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XIX


Al Florencia salir de la mente de Cataleya, esta cae llorando al suelo de rodillas, por lo que al Eleanor ver esto, le pide a Arron, quién ya despertó, que ayude a Nath con las grietas y ella levita hacia la que solía ser su aprendiz.

Eleanor se acerca con cuidado a la emocionalmente destrozada Cataleya y le acaricia la mejilla tal cómo lo hizo cuándo nuestra antagonista era niña, entonces esta abre los ojos desconfiada.

—Lo siento tanto, mi niña —se disculpa Eleanor con la voz algo rota, pero a diferencia de en el pasado, no le hace nada a la mente de Cataleya, pero antes de que esta pueda decir algo, la grieta en el cielo se empieza a tornar se empieza a tornar del color verde que caracteriza la magia de Cataleya.

Tanto Arron cómo Nath gritan de dolor y caen al haber intentado resistirse a la fuerza que está atravesando la grieta, de la cuál sale un humo de un color verde oscuro, cosa que hace temblar a Cataleya, entonces el humo se coloca detrás de ella y materializa a figura humanoide de piel oscura, similar a un cuervo con cuatro ojos verdosos

La criatura mira con decepción a Cataleya, ya que a pesar de que logró liberarlo, no ha logrado acabar con quienes dijo que acabaría.

—¿Esto es malo? —pregunta Florencia a Eleanor mientras todos sus aliados se les acercan.

—Si... El origen del color de su poder, es él... Es Helvede —revela Eleanor y todos retrocede, excepto Cataleya, quién del miedo no voltea a ver a su aparente jefe.

—Estoy agradecido y a la vez decepcionado de ti —comienza Helvede y conjura una espada en su mano derecha.

—Estoy lista —dice Cataleya cómo ultimas palabras y es atravesada por la espada de Helvede, la cuál la convierte en un polvo verdoso que desaparece a los segundos después.

—¡Avisen al hechicero maestro! —ordena Eleanor y corre hacia Helvede con armas en ambas manos, pero este con solo mover su mano izquierda, la lanza hacia unas rocas que terminan por noquearla al impactar con ellas.

Florencia, Venenoso, la agente Andrade, Nath y Arron intercambian miradas, este ultimo comienza levitando y lanzando poderosos lasers mágicos hacia Helvede, quién se cubre con un campo de fuerza verdoso y contrarresta fácilmente el ataque con un laser del mismo color que termina atinándole a Arron, entonces la primera crea un escudo y se lo lanza a su enemigo, quien separa rápido las manos deshaciendo el escudo antes de que pudiera tocarlo, pero no ve venir que el segundo con su arma de plasma le dispara desde atrás, por lo que acaba recibiendo el disparo que lo empuja hacia nuestra protagonista, quién crea un martillo enorme con el que lo golpea y al momento de Helvede caer, una granada de parte de la agente Andrade le explota en la cara, la cuál libera más granadas que explotan a su alrededor dejando mucho humo, del cuál sale el rubio con una espada que usa para hacerle un corte en el rostro.

Poisonous Night, quién en todo ese rato sólo estuvo mirando patea a Helvede hacia unas rocas, entonces este al levantarse ve que todos se le están acercando, así que cruzando los brazos y separándolos rápido crea una onda expansiva que paraliza tanto a los guerreros cómo al gigante Poisonous Night. 

—Admito que me entretuvieron, pero no perderé más tiempo —confiesa Helvede y hace que todos los humanos se coloquen en un solo lugar en contra de su voluntad, no controla sus mentes, mueve sus cuerpos.

Helvede mira directo a los ojos a Poisonous Night y estos se ponen del color de sus poderes, entonces hace que mire hacia sus compañeros y prepare su visión laser, sin embargo, antes de que pueda hacerlo disparar, algo lo detiene y es Cataleya, quién cuándo su jefe estaba por matarla creó una ilusión de ella misma para hacerlo creer que si la mató y en esos minutos estuvo conjurando un hechizo de su copia digital del libro, el cuál servía para enviar entidades multiversales de vuelta a su realidad o plano existencial.

—¡Espera! —grita la maestra Eleanor preocupada recién despertando.

—¿Tu qué crees que estás haciendo! —cuestiona Helvede mientras es convertido en humo verdoso.

—Lo que debí hacer para obtener el reconocimiento que merecía —responde Cataleya—. El bien.

—¡Basta! —gritan Helvede y Eleanor en coro.

—Yo lo traje aquí, yo debo sacarlo, maestra —calma Cataleya y se vaporiza junto a Helvede para luego el humo pasar de vuelta por la grieta y darse una onda expansiva anaranjada que cierra ambas rupturas.

—Entonces... ¿Todo terminó? —pregunta Florencia.

—Sí, todo terminó —responde la maestra Eleanor algo apenada.

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