casa, tenía que pensar en algo rápido. Definitivamente su suerte era mala.
Por otro lado, Castle estaba sentado en una unidad móvil del departamento de policía con su compañero de trabajo y amigo de casi toda la vida. Era un día tranquilo en aquellos suburbios, no solía pasar demasiado en días como aquél y los ánimos de Frank lo agradecían internamente.
—Y le dije "No vas a ir" —terminó de explicar el pelinegro—. Pero sigue y sigue y sigue, no se calla. A la próxima consideraré cerrarle la boca con cinta.
Curtis asintió, pasando el trago de café que había bebido—: ¿Y has pensado en simplemente dejarla ir?
—No, ni pensarlo... ¿dejar que Amy pise un bar como el Neon? Ni loco —explicó llevando su mirada al volante frente sí.
—No porque allí hayas conocido a...
—No lo menciones, por favor, no lo hagas —interrumpió Frank al moreno, quien subsecuentemente exhaló con pesadez.
—Solo pienso que, si quieres que Amy confíe más en ti... Mira, si fuera tú, yo simplemente asistiría por diversión —exclamó Curtis—. Te mereces algo.
—Claro, merezco gastar dinero en un concierto como si no me hubiesen robado lo que había juntado para una nueva casa —refunfuñó el pelinegro con molestia.
—Frank...
—No te molestes, Curtis, ya está decidido.
—No, hombre —señaló el moreno una figura corriendo a través de un pasillo—. Mira.
Castle bajó el vidrio de la ventana, solo para toparse con Amy algo alterada. Ella maldijo internamente al toparse con la última persona que querría toparse: no solo un policía, sino su padrastro.
—¿Necesitas un aventón? —ironizó Frank con una sonrisa.
En lugar de seguirle el juego, la chica asintió repetidamente antes de entrar al vehículo policial sin pensarlo dos veces—: Por favor. Tengo que llegar a casa.
Curtis la vio con los ojos entrecerrados a través del retrovisor, si no la conociera lo suficiente no detectaría que la castaña estaba en aprietos.
—¿Qué hiciste? —preguntó Curtis, observando como ella guardaba un inmenso papel doblado en su mochila.
—¿Por qué crees que hice algo? —se quejó Amy improvisando—. Solo me estoy orinando. Si no aprietan el pedal, yo dejaré de apretar y tendrán que limpiar el desastre.
Frank tragó en seco y arrancó el vehículo en dirección a su casa. Después de todo, ya era hora de volver a la estación y quedaba de paso.
—Oh, no, señorita —se quejó Curtis—. Si derramas una sola gota, la tendrás que limpiar.
✦✧✦
Cuando finalmente el móvil se estacionó fuera de la entrada del hogar de Castle, Amy esperó a que Curtis abriera la puerta por el exterior y así pudo salir de su asiento.
—Gracias, Frank. Gracias, Tío Curtis —se despidió antes de correr a casa, esta vez sin el temor de ser atrapada por el guardia de seguridad del Neon Nights sino porque debía mantener la mentira de que tenía que orinar.
—¿Viste el póster que se robó? —preguntó Curtis al pelinegro.
—Yup —exhaló Frank, apenado por la conducta de la adolescente.
Amy subió a toda velocidad las escaleras al segundo piso hasta llegar a su habitación. Lanzó su mochila a la cama y se acercó para obtener aquél póster. Cuando lo desdobló, sonrió porque apenas y se había lastimado con la carrera entre las calles.
Podía ver la fotografía de Jessica Jones pintando un camión con pintura en aerosol reemplazando la palabra "Enemies" por "Defenders", título del álbum. Amy sonrió al reconocer los rostros de Luke Cage y Danny Rand a cada lado y se detuvo al observar a Matt Murdock. Simplemente los amaba, no podía describirlo de otra manera.
—No puedo perderme esto, en serio —dijo tiempo más tarde al teléfono, conversaba con la esposa de su autoproclamado padrino.
La castaña estaba sobre su cama, ya había cambiado su uniforme por ropa cómoda y solo estaba buscando una manera de desahogarse (y de evitar la tarea, de una forma u otra).
—¿Ya intentaste hablar con Dinah? —sugirió la señora Lieberman al otro lado de la línea—. Si ella te acompañara tal vez, solo tal vez, podrías conseguir su permiso.
Amy suspiró—: Tal vez... no sé, Papá ha estado algo extraño.
—Bueno, creo que es porque ya van a cumplirse cinco años desde lo de... —inició Sarah pero no terminó la oración.
—Y cuatro desde que obtuvo mi custodia, ¿acaso no podemos celebrar eso también? —cuestionó la adolescente.
—Ay, querida, en eso sí tienes razón —contestó la mujer, ideando hasta encontrar algo con qué reconfortarla—. Mira, ¿qué tal si, independientemente de lo que tu papá decida, vienen a visitarnos el domingo? Podemos sacar la parrilla, invitar a Curtis y a Madani... incluso podría venir Karen.
—Solo si puedo tomar prestadas las pistolas de Zach para dispararle a papá —dijo la chica refiriéndose a las armas de juguete que lanzaban dardos de espuma.
—Tenemos un trato.
Amy se despidió y agradeció a la adulta que hiciese tiempo de su día para sus pequeñas tonterías. La otra afirmó que no era una molestia antes de colgar, aunque cuando su esposo le cuestionó qué era aquella llamada no pudo medir sus palabras.
—Fue Amy. Si esa pobre niña no va a ese concierto... —empezó Sarah.
—¿Frank se las verá contigo? —cuestionó David desde la sala, sin mover la mirada del computador.
—No... yo no podré despegar el teléfono de mi oreja por los próximos seis meses —respondió ella, previendo cómo le haría para evitar las llamadas de la joven que se quejaría de lo difícil que es su vida.
✦✧✦
Afuera de la estación, nuevamente Castle conversaba con Hoyle porque este mencionaba que el pelinegro debía pasar página.
—Sí, entiendo bien que aún te duele y es tu derecho, Frank. Pero... ¿has pensado que debes seguir adelante?
—Es lo que hago, que no lo haga junto a nadie es otra cosa.
—Ese es un problema, Frank —le aseguró Curtis—. Desde hace bastante tiempo que no eres solo tú, Amy merece tener la familia que no ha podido tener.
Frank negó con la cabeza—: Todo esto por un concierto, ¿cuánto te está pagando la mocosa?
—¡Esto no es por el concierto, hombre! Dios, en serio eres... no puedo ni decirlo.
Castle bufó para evitar responder de peor manera y simplemente comenzó a negar con la cabeza otra vez. Simplemente quería pasar a comprar pollo frito e ir a casa.
—¿Por qué no llamas a Karen? —sugirió el moreno.
—Porque no quiero hacerlo —fue la respuesta.
La mirada de Curtis se volvió acusadora, demostrativa de cómo estaba solo porque él se lo buscaba.
—Está bien, la llevaré al concierto pero ya termina con esto —solucionó Frank, irritado por su insistencia—. A Amy, no a Karen.
El moreno chasqueó la lengua repetidas veces—: Siempre, SIEMPRE, harás lo que sea para evitar juntarte con alguien otra vez. No todas las mujeres son María. Apréndetelo de una vez.
—Sí, sí —respondió Castle sin interés, alejándose de Hoyle e internándose en el estacionamiento en busca de su auto.
Cuando finalmente llegó a aquél automóvil, entró y se quedó sentado unos momentos antes de siquiera encenderlo. Sostuvo el volante entre sus manos y, frunciendo el ceño, dejó caer su cabeza al frente reposando su frente en el mismo volante.
"Puta mierda", pensó cuando los recuerdos empezaron a golpearle nuevamente. Sería una semana difícil, el verano se acercaba y en él recaía una de las épocas más difíciles de su vida. Aún podía escuchar las voces de Maria y Russo, casi apagadas por las olas de mar en la lejanía através de una bocina de teléfono barato.
✦✧✦
Ya era de noche, Frank removía la comida en su plato mientras repasaba lo que habían sido dos meses extensos desde que Amy había descubierto a esa banda en YouTube. El pelinegro, conociendo a la chica, juraba que en cuestión de semanas aquél furor y fanatismo se desvanecería pero todo empeoró cuando una de sus mayores pesadillas se hizo realidad: habían programado un concierto de su gira local en un bar cercano.
—¿Te he dicho lo bien que te ves hoy, papá? —empezó la joven pero sus intenciones fueron cortadas de un solo tiro.
—No empieces, nunca me llamas "papá" y nunca me veo bien —respondió el hombre sin hacer muchas expresiones—. No irás a ese concierto.
—Pero... ¡por favor! ¡Quiero escucharlos en vivo! —suplicó ella.
—Llevas semanas escuchándolos a todo volumen en tu habitación, confórmate con eso.
Amy hizo una mueca de disgusto antes de responder—: Siempre hago mis deberes, siempre traigo buenas notas a tu escritorio y hago lo que se me pide, ¡solo quiero hacer algo divertido una vez!
—Sí, algo divertido en un bar —ironizó Castle, dando a entender que no le permitiría estar en un lugar cercano a alcohol, personas descontroladas y sin compañía.
—Es porque aún no pueden llenar teatros —se quejó Amy, haciendo un leve puchero.
—Entonces no te perderás de mucho.
La castaña resopló con molestia y empezó a remover su sopa. En el fondo, sabía que él nunca aceptaría hacer algo que requiriera demasiada socialización... no después de lo que se había ganado la última vez que el pelinegro depositó su confianza en alguien.
—Escuché parte de lo que hablaste con el tío Curtis cuando veníamos en la patrulla —añadió ella con esperanzas de que Frank cambiara su parecer.
—Supongo que también escuchaste como le dije que no ibas a ir, ni aunque él tratara de convencerme —inquirió Castle observando su plato aún con más de la mitad del alimento en él.
—Sí... y también cuando él te respondió que esto sería bueno para fortalecer el lazo padre-hija.
Frank respiró hondo y bajó la mirada, conocía bien a esa chica y cómo le reprocharía el perderse ese concierto por el resto de su vida. Recordó la insistencia de Hoyle para hacerle buscar una nueva pareja y realmente necesitaba una excusa para callarlo.
—¡Por favor! —pidió Amy una vez más—. Te juro que si me llevas a este concierto nunca, nunca, NUNCA, te pediré nada.
El pelinegro la observó con seriedad y bufó asintiendo—: Si es la única manera de que me dejes cenar, entonces ahí estaremos.
—¿Qué? —cuestionó la joven— ¿Dijiste "estaremos"?
—¿Crees que te dejaré ir sola?
—Pe-pe-pero... —comenzó la chica, confundida y disgustada.
—Es eso o nada, Amy, ahora déjame en paz.
La joven bajó la mirada con una pequeña mueca, pero la emoción de poder asistir le ganó por sobre cualquier molestia. Volvió a subir su mirada y vio a su padrastro a los ojos.
—Gracias —le sonrió—. Ahora, voy a mi habitación. Si me escuchas gritar, no te asustes, estoy bien.
Cuando la chica se retiró, Castle se permitió sonreír devuelta. En el momento en el que los grititos de emoción de Amy se escucharon escaleras arriba, él se permitió reír por lo bajo. Frank miró en la encimera al final del pasillo aquella fotografía que se había negado a retirar desde hace tiempo y suspiró.
Aquella imagen había sido capturada antes de siquiera obtener la custodia de Amy, era cuando Frank aún estaba con Maria y antes de toda la mierda que la persona en que más confiaba había hecho. Una vida anterior, donde el color y la música aún eran disfrutables.
Amy sabía que no podía hablar de ese hombre, quien solo fue mencionado una vez como el señor Russo. Ella conocía que, si las cosas se hubiesen dado de forma distinta, lo conocería de la misma forma en que conoce a Curtis... como si fuese un tío, familia. Pero no era el caso. Ese hombre solo era un desconocido, aquél que le quitó a Castle a quien más amaba.
Amy se dejó caer sobre su cama con emoción, miró en su pared el póster de Public Enemies y rio al recordar lo que había hecho para conseguirlo. Al final, su suerte no era tan mala.
Ahora tenía que cambiar su plan, pensar en qué usaría para ir al concierto y aprovechar que era la primera vez que Frank salía al mundo social para dejarle probar su suerte y tal vez conocer a alguien. Tal vez eso lo haría menos estricto.
✦✧✦
Ya era aquél viernes por la noche, los Lieberman exhalaban aliviados porque su teléfono finalmente no estaba sonando. Esas eran buenas noticias. Curtis había recibido un texto de Castle que le aseguraba que irían a ese concierto y, en algún sitio de la ciudad, Madani recibía una fotografía de Amy y Frank en su trayecto a la presentación de aquella banda. Sin saberlo, Frank los había salvado a todos del Amypocalipsis.
El automóvil de Frank se estacionaba un par de cuadras alejado del bar, las calles estaban algo silenciosas pero no se preocupó al respecto. La parte más complicada del camino fue antes de entrar al auto, cuando Amy se las dio de estilista y rechazó tres veces la ropa que planeaba llevar Frank. Al final, dejándolo ir con una camisa abotonada y jeans (lo cual ya es bastante cambio a comparación de su usual combo de camiseta plana y pantalones arrugados).
—No puede ser, ¡acabo de acordarme! —exclamó la chica abriendo sus ojos azules de par en par y sorprendiendo al pelinegro —. Necesitas un pequeño resumen de quiénes son.
Ella empezó a rebuscar en los bolsos de su suéter en busca de su teléfono mientras Frank se recuperaba del susto.
—No empieces, Amy... harás que maneje de vuelta a casa.
La joven bufó—: Está bien, haz el ridículo entonces. Serás como los que usan playeras de Nirvana cuando nunca los han escuchado.
—Y tú como los señores que te obligan a decir diez de sus canciones solo por usarlas —respondió con una atajante sonrisa.
—Agh, eres pésimo.
Salieron del auto y, hasta que Frank se aseguró de que estuviese propiamente cerrado, se dirigieron al bar. Castle estaba tenso porque tenía bastante tiempo sin entrar a ese lugar, más de cinco años para ser exactos. Caminaron por el estacionamiento pero la afluencia no era demasiada. El hombre frunció el ceño y analizó el sitio.
—¿Por qué no hay mucha gente? ¿Sí es hoy? —cuestionó el hombre mientras se acercaban a la entrada del Neon Nights.
—Uh, sí, sí es hoy —empezó Amy siguiéndole el paso a Frank—. Solo que... no son tan... ¿conocidos?
—¿Qué quieres decir? ¿Vamos a ver a unos fracasados? —exclamó el pelinegro.
—¡No! —se molestó ella—. Están de gira para promocionarse y amasar una mayor audiencia. Si fuesen famosos, irían a teatros o arenas.
—Si tienen que recoger fans en bares, no me daría muchas esperanzas si fuera tú, capaz y solo son unos idiotas con buen autotune.
—Nunca te das esperanzas, de todos modos —exclamó Amy apartando la mirada y enfocándose a alguien en la lejanía. La castaña notó a un tipo protegiendo la entrada, era el mismo guardia de seguridad que la semana anterior la había perseguido tras robar el poster.
"Mierda, mierda, mierda", pensó por lo que instintivamente se puso el gorro del suéter y se escondió tras el hombro de Frank.
El pelinegro negó con la cabeza, no le había tomado demasiado averiguar que había robado ese póster pero no le reprendería al respecto. Entendía que todos alguna vez son jóvenes y descontrolados, Frank había sido así una vez. Alguna vez, hace bastante tiempo. Aparte ayudaba dejarle ganar de vez en cuando y no crear a un monstruo escurridizo.
Ambos pasaron junto al guardia, quien miró a la joven y dijo—: Menores de edad no pueden entrar.
—Mi hija compró boleto, va a entrar —aseguró Frank, mostrándole las entradas para la presentación que no eran más que una pequeña cuota.
Amy sonrió cuando escuchó al fortachón de seguridad disculparse, solo pidiendo que la chica utilizara una pulsera de papel roja que indicaba que no podía beber alcohol. Frank asintió, para él era algo evidente.
—Ay, no, no, no puedo creer que estemos aquí —exclamó la joven mirando el sitio y el escenario con las luces aún apagadas.
Frank examinó el lugar, no había mucha gente... y quienes estaban le prestaban más atención a los deportes en la televisión que a los tipos revisando el sonido. No encontraba una razón por la que Amy pudiese estar demasiado emocionada, no le hallaba sentido a su fanatismo y prefería no hacerlo.
Entonces Castle divisó aquella esquina en la lejanía, donde varias veces cenó con Maria años atrás. Después vio la barra donde el cantinero servía copas y shots de tequila, en esas bancas pobremente acolchonadas había conocido a Russo. Se sentía como un estúpido, como si ese lugar se burlara en su rostro de su ingenuidad y su soledad.
—¿Crees- crees que pueda... acercarme a hablar? —dijo la chica, sosteniendo su refresco con fuerza y reposando sus codos en la mesa que compartía con su padrastro, señalando con la mirada a los músicos a un lado del pequeño escenario.
—¿Puedes acercarte? Sí. ¿Podrás hablar? No lo creo —bromeó Frank—. Estas a diez metros y no dejas de tartamudear.
La chica sonrió y negó—: Tengo que hacerlo, es mi oportunidad antes de que lleguen más Worsties.
—¿Worsties? —cuestionó el pelinegro frunciendo el ceño y juzgando a la joven con la mirada.
—Sí, es el nombre del fandom... es como lo contrario de besties.
—Ah-ha... —asintió Frank, aún sin comprender.
—¿Por qué tienes que ser tan anciano? —se quejó la chica—. Bestie es como un mejor amigo, Worstie es como un enemigo.
—Oh, Public Enemies, ahora sí entiendo.
—Duh —exclamó rodando los ojos y levantándose de su asiento—. Iré a probar mi suerte.
—No, vas a cuidar nuestra mesa porque voy al baño —le interrumpió Castle, dejando su cerveza en la mesa y encaminándose a los baños de aquél bar.
El pelinegro entró al área de baños y, tras notar que no había nadie, se recargó en el lavabo y negó con la cabeza varias veces. Suspiró con tristeza, ese bar albergaba muchos recuerdos... lo peor es que no eran recuerdos malos, sino que eran recuerdos que se ensombrecieron con el tiempo.
Y no había nada más agridulce que recordar una época en la que era feliz, en la que ignoraba lo que estaba por suceder y cómo su corazón estaba a nada de agrietarse. Porque, viendo atrás, habría preferido intercambiar esa felicidad con tal de saber que iba a perderlo todo, habría preferido prevenirse y no amar que haberlo hecho solo para obtener heridas como respuesta.
Pero ese no era el caso, no había manera en la que él hubiese podido prevenirlo.
Uno de los cubículos se abrió tras el sonido de una descarga de agua del retrete y un hombre en anteojos salió directo a lavarse las manos.
—Buena noche, ¿huh? —preguntó el desconocido en camisa.
—Uh... sí —respondió Frank, con la mirada baja y avergonzado, no quería ver a ese extraño que había sido testigo de su vulnerabilidad—. ¿Viene a la presentación?
—Por supuesto —aclaró el hombre—. A todos nos gusta algo de buena música.
—No sé qué tiene de buena música —respondió Castle—. Sin ofender, el pop y las boybands no son lo mío.
—¿Pop? —rio el de los lentes, y entonces Frank decidió elevar la mirada.
Cabello castaño cobrizo que casi podía pasar por pelirrojo, unos enigmáticos lentes oscuros que protegían misteriosamente su mirada y una sonrisa con hoyuelos que le aseguraba que Public Enemies no era una boyband.
Castle recordó las palabras de Amy, que haría el ridículo. Dicho y hecho, Frank estaba apenado.
—Bueno, no sé mucho de esta banda, soy más de Billy Idol y de esa época —se excusó—. Pero quien sabe, tal vez y estos tipos no son tan malos.
—Me tengo que ir, señor... —empezó hasta recordar que no conocía a ese hombre.
—Castle, Frank Castle —aseguró él ofreciendo su mano para estrechar pero no recibió respuesta.
—Bien, Frank Castle, espero que tenga una buena noche —sonrió el hombre antes de irse—. Mi nombre es Matt Murdock, por cierto.
—Okay, nos ve... —comenzó a decir antes de notar que el tipo tomaba un bastón auxiliar para invidentes—. Lo veo luego, supongo.
Murdock negó riendo entre dientes mientras se acercaba a su grupo de amigos, el hombre con quien había conversado era extraño. No solo ignoraba quién era sino que también era algo divertido, aún sin que él lo notara.
Por otro lado, Frank salió de ese sitio para volver con Amy. Se sentó de improvisto y empezó a mirar alrededor del bar pero no encontró a aquél tipo. Observó que ya habían llegado más personas al bar y, aunque no estaba atestado de personas, eran una buena audiencia.
—¿Por qué esa cara? —cuestionó Amy imitando un puchero cuando notó que Castle estaba algo agobiado.
—¿Por qué no me dijiste que no es una boyband pop? —cuestionó el pelinegro.
La castaña frunció el ceño sin entender el cuestionamiento hasta que entendió a qué se refería. Amy empezó a reír.
—¿Hiciste el ridículo? ¡TE LO DIJE! Lo dije y lo hiciste —se burló la castaña—. ¿A quién molestaste? ¿Fue a una chica o...
—A un tipo en los baños, casi de mi edad —explicó.
—¿Hay Worsties de tu edad? —se sorprendió ella—. ¿Era lindo o igual de caradura que tú?
Frank la miró con molestia—: ¿Qué rayos te importa?
Amy bufó y después negó—: Da igual, no puedo permitir que sigas haciendo el ridículo, tendrás aquí y ahora tu primera sesión para convertirte en Worstie. Quieras o no.
La joven tomó su teléfono y buscó en su galería de fotos hasta dar con su archivo de Public Enemies.
—Verás, la banda se formó hace bastante tiempo y lo que han conseguido hasta el momento ha sido por covers de otros artistas y bandas. Pero hoy estamos aquí porque esto es parte de su gira, cada cierto tiempo irán revelando canciones del álbum para, antes de la próxima Competencia Nacional de Bandas, poder lanzarlo en un evento aún más grande.
—Un movimiento poco usual, ¿no? —cuestionó Castle antes de tomar su cerveza.
—¡Silencio! —le regañó ella—. Ellos son originales, respeta eso.
Frank rio por lo bajo y observó la fotografía que su hijastra le mostraba, era una pelinegra en chaqueta de cuero y que, suponía, era una especie de líder.
—Ella es Jessica Jones, vocalista y guitarrista. De acuerdo al blog oficial de la banda, ella fue quien inició Public Enemies hace años como forma de protesta contra su madrastra por haber empujado a su hermana, Patsy Walker, a ser una popstar deslavada. Lo que inició como venganza y rebeldía se convirtió en su estilo de vida y gracias a ella la banda es lo que es hoy en día.
—¿Es hermana de esa Patsy Walker? —preguntó él, uniendo los puntos.
—Sí, pero no le gusta hablar al respecto —explicó Amy—. Ahora, mira esto:
Cambió la imagen por una de un chico rubio con un tatuaje inmenso en el pecho. Frank miró hacia el escenario y lo vio preparando las bocinas, hasta ese momento había pensado que solo era un sonidista.
—Danny Rand, él empezó como guitarrista en solitario antes de unirse a Public Enemies; se ha vuelto en uno de los mayores inversores de la banda, ya que su padre era dueño de Rand Enterprises pero decidió dejar la vida corporativa para perseguir su sueño. Además, es buen amigo de la manager que les consigue sitios para sus presentaciones. Sino hubiese sido por Hogarth, representante de Rand y Public Enemies, él no sería actualmente el guitarrista principal y el segundo vocalista.
—¿Prefirió ser rockstar en lugar de millonario? —cuestionó Frank.
—No, eligió ser ambos.
Amy sonrió y le mostró una imagen de un hombre fortachón y moreno, se veía más relajado que los otros dos integrantes y Frank notó que todos y cada uno de ellos tenían cualidades para ser estrellas.
—Este de aquí es Luke Cage. Él es el baterista de la banda, lo puedes notar en sus brazos... —sonrió Amy como tonta—, y ha formado parte de la banda desde sus inicios. Él solía tocar en algunos sitios de Harlem, por allí conoció a Jones y allí empezó todo. En su momento, fue novio de Jessica pero decidieron mantener su amistad y hacer una banda. Él y Jones son como los santos padres de Public Enemies.
—Por como te pones, supongo que es tu preferido —exclamó Castle.
—Sí, pero no se le llama favoritismo para no causar conflicto entre los Worsties —explicó ella—. Se le llama tener un bias. Mi bias es Luke Cage.
—Okay... —dijo el pelinegro, aún extrañado por la jerga juvenil y más que nada de los fanáticos. Antes solo se llamaban fans, sin apodos ni términos específicos.
—Y, finalmente, lo tenemos a él. Fue el último en unirse a la banda porque fue abogado de los chicos cuando se les intentó arrestar por causar estragos y superar el nivel de decibeles permitidos en una de sus presentaciones. Durante la resolución del caso, pasó tiempo con los demás y pudo empatizar con ellos. Lo último que le faltaba a Public Enemies era alguien que supiese tocar el bajo y Matt Murdock se convirtió en esa persona.
—¿Dijiste Matt Murdock? —cuestionó Castle observando la imagen.
"Oh, no", pensó al ver a aquél castaño cobrizo con lentes oscuros, era exactamente el mismo con quien había conversado en los baños y ahora estaba mucho más apenado. Pero no dejaría que Amy lo supiera o sería la comidilla de todas las parrilladas con los Lieberman por el resto de sus días.
—Síp, es el bajista y no es secreto que es ciego —explicó ella—. Pero supongo que eso vuelve más mágica la forma en que toca.
—¿Y él... canta también?
—A veces, cuando son duetos y también hace vocales de fondo, también toca la guitarra cuando Danny usa el sintetizador —respondió con una sonrisa— ¿Por qué preguntas? ¿Ya tienes un bias?
—Oh, no, es que...
Cualquier excusa pobre que estuviera a punto de salir de la boca de Frank fue interrumpida por las luces apagándose.
—¡Sh! —chitó Amy en dirección a Castle.
En el escenario ya estaban listos los músicos, Jessica Jones estaba al frente, iluminada por algunas luces moradas.
"¡Qué público tenemos esta noche!", inició ella al micrófono. "Nosotros somos Public Enemies y esperamos que esta noche sea buena para todos".
Un sintetizador empezó a sonar, notó que era una guitarra sintetizadora que Danny Rand portaba. Una luz verde se iluminó en su dirección. A la música se unió el sonido de los platillos de la batería y ahora Luke Cage se iluminaba en amarillo. Después cuando golpeó el bajo, Jessica se iluminó entre luces moradas. Los acordes de una guitarra eléctrica se produjeron y aquél hombre se iluminó en rojo, tonalidades que le daban a su cabello el aspecto de fuego oscuro y cambiaban la forma en que sus anteojos se veían.
Un escalofrío recorrió la espina de Castle, quien no podía apartar la mirada de aquél grupo y menos de aquél guitarrista.
"Esta es para el guapetón que creyó que éramos una boyband pop", gritó Murdock al micrófono antes de que el ritmo se soltara entre las partes y los versos de Jessica iniciaran.
Amy abrió la boca en sorpresa y miró a Frank, quien estaba lo suficientemente ocupado observando como para siquiera avergonzarse. Hipnotizado por las luces, la música y la sonrisa de esa estrella, Matt Murdock.
Amy sonrió, su padrastro definitivamente se convertiría en un Worstie.
Castle dejó salir un susurro apenas audible...
—Billy Idol...
https://youtu.be/5tJ3ShL_EPA
Amy se había acercado al sitio donde varios adolescentes bailaban al son de la canción, Frank seguía observando desde la mesa. Bebía de su cerveza entre tanto y tanto. Una sonrisa se asomó cuando el guitarrista relevó a la pelinegra durante el segundo verso pero de inmediatio se dio cuenta de algo... había cambiado el género de la canción. Cosa que Jessica no había hecho.
"A él no le gusta la esclavitud, no se sentará y obedecerá.
Pero cuando estoy cansado y solo, él me acompaña a la cama."
Para cuando Jessica relevó devuelta a Matt para el coro y el resto de la canción, el suéter de Amy había terminado en el suelo, revelando las mangas de red que llevaba en los brazos debajo de su camiseta. Frank rio porque, por más que la conociera, jamás creyó que fuese dada a bailar en un sitio lleno de gente.
Y luego estaba él, sentado en su mesa. Lejos de la barra donde otros adultos abundan, estaba lo suficientemente lejos de los jóvenes que se amontonaban frente a la banda pero lo necesariamente cerca para ver el espectáculo con lujo de detalle.
Como si la electricidad recorriera los dedos de Murdock, tocaba un solo de guitarra. Como si las yemas de sus dedos flotaran por sobre las cuerdas. Frank le veía con fascinación, realmente se dejaba ir en el escenario y fluía con la música.
Ahora se sentía como un idiota. Porque si le hubiese interesado lo suficiente la banda, habría aprendido antes que no eran una boyband y haber terminado siendo condescendiente con aquél hombre. Al mismo tiempo, si no lo hubiese sido, no le habría mencionado que prefería otra música, y de haber sido así, ¿habrían tocado esa misma canción?
"Esta no estaba en el setlist de hoy", dijo Jessica intercalando sus oraciones mientras bebía agua. "Un pequeño regalo de Matt a la audiencia, y tendremos más sorpresas esta noche".
Canción tras canción, rotando instrumentos y con luces yendo a todas direcciones. Los músicos sudaban, con cada nota la audiencia comenzaba a cobrar vida. Amy juraba que era el mejor día de su vida y que cualquier cosa que siguiera sería en declive; Frank sonreía por su dramatismo y cada cierto tiempo aplaudía para alentar a la banda.
Los dedos de Murdock ahora recorrían en confianza lo largo del bajo, las cuerdas emitían vibraciones graves lo suficientemente alto como para ser audibles y lo suficientemente sutiles para ser perfectas.
Cuando la canción llegó a su fin, fue que Castle temió por unos momentos que el concierto llegara a su fin.
—Ahora tendremos una breve pausa, volvemos en unos minutos —explicó Cage al micrófono.
—Y recuerden, estamos vendiendo mercancía oficial de nuestra banda a un lado de la barra de tragos —señaló Jones el puesto donde una mujer morena acomodaba camisetas y tazas en una mesa.
Castle volteó la mirada hacia ese sitio y cuando la regresó al escenario, se sorprendió al ver que ya no había nadie allí.
Amy regresó a la mesa por su refresco mientras arrastraba su suéter que había sido pisoteado.
—Ya no te ven, puedes hablar —ironizó Amy al notar la perplejidad de Castle.
—No son tan malos —respondió el pelinegro aún reacio a aceptar que realmente le había gustado la forma en que esa banda tocaba.
La chica sonrió, eso era más que suficiente en el lenguaje de Frank.
—¿Qué tal si nos acercamos un poco al puesto de mercancía? —sugirió ella, poniendo la mirada en una sudadera negra con el logo de la banda en grafitti rojo.
Castle miró hacia aquél mismo sitio entre la barra de bebidas y el escenario, detrás de bocinas apiladas pudo notar al pelirrojo conversar con la mujer que atendía el puesto.
—Vayamos —asintió el pelinegro, levantándose y dejando su cerveza a medio beber en su mesa.
Amy le siguió hasta acercarse a la mujer que ordenaba tazas en un mueble desmontable pero le ignoró y fue directo a la sudadera a la que le había puesto el ojo. Frank fingió interés en unas camisetas demasiado pequeñas para su talla, pensando en cómo hablar con el pelirrojo.
—¿Buscaba el mismo diseño en una talla más grande? —preguntó Gillian en su dirección.
—Oh, no —respondió Frank señalando a Amy—. Solo estoy esperando a que ella elija algo.
La castaña alejó la mirada de la prenda y miró a ambos lados.
—Déjame adivinar —se dirigió ella a la chica con una sonrisa—, ¿worstie?
La joven asintió y comenzó a explicarle que buscaba una sudadera de su talla... y de la de su padrastro. Frank observó que Matthew no hablaba con nadie, y decidió alejarse del puesto para buscarle.
—Uh, disculpe —empezó Frank tras llamar su atención—. ¿Matt Murdock?
—¿Billy Idol? —preguntó Murdock al reconocer la voz del hombre que había conocido en los baños.
—No, Frank Castle —corrigió el pelinegro, algo nervioso porque aún se sentía apenado por las cosas que dijo sobre la banda.
Matt sabía su nombre, solo quería asegurarse de que fuese él.
—Supongo que ya no nos ves como una boyband pop...
—No, uh... lo siento por juzgarlos. Es lo que me pasa por no prestar atención a lo que platica mi hija. No es que hubiese algo malo si lo fueran, eso solo que...
—No te mates por ello, no serás el primero ni el último —exclamó el pelirrojo, dándose cuenta de un pequeño detalle—. ¿Tienes una hija?
—Sí, una adolescente —asintió.
—Me imagino que fue difícil que la señora Castle les diera permiso de asistir, ¿no es así? —inquirió Matt.
—No hay señora Castle —exclamó Frank, de la nada sintiendo la necesidad de dejar en claro su soltería.
—Okay, DILF... —murmuró él al sonreír.
Castle frunció el ceño algo confundido, no estaba actualizado con los términos pero supuso que no era algo malo así que solo sonrió.
—Estaba pensando, Frank, ¿te puedo llamar Frank? —preguntó el pelirrojo— Estaba pensando en que podrías quedarte después del concierto, beber un par de bebidas, y llevarte un recuerdito.
Frank rio—: Con todo lo que está comprando mi hija no nos faltaran recuerditos, créeme.
Matthew rio y negó, demasiado encantado por la extraña ingenuidad del otro.
—Tengo que regresar al escenario, pero quiero que tengas algo —dijo al rebuscar en su bolsillo y obtener una púa de guitarra, roja metálica—. Puedes dárselo a tu hija y ser un padre cool, o quedártelo y que sea tu pequeño secretito en tu cajón de ropa interior.
Frank frunció el ceño en confusión y tomó la púa con cuidado—: Wow, gracias... Murdock.
—Solo llámame Matt —sonrió él antes de darle una palmada en el hombro y retirarse devuelta al escenario.
Castle no puro deshacerse de su sonrisa, ni siquiera cuando pagó por una sudadera, un CD, una camiseta y dos pulseras. Amy notó que el desplante de Frank era distinto.
—Sé que algo bueno te pasó porque ni de chiste me habrías comprado todo esto —dijo Amy antes de regresar a la mesa.
—Es solo el humor de los viernes, Amy, no te emociones.
La plática se diluyó conforme la música regresaba a tomar presencia con más covers. Y hasta el momento, ningún indicio de alguna canción original. Ni siquiera el CD, el cual era una recopilación de más versiones de éxitos populares entre la música rock y pop.
Jessica sonrió al notar que toda la gente del bar ignoraba las pantallas y habían sucumbido al poder de la música, para alguien tan poco optimista, veía como ganancia cada presentación en la que la gente disfrutaba. Rand dejaba sus pulmones salir en un cover de Dream On. Tanto Luke como Matt se mantenían concentrados, frunciendo el ceño para no perder el tempo.
Frank prestaba atención a cada detalle, pensando como tenía en su bolsillo una púa exactamente igual a la que Matt utilizaba para fundirse con la música. Cuando la canción llegó a su fin, fue que Castle se dio cuenta que el concierto había terminado por igual.
—Muchas gracias, público y seguidores, ¡ha sido una gran noche! —exclamó Rand antes de salir del escenario.
—Y recuerden, seguimos vendiendo mercancía oficial de nuestra banda a un lado de la barra de tragos —señaló Jones una vez más el puesto donde Gillian esperaba.
Castle volteó la mirada hacia ese sitio y cuando la regresó al escenario, se sorprendió al ver que ya no había nadie allí. Por un momento sintió la necesidad de ir al baño con la esperanza de volvérselo a topar, pero al darse cuenta de lo desesperado que sonaba decidió simplemente dejar que la fiebre del concierto se pasara.
—¿Qué? ¿Eso fue todo? —preguntó el pelinegro a Amy—. Pudieron tocar un par más. Nada de Defenders...
Frank estaba algo decepcionado, realmente quería que Amy presenciara la revelación de la primer canción del disco debut de Public Enemies.
—Bueno, parece que no tuviste suerte —le dijo Castle, con la mano en el bolsillo donde tenía la púa de Matt.
Frank no vio por donde se fueron los integrantes de la banda, no pudo ver a ese tal Murdock una vez más. ¿Era lo mismo que sentían otras adolescentes? ¿Un vacío? ¿la depresión post-concierto era real?
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El pelinegro yacía en su cama, tenía suerte de que al día siguiente no tuviese que asistir al trabajo. Era su día libre. Aún así, tendría que ir a la parrillada con los Lieberman y para el tunro nocturno, cubrir a un compañero que se había roto la rodilla en uno de los patrullajes (o, como Frank apodaba a ese compañero, papanatas). Por más cansado que le pareciera la actividad social que enfrentaría al día siguiente, el insomnio era mayor.
Durante el camino a casa, Amy no podía parar de gritar lo emocionada y feliz, y realizadamente frustrada que se encontraba. Por otro lado, Frank seguía rememorando toda esa noche. Había temido tanto las memorias que habitaban ese bar que, al encontrarse con algo nuevo y diferente, sintió igualmente algo fascinante.
Castle frunció el ceño y se levantó del colchón, en medio de su cuarto oscuro, rebuscó dentro del mueble de noche hasta dar con los mismos audífonos que había comprado un par de años atrás y que apenas utilizaba. Aquellos que le causaban repulsión a Amy por que no eran inalámbricos.
Los conectó a su móvil y, antes de abrir la aplicación de YouTube, se aseguró que Amy estuviese dormida. Si ella lo atrapaba viendo vídeos de Public Enemies a esas horas de la noche, lo único que tendría sería Public Humilliation en la casa de su amigo.
Cuando no escuchó ni un grillo en los alrededores, buscó a aquella banda y cliqueó en el primer vídeo que encontró. Era un cover, como era de esperarse. Era una rendición de Dream On similar a la que habían presenciado en el cierre del concierto. Castle sonrió cuando la cámara enfocaba en momentos a ese bajista que, por alguna razón, le traía serotonina. No lo admitiría tan rápido pero era un hecho.
Entonces, Frank recordó la conversación que habían tomado. Habían cosas que aún no comprendía sobre la jerga moderna, él le había apodado de una manera peculiar...
Salió de la aplicación y pasó a Google, allí tecleó:
"¿Qué significa DILF?".
Por primera vez en un largo tiempo, Castle sintió que sus mejillas se enrojecían. Creía que, probablemente, Matt Murdock se había equivocado.
¿O, por qué más lo habría llamado "Daddy I'd Love To Fuck"?
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Hola, este es el primer capítulo. Realmente espero que les haya gustado y no duden en votar/comentar para hacerme saber que quieren que esta historia continúe :) Estoy emocionado por los capítulos por venir.
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