Capítulo 25 - Decisión.
Narra Flor.
Veo mis manos llenas de sangre y una gran alegría recorre todo mi cuerpo, suspiro hondo y veo lo que he hecho.
El cuerpo de Ron sobre el suelo, mientras su cabeza a unos cuantos metros lejos.
-¡Eres una gran hija Flor! -grita papá acercándose a darme un abrazo.
-¿Por qué lo hiciste? -pregunta Pablo junto a mí.
Volteo para verlo, él me mira con enojo, mientras Valeria y Marisol tan sólo agachan sus miradas y lloran en silencio.
-Tenía que vengarme por lo que hizo Carlos -sonrió, para luego darle una patada al cuerpo de Ron.
Los tres chicos se quedan en silencio, papá se aleja y mamá se acerca con una gran bolsa negra y dos pares de guantes.
-¡Vamos!, ¡Ayúdame! -mamá me entrega unos guantes, los cuales rápido me coloco.
Ella toma los pies de Ron, mientras yo tomo sus brazos, papá abre la bolsa negra y así colocamos el cuerpo en la bolsa.
Caminó un poco hasta llegar a la cabeza de Ron, la levantó y la observo por algunos segundos.
-Hubieras vivido más, pero tienes un hermano tan metiche -susurro y le doy un pequeño beso en la mejilla.
Valeria, Marisol y Pablo me observan con temor, yo coloco la cabeza en la bolsa negra.
-¡Sonia! -grita papá fuertemente.
Ella sale de la cocina y rápido se dirige a mis padres, quienes le entregan la bolsa a Sonia, para que la coloque en la cajuela del auto.
-Enseguida señores -añade Sonia saliendo de la casa.
Le entregó a mamá la llave del auto y les doy un abrazo fuerte.
-Ya verás que esos mocosos no dirán nada, nosotros nos encargáremos de todo, tu tranquila.
Asiento con la cabeza y veo como mis padres salen de la casa, suben al auto y se alejan de la casa de campo.
-¿Qué hicimos para merecernos esto? -pregunta Valeria asustada.
-Nada, ustedes no hicieron nada, sólo tuvieron que dejar que yo los conociera y ya -comentó sonriendo.
Ellos me miran con temor en el rostro, yo me recuesto en el sofá y prendo la televisión.
Sonia entra a la casa y la cierra con la manta de hierro.
-Sonia puedes ponerlos a dormir, por favor -agrego mirándola de reojo.
-Claro señorita Flor, enseguida.
Veo que Sonia toma el arma de sedantes y se acerca a los chicos, tres disparos después, un profundo silencio inunda la casa de campo.
***
Narra Carlos.
Maritza, Rosa y Santiago me observan fijamente desde sus respectivos asientos en el salón de clases.
Desde que les enseñe la pulsera han insistido en que debería llevarla con el detective Simón, pero no sé si sea lo correcto.
-¿Qué te tiene tan estresado? -pregunta Yulma junto a mí.
Volteo para verla sonriendo, disimulando mi estrés, ya que si estoy estresado desde que encontré la pulsera.
-¿Qué estrés?, Yo estoy bien, nervioso por el examen, sólo eso.
-Está bien, haré como que te creo -Yulma fija su mirada en el pizarrón.
La maestra Dulce continua con su clase, ella coloca el examen frente a mí y yo lo miró fijamente.
-Espero que todo lo que pasa no te afecte en tu rendimiento escolar -menciona ella, para luego seguir entregando exámenes.
Después de una larga hora, salgo del salón, he terminado el examen. Santiago rápido se acerca a mí.
-¿Qué has pensado? -pregunta él angustiado.
-Nada, no sé si sea lo correcto hacerlo y si resulta ser sangre de Ron, no sé que haría -lo miró fijo.
Él no me responde nada, así que yo cambio de rumbo y topo con Ana, a la cual se le caen todos sus libros.
-Lo siento tanto, no se volverá a repetir -añade ella angustiada.
Sonrió un poco y la ayudo a levantar sus libros, luego sigo con mi camino.
-¡Carlos! -gritan detrás de mí.
Volteo rápidamente y veo a Cecilia y Airam dirigirse hacia mí, por lo que puedo ver, Flor no ha venido hoy a clases.
-¿Qué pasa chicas?, ¿Se les perdió Flor? -sonrió un poco.
-Que gracioso Carlos, pero no, Flor no se perdió, tan sólo decidió ir con sus padres un par de días -Airam ríe un poco.
-¿Entonces para que me hablan? -les preguntó confundido.
-Estamos preocupadas, queríamos saber algo de Ron y sus amigos.
Cecilia me mira preocupada, yo tan sólo sonrió intentando no ponerme triste.
-No saben nada de ellos aun, espero que pronto los encuentren -sonrió levemente.
Ellas asienten con la cabeza y se alejan a paso veloz, algo que me desconcierta un poco.
Maritza, Rosa y Santiago se acercan a mí, por su rostro puedo ver que insistirán con lo mismo.
-¿Qué?
-Si ya sabes a que venimos, para que preguntas -agrega Maritza, comenzando a reír.
-¿Creen que es lo correcto?
-Claro, si la sangre es de alguno de los chicos, podrían salvar a todos los demás -anuncia Rosa.
Los miró fijamente y por breves instantes imaginó a Ron caminar por los pasillos de la escuela, teniendo una vida normal como solía tenerla.
-Está bien, vamos ahorita mismo -les digo y comienzo a caminar hacia la puerta.
Escucho pasos y se perfectamente que me están siguiendo, es bueno tener el apoyo de tus amigos en estos momentos tan difíciles.
-Vas a ver que podremos salvar a los chicos -Maritza me da un abrazo.
Salimos al estacionamiento y volteo a todos lados, fijo mi mirada al final del estacionamiento, donde me parece ver el auto de Flor, que extraño.
El auto arranca, alejándose rápidamente de la escuela, respiro hondo y sigo caminando.
-Chicos, no tenemos auto -añade Santiago, para luego comenzar a reír.
-Eso lo podemos solucionar muy rápido -Rosa camina hasta un chico y comienza a hablar con él.
Nosotros tres reímos, mientras vemos a Rosa hablar con el chico. Minutos después, Rosa voltea a vernos y nos indica que lo nos acerquemos a ella y así lo hacemos.
-Chicos les presentó a Troy, él nos dará un gentil aventón hasta la delegación -Rosa le da un pequeño abrazo a Troy.
Todos entramos en el auto y Troy rápidamente comienza a conducir, veo por la ventana y pienso en el auto muy parecido al de Flor que vi.
-Sólo una coincidencia de seguro.
-¿Qué? -pregunta Santiago junto a mí.
-Nada, sólo estaba pensando en voz alta -le digo y continúo mirando por la ventana.
Minutos después el auto se detiene frente a la delegación, todos salimos de prisa y entramos.
Veo al detective Simón y me acercó rápido a él. Él me mira con confusión en el rostro, aun así, nos indica que lo sigamos.
-¿En que los puedo ayudar? -pregunta él confundido.
-Vengo a traerle algo que podría ayudar en la investigación de la desaparición de mi hermano y sus amigos.
Colocó la pulsera en el escritorio y el detective Simón tan sólo nos observa angustiado.
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