Unas semanas después de la luna de miel, era como si la rutina anterior hubiera vuelto a su lugar.

Mi teléfono y las llaves del auto fueron confiscadas como un castigo.

En cierto modo, me recordó el momento en que tuve que seguir todas esas reglas, aunque admito que no hubo diferencia entre ese momento y este momento.

En aquel momento, yo había sido prisionero, ahora mismo seguía siendo su prisionero pero con un nombre legal para ir con eso.

Decidí que hoy terminaría con la vida de Minho.

He estado planeando todo con mucho cuidado.

No me importaba si iría a la cárcel, no me importaba que me condenaran a cadena perpetua, simplemente no quería esta vida.

Después de matar a Minho, planeaba entregarme a la policía y decirles la verdad.

Esa noche, esperé hasta que Minho estuviera dormido.

Sabía dónde estaba el arma de Minho, pero cuando intenté abrir la caja fuerte no lo había logrado, así que bajé a la cocina y encontré un cuchillo.

Un cuchillo sería un buen sustituto.

Sostuve el cuchillo firmemente en mis manos, pero temblaron violentamente.

Me acerqué más a él, acercando el cuchillo a su cuerpo. Minho estaba durmiendo plácidamente como de costumbre, su rostro parecía tan inocente bajo la luz plateada de la luna que se filtraba desde las cortinas abiertas.

Recordé cómo maté a mi padre y pensé que si lo había hecho antes, podía hacerlo de nuevo.

Sólo una última vez.

Las lágrimas se formaron en la esquina de mis ojos.

No pude hacerlo.

Simplemente no pude matarlo intencionalmente.

Lo que sucedió con mi padre fue diferente.

Nunca tuve la intención de matarlo, pero el impacto que le había dado a mi padre fue suficiente para quitarle la vida, pero con Minho era diferente.

Era un maldito cobarde.

Tiré el cuchillo debajo de la cama y me fui a dormir.

***

Los siguientes meses pasaron a un ritmo insoportablemente lento.

Lo mismo de siempre Despierto. Come. Tienda. Regalos innecesarios. Dormir. Y a veces... bueno, muchas veces convertirse en una víctima del abuso de Minho. Tampoco podía oponerme cuando Minho quería sexo... Según él, para eso era su esposo.

Un día, de repente, vomité mi desayuno y me sentí realmente incómodo durante los días siguientes.

Pero, ¿cómo?

Había sido cuidadoso. Había tomado mis píldoras a tiempo, pero a veces simplemente las olvidaba debido al estrés que Minho me provocaba.

Solo para estar seguro, le pedí a la señora de la limpieza que me trajera un kit de prueba de embarazo.

Tomé la prueba y esperé unos minutos, y oré a Dios para que no fuera positivo. Lo revisé un tiempo después.

Mis manos temblando.

Doble línea.

Positivo.

Me tapé la cara con las manos y lloré en el baño.

Mi propio reflejo en el espejo era horrible con las marcas de abuso.

¿Cómo se supone que traería otra vida a este mundo cuando mi vida era un infierno? No era que estuviera triste por tener un bebé, pero siempre pensé que si tenía un bebé, él o ella merecería todo lo que nunca tuve.

Toda la felicidad en este mundo y los mejores padres, y claramente Minho no podría darle eso a mi bebé.

Toqué mi vientre. ¿Qué tipo de vida obtendría mi bebé? Lloré más fuerte. — Lo siento mucho.

Lloré porque ahora ni siquiera podría matar a Minho porque matarlo e ir a la cárcel no era algo que quisiera para mi bebé.

Lloré porque ahora tendría que depender por completo de mi esposo.

Lloré porque quería que mi bebé tuviera un mejor papá.

Todo lo que podía hacer ahora era rezar para que Minho finalmente cambiara con la llegada de nuestro bebé a su vida.

Lo deseé y pensé que había un rayo de esperanza en algún lugar entre mi vida jodida.