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12🕷️

Encantadora.

Dolor, exquisito dolor es lo que siento al abrir los ojos. He dormido muchísimo, me mantuvieron sedada todo el regreso a casa, y me recibieron con una fiesta sorpresa pero realmente preferí descansar, Vann y Ostin se fueron para que durmiera un poco antes de que la fiesta empezara.

Está anocheciendo, mi madre no fue por mí, sí no mi padre, quizá ya lo sabe, sabe que yo sé lo que hizo. Quizá ya lo sabe porque eso era lo que quería, deshacerse de mí.

Trato de sentarme pero me duele la entrepierna, y yo sé que no fue un sueño. Eso significa que fue verdad, estuvimos juntos. Una sonrisa se me dibuja en el rostro y siento cómo algo crece dentro de mí, mi coño se aprieta con entusiasmo.

Pero quiero un poco de agua para amortiguar mi dolor. Tengo un disfraz en la mesita de mi habitación y jadeo.

Es un vestido negro de novia, no tengo idea porque Vann me trajo este en lugar de hiedra venenosa.

Me alisto sin bragas, colocando unas zapatillas de dagas que estaban sobre el vestido en mi sofá del rincón. La música comienza a deslizarse mucho antes de que yo esté lista. Coloco el velo oscuro sobre mi rostro ligeramente maquillado, y aplico loción.

Mis ojos resaltan sobre el velo y sonrío porque sé lo que sucede. Me estoy volviendo loca por experimentar lo de antes, quiero saber que era real. Quiero sentirlo de nuevo, probarlo y adueñarme de él.

—¡Love! —salto con el grito de Vann aporreando mi puerta. Abre, dándole paso al retumbar de la música de rock y carcajadas—. ¡Dios! Me encanta como te ves.

Acaricio la tela y sonrío.

—¿Cómo se te ocurrió? —inquiero cuando entra con el disfraz de bruja.

Su cabello rubio brilla más de lo normal, y sonríe, mirando el espejo con nuestros reflejos.

—Tú me dijiste que no en el mensaje, ¿recuerdas? —me escanea el escote que resalta.

Pero la confusión en su rostro es la que me hace sonreír. Entonces se que él lo mando para mí. ¿Debería estar asustado? Sí.

Pero sólo puedo sentir el hormigueo en mi entrepierna, sus besos y miembro dentro de mí. Alguna parte de mí deseando que esté tan profundamente en mí que apenas respiro.

—Sí —sacudo la cabeza—. Las pastillas siguen en mi sistema.

—¡La fiesta es un excito! —chilla, saltando a la cama—. Ostin se encargó de los efectos y juro por Dios que me siento como en un maldito paraíso siniestro.

No quería perderme nada, yo estuve planeando esto antes de volver. Se supone que era un nuevo inicio.

—Vamos, necesito quitar de mi sistema toda esa mierda estúpida y sobre todo olvidarme de mi madre —suspiro.

—¿Quieres hablar sobre eso? —suspira aún viendo por el espejo.

Niego. No tengo ganas de decir lo miserable que me siento al saber que soy una estúpida por confiar en mi madre.

Por creer que me amaba de alguna manera, no lo era.

Suspiro y la jalo de la mano para salir de mi habitación antes de cerrar. Corremos escaleras abajo y al instante me percato de las luces parpadeantes, las telarañas en las paredes y adornos con manos, sangre falsa y viseras.

Vann se carcajea, y yo también mientras los invitados beben. Al bajar la primer planta me percato de los distribuidores de humo, dándole el toque espeluznante así como la casa.

—Joder —suspiro con asombro.

—Lo sé —Vann me sacude—. Vamos con los chicos.

Me jala guiándome al área de la cocina en lo que vamos saludando a nuestros compañeros de colegio. Nadie me pregunta si estoy asustada por mi acosador pero la verdad no sabría como fingir que sí.

Ostin está en la barra bebiendo con un chico disfrazado de Jason, tiene la máscara levantada mientras juega a beber y voltear. Una canción de Michael Jackson zumba en lo que las luces rojas me tapan la vista al empujar cuerpos ebrios que se encuentran en mi casas.

La abuela estaría algo confundida, pero extasiada con los universitarios.

—¡Allí estás! —grita Os cuando me determina. Sonrío, pero mi mirada se va al de ojos azules. Es—. Necesito que le muestres a este quien manda en este juego.

Aplaude, suspiro asintiendo. Os viene a masajearme los hombros.

—Soy el rey de bebe y voltea, muñeca —me guiña el ojo.

Entrecierro los ojos. Es alto, musculoso y condenadamente atractivo. Podría decir que más de lo que debería.

Vann se va a su lado y sonrío, pero de la nada Petee aparece con Michelle, y otro tipo que va disfrazado nuevamente de Ghost pero sin la máscara.

«Damon», recuerdo su nombre.

—¿Necesitan competencia? —dice Petee, frotando sus palmas.

Vanessa le dedica una mirada de desdén y Michelle se le cuelga así como al tal Damon que me escanea el escote.

Ostin aplaude y señala a Petee, gritando sobre la música.

—Jason contra la viuda negra —declara.

Me pongo en la esquina del mármol y suspiro. Levanto mi velo, guiñándole el ojos a Jason.

—¿Listo para perder?

Sonríe mostrándome los sobres blancos.

—Oh, joder. ¡Sí!

Comenzamos la primera ronda donde bebo el shot y volteo al igual que él. El corazón se me acelera porque no sé qué apostamos pero parece una apuesta bastante jugosa ya que pelea y maldice al caérsele el tercer vaso.

Vuelve y yo llevo dos. Sus ojos azules se clavan en mi escote con lujuria y el pulso se me acelera, probando que el sexto vaya a dar al suelo.

Nos quedan dos. Respiro hondo, trago el shot casi vomitando con el ardor de garganta. Los chicos me animan, y sonrío.

Ambos nos miramos fijamente, curveando una sonrisa y bebemos el shot. Intentamos dos veces que el vaso caiga pero fallamos. Las manos me tiemblan, maldigo y...

—¡Sí! —festeja. El mío cae pero el suyo ha ganado por segundo—. Te lo dije, muñeca. Soy el Rey.

Ardo en una rabia distinta. Algo realmente alejaba a la realidad. No debería pero me gusta. Sus ojos me escanean, son como fuego azul quemándome las tetas. Aclaro mi garganta.

—¿Qué es el reto? —inquiere.

Los chicos rellenan los tragos. Él sonríe.

—Me cobraré después —me guiña el ojo.

El mundo sigue pero he dejado de respirar cuando se coloca una máscara, y al verlo pasar entre la gente, alejándose de mí puedo apreciar a un hombre en la esquina, está de negro con lo que parece ser un traje y máscara.

Mi cuerpo siente la descarga de fuego contra mis muslos, lo siento entrando y saliendo, pero algo me dice que está mal, el aura oscura parece más bien la muerte. «¿Está celoso?»

No lo sé, pero debería, quiero hacerlo. Me gusta mucho.

Cuando trato de caminar hacia él entre la multitud Vanessa me jala.

—¡El tal Damon quiere retarte! —la sigo sin dejar de ver el cuerpo que se escabulle entre los invitados.

Algo brilla en el aire y se que es su daga. Toco a tientas la mía debajo de mi vestido. Dejo ir el aire sabiendo que sigue allí.

Juego con él tal Damon y pierde, pero no mucho ya que bailamos juntos. Dejo que el sudor me bañe, que él me tome en sus brazos, que me use para masajear su erección ya que eso provocará algo muy especial hacia mí hombre misterioso.

Deslizo mis manos por mi cuerpo, jadeo contra la música, bebo y me carcajeo con mis amigos en lo que la luz roja enfoca cuerpos borrosos.

No dejo de apreciar al rubio que bebe y vuelve a acomodar su máscara, es divertido. Me hace sentir tranquila, pero yo quiero gritar.

La música cambia y Damon es jalado por Mich.

—Vuelvo pronto —dice, burlón.

Lo ignoro, bailo sola, aprecio las notas del baile y los reflectores así como el humo que hace una espesa capa en mis pies. Se ve jodidamente realista, todo así como los adornos, los gritos, risas y jadeos me ayudan a ahogarme en extasis...

Unas manos grandes me aprietan hacia atrás, no hace falta girar para saber qué la persona que me sostiene es al que he esperado tanto.

—Me vuelves loco, mocosa —gime bajo la música. Su cuchillo brilla, haciéndome bajar la vista cuando lo desliza por mi pecho—. Verte bailar, provocándome. ¿Te gusta?

Jadeo, mu respiración se entrecorta así como todo mi sistema nervioso atrofia. Mi clitoris palpita y echo el culo hacia atrás. Gruñe, refregando su erección.

—Llévame contigo —suplico. La daga se presiona en mi pecho y un ligero hilo de sangre fluye así como mis mejillas se encienden—. Dios.

Se burla de mí, baja a mi oído, cierro los ojos deleitándome.

—Quiero que veas quién soy —susurra—. Follate a la parte más oscura de mí, y este coño jamás sufrirá.

—Lo deseo —gimo, trato de trucarlo y se aparta.

Giro para encararlo pero en el momento que lo hago me imita, atravesando el mar de personas.

El corazón se cae a mis pies por perderlo, quiero tenerlo cerca. Un grito ahogado llega sobre la música y carcajadas siniestras que no sé si vienen del reproductor. Pero en un instante los gritos se hacen.

Las personas se apartan, empujándome. Grito cuando uno me pisa el pie. Gritos, llantos, corren y teléfonos grabando...

—¡Llamen a la policía! —grita alguien, y determino a Michelle—. ¡Un poli...!

El grito de terror es el que me alerta, pero no es eso lo que me echa hacia atrás. Es la daga que se atraviesa contra el ojo de Michelle, silenciándola, y dejando que los gritos me retumben los tímpanos y pecho. Nadie determina la zona de ataque pero yo veo a la sombra entre todos.

El pecho se me estruja, las lágrimas brotan, el miedo me acorrala y las piernas me tiemblan al ver el verdadero monstruo. Es allí cuando mi garganta truena con un grito que alerta a todos hacia mí, y las rodillas de Michelle chocan contra mi piso de madera, bañando con su sangre el piso al igual que el otro tipo contra el suelo.

—¿Asustada, muñeca? —la voz en mi oído me hiela la piel.

Mi pecho se aprieta, jadeo apretando los ojos y otro grito me atraviesa, no por su voz. Si no por su mano, sujetando mi pierna, justo en la liga donde debería estar mi arma.

«Me la robó»

Nota:

Chachanchan

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