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Capítulo IV

Catherine camino rápidamente a la habitación de Max, lo que encontró, la dejo asustada.

—Max, oye. —Intento llamar su atención, pero no reaccionaba. 

Max lloraba, pero no hablaba, tampoco era capaz de mirar los ojos de Catherine.

Su compañera sin dudarlo, salió de la habitación, corriendo, chocando a casi todos los profesores que estaban en su camino, hasta llegar a la sala, agarrar su celular y llamar a la ambulancia. 

Catherine salió de la sala y choco con Chandler, quien la miro enfadado.

—Esto es una universidad, no una pista de atletismo, Catherine. —Regaño el director. 

—Lo siento, es Max, ella esta mal. La ambulancia viene en camino. —Pronuncio Cath.

Chandler no dijo nada y fue rápidamente a la habitación de Max, llevandose a Catherine por delante.

—¿No era que esto no era una pista de atletismo? Maldito. —Grito Catherine y espero a la ambulancia en la puerta.

Mientras tanto en la habitación. 

—Max, ¿Qué paso?. —Chandler entro rápidamente y la abrazo.

Sentía  sus sollozos en su pecho, vio la carta en las manos de Max, y la leyó. 

La escondió en su chaqueta y siguio abrazandola.

—Todo estara bien, te lo prometo. —Le susurro Chandler a su oído. 

Max no era capaz de reaccionar, solo temblaba y lloraba.

Hasta que los médicos cruzaron esa puerta

Chandler se alejo por orden de uno de ellos y salió de la habitación.

Mientras tanto… En el primer receso, donde la sala docente era ocupada solo por dos personas 

—Oye, disculpa si te trate mal. Estaba de mal humor hoy en la mañana. —Dice Malena a Sylvie.

—Esta bien, entiendo. —Sylvie sonrió ante esas palabras. 

Un silencio algo incómodo se prolongo, mientras que sus cuerpos se acercaban bastante.

Las respiraciones parecían ser una sola, mantenian un contacto visual, bastante fijo, mientras que la tención aumentaba más.

—Buen día. —Saludo Richard entrando y arruinando el ambiente, las profesoras se separaron rápidamente. —¿Interrumpo?.

—Mierda. —Maldijo Malena por lo bajo y se fue.

—¿Sylvie que carajos?. —Preguntó su hermano. 

—Siempre tan inoportuno. —Sylvie recoje sus cosas y sale.

Richard queda en la sala, algo confundido por lo que acaba de presenciar, tenia un don y ese don era interrumpir en los mejores momentos de otros.

Por otra parte, Alex caminaba por los pasillos cuando Chandler paso a su lado y susurro que lo quería ver en su oficina. 

—Siempre con tanto misterio vos. —Sonríe Alex irónicamente y se sienta.

—Escuchame, ya se que tú mandaste esa carta a Max. —Chandler lo mira. 

—Si, fui yo. Porque no voy a permitir que meta las narices donde no le importa. —Defendió Alex.

—Mira, te prohibo que sigas acechando a Max, ella esta de mi lado. —Menciona Chandler.

—El enamorado protege a su novia, que lindo. —Comenta ironicamente Alex.

—¿Trato?. —Chandler lo miro.

—Bien, no tocare a tu chica. —Afirmo Alex. —Por ahora.

Chandler salió de su oficina y observo a Max caminando por los pasillos, por lo cual, sin dudarlo, fue hacia ella.

—Oye, prometo que nada va a pasarte. —Menciono Chandler.

—¿Estas seguro?. —Inquirio Max.

—Lo estoy. Confía en mi. —Chandler la miro.

—Es difícil confiar con todo lo que se. —Confeso la profesora.

Chandler le dio un pequeño beso en la frente y se fue.

Catherine apareció junto con Richard. 

—Richard se encargara de ayudarte para que puedas superar esto. —Menciono Catherine.

—Puedes confiar en mi, Max. —Comento su colega.

Max no sabía en quien confiar, sabía que Richard era bueno, pero contarle todo lo sucedido no sería lo mejor.

Catherine fue a clases, mientras caminaba se encontró con el alumno que previamente le había dado información. 

—Me entere que la profesora de lenguas extranjeras estaba mal. ¿Cómo se encuentra?. —Pregunto nervioso.

—Esta mejor, pero, ¿Tú como sabes eso?. —Inquirio Catherine.

—Vi la ambulancia llegar y le pregunte al profe Bastian. —Respondió tranquilamente.

Catherine solamente suspiro ante esa respuesta.

—Tene cuidado en quien confías. —Advirtió Catherine, pero la respuesta del chico la sorprendio.

—Yo se en quien confiar profe, no se preocupe por mi. —El chico le sonrió y se fue.

Quizas Catherine debería optar por saber que estaba pasando con Alex. En como le podría parecer atractivo. 

También pensar en si lo ocurrido con Max se relacionaba con Alex de alguna forma.

Queria conocer la universidad más a fondo, sus misterios, rumores, y había una persona en la cual ella confiaba totalmente, y ese era Noah, su alumno, por alguna razón el chico le pareció confiable, al igual que Malena, pero no queria compartir sus sospechas con los demás docentes, eso haría que la universidad se quedara sin profesores.

Porque aunque sabían los rumores. 

Aquellos docentes vivían tranquilos pensando que todo era mentira.

También pensaba que Max sabía más de lo que decía, sospechaba de todos y eso era una desventaja.

En el hospital.

Max estaba harta de la camilla, siempre odio los hospitales, no veía el momento de salir, pero a la vez tenia miedo.

—¿Como va la recuperación?. —Pregunto una voz masculina desde la puerta. 

Max volteo y al verle, quedo casi sin aire.

Alex cerro la puerta y se acercó 

—Escucha, ser la protegida de Chandler tiene sus privilegios. —Hablaba Alex. —Tengo prohibido tocarte, pero si haces o dices algo, te mato. —Alex le agarro del cuello. —¿Quedo claro?.

Max solo asintió asustada.

—Bien, me alegra que nos entendamos. —Alex la dejo respirar y se fue sonriendo.

Se supone que la profesora que debería velar para que sus alumnos aprendan y sean personas de bien, esta ocupada encubriendo asesinos. Ni ella lo creía. 

—Maldito Chandler.  —Suspiro enojada, pero a la vez asustada.

Mientras tanto la universidad estaba muy tranquila...

—Por eso hablo de que el árbitro no tuvo que cobrar el penal. —Discutía Richard en la sala docente.

—Max esta en el hospital y a ustedes les interesa un maldito partido de fútbol. —Menciono Catherine enojada.

—Oye, Cath. —Bastian intento tomar la palabra, pero no se lo permitió. 

—Cállate, tendrían que preocuparse por saber que paso con Max, porque nadie sabe quien será el siguiente y esto es una maldita cárcel. —Grito enfurecida y salió de la sala.

Malena salió detrás, tenían suerte que nadie escuchó eso.

—Catherine. —La freno Malena. —Claro que nos importa Max, pero no nos podemos arriesgar. Tenes que pasar desapercibido. No llamar la atención. Así me mantuve cuerda tantos años, y es hora que lo pongas en práctica. —Malena la miro.

CONTINUARÁ...

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