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i/ii: king night.



Desde pequeño manifestó aquellas actitudes e intereses anormales.

Su mayor fascinación a los cuatro años era aplastar a cualquier insecto que apareciese por su camino y contemplar el cadáver completamente mutilado. A los seis se quedaba pasmado viendo los cuerpos reventados de los gatos y perros atropellados a un lado de la carretera cada vez que viajaba con sus padres al campo. Y fue a los siete cuando sus padres se alarmaron bastante al ver llegar al pequeño muchacho con las manos ensangrentadas y un pájaro muerto en una de ellas.

"Un gato se lo estaba comiendo y me dio pena dejarlo así nada más".

Terminó yendo al psicólogo junto a su madre, sin siquiera entender por qué su progenitora le relataba esas veces que llegó con aves muertas a casa y por qué un extraño le hacía preguntas tan bobas relacionadas a eso. La única conclusión que le dio a su madre aquel psicólogo incompetente fue un "su hijo nació para trabajar en el área forense", sin siquiera indagar en el origen de sus extraños comportamientos.

A fin de cuentas nadie nunca supo qué originó la extraña afición por los animales muertos de LuHan.

Cuando entró a la secundaria, las palabras del psicólogo tomaron peso y cierto grado de verdad, ya que el pelinegro comenzó a destacar considerablemente en el área de ciencias, específicamente en biología, llegando incluso a adelantarse en los contenidos a tal punto que, antes de entrar a la preparatoria, sabía al revés y al derecho todo lo que les pasarían.

"Un superdotado", "un supergenio", "un gran aspirador a científico"; eran las frases que escuchaba constantemente de sus profesores y de sus cercanos, tomando en consideración aquella habilidad tan única que lo llevó a insertarse en la ciencia y absorber todos los conocimientos que esta le pudiera entregar.

Todo estaba como debía ser y sus padres estaban aliviados de que LuHan tuviese una vida normal, debido a que no eran normales los gustos sádicos del muchacho y menos muy bien vistos, y ellos no querían que él sufriese por el prejuicio de la sociedad repudiando sus intereses.

Sin embargo, hubo un punto de quiebre que nadie notó, uno donde todo lo que parecía ir bien se evaporó en un abrir y cerrar de ojos, donde, entre dos caminos, LuHan siguió ciegamente el equivocado.

















Primer día de clases de su último año de preparatoria, sin dudas un año glorioso tanto para él como para sus compañeros.

Siempre había sido un chico silencioso y reservado con respecto a su vida privada, aunque amigable y solidario con los que le rodeaban. Jamás tuvo problemas con nadie y tampoco se vio involucrado en rumores de mal gusto. LuHan prácticamente tuvo una vida escolar pulcra en todos los sentidos y estaba más que satisfecho con que hubiese sido así.

Ese año un chico coreano llegaba a su curso y era el tema del que todos hablaban, pero él no le prestaba atención porque no le interesaba, así que por ello no se sorprendió cuando llegó a su salón y vio un tumulto de estudiantes alrededor del puesto detrás del que habitualmente usaba.

Rodando los ojos, decidió subirle el volumen a la música de su reproductor con tal de ignorar los murmullos y comentarios de "dios, es tan guapo el chico nuevo", abriéndose paso por el salón hasta llegar a su lugar, dejando su mochila sobre la mesa al tomar asiento.

Fue la primera vez que lo sintió, aquella penetrante mirada sobre su cabeza y aquella extraña inquietud que le recorrió el cuerpo en forma de escalofrío. Jamás había experimentado algo similar, siquiera cuando se ponía a ver en internet vídeos de autopsias o se acercaba a cadáveres de animales completamente destruidos.

Por el resto del día se sintió extraño y, por más que mirase hacia todos lados, no había indicios de lo que sea que le estuviese provocando todo eso.

No fue hasta el timbre de salida que supo el origen, cuando él y el chico nuevo fueron los últimos de salir del salón.

—Hola, soy ChanYeol —se había presentado el extranjero, sonriendo de manera ladina cuando extendió su mano y LuHan dudó en estrechársela—. Oh, vamos, no muerdo.

La mirada oscura de Chanyeol era algo de otro mundo, algo misterioso y la vez atrayente, algo que gritaba peligro por donde se viese.

—Soy LuHan. —decidió ceder, estrechando la mano del contrario y dudando de sus acciones al sentir esa imperceptible corriente eléctrica entre ellos durante el contacto.

Sin tan sólo hubiese tomado en cuenta las advertencias de su cabeza, sin dejarse hipnotizar por la seductora sonrisa del alto, todo habría resultado ser distinto.
















Apenas cerró la puerta de su dormitorio, se deslizó por esta hasta quedar sentado sobre el suelo, dejando ir mil suspiros y cerrando sus pesados ojos.

Exhausto era poco para cómo se sentía en aquel momento. El último examen de su segundo semestre de medicina había sido rendido en una hora, algo demasiado hilarante para LuHan siendo que el estudio para ese mismo le había llevado poco más de un mes, un interminable mes donde salía de clases y de inmediato se encerraba en su dormitorio para pasar con la cabeza metida entre libros hasta más o menos las dos de la mañana.

Pero sabía que había valido la pena, porque, pese a que la primera noche ya se había aprendido todo lo que entraba en el examen y más, había ayudado a ChanYeol con temas que le resultaban un poco complicados, pasando horas y horas observando con detenimiento a su compañero y mejor amigo sin que este se percatara.

Todo un mes juntos, encerrados en su dormitorio, bastó para que la zorra con la que el más alto follaba se enfureciera ante la falta de atención y lo dejara en paz, algo que hizo a LuHan extremadamente feliz. Sin embargo, esa misma felicidad desapareció una vez fue el primero en entregar el examen al profesor, ya que ahora no tendría motivos para retener a su descarado amigo y evitar que tuviera sexo con alguna chica.

Odiaba ver a ChanYeol mandarles miradas lascivas a esas perras, le enervaba verle besándose con alguna y le enloquecía oler la casi imperceptible fragancia a zorra barata que llevaba consigo los días siguientes luego de su conquista antes de desecharlas y volver a repetir el ciclo.

Más que enamorado, estaba obsesionado con su mejor amigo y lo sabía a la perfección, mas nada podía hacer al respecto.

Comenzó como una simple atracción hacia la oscuridad que el castaño se esmeraba en ocultar y a finales de su último año de preparatoria la atracción fue convirtiéndose en un claro "me gustas". El primer año de universidad ya todo se le fue de las manos, cuando en una fiesta ChanYeol se emborrachó y terminó por acorralarlo contra una pared mientras lo besaba como nunca antes había sido besado. Obviamente él no recordó nada de lo sucedido al día siguiente y nunca más, pero LuHan si lo recordaba, no pudo haber estado más sobrio esa noche donde su corazón palpitó con tanta fuerza que creyó se saldría de su pecho.

«Esto es una mierda»

El sonido de su móvil le hizo volverá la realidad, viéndose en la obligación de contestar porque "puede ser ChanYeol". No obstante, lo dudó luego de ver el nombre en la pantalla.

No es que le desagradara Do KyungSoo, al contrario, ya que era un chico bastante inteligente e interesante, pero los motivos por los que siempre lo contactaba eran bastante extraños y ya se estaba haciendo la idea de lo que esta vez le pediría.

Aclarándose la garganta, deslizó sobre el icono verde y contestó.

—Hola, Kyung.

Pequeño ciervo —se escuchó con parsimonia su voz, tan grave y calma que toda su frustración anterior logró disiparse—, ¿Cómo estuvo tu examen?

—Mm, regular, como siempre.

Yah, no seas tan modesto. Admite que tendrás otra calificación perfecta, niño genio.

LuHan soltó una carcajada, echando la cabeza hacia atrás para apoyarla contra la madera.

—Uno nunca sabe cuándo aparece alguien más inteligente que tú, Kyung.

Patrañas, siempre serás el mejor en medicina —sentenció con admiración, logrando hacer sentir bien al muchacho—. Bueno, aparte de saber cómo te fue en tu preciado examen, te llamo para comunicarte de que tienes trabajo disponible. ¿Lo tomas?

Allí estaba, el motivo.

— ¿Cuánto es esta vez?

Lo suficiente como para pagar todos los años de tu carrera.

Los ojos de LuHan se abrieron desmesuradamente, sin saber realmente qué decir.

Nunca le habían ofrecido tanto dinero por hacer su trabajo. Aunque él sólo hiciera el trabajo sucio, era lo de menos y por ello no recibía tanto dinero como ahora, donde, si tomaba el trabajo, recibiría millones.

Por más que confiase en Kyungsoo, no podía simplemente fiarse así como así.

— ¿De quién se trata?

KyungSoo soltó un silbido del otro lado de la línea.

De alguien muy importante, pequeño ciervo. ¿Qué dices?

No lo pensó mucho. En el fondo tenía ganas de hacerlo y no iba a negarse a hacer algo que realmente deseaba con todas sus fuerzas.

—Lo tomo.

Perfecto. ChanYeol te pasará a recoger en una hora.









No sabe en qué momento se involucró en todo ese mundo ni por qué no le sorprendió todo lo que se tejía allí dentro, sólo tiene conciencia de que un día ChanYeol le presentó a su bajito primo que había venido desde Corea del Sur a estudiar en su misma universidad. Se había hecho muy amigo de KyungSoo hasta tal punto de convertirse en su más íntimo confidente y, cuando este se percató de su afición, le hizo la pregunta que lo definió todo: "¿Quieres conocer uno de mis secretos?"

El más bajo se fascinó cuando vio el brillo inigualable en los ojos de LuHan cuando le mostró lo que escondían las puertas de acero de una fábrica abandonada a las afueras de Zhangjiajie. En ese momento, notó que lo primero en lo que se fijó fue en las camillas con cadáveres cubiertas por simples sábanas.

¿Quieres hacerlo? —había preguntado en un susurro, próximo al oído del pelinegro.

Sí. —no había dudado ni un mísero segundo en responder, volteándose cuando de pronto no sintió más la presencia de KyungSoo a su lado.

Su excitación fue palpable cuando una bandeja con diversos cuchillos se le fue entregada en conjunto con un delantal, una mascarilla y un par de guantes.

LuHan no se pudo sentir más dichoso al hacer el primer corte a lo que era el cadáver de una mujer de más o menos cuarenta años, sonriendo tras la mascarilla de una manera tan demente que, por un instante, KyungSoo lo desconoció; porque esa expresión tan única jamás la había visto antes, menos experimentado lo que esta le causaba.

Era como ver a un niño jugando con su juguete favorito.

LuHan también supo que ChanYeol estaba involucrado en todo aquel rollo junto a su primo, aunque nadie quería decirle qué era lo que exactamente hacía. Por ello, el castaño era el encargado de llevarlo hacia las afueras de la ciudad y esperar a que terminase con su labor para volver a los dormitorios sanos y salvos.

Desde entonces que, cada ciertas semanas, recibe una llamada de KyungSoo ofreciéndole el trabajo de cortar todas las partes de un cadáver y cerciorarse de dejar los órganos importantes intactos.

Con el tiempo supo que la familia de ChanYeol estaba involucrada con la mafia, específicamente a la del padre de KyungSoo, siendo este el heredero que estaba ya haciéndose cargo de sus responsabilidades. Sin embargo, él jamás preguntó el fin de todo eso y de alguna manera tampoco quería saberlo, porque no soportaría tener que elegir entre su moral y lo que tanto amaba hacer.













El silencio dentro del automóvil del más alto era tenso. Siquiera la animada música sonando por la radio disipaba esa extraña incomodidad que el pelinegro sintió al observar el ceño fruncido de ChanYeol apenas lo pasó a recoger y el cual mantuvo en todo el camino, confundiéndolo aún más.

«¿Habrá peleado con alguna de sus zorras? ¿No consiguió tener un ligue para esta noche?»

— ¿Por qué aceptaste?

LuHan saltó del susto cuando la imponente voz del alto rompió el silencio.

— ¿Eh?

— ¿Por qué jodidamente aceptaste el trabajo de esta noche, LuHan?

— ¿Por qué habría de rechazarlo? Necesito el dinero para sobrevivir, Chan.

—Sabes que yo puedo darte mi dinero, Han. —masculló, dándole una mirada indescifrable.

Bufó, cruzándose de brazos cuando sintió la velocidad del automóvil disminuir antes de que el alto se estacionase a la orilla de la autopista.

— ¿A qué viene todo esto tan de repente?

—No lo hagas.

No alcanzó a reaccionar, sólo lo hizo cuando ya se encontraba siendo estrechado con fuerza entre los fornidos brazos de ChanYeol, sintiendo con un cosquilleo en el estómago la respiración foránea cerca de su oreja.

— ¿Q-qué-

—Dile a KyungSoo que no lo harás —susurró, hundiendo su nariz en el sedoso cabello negro para aspirar el dulce aroma que desprendía—, por favor, Han.

Su pulso se había disparado y sus mejillas enrojecido a más no poder. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué su mejor amigo le estaba abrazando como si en cualquier momento fuese a desaparecer?

—LuHan, yo... te quiero, te quiero demasiado.

No cabía en su razón. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué le estaba diciendo esas palabras que él tanto había ansiado escuchar de esa manera tan descuidada?

Quería respuestas y las obtendría, por lo que con sus manos intentó apartar al alto empujándolo por el pecho. Mostrándose reacio a hacerlo, ChanYeol sólo se abrazó aún más a él y fue allí cuando comenzó a sentir que algo iba mal.

Comenzó a faltarle el aire y por ello se decidió a golpear el pecho del castaño, pero algo le hizo quedarse estático en su lugar, algo que no supo de qué manera interpretar y que, poco a poco, le fue difuminando más el panorama.

Había un arma escondida a la altura de su torso, la misma que cuando volvió a rozar hizo que el cuerpo entero del alto se tensara. Los brazos alrededor de su cuello dejaron de ejercer fuerza, dándole el espacio que necesitó para tomar un respiro y poder pensar con lucidez.

— ¿C-ChanYeol?

Un auto se había estacionado del otro extremo de la autopista y una mujer con un hombre salieron de este, enmascarados y armados. Su cuerpo se estremeció cuando la mirada del hombre chocó contra la suya, palpando el odio explícito en sus ojos mientras seguía avanzando hacia ellos.

—Di que no lo harás y juro que estaré a tu lado para siempre.

Las dos personas apuntaron hacia él, incluso si la mujer tenía sus ojos puestos en la espalda de ChanYeol. Parecían esperar algo de este, ya que de no ser así ya habrían disparado o al menos si lo habrían hecho hacia él, la mirada del hombre lo decía todo.

—ChanYeol.

Algo no calzaba ahí y no quería hacerse ideas equivocadas, mas la situación le estaba llevando a aquello. No era tonto, algo dentro de su cabeza sabía exactamente lo que estaba sucediendo, también porque antes ya había escuchado relatos sobre la situación que en estos mismos instantes estaba viviendo, relatos que eran contados con todo el resentimiento del mundo por personas que se paseaban en su área de trabajo y que, al igual que él, trabajaban para Do KyungSoo, el heredero de la mafia Do.

—Por favor, LuHan.

Aprovechó el descuido del otro para empujarlo con suavidad, rompiendo el contacto para poder observar su rostro, notando al fin lo que más se había estado temiendo en esos interminables minutos. La expresión suplicante del castaño se lo confirmó y no quedó nada más que retrasara la inminente pregunta que saldría de sus labios.

— ¿Has traicionado a tu primo, ChanYeol?







〔✧〕

Venía deseando publicar esto desde hace mucho aslfñg. A alguien le había respondido un comentario diciendo que posiblemente habría una historia con el trasfondo de Luhan y aquí está~.

Mañana subo la segunda parte♥.

¡Gracias por leer!

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