Capítulo III.
Esa misma noche, en el cuarto 203, el que pertenecía a Bastian y Richard, las luces no se apagaron en ningún momento, a decir verdad, se escuchaban risas y una ligera música suave.
—Así que, no te llevas tan bien con Sylvie.—preguntó Richard.
—Pues maso menos, más lo que discutimos que otra cosa.—expresó Bastian, mientras acomodaba sus atuendos en el armario del cuarto.
—Y, ¿Crees que este año será diferente a los anteriores?—comentó pensativo Richard.
—A decir verdad, creo que sí, solo espero que sea para bien.—afirmaba Bastian sacandose la chaqueta que llevaba puesta.
—Dejame ayudarte con eso...—inquirió Richard con una voz ligera al oido de Bastian.
Bastian, volteó hacia Richard, sus miradas habían echa tensa la atmósfera del sitio, Richard no resistió a acercarse hacia los labios de Bastian, al juntarse los mismos sintieron una electricidad, una especie de conexión irrompible.
El problema de aquella noche, es que se habían dejado llevar por el alcohol, y a la mañana siguiente uno de los dos no recordaría la apasionate velada que se había concretado. Pero a veces la vida es así, no simpre da las cosas como las queremos, en algunas ocasiones solo aparecen situaciones para jodernos la existencia.
Pero en otra parte de la universisdad Artois, luego de que AlexDeLarge saliera de la oficina del directo, a los instantes de su retirada ingresó, Max Cady, profesora de lenguas extranjeras.
—Chandler, creo que tenemos que una charla pendiente.—vocifero la mujer cerrando la puerta detrás de ella.
—Hoy parece que es el día de las charlas complicadas, anda sientate, que ocurre.—señaló Chandler.
—Lo nuestro ocurre, que es esto de que vives encerrado entre estas cuatro paredes.—exclamó Max.
—Qué tiene mí oficina...—dijo el director.
—¿Qué?, ¿Qué tiene?—habló Max, continuando.—No salimos ni una jodida noche a tomar algo, eso ocurre y no te das cuenta.
—Sabes que la universidad está atravezando por malos momentos Max...—espetó Chandler.
—La maldita universidad lleva en problemas hace rato y no tienes entre las piernas lo necesario para resolverlo y ya estoy harta.—sentenció Max.
—Habla más bajo, pueden oírte fuera.
—Te diré una sola cosa, en tanto y en cuanto no resuelvas los asuntos de esta institución, no me busques, porque por lo visto estás muy ocupado protegiendo asesinos en serie.—afirmaba Max con un tono irónico, pero con verdad, una vez dicho aquello se fue del sitio hacia su habitación.
Mientras caminaba por los pasillos, sentía que una presencia la observaba desde atrás, giró a ver algunas veces, pero no había nadie. Tal vez era su impresión o ya se estaba volviendo paranoica.
Llegó hasta la puerta de su alcoba, una veez dentro, cerró con cerradura lo más rápido que pudo, sentía miedo yno sabía porqué, esa madrugada, decidió tomar una ducha para relajarse, al salir de la regadera, se vistió, secó su cabelló, caminó por el corredor de su escritorio, pero notó algo extraño, por lo que retrocedió dos pasos hacia atrás para mirar hacia la puerta de la habitación.
Sintió nuevamente pánico, había un sobre blanco con un sello negro que lo aseguraba, Max Cady, lo tomó, abrió nuevamente la puerta, miró hacía todos lados del pasillo, pero no había tan siquiera una sola alma en vela.
Cerró la puerta otra vez, estando del otro lado de la puerta, mientras le temblaba todo el cuerpo, abrió la carta, para su suerte no decía nada bueno: "Eres la siguiente perra". Anunciaba la misma, en ese momento Max, sintió un escalosfrios que estremeció todo su ser sin dejarla moverse del lugar.
En la mañana, en la sala de profesores, Malena y Sylvie discutian.
—Este café es una basura.—expresó Malena.
—Este café lo preparé yo misma.—dijo Sylvie.
—¡Ay!, cariño, disculpa.—inquirió Malena apenada.
—Sabes que, vete a la mierda.—enfureció Sylvie.
—Oye, enserio, no puedes enojarte por un insulto.—argumentaba Malena.
—No, ya estoy harta, ojalá fueras la próxima en desaparecer de esta universidad.—Malena, quedó helada ante la respuesta de Sylvie.
—Buenos días, ¡Huy!, alguien se levantó con el pie izquierdo.—expresó Alex, sirviendose del café que estaba en la cafetera de la sala.—Como que está feo esto, ¿No?—volvió a hablar, mientras Sylvie le daba la espalda a los dos para irse.
—Mejor cierra la boca.— comentó Malena molesta mientras preparaba sus cosas para ir a dar clases.
—¿Dije algo fuera de lugar?—pronunciaba Alex con un tono sarcástico.
—Dejalo así mejor.—inquirió Malena, saliendo también del lugar.
Inmediatamente al sitio ingresó Catherine Tramell.
—¿Has visto a Max?—expresó la misma al ver a AlexDeLarge, aunque hubiera preferido no dirigirle la palabra.
—¿Y yo porqué la habría visto...?—repreguntó Alex.
—No sé, alguien como tú trae problemas a un lugar como este.—sentenció Catherine.
—Mira, Catherine, he estudiado aquí desde años antes a ser profesor, así que te aseguro que sí te me haces un estorbo voy a quitarte del camino, ¿Me oiste?—le susurró al oido Alex a Catherine.
En aquél momento sonó el timbre, Alex, salió de ahí sonriente, como si fuera normal lo que había dicho, pero a Catherine, por una extraña razón, aquél imbécil, le parecía muy atractivo.
—¿Has visto a Max?—preguntó Catherine a Sylvie al encontrarsela en el pasillo.
—No, a decír verdad, desde anoche, llevo prisa, hablamos luego—dijo esta siguiendo su camino, como si se secara lágrimas de su rostro.
—Vale.—formuló Catherine viendo como se alejaba su compañera de trabajo.
Siguió caminando, hasta encontrarse con Bastian.
—¡Bastian!,¡Bastian!—expresó Catherine.
—Sí, que ocurre.—dijo el joven algo desorientado.
—De casualidad. ¿No has visto a Max, esta mañana?—preguntó la mujer.
—No Cat, a decír verdad me siento algo mal, tal vez hoy no asista a mis clases.—dijo el muchacho.
—Oh, entiendo, espero que te recuperes pronto cariño.—comentó Catherine con amabilidad.
—Gracias, suerte en la busqueda.—finalizó este.
No fue sino hasta después de unos minutos que casi se choca contra Richard, que salía de su habitación algo confundido.
—Imagino que tú tampoco has visto a Max anoche...—comentó Catherine agotada.
—¿Qué?, ¿Max?, ¿Desapareció?—decía Richard algo sacado de contexto.
—¿Qué?, ¡No!, solo pregunto, porque no la ví en sala de profesores y quería que me ayudara con algunas cosas.—explicó Catherine.
—Pues no la he visto desde anoche.—aseguró el profesor de psicología.
—La pasaron bien tú y Bastian, ¿Verdad?—decía la mujer queríendo saber el chisme.
—Solo sé que bebimos mucho, no sé nada más.—dijo este rascandose la nuca.
—Como que no sabes...—interrogaba Catherine.
—Pues no, tengo recuerdos muy vagos en mi mente.—afirmó Richard.
—Entiendo, deberías descansar por hoy.—espetó la dama.
—Gracias Catherine, espero encuentres a Max, tal ves esté en su cuarto.
—Iré a ver, nos vemos luego.—finalizó esta.
CONTINUARÁ...
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