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Capítulo 10 - Insistencia.

Narra Flor.

Bajo las escaleras de mi lujosa casa, caminó hacia la cocina, tomo leche, un tazón y el cereal, para luego disponerme a desayunar, miró el tazón fijamente, sólo logro pensar en mis amigos o mejor dicho las personas que solían ser mis amigos.

—Estoy nerviosa —me susurró a mí misma, mientras me levanto de la mesa.

Caminó hacia mi sofá y tomo mi mochila, abro la puerta y justo ahí se encuentran mis padres. Abro los ojos del asombro, ellos me dan un leve abrazo y entran rápidamente a casa, sin ser vistos.

—¿Qué hacen aquí? —les preguntó confundida.

—Venimos a apoyarte, no debe ser fácil fingir la desaparición de seis jóvenes —añade mamá caminando hacia la cocina.

—De hecho, no es nada fácil, la única que me ha estado insistiendo es la señora Diana, mamá de Ron, ella quiso denunciar, pero le dijeron que hasta que pasen 72 horas desaparecidos, lo cual es mañana —sonrió un poco asustada tomando asiento en el sofá.

Mis padres se miran entre si, luego caminan a la cocina, respiró hondo e intento calmarme.

—Esa insistencia la podría llevar a la muerte —dice papá saliendo de la cocina.

—No podemos matarla, no hasta terminar con todos los chicos, nos faltan cinco de ellos —comenta mamá angustiada.

Volteo a verla preocupada, ya que cuando me fui de la casa de campo quedaban seis chicos, no cinco.

—¿A quién han matado? —les preguntó caminando a ellos.

—Teníamos que asustar a los demás, por eso decidimos matar a Juan —susurra papá.

Asiento con la cabeza, Juan siempre me cayó mal, nunca lo quise como amigo. Puedo con eso.

El timbre de la casa suena y yo rápido volteo a ver a mis padres, no tengo ni la menor idea de quien podría ser.

—Escóndanse, no se quien sea —susurró, mientras caminó a la puerta.

Veo que mis padres suben las escaleras y desaparecen de mi vista, abro la puerta y frente a mi veo a Diana y Carlos.

—¡Hola señora Diana!, ¿Qué puedo hacer por usted? —añado en voz fuerte, para que mis padres escuchen y no bajen.

—¿Por qué hablas así?, ¿Hay alguien aquí dentro? —pregunta la señora Diana entrando rápidamente.

—No, claro que no hay nadie, ¿Por qué? —le preguntó angustiada.

—Nadie ha regresado a sus casas, incluido Ron —dice Carlos entrando y dirigiéndose a su madre.

—Oh lo siento tanto, puedo imaginar cómo se sienten —susurró en voz baja.

Los observó fijo, puedo darme cuenta de que están observando mi casa muy detenidamente.

—Disculpe señora Diana, pero creo que Carlos y yo tenemos que ir a clases, ¿A que venía?

—Sólo a preguntarte si los habías visto, pero ya veo que no —ella se pone de pie y se dirige a la puerta.

—Esperen, yo puedo llevarlos, sólo déjenme ir por mis llaves —añado y me dirijo a las escaleras.

Subo rápidamente y entro a mi habitación, allí se encuentran mis padres.

—Necesito ayuda y rápido, no sé que hacer —susurró y tomó las llaves.

Salgo de la habitación y bajo, me dirijo a la puerta, Carlos y Diana me esperan fuera de la casa. Cierro la puerta y subo al auto.

—Gracias por traernos —sonríe Carlos desde la parte trasera.

—No hay porque, además eres hermano de mi amigo Ron, tan sólo espero que aparezca pronto —comentó, limpiando algunas lágrimas de mis mejillas.

Detengo el auto en el estacionamiento, rápidamente salgo al igual que Diana y Carlos, ellos me agradecen por el aventón y yo rápido caminó a la puerta principal.

Toda la escuela me mira fijo como es de costumbre, como siempre lo digo, ellos me tienen envidia.

—¡Flor! —gritan detrás de mí.

Volteo rápidamente y veo a una chica, la recuerdo, si mi memoria no me falla es Ana, imaginó que vienen a preguntar por Ron, con su tonta insistencia de que yo sé dónde puede estar.

—No lo he visto, yo también estoy muy preocupada —le digo y sigo mi caminó hasta el baño.

Entro y por suerte hoy no se encuentra Rosa y Maritza aquí como acostumbran, aunque de todos modos la veré en clase de la maestra Dulce.

***

Entro al salón y rápido caminó al fondo, donde tomo asiento entre Cecilia y Airam. Ellas me observan fijamente, puedo notar que están emocionadas al verme entre ellas.

La maestra Dulce entra al salón y comienza su aburrida clase, anoto lo que ella pone en el pizarrón, luego de escribir, voltea vernos.

—Chicos, tengo que darles un anunció... seis de sus compañeros están desaparecidos, si alguien los ve avise a las autoridades correspondientes, ellos son: Ron, Samantha, Juan, Valeria, Marisol y Pablo.

En ese momento cierro los ojos y trato de pensar en otra cosa, hasta que un susurró proveniente de Rosa me hace abrirlos.

—¿Qué dijiste? —le preguntó enojada.

Ella no me responde nada, tan sólo voltea a ver a su amiga Maritza y se susurran cosas al oído.

—Tranquila, no creo que hayas secuestrado a tus amigos, nadie lo cree —menciona Cecilia junto a mí.

Volteo a verla fijo, ella se asusta e intenta alejarse un poco de mí.

—Tu si me entiendes, nadie imagina por el dolor que estoy pasando al no tener noticias de mis amigos y ellas con su maldita insistencia de decir que yo los secuestre, tú me entiendes —añado recargándome en el brazo de Cecilia.

La miró con algunas lágrimas en las mejillas, al parecer mi actuación no es tan mala como lo imaginaba, puedo con esto, solo hay un pequeño problema, Maritza y Rosa.

El timbre suena y todos empiezan a salir, yo me pongo de pie y veo como Airam llega hasta mí y me da un abrazo.

—Yo también te entiendo Flor —susurra ella emocionada.

Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro, mientras me separó de ella y caminó hacia la puerta del salón, antes de salir volteo a verla.

—Chicas, ¿Quieren almorzar conmigo? —les preguntó sonriendo.

Ellas asienten y corren hacia mí, perfecto, justo lo que necesito, dos bobas chicas que me entienden, ellas son las chicas perfectas para hacer fuerte mi mentira y así callar a Rosa y Maritza.

—¿Qué es lo que te gusta almorzar? —pregunta Cecilia emocionada.

—Almorzaré lo mismo que ustedes, así que no importa que sea —sonrió grandemente.

Las tres entramos al comedor y vemos fijamente todo el lugar, ellas rápido corren a una mesa y me hacen señas de que las siga. Yo con entusiasmo caminó hacia ellas.

Si ellas siguen entendiéndome, la mentira se hará verdad en algunos días y luego podre ir a matar a mi primera víctima, que espero con ansias de que sea Ron, él siempre me agrado, pero ahora quiero matarlo.

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