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Capítulo 11 - Silencio.

Narra Ron.

Lágrimas caen por mis mejillas al ver el cuerpo de Juan tendido en el suelo, nadie ha venido a quitarlo, ya me cansé de verlo en el mismo lugar, frente a nosotros.

—¡Por favor quítenlo de aquí! —escuchó que Valeria grita, pero nadie parece escuchar.

Volteo para ver a mis amigos, ellos también me miran, todo parece indicar que no hay nadie aquí, es el momento indicado de usar el cuchillo que se encuentra debajo de la silla de Valeria.

—Valeria tienes que tomar el cuchillo, esta puede ser nuestra última oportunidad —menciona Pablo asustado.

Valeria intenta colocar su pie debajo de la silla, todo parece indicar que no lo logra, hasta que escuchó el cuchillo moverse.

—Está todo mal, ¿Cómo se supone que lo tomare con las manos? —pregunta Valeria angustiada.

La miró fijamente, ella tiene razón, no pensamos en cómo lo utilizaríamos, tan sólo nos importó esconderlo de Sonia.

—No puedo hacerlo —añade Valeria comenzando a llorar.

—Tranquila Valeria, todo estará bien —le digo intentando sonreír.

Ella asiente con la cabeza y se deja caer de la silla, ella intenta agarrar el cuchillo hasta que lo logra.

—Todos saben que las cadenas no se cortan con un cuchillo, ¿Verdad? —Valeria voltea a vernos.

Todos asentimos con la cabeza, ella tan sólo nos observa confundida.

—Tienes que cortar la silla, luego llegas hasta aquél estante, aquellas pinzas nos servirán —susurra Samantha.

Marisol y Pablo miran con confusión a Valeria, ella con todas sus fuerzas intenta cortar la silla.

—¡Ya regresé jóvenes! —escuchó la voz de Sonia entrando al sótano.

Abro los ojos del asombro, creí que tendríamos más tiempo, pero no. Respiró tranquilamente cuando escuchó un teléfono sonar y veo a Sonia salir nuevamente del sótano.

—No ha visto a Valeria sobre el suelo, estamos salvados —comentó sonriendo.

—Guarda silencio —dice Marisol enojada.

Valeria continúa haciendo su trabajo, escucho que la madera de la silla se parte en dos y ella puede levantarse, veo que lentamente camina al estante y toma las pinzas, las cuales podrán ser nuestra salvación.

—Primero a mi Valeria, por favor —agrega Pablo angustiado.

—Guarden silencio, todos saldremos de aquí —comenta Valeria comenzando a cortar su cadena.

Por lo que veo es muy difícil, ella está teniendo dificultad para hacerlo, por suerte la primer cadena cae al suelo y desgraciadamente Sonia aparece detrás de ella.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Sonia confundida.

Valeria voltea rápidamente y le da un golpe con las pinzas, el cual ocasiona que Sonia caiga al suelo inconsciente.

—¡Vamos Vale! —le gritó lleno de miedo.

Ella corta su segunda cadena y se dirige a Pablo, él se mira tan feliz de ser el primero para zafarse de estas horribles cadenas.

Cuando Valeria termina, Pablo corre hacia el estante a buscar otras pinzas, mientras Valeria continúa con las cadenas de Marisol.

—Sonia está despertando —añade Samantha asustada.

Ella se dirige al arma de sedantes, por suerte Pablo llega a ella primero y le dispara a Sonia, la cual vuelve a caer al suelo.

Pablo corre hacia Samantha con unas pinzas, Valeria se acerca a mí, después de terminar con Marisol.

—Pronto nos iremos de aquí —menciona Valeria mirándome a los ojos.

Asiento con la cabeza, mientras ella hace su trabajo, veo que Marisol le dispara un sedante más a Sonia, para asegurarse de que no vuelva a despertar.

—¡Vámonos! —grita Valeria liberándome.

Siento ardor en mis manos, sin importarme eso, corro detrás de todos fuera del sótano.

Veo la casa sellada, por suerte yo sé dónde está el botón para quitar eso, les indicó a todos que me sigan hacia la cocina.

Quito con emoción el trozo de piso que no encaja con el resto y veo el botón.

—¡No! —gritó al ver el botón destruido.

***
Narra Flor.

Caminó por la escuela en medio de Cecilia y Airam, ellas son buenas mintiendo, le han dicho a toda la escuela lo mucho que estoy sufriendo por el secuestro de mis amigos, así que aquí todos me ven como la víctima, no como la culpable de su desaparición.

—Adelántense al salón, las alcanzó enseguida —añado cambiando de dirección.

Cecilia y Airam asienten con sus cabezas y continúan con el camino hacia el salón de clases.

Entro al baño y logró ver a Maritza y Rosa mirándome desde los lavamanos, les sonrió un poco y me acercó al espejo.

Comienzo a arreglarme el pelo, mientras las observo de reojo, ellas tan sólo se cuchichean cosas sobre mí.

—Nadie le cree que es la víctima, sólo con mirarla para saber que es la culpable de todo esto —comenta Rosa junto a mí.

Cierro los ojos y aguanto las ganas que tengo de darle un golpe fuerte directo en el rostro de niña bonita, debo guardar silencio y no caer en sus provocaciones, respiró hondo y me dispongo a salir del baño.

Me dirijo a la clase de la maestra Dulce, me acerco a la puerta del salón y me detengo al escuchar mi teléfono sonar.

Miró a la maestra fijamente y luego doy vuelta, contestando la videollamada que me hace mamá.

—Mamá, ¿Qué pasa? —le preguntó angustiado.

—Estamos detrás de la escuela, ven rápido.

—Allá voy —le digo, mirándola fijamente.

Cuelgo el teléfono y me dispongo a ir de la escuela, caminó hacia la puerta principal, me detengo por completo al ver a Carlos y Diana acercarse a mí.

—¿Carlos?, ¿Señora Diana? —añado asombrada.

—Debes saber a que vengo Flor, hoy se cumplen tres días de la desaparición de los chicos, hoy vamos a poner la denuncia —comenta Diana tomándome del brazo.

Asiento con la cabeza algo indecisa, ya que mis padres me esperan detrás de la escuela en este momento.

—Disculpa a mamá, es sólo que está preocupada —agrega Carlos sonriendo.

Sonrió un poco, mientras me dejo llevar por la señora Diana, quien me lleva a su auto. Los tres subimos y ella rápido arranca.

—Esperaba con ansias este día, tengo que encontrar a mi hijo —menciona Diana angustiada.

Cierro los ojos un momento, al abrirlos el auto se detiene fuera de la delegación, pienso en la versión que di el otro día.

—Estoy lista —me susurró a mí misma.

Los tres bajamos del auto y entramos rápidamente a la delegación, la mamá de Ron se dirige hacia el oficial que anteriormente tomo declaraciones.

Veo a Carlos fijamente, puedo darme cuenta del parecido que tiene con Ron.

—Flor, Carlos vengan para acá —dice Diana.

Carlos y yo nos acercamos a ella y tomamos asiento en unas sillas a la espera de mi turno, para declarar.

Veo que Diana cuenta algunas cosas sobre su hijo, luego Carlos cuenta algunas cosas sobre su hermano y al final el oficial fija su mirada en mí.

—Dígame lo que ocurrió —comenta el oficial.

Respiró hondo y me dispongo a decir todo lo que dije la vez anterior.

—Gracias por sus declaraciones, revisaríamos las cámaras para saber que paso con ellos, pero usted misma sabe cómo es esta ciudad, la vigilancia es pésima que ni siquiera pueden colocar unas cámaras de vigilancia.

Diana asiente con la cabeza, mientras nos ponemos de pie, los tres nos disponemos a irnos de la delegación.

Una gran sonrisa se forma en mi rostro al saber que todo ha salido perfecto, no corro ningún peligro de ser atrapada, sólo guardó silencio y todo estará bien.

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