˖ Psycho ˖
El cantar de los grillos fuera de la lujosa mansión de Baek SeokJin es lo primero que el hombre de cabellos negros y ojos oscuros escucha al empezar a despertar a eso de las nueve de la noche. Su persona se muestra tan impoluta que nadie dudaría que se ha levantado temprano solo para asegurarse de que sus cabellos negros deslumbren perfectamente con la luz de la luna llena.
Sin embargo, las escasas personas que le conocen un poco saben que su apariencia es de las cosas que menos le importan a SeokJin, porque él, sin siquiera intentarlo, siempre luce perfecto y hermoso.
Descubriendo la parte baja de su cuerpo, Jin toma asiento lentamente en la cama ajena, contemplando casi inmediatamente al hombre a un lado suyo, que al igual que él luce más que atractivo sin un solo un gramo de maquillaje sobre su rostro fino y galante.
Admirando toda la ropa tirada alrededor de la habitación, Jin sonríe y se levanta con calma, emprendiendo el paso hacia la puerta de la misma recamara sin nada más que su erótica persona desnuda, que no hace el intento por cubrir aún con el frío intenso que esa noche está haciendo, y es que el frío de la noche es una de las últimas cosas que podría estremecer a su persona, pues el abandono de con quien se encuentra en ese momento exacto de su vida, es algo que en realidad pudiera afectar a su persona fria y psicópata, puesto que había encontrado a alguien que no le hacía sentir como un maldito extraño enfermo, con deseos que iban más allá de lo obsesivo y repulsivo, aún si verdaderamente lo eran y por ello no había logrado embonar bien con las demasiadas personas, que en su vida adolescente había tenido.
Bostezando tranquilamente, Jin comienza a bajar los escalones de la mansión, esperando llegar por lo menos a la cocina sin escuchar ni un solo ruido, no obstante, tan pronto como pone un pie en el tercer escalón camino abajo, unos gritos fuertes se hacen presentes en su delicado entorno, haciéndole mirar y caminar con calma hacia dónde provienen dichos gritos con tan desgarrador sonido.
—¿Se ha despertado tan pronto? —pregunta ronco el hombre de fina estampa detrás de SeokJin, no tardando nada en rodear su cintura y besar sus labios rojos.
Hae TaeHyung es el hombre de ronca y elegante voz, que al igual que Jin tiene gustos diferentes a las demás personas; gustos que van más allá de lo repugnante y antipático. Aunque no claramente para Baek SeokJin, quien ve todos y cada uno de esos detalles como cualidades extraordinarias que los hacen ser quien son con ellos mismos, por más que ello no sea amor si no únicamente placer desenfrenado a sus más profundos deseos.
—Creo que quiere jugar otro ratito con nosotros —dice de forma seductora Jin, formando instantáneamente una enorme sonrisa en el rostro galante de TaeHyung.
—Entonces vamos a jugar con él otro ratito, ¿te parece bien? —Abrazando la figura perfecta y desnuda de Jin, TaeHyung empieza un descenso rápido de calientes besos por el cuello fino de su amante fiel, quien sin dudarlo coloca su mano fría sobre el miembro expuesto del mayor frente a él.
—Me parece muy bien, cariño —responde seguro y seductor el pelinegro, mordiendo fuertemente su labio inferior al punto de hacerlo sangrar.
Sonriendo de forma oscura, TaeHyung coloca una de sus grandes manos sobre la mandíbula de SeokJin, no tardando nada en presionar fuertemente la misma, enseñándole de nueva cuenta lo mucho que le encanta que sea así de provocador con él, sobre todo instantes antes de que se dirijan a torturar a otro hombre igual a ellos, porque aunque nunca antes ninguno lo ha dicho, todo lo que ellos le han hecho a aquel hombre en el casi sótano de la enorme mansión, era solo un pequeño reflejo de lo que querían hacerle al otro, en realidad, a pesar de apenas llevar un año y dos meses de conocerse, sabiendo a la perfección de lo que el otro era capaz de hacer, sobre todo el sociable Baek SeokJin, que era un feroz y mezquino lobo negro, en un dulce y risueño traje de oveja blanca.
—En ese caso, comencemos la tortura que la noche es demasiado joven como para pasarlo hablando —comenta deseoso TaeHyung, estirando su mano en dirección a Jin, esperando de forma lenta que este la tome.
Con una mirada oscura y penetrante, Jin toma la mano de TaeHyung, emprendiendo así su caminar hacia el cuarto al fondo del pasillo del primer piso, en donde desde hace más de un año y medio SeokJin mantiene a Kim YoonGi, su ex amante y ex cómplice, encadenado y brutalmente golpeado, convirtiéndolo en una de las personas más desafortunadas de su entorno,, quien en su psicopatía ya cansada, ha reído, ha jadeado, ha sufrido y ha gritado con cada cosa perversa que Jin junto con TaeHyung, le han hecho, y que sin importar el tiempo que ha pasado ahí, le divierte fervientemente el futuro que le espera a TaeHyung, porque cree claramente que no conoce bien de lo que el menor con el, es capaz. Claro que aún si lo hiciera, este procuraría quedarse cerca del mismo con tal de llevar a cabo sus más desenfrenados deseos, en donde sin importar nada, seguirían juntos, disfrutando el uno al otro… Al menos por un tiempo más.
—Quiero intentar algo diferente esta vez —susurra seguro de sí Jin y a la altura del oído de TaeHyung, mirándole poco después fijamente a los ojos con una mirada más que hambrienta.
Jugando con uno de los dedos del menor, TaeHyung sonríe y asiente, dejándose llevar de nueva cuenta por las travesuras nuevas de tortura que su amante siempre tiene mayormente en la mente, corriendo y corriendo, al punto de hacerlo sentirse más y más deseoso por todo aquello que en sueños de realidad no tardaba demasiado en conseguir e idealizar, porque tan pronto como aquel momento pasaba, la sensación de vacio volvía a instalarse dentro de su pecho.
—¿Qué es eso diferente que tienes en mente, cariño? —inquiere lujurioso TaeHyung, acariciando levemente y con la yema de sus dedos, el pecho y abdomen de Jin, quien en cuestión de segundos cierra fuertemente sus ojos y deja a su espina dorsal erizarse de arriba abajo.
—Quiero que muera —asegura suave y a la altura de los labios de Hae, para enseguida robarle un beso arrebatador.
Regocijándose con las palabras del pelinegro durante casi toda la mitad del beso, TaeHyung camina de forma serena hasta la parte trasera del cuerpo de Jin, encargándose firmemente de hacerle creer que siempre y sin falta cumplirá todos y cada uno de sus caprichos, por más perversos que estos sin falta fueran, incentivando a su persona a creer que podía hacer de todo con él, inclusive hacerlo su próxima víctima.
—¿Y una vez muerto, quién será la siguiente víctima? —interroga tardíamente Tae, sonriendo casi inmediatamente y de forma juguetona al pálido frente a él, a quien no tarda en observa con detenimiento, específicamente a su iris oscuro y penetrante dentro de sus ojos, que brillan con mucha más intensidad al girar y mirarle directamente a los ojos y labios—. ¿Piensas matarme, cariño? —Sujetando con gran fuerza el cuello de Jin y elevándolo levemente, TaeHyung comienza a cortarle la respiración al menor, haciéndolo poco a poco tambalearse entre las fibras delgadas del deseo y la tortura, aquella que por primera vez en su corta relación con TaeHyung podía experimentar en carne propia, haciendo un poco más dificil su decisión de matar o no, a Hae TaeHyung.
Por supuesto que la falta de aire y el esfuerzo tardío por seguir torturando a personas similares a él, fue todavía más fuerte que sus grandes ganas de seguir junto con TaeHyung, facturando cosas que Kim YoonGi ya había pagado con anterioridad con tortura.
Expandiendo con habilidad y fuerza un precioso y oscuro par de alas negro, que iban más allá de lo divino, SeokJin logra zafarse tenazmente del opresivo agarre sobre su cuello ahora rojo, visualizando el desastre que en cuestión de segundos ha hecho de su amante ya no tan fiel y funcional.
—En efecto, pienso matarte galán. Has cometido demasiadas faltas como para pasar desapercibido a mis castigos mórbidos y diabólicos, y no te preocupes, porque todas y cada una de las torturas que enfrentarás aquí, serán diferentes de las que antes aplicamos a YoonGi. Además claro, de que cuando mueras finalmente por mis manos, tu tortura en el infierno seguirá sin descanso eterno, en un lugar mucho menos agradable que esté claro está.
—Adelante, hazme arrepentir de cada cosa que he hecho en mi vida, no lograrás doblegarme por más maldito que puedas verte física y mentalmente, ¿y sabes por qué?. Porque no eres como yo.
Riendo, Jin suspira y aspira, guardando una de las mejores cosas con él para el final, aplicando las mismas de forma mezquina y placentera con gran tranquilidad, estudiando a su vez, los puntos más vulnerables del hombre tirado frente a él, que sin darse cuenta yacía muerto en alma, como todos los otros hombres en la vida de Jin; Rey del quinto cielo oscuro, el más diabólico y poco conocido en el mundo humano, aquel a qué Baek SeokJin o Samel había sido encomendado a vigilar por toda la eternidad.
—Soy peor que todos, TaeHyung...
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