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T r e i n t a y o c h o

****

Blake saca su última matela del taxi. Entre los dos, era ella quién había llevado más equipaje a París.

Apenas eran las siete con diecinueve en la capital de Francia cuando llegamos al hotel que Channel le había reservado a Blake. Según lo que ella me había estado contando es que, aquí en este mismo hotel, también se encontraban otras personas que eran más cercanas a Channel —en el aspecto de que ya han participado antes en estos eventos.

Un hombre con uniforme gris y botones de color dorado nos abrió la puerta del hotel y ayudó a Blake a cargar sus maletas subiéndolas a un carrito. Este mismo hombre dirigió a Blake a recepción para que hiciera su check-in.

Yo por mi parte comencé a mirar todo el interior del hotel. En el exterior, el edificio tenía las carecterísticas de lo que es la arquitectura barroca; pero en el interior ya parecía ser todo un poco más diferente. Algo más moderno. A unos cuantos metros de mí habían varios sillones largos de cuero marrón, estos también guardaban su estética de antigüedad y a la vez modernidad, las mesas de centro eran de vidrio con patas de madera, las cuales tenía pequeños detalles casi invisibles de dorado en la parte superior, y sobre ellas estaban puestas adornos muy grandes de rosas rosadas y blancas. En los lados de los sillones se podían ver estatuas de mujeres semi desnudas o de niños ángeles, en otras partes, en vez de las estatuas, había una lámpara de pie de color blanca con luz amarilla.

Las columnas de las vigas eran de mármol color bronceado con pequeñas rayas blancas. En ellas se podía observar esos detalles dorados que eran muy famosas en la época de Luis XIV, estaban en la conexión de la viga con la columna y en la parte superior de toda la columna.

Tampoco podían faltar las lámparas araña colgantes, las cuales tenían colgados pequeños cristales que combinaban bien con el dorado del soporte.

Y en el centro de todo, estaba una fuente de agua de unos cinco metros de largo, por lo menos, que llevaba el nombre del hotel brillando con luces blancas.

En resumen, este hotel reflejaba todo lo que caracteriza a Francia como tal: La majestuosidad y elegancia heredada de Luis XIV.

—¿Estás bien? —Blake se acerca a mí otra vez para arreglarme la camisa blanca que me había comprado antes de venir a Francia y desabotonarme un botón—. ¿Te gusta el hotel?

—Es... Muy elegante para mí —le respondo, volviendo a mirar cada detalle de la recepción—; pero creo que para ti está bien.

—Me han dicho que las habitaciones son como si nos estuviésemos hospedando en Versalles —comenta muy emocionada—.  Ya quiero verlas.

—¿Y qué esperamos para ir?

—Nuestro check-in es al mediodía —Blake muerde su labio inferior—. Me han dicho que podemos dejar las maletas aquí si teníamos apuro de conocer la ciudad.

—Lo que yo quiero es dormir, Blake —replico.

—Yo también —ella abulta sus labios antes de mirar hacia la puerta de entrada—. ¿Y si vamos a desayunar? Tengo un poquito de hambre, ¿tú no?

—Algo.

—Entonces vamos a desayunar algo ligero —decide—. Sólo déjame buscar un restaurante cerca de aquí en mi celular y salimos.

Y bueno, Blake se la pasó buscando un restaurante que esté cerca del hotel por alrededor de diez minutos. Finalmente, el hombre de uniforme gris de antes se acercó a nosotros con amabilidad para saber si nos podía ayudar en algo; fue él mismo quien nos recomendó un restaurante bufet que estaba a dos cuadras del hotel. El señor nos había dado buenas recomendaciones del lugar, así que sin más, Blake y yo nos fuimos a ese dichoso restaurante.

Durante el camino ella y yo no habíamos hablado nada. Ambos estábamos muy ensimismados por ver las calles medianamente antiguas de París. Desde mi parecer, sentía como si estuviese en otro mundo ahora mismo y no en un país europeo.

Rato después, Blake y yo llegamos al restaurante, que en sí era una cafetería bufet mediana. Empujé la puerta para Blake y ella entró antes que yo al lugar. Al segundo le seguí los pasos y nos situamos en una mesa redonda de madera y patas de fierro que estaba cerca de la ventana.

El lugar todavía estaba muy desolado —sin contarnos a mí y a mi Blake—. Era entendible, recién se estaban haciendo las siete con cuarenta. Para los franceses esto debe ser muy madrugador.

Una francesa de piel pálida y rostro en forma de uve, cabello marrón y ojos verdes se nos acercó para darnos la carta del lugar. Nos explicó que el bufet sólo era para la hora del almuerzo, pero que por el momento estaban atendiendo las órdenes. Luego de eso, la joven comenzó a alejarse no sin antes sonreírme con amabilidad; esto lo pudo ver Blake que al rato me dio un manazo en el antebrazo cuando notó que no había quitado mi mirada de la camarera.

—Es linda la chica —le digo a Blake solo para molestarla un momento. Ella tuerce sus ojos pero no sé ríe—. Lástima que ella no es tú.

—¿Qué es lo que te gusta de esa chica? —Pregunta Blake con recelo.

—Sus ojos, la forma de su cara, su cabello liso. —Digo con simplicidad. No podía creer que Blake ahora me estuviera celando solo porque había mirado a la camarera.

—¿Y qué te gusta de mí?

—Todo tu físico; tu rostro, tu cuerpo, tus ojos, la forma en cómo ahora estás arrugado tu nariz, tu cabello brillozo —comienzo a decirle. Blake va acercando su mano a la mía para tomarla—. Me gusta que seas preocupada por las cosas que te importan, que seas decidida, a veces tus caprichos y berrinches también llegan a gustarme; y también que seas temerosa.

—¿Te gusta que sea miedosa porque me ves más vulnerable?

—Me gusta que seas de esa manera porque así puedo reírme de ti —Blake tuerce sus ojos una vez más, pero esta vez sí llega a reírse—, y porque puedo cuidarte.

—¿Sabes lo que me está gustando de ti? —Niego—. Que estás cumpliendo tu promesa de la vez pasada. Jungkook, estoy conociendo mucho más de ti en estas semanas que han pasado que en los anteriores meses. Me gusta mucho que algunas veces llegas a ser como eras de niño, me regalas mucha nostalgia.

—Ya no vivas en el pasado, Blake —digo con una voz calmada—. Sé que nos conocimos en un momento traumante para ti y que yo era lo único bueno que te pasó en ese bosque; pero, ¿no crees que es mejor dejarlo atrás y centrarte en la nueva relación en la que estamos?

Blake simplemente se queda callada y sólo acierta en asentir en lo que dije. Luego dejamos soltar nuestra manos para ver lo que queríamos comer. Entre los dos comenzamos a opinar sobre lo que nos provocaba comer, estábamos debatiendo entre si comer un plato de panqueques o sándwiches de pollo con tocino.

Al final, luego de muchos conversando y quedando en un acuerdo, nuestro pedido fue el siguiente: Blake comería un sándwich con pollo, tocino y mayonesa light, y lo acompañaría con un batido de fresa y arándanos; mientras tanto yo comería una porción de huevos revueltos con una taza de capuchino mocca; y entre los dos nos comeríamos un plato de seis panqueques de avena con dulce de leche y frutas —plátano, fresa y frambuesas.

Lo que nosotros habíamos dicho como algo ligero, al final terminó siendo nuestra comida del desayuno y el almuerzo; porque luego de haber comido hasta donde podíamos —Blake dejó un poco de su batido y yo un poco de los panqueques—, Blake y yo salimos de la cafetería muy llenos. A Blake comenzó a fastidiarle un poco el estómago y me decía que urgentemente necesitaba que fuéramos a una farmacia para que se compre una pastilla para su dolor, o simplemente se comprara un laxante.

Blake buscó en su celular una farmacia cercana, estaba un poco lejos de donde estábamos; por lo que nos montamos a un taxi y le pedimos —le explicamos— que nos llevara a la farmacia que ella había encontrado.

Durante el paseo, Blake no dejaba de quejarse de su dolor de estómago diciéndome que se iba a morir justo en el taxi. Yo no paraba de mostrarle mi sonrisa de lado cada vez que ella gemía de dolor y el taxista comenzaba a incomodarse; por eso es por lo que nos llevó rápido el lugar y nos cobró de manera inmediata.

Blake, cuando entra a la farmacia que recién estaba abriendo, intentó iniciar una conversación con una de las empleados; pero aquello no estaba dando resultado cuando la mujer no entendía lo que le estaba pidiendo Blake en inglés. La de ojos verdes ladeaba su cabeza de un lado a otro antes de seguir negando a lo que Blake trataba de hacerle entender.

Supuse qué esto tomaría su tiempo, tal vez una media hora para que lleguen a entenderse, así que por mi parte comencé a alejarme de la farmacia y caminar por toda la calle de la cuadra para ver qué es lo que había.

Esta parte de París parecía ser como la parte comercial de la ciudad, casi funcionaba como un bazar, ya que las tiendas de joyas, ropas de segunda mano, cerámica, pinturas y hasta artistas callejeros, estaban de manera seguida. No existía un espacio que me aparentara ser una casa.

Fue entonces cuando camino delante de una tienda de joyas que estaba terminando de arreglar el lugar para iniciar con las ventas del día. Las luces de la vitrina que daba a la calle hacía relucir una de las mejores joyas que el lugar debe de tener.

Era un collar doble, ambas unidas con una cadena bañada en oro —no era oro de verdad—. En la cadena superior, esta estaba adornada por pequeñas perlas blancas puestas a unos cinco centímetros y medio de cada una. En la parte inferior, su única decoración se trataba de un dije en forma de corazón con bordes de oro y una perla hecha con la misma forma. Era una joya simple y ordinario, no tenía nada especial; pero de algún modo me recordaba al cuello de Blake.

La última vez que Blake recibió como obsequio una joya fue cuando Min Yoongi le había pedido, de una manera muy rara y apresurada, que ella fuese su esposa. ¿Qué pasó luego? Ese anillo funcionaba nada más como un collar para mascotas en donde se colocaba el nombre del amo junto a su dirección de domicilio y número telefónico; solo que en el caso de Blake, este anillo solo contenía la palabra «Cachorra» escrito en otro idioma.

Blake no sabe aún del significado real de la palabra grabada en su anillo, pero al menos me pone muy satisfecho que ella ya no se lo esté colocando últimamente. Es como si poco a poco estuviera olvidando al asesino de su ex y solo se estuviese centrando en mí.

Entonces, ¿por qué no regalarle una joya yo? De ese modo podrá lucir algo que yo se lo he comprado con muy distintas intenciones que el anillo de su ex.

Bueno, la respuesta es fácil: Ese collar sobrepasa mis límites de dinero en estos momentos.

Deberé regresara al hotel para sacar de mi maleta más dinero antes de que Blake se de cuenta.

***

—¡Dios, qué emoción! —Blake mira impaciente desde la ventana de la limusina que Channel le había mandando al hotel—. Jungkook, mi corazón late muy fuerte. Toca...

Blake llevó mi mano izquierda hasta su pecho para ejercer presión en esa parte y sonreírme como nunca lo había hecho. Sus comisuras estaban amplias y sus ojos tenían las pupilas dilatadas, en estos se veían el nerviosismo y su emoción; y en su palpitar podía sentir toda la ansiedad y emoción que estaba experimentando. Se sentía como si estuviera teniendo sexo con alguien, así de acelerado estaba.

Yo solo asiento antes de quitar mi mano de su pecho y juntarla con mi otra mano.

Inmediatamente, Blake sacó su celular y comenzó a tomarse fotos. Luego, me pasó su celular para que yo le tomara fotos desde otro ángulo. No podía negarme, no tenía otra opción; así que comencé a apretar el botón de su cámara cada vez que ella hacía una nueva pose o gesto.

—Dame, y júntate más —Blake me arrebata su celular y jala de mi brazo izquierdo hacia donde está ella—. También quiero una foto de los dos.

—Solo una —le advierto.

—Entonces será mejor que pongas buena cara a la primera —contraataca.

Intento no sonreír de lado mientras la fulmino con la mirada, pero simplemente no podía. Nació esa necesidad en mí de querer besarla para la foto que tomaría; sin embargo, ese estúpido acuerdo que hicimos esa vez en el motel se debía de respetar si realmente queríamos hacer esta vez todo bien.

Al recordar el acuerdo, mi sonrisa desaparece y miro hacia la cámara serio.

—Pero no te pongas serio —me dice ella abultando sus labios—. Sonríe un poco.

¿Y si lo intentaba?

Tal vez Blake ya esté lista para ese beso.

No. Mejor no. Las cosas pueden tornarse incómodas luego.

Sacudo mi cabeza para borrar todos pensamientos de ella y me acerco a Blake para su fotografía. Mi mano izquierda se posa en su cintura mientras que mi mentón descansa sobre su hombro, amplió un poco mis comisuras y miro hacia la imagen de nosotros dos que se reflejaba en la pantalla de su celular.

Luego de que Blake tomara la foto, ella se acercó a mí para darme un beso en la mejilla y esconder su rostro en la curva de mi cuello. Yo simplemente la abracé sin decirle nada el resto de viaje en la limusina.

Cuando ya estábamos a unas cuántas calles de llegar al lugar en donde se haría la pasarela —pues el tráfico y la multitud de personas me lo decía—, Blake comenzó a ponerse nerviosa y no podía evitar verse cada minuto en el espejo para verificar que todavía estaba bien. Sus manos temblaban mientras sonreía con emoción al ver a tantas personas paradas en las veredas de las calles. Luego, enciende de nuevo su celular para comenzar a grabar el exterior y decir cosas como que estaba emocionada y agradecer a sus fanáticos de París por el apoyo; terminó el video y dejó que se subiera a su perfil de Instagram.

El auto se detuvo y quedamos enfrente de una especie de auditorio gigantesco. De a pocos me iba dando cuenta que las grandes construcciones de París provenían desde hace ya mucho tiempo, ya que la mayoría compartía esas mismas características arquitectónicas de la época del Renacimiento y el Barroco.

El chófer de la limusina sale del auto para abrirle la puerta a Blake para que salga y sea recibida por un montón de flashes de cámaras fotográfica. Ella comenzó a saludar a todas las personas que gritaban su nombre mientras que yo iba saliendo del auto y cerrando la puerta.

Blake da media vuelta y me ofrece su mano para tomarla. ¿En serio ella quería aparecer conmigo en sus fotografías?

Dudé mucho en si era buena idea tomarle la mano en público, y con un montón de reporteros de revistas muy reconocidas, ya que esto podía significar un riesgo en mi trabajo. Soy un agente policial que debería estar haciendo su trabajo, no un personaje del mundo del entretenimiento que se merece estar aquí.

—Si no sabes sonreír, mantente con ese rostro que tienes. Te vez seductor —me recomienda a la misma vez que ella toma mi mano para guiarme.

Blake saluda una última vez a las cámaras antes de entrar al auditorio y encontrarnos con más fotógrafos que estaban esperándola. Y antes de que volviera a pasar mi mayor incomodidad, un personal del desfile se acercó a nosotros y me llevó a otra parte; parece que la alfombra, que estaba frente a un fondo negro que decía el nombre de la marca en letras grandes, era nada más para las personas invitadas. Qué suerte la mía.

Cuando ya había rodeado a todos los fotógrafos, Blake todavía seguía siendo el centro de atención mientras posaba de diferentes formas. Ella estaba haciendo destacar su traje de esta noche, el cual se basaba en lo siguiente: Un top con escote en forma de corazón —término que me enseñó Blake— de color negro, la mini falda que llevaba también era del mismo color que el top, una chaqueta abierta hecha por una tela suave, que no sé cómo se llamará, y zapatos de tacón con calcetines blancos de lazo. Además, ella completó todo su look con varias cadenas que también eran diseñadas por la marca a la que representaba, y también estaba esa cartera negra con cadenas de oro miniatura que sólo servía para guardar su celular.

Blake no deja de sonreírles a esas decenas de fotógrafos, que parecía que se les iba la vida si es que se demoraban en presionar el botón de sus cámaras para captar todo el esplendor que ella estaba desbordando.

Pasado unos cuántos minutos, Blake sigue con su camino dejando a los fotógrafos hacer su trabajo con la siguiente modelo que iba llegando al recinto.

—Eso estuvo increíble —suspira con emoción. Blake vuelve a tomar de mi mano para guiarme hasta donde se realizaría la pasarela.

—Te veías bien. —Le digo. Ella sonríe de manera sincera y se aferra a mi brazo izquierdo—. Siento que he salido mal en las fotos de antes.

—No pienses eso —contesta—. De seguro saliste muy bien. Luego pondré una foto de esas como fondo de pantalla.

—No me humilles de esa forma, Blake.

Ambos seguimos caminando hasta los asientos que teníamos reservados entre risas y una que otra respuesta que sabíamos que, o iba hacer reír al otro o lo molestaría un poco.

Cuando la pasarela comenzó, yo no estuve muy atento a lo que acontecía a mi alrededor. Era como si mi cuerpo estaba en ese lugar, pero mi mente estaba resolviendo el caso de Sunhee y los otros que estaban bajo mi responsabilidad. Habían pasado nada más dos días de estar aquí en París y ya me sentía con ansias de querer volver a Seúl; y se suponía que este viaje era mi momento para conectar con el mundo de Blake y así tener un equilibrio entre las distintas cosas que nos gustan a ambos.

Las modelos seguían pasando para mostrar las nuevas colecciones de ropa de Channel mientras la música seguía sonando a todo volumen y Blake chillaba de emoción a mi costado. Como supo que yo no iba a poder seguirle la conversación con respecto a lo que opinaba sobre las prendas, Blake decidió dejarme a un lado y ponerse a hablar con una chica que estaba a su lado. De seguro es igual o más famosa que ella.

Horas después, el desfile terminó con todas las modelos pasando otra vez por la pasarela para que al final aparecieran los diseñadores. Todos aplaudieron por un tiempo prolongado hasta que las luces de los reflectores se apagaron.

Encendiero las luces generales del lugar y se vio a todos los invitados levantándose de sus asientos para saludarse entre ellos. Blake no fue la excepción y trató de hacerse notar entre todas esas personas famosas, se tomó fotos con cada uno con los que iba hablando, siguió conversando y finalmente se despedía de ellos; veía a alguien más y hacía lo mismo de antes.

Todo esto demoró como unos veinte minutos hasta que finalmente se cansó y se acercó de nuevo a mí para decirme:

—Hay un after party de Channel. ¿Nos vamos?

—¿Un qué? —Blake comienza a reírse como si yo lo hubiese dicho sarcásticamente; pero realmente no sabía qué era eso que me dijo—. No entiendo.

—Es una fiesta en donde irán todos los que ahora ves —me explica. ¿Y no lo podía decir así desde un principio?—. Debemos ir ahora.

—¿No podemos regresar unos minutos al hotel? —Pregunto—. No creo que todos vayan ahora. Las fiestas comienzan tarde.

Blake ladea su cabeza y sonríe de lado. Quizá me esté dando la razón.

O quizás no.

Blake me llevó con ella hasta el "After party" de la marca para que la viera seguir socializando con personas famosas y de otras partes del mundo. Si de esto se iba a tratar mi compañía en todo el viaje, pues mejor me hubiese quedado allá en Corea trabajando.

Minutos después, Blake me lleva con ella y con una mujer que sí parecí reconocer a la barra para pedir una botella de vodka. Ambas chicas comenzaron a bailar ahí mismo donde estaban paradas mientras esperaban a que fuesen atendidas. Creo que el objetivo de Blake era caer en un coma etílico y que luego estuviese viendo por ella.

No obstante, cuando las chicas se terminaron su tercera botella de vodka entre ellas y otro par, me fui a la pista de baile junto a Blake; ya que esta tenía muchas ganas de hacerlo. Esta parte de la noche me recordó bastante a esa vez que fui al club favorito de Blake antes de irnos al hotel Jong-no Hello para ver la escena de crimen.

Otra vez estoy pensando en el trabajo.

Centré mi mirada en la chica que estaba bailándome de espaldas para que todos mis pensamientos estuviesen solo en ella y en este momento que estábamos compartiendo. Blake se pega más a mí hasta obligarme a abrazarla con mis brazos mientras que ella pasaba una de sus mano por mi mejilla y delineaba mi mentón con su dedo índice derecho.

—Te quiero mucho, Jungkook —dice con esa voz ebria—. Eres tan lindo... Atento, sexy... —Blake cierra sus ojos mientras muestra esa sonrisa de satisfacción—. Jungkook... Quiero ser tuya; y que tú seas mío. Pero tengo un poco de miedo en que esto no sea lo correcto...

—Ya luego hablaremos de esto. —Fue lo único que pude decir. No sabía cómo responderle.

—Tokki... Mi bello Tokki.

Blake se da media vuelta para quedarnos frente a frente. Apoya sus manos sobre mi pecho mientras se coloca de puntillas y va acercándose más a mí, nerviosa e insegura de sí misma.

Nuestros labios están tan cerca que podemos sentir el aliento del otro al igual que nuestras respiraciones agitadas.

—¿Tú me quieres, Jungkook?

—Te quiero demasiado. —Respondo sin dudarlo dos veces.

—¿Cuánto? —me mira desafiante. Sus pestañas rozan con mi mejilla durante el proceso.

—El amor, o cariño, no se mide. —Musito sobre sus labios—. Pero puedo demostrarte mi cariño diciéndote que estoy a nada de mandar todo a la mierda, y me refiero a ese trato que hicimos en Daejeon. Me estoy desesperando por querer besarte otra vez; por volver a pasar una noche juntos como esa vez en tu departamento; por hacerte ver cuáles son mis verdaderos sentimientos y lo que haría contigo si es que finalmente oficializamos lo nuestro.

Blake sonríe enternecida por todo lo que escucha de mí; pero sé que mañana se olvidará de todo.

Entonces, ¿por qué no confesarme ahora?

—Te quiero como nunca he querido a nadie. A veces te visualizo utilizando uno de los vestidos de novia que diseñaste alguna vez para tu boda con Yoongi —ella frunce sus labios al escuchar el nombre de ese chico—, y demonios, solamente deseo que se haga realidad. Quiero verte vestida de blanco, caminando hacia un altar mientras le sonríes a tu futuro esposo; mientras me sonríes a mí. ¿Pero sabes cuál es lo triste de todo? Que todavía no somos nada. Todavía espero a que algún día estés dispuesta a besarme y podamos hacer todas esas cosas que yo tengo en mente, como lo de cocinar juntos, dormir juntos, vivir bajo un mismo techo, entre otras cosas. —Acuno el rostro de Blake entre mis manos mientras que nuestras narices se van rozando—. Si no te quisiera, Blake, te aseguro que no te estaría esperando y no respetaría tus deseos; porque tú me conoces desde antes. Recuerdas como era contigo, como abusaba de tu compañía y te hacía poner de malas.

Blake asiente con los ojos cerrados. Sus labios se aplanan cuando la primera lágrima sale de su ojo derecho.

—Te prometí que esta vez haríamos las cosas bien. Estoy poniendo de mi parte y esperaré el tiempo que sea necesario para recibir tu beso; porque te quiero.

Blake otra vez intenta juntar sus labios con los míos. Sin embargo, la detengo a medio camino ya que no quería que las cosas sucedieran de esta forma. Esperaba que ella me besara estando sobria y no bajo los efectos del alcohol.

Estaba desesperado, sí; pero todavía podía esperar. No hay apuro.

Cuando vi que Blake ya no podía estar más tiempo en esta fiesta, me la llevé afuera para tomar un taxi y que este nos dejara en el hotel.

La llevo hasta la habitación y la dejo sobre la cama para quitarle sus tacones y arroparla dejabo de las sábanas.

Por mi parte, fui a darme una ducha rápida a pesar de que era de madrugada. Solo me mojo el cuerpo y el cabello para luego salir, secarme, cambiarme y dirigirme a la cama para dormir junto a Blake.

****

A la mañana siguiente del desfile de modas, Jungkook fue el primero en levantarse de los dos para pedirle al servicio al cuarto nuestro desayuno. Sin embargo, yo ni bien me levanté, busqué mi celular para ver cada nota que salía en Internet sobre mi aparición; de igual manera, revisé mis redes sociales para ver los mensajes de felicitaciones de mis seguidores.

No obstante, lo que más me sorprendió fue cuando vi que un seguidor mío me envió un link de un reportaje televisivo que hablaba básicamente de Jungkook y lo bien que se había visto en la gala. Esto inmediatamente se lo enseñé a Jungkook, y el pobre no pudo más con la vergüenza que comenzó a reírse en silencio y de manera tímida.

Luego, en ese mismo reportaje, hablaron sobre mi “romance” con Jungkook. Comenzaron a sacar deducciones para saber desde cuando es que nosotros habíamos comenzado a salir y cómo fue que nos pudimos conocer. Aquello nos avergonzó a ambos esta vez, puesto que nada de lo que decían era cierto, iniciando por la parte de nuestro romance.

Todavía no había ninguna relación; pero muy pronto la habría.

Si tan solo supiera el mundo cómo es que conocí a este chico llamado Jeon Jungkook, ellos estarían realmente celosos de mí por haberme encontrado con un agente policial tan único como él.

They don't know about the things we do... —canto en voz baja mientras que una sonrisa aparece en mi rostro—. They don't know about I love you's. But I bet you if they only knew, they would just be jealous of us...

—¿Ahora cantas? —Dice Jungkook mientras va arrastrando el carrito con nuestro desayuno hasta la mesa de vidrio.

Pero si ellos también supieran que Jungkook no es para nada romántico y es más frío que un hilo, estarían muy agradecidos de nunca haberlo conocido.

Abulto mis labios sin dejar de mirarlo con holgazanería.

—Canto solo cuando tengo hambre —Jungkook tuerce sus ojos mientras niega con su cabeza—. Te demoras mucho.

—Perdón, señorita. —Bufa molesto—. Me echas la culpa como si yo fui el que cocinó.

Sonrío por lo bajo cuando Jungkook no me está viendo, pues si lo hiciera, vería que me gusta cuando lo provoco de esta manera; lo cual le daría razones para hacer lo mismo conmigo.

Podía permitirle de todo; pero solo yo puedo burlarme de Jungkook ahora.

*****
Lo siento, no pude evitar no poner una canción de One Direction en la última parte (aunque también escuchando Strong sirve); pero apareció de la nada y AAAAA siento que los identifica ❣️

En fin, PSICÓPATA REVIVIÓ. Disfruten ✌🏻😗

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