C i n c u e n t a y s e i s
Las semanas pasaban tan rápido, los cambios eran más notorios; pero a nadie parecía importarle si bajaba de peso de una manera anormal o que su piel cambie de color a uno más pálido. Todos en la oficina estaban muy concentrados en la noticia de Jungkook y su paternidad. Por otro lado estaba ella, frente al espejo de su baño, viendo cómo a la hora de respirar sus costillas se notan con claridad, su clavícula estaba tan marcada que le daba tanto asco verla. Para ella, todo su cuerpo daba asco, pero más aquella marca debajo de su ombligo que era la responsable de todo.
No tenía nada más que hacer que esperar a que esto empeore y un día llegue su destino final. No podía avisarle a nadie, porque inmediatamente la tomarían por loca y no le creerían; porque, ¿cómo se le explica a alguien que por entrar a un campo maldito, un ente maligno se apoderó de su cuerpo?
Desde aquella vez que todo el equipo de policía salieron del campo Samang, todo cambió solo para Mireu. Al principio eran pesadillas y dolores extremadamente fuertes de cabeza, luego tenía alucinaciones en donde casi le daban paros cardíacos. Después, en una noche, pudo lograr ver una sombra que le inmovilizó todo el cuerpo mientras que se encargaba de hacerle una marca debajo de su ombligo como muestra de que se estuvo alimentado de ella.
Las conversaciones con ese ente también se volvieron concurridas luego de haber pasado por todos esos síntomas antes mencionados. Aparecía así de la nada y utilizaba su cuerpo para expresarse y, otras veces, solo para dañarle.
Se mira una vez más en el espejo, la marca estaba más roja que antes. Poco a poco su cuerpo iba quedándose sin carne, su cabello se iba cayendo cada vez más y su cara se iba pareciendo cada vez más a un cráneo de calavera. Sus ojos se volvían más opacos y ella simplemente se iba desconociendo casa vez más.
Por las noches lloraba, tenía miedo de lo que le podría pasar mientras dormía. Ella sabía que ese demonio que la perseguía era totalmente poderoso y no pararía hasta acabar con ella. Así como algunas vez pudo acabar con sus otros familiares.
De pronto, Mireu comenzó a sudar frío, su cuerpo comenzó a temblar y sus uñas se convirtieron en largas garras que fueron rápidamente hacia sus brazos. Sus ojos se oscurecieron por completo y su respiración era acelerada.
Nadie podría entender lo que estaba pasando con ella si la vieran de esa forma. Al tener el ente viviendo dentro de su cuerpo, este podía usarla como una simple marioneta y reencarnar por un tiempo indefinido. Eso era lo que estaba pasando ahora. El demonio la estaba dañando hasta sacarle sangre.
—Mírate, estás tan destruida —dice con una voz ladina—. No puedes dormir y en lo único que piensas es en matarte. Tan débil como los otros Lim.
«Estoy harta de ti. No haces nada más que torturarme, ¿por qué?» —inquiere Mireu, en su subconsciente.
La sangre corría por los brazos de Mireu mientras que el demonio solo sonreía ante tan maravillosa imagen. Las losas del baño comenzaron a pintarse de rojo al igual que el lavador. Mireu intentaba batallar con aquel ente para recuperar otra vez su cuerpo, pero se sentía como si estuviese esposada con cadenas, inmovilizada.
«¡Tú no eres yo!» —gritó desesperada, sollozando.
—Por supuesto que no soy tú —responde el demonio—. Fuiste tú quien pisó mi campo.
«Y de todos me tuviste que escoger a mí. No fui la única» —replica Mireu, continuando intentando recuperar su cuerpo.
—Pero tú fuiste la única emocionalmente inestable. ¿Aquel hombre no correspondió a tu amor? —el demonio se burla de Mireu—. ¿Estabas decepcionada por todo el mal que hiciste? El arrepentimiento es una tontería.
En el baño se escucha un grito desgarrador, Mireu volvió a tomar posesión de su cuerpo y rompió el espejo de su baño de un solo puñetazo. Algunos vidrios se incrustaron en sus nudillos, pero a ella no le pudo importar menos lo que pasaba con ella. Ya no era el demonio quien la maltrataba, ahora era ella misma con sus manos y su propia cólera.
—¡Quise vivir en paz! —Solloza a la misma vez que se deja caer al suelo—. ¡Quise mejorar! ¡Quise ser una mejor versión de mí, pero tú me estás jodiendo! ¡¿Por qué simplemente no me matas y ya?!
Mireu no tuvo respuesta en ese mismo momento; pero cuando llegó la noche, el demonio otra vez había vuelto a ocupar su cuerpo. Pero esta vez no le dio opción a Mireu para volver. Curó sus heridas y se quedó despierta toda la noche mientras pensaba en una forma de cómo seguir torturando a su presa.
Quería un plan muy elaborado. Se encargaría de vengarla con todos aquellos que le hicieron daño. Por ello, en un papel, realizó una lista de todas esas personas; entre ellas circulaba el nombre de Jeon Seok-jun y Jeon Jungkook. Ambos Jeon serían los primero en pagar por lo que le hicieron a Mireu.
***
Había pasado un mes desde que el demonio se apoderó totalmente del cuerpo de Mireu. En el departamento de homicidios notaron este cambio repentino de “Mireu”, pero aun así nadie se acercó a ella para saber si todo estaba bien. Ahí se puede notar lo que algunos siempre dicen: el hombre es tan egocéntrico, solo ve por sí mismo y no por las personas que están a su alrededor. Finalmente, el demonio cansado de tanta hipocresía, decidió renunciar al departamento de homicidios, ya que muy pronto comenzaría a realizar su venganza hacia todos.
Ahora se encontraba en el departamento descuidado de Mireu. Hace poco había regresado de la calle con un juego de ajedrez nuevo, notó que este juego le traía mucha calma y concentración, lo cual le viene muy bien ahora mismo que necesita pensar en una forma de cobrarle a Jungkook todo lo que le hizo a Mireu.
La venganza hacia el señor Jeon ya estaba cubierta, en este tiempo se encargó de planear con cuidado cada detalle. Se enteró que el General Jeon últimamente había comprado un auto nuevo; así que, lo que haría es incendiarle el auto y provocar una explosión en el estacionamiento. Luego subiría a su oficina para matarlo y dejarle una nota escrita a su hijo Jeon.
«Me quieres arruinar, pero aun así me estás vengando. ¿Qué es lo que tramas?» —le pregunta Mireu.
—Antes de ser un ente maligno también fui una persona. —Contesta casi sonriendo—. Conocí a personas casi parecidas a las que te hicieron daño, solo que conmigo fueron peores. Ellos terminaron quemándome en una hoguera. Así que, si hago esto, es por mí, para satisfacer mi venganza; no es por ti. Sin embargo, si llegan a atraparme, finalmente a la que arrestan es a ti, así también termino contigo.
Mireu no volvió a hablar luego de escucharla. Poco a poco su presencia se iba haciendo inexistente; si seguía allí era gracias al demonio, cuando le hablaba y ella respondía.
El demonio siguió con su partida de ajedrez mientras que seguía pensando en Jungkook. Miró las casillas de la tabla y las letras y números que estaban en cada lado hasta que una idea vino a su mente: Jungkook quiere a dos personas en este mundo, conoce su presente, pasado y futuro, pero pensó en cambiar aquel futuro que tiene a uno solitario en donde solo tendría a su hija no deseada. Iba a matar a Daeyeon y a Blake. Jungkook en su locura se encargaría de asesinar a su bebé con sus propias manos.
Dejó el juego de ajedrez a medio acabar y fue directo a escribir en una hoja nueva la forma en cómo acabaría con aquellas dos chicas por las cuales Mireu vivía en una desgracia sin lograr su objetivo con Jungkook. Escribió hasta lo que iba a necesitar para realizar su cometido. Este demonio tenía tanta sed de venganza.
En la madrugada no descansó. Jamás lo hacía. Salió de casa otra vez y se fue a uno de los barrios más peligrosos de todo Seúl para hacer unas cuantas compras. No demoró mucho en llegar al lugar que quería y comprar un arma de calibre 45 junto a un revólver silenciador, además, compró varias provisiones de bala para ambas armas. Sin embargo, su compra no terminó aquí, también había comprado unas sogas gruesas; porque tenía planeado raptar a una de las chicas y torturarla.
Al final, la que supuestamente cometía el delito era Mireu.
Al día siguiente, el demonio se encargó de comprar el galón de gasolina que le faltaba para su plan en contra de Jeon Seok-jun. Ese mismo día fue a la estación de policía.
La mañana había amanecido con un cielo bastante despejado. Se veía muy celeste y sin ninguna nube como adorno. Los rayos de sol hacían que las hojas de otoño reluzcan con sus tonos anaranjados mientras que las flores estaban en su proceso de florecer para la próxima primavera. El día era simplemente muy bello para otras personas, no había ninguna imperfección en esta.
Sin embargo, nadie en Seúl creería que un cisne negro acabaría con esta tranquila.
¿El día más pacifico de la historia? Claramente no iba a ser el de hoy.
El demonio llegó a la estación. Se vistió completamente de negro y con una chaqueta cuerina. Bajó del auto y fue directo a la maletera para recargar el revólver silenciador, además, sacó de este el galón de gasolina que había comprado. Buscó el auto del General Jeon y lo baño del líquido, luego sacó un encendedor Zippo de su chaqueta y lo dejó caer al suelo, muy cerca del auto, antes de irse. Estando adentro de la estación y ya casi a mitad de las escaleras, escuchó la explosión del auto y de muchas personas gritando que se estaba incendiando un auto y una patrulla.
Para el demonio, aquellos ruidos solo eran música para sus oídos. Lo único que hizo fue sonreír de lado hasta que llegaba al departamento de homicidios y se metía a la oficina del General Jeon.
—Buenos días, General Jeon —dice el demonio ni bien ve a su objetivo leyendo el periódico.
Jeon Seok-jun frunce su ceño cuando ve a su antigua empleada parada al frente de su escritorio. Le era bastante extraño la expresión que Mireu le mostraba y prácticamente su visita también se le hacía extraña.
—Buenos días, señorita Lim. ¿Se le ofrece algo?
—Vine a hablar con usted —responde con calma—. O mejor dicho, a rendir cuentas con usted.
El General Jeon no sabe cómo, pero de un momento a otro la chica tenía con ella un arma en la mano. Inmediatamente se levantó de su asiento y alzó las manos en señal de mostrarle a su atacante que se encontraba desprotegido. Observa la expresión de la chica, ella seguía sonriendo como si lo que estuviera haciendo ahora era divertido para todos.
—Quiero preguntarle algo, señor Jeon —dice el demonio, acercándose cada vez más al hombre—. ¿Usted ha notado que he trabajado por largos años en este departamento?
Seok-jun no responde por temor al siguiente movimiento de Mireu.
Para el demonio era irónico que no hiciera algo al respecto, siendo él un General de policías.
—Le hice una pregunta.
—Sí, lo sé. —Finalmente dice.
—¿Y le parece correcto que los únicos casos criminales que he resuelto han sido solo porque su hijo jodió toda la investigación o solo porque no se encontraba disponible? —Espeta furiosa—. ¿Usted cree que tengo merecido haber pasado 5 años en la universidad, estudiando esta carrera, para que usted no valore mi esfuerzo?
—Señorita Lim, baje el arma. —Ordena el señor Jeon.
El demonio comienza a reírse sin dejar de apuntar a la cabeza del oficial. Mientras que se iba acercando, Seok-jun fue alejándose de la pelinegra para huir por la puerta.
—General Jeon, yo tuve potencial; pero usted me desperdició por completo. —Gruñe entre dientes—. Ojalá se muera.
Y sin más que decir, un disparo casi inaudible se escucha dentro de la oficina. En la pared gris se notan unas gotas de líquido rojo que habían salpicado justo ahí. Por otro lado, el señor Jeon se agarró el lugar donde la bala había impactado y cayó al suelo, retorciéndose de dolor. El demonio se acercó al cuerpo que estaba tendido en el suelo para dispararle una vez más en el abdomen.
Su plan se trataba de que el General Jeon tuviese una muerte lenta y dolorosa. Si moría inmediatamente, no tenía ningún sentido y la venganza acabaría pronto.
—Nos vemos en el infierno, jefe —dice en la oreja de Seok-jun. Asimismo, pega una nota de papel en la frente del hombre antes de levantarse una vez más—. Ah, y para que sepa, su nuevo auto está ardiendo en llamas. Que tenga buen fin de vida.
El demonio se arregla su ropa antes de salir de la oficina y notar que nadie se encontraba en el segundo piso. La distracción de incendiar el auto nuevo había funcionado tal y como lo había planteado. Cuando yacía fuera del edificio, el demonio se dirigió al auto y fue directo a la casa de Mireu. Una parte del plan ya estaba hecho, faltaba la segunda parte, la cual entrometía a Lee Daeyeon y a Blake Jones.
Por el otro lado de la ciudad, estaba Jungkook disfrutando de un picnic en familia que las dos chicas habían organizado para ese fin de semana. Daeyeon había preparado toda la decoración mientras que Blake se encargaba de la comida, y luego estaba el pelinegro que estaba a cargo de cuidar de la bebé. Los cuatro se encontraban pasando un buen momento, todos sonreían por casa cosa que hacía Soo-hyun con Jungkook.
Había pasado un mes más, Jungkook comenzó a notar los cambios en su hija y se fue adaptando a los nuevos cuidados que ella iba necesitando. Por el momento, todos estaban a gusto de que fuese una niña saludable. Por otro lado, si hablamos de la relación entre Soo-hyun, su padre y Blake, la bebé comenzó a demostrar cierto apego a la castaña que a Jungkook; y para el pelinegro era totalmente lógico que su hija prefiera a Blake, porque al hombre todavía le cuesta pasar tiempo con su bebé a solas y siempre evade esos momentos dándole a Blake su hija.
—Qué lindo es este lugar —dice Blake mientras sostiene a Soo-hyun en brazos. Jungkook estaba a su costado, sosteniéndola entre sus brazos.
—Y cuéntame Blake, ¿cómo te está yendo en la universidad? —Pregunta Daeyeon con interés—. Jungkook me contó que otra vez volviste y que estabas en tu último ciclo.
—Sí, pero de nada me servirá si no consigo trabajo. La universidad me está exigiendo mis horas de prácticas laborales para que me titule de bachiller.
—¿Hasta ahora no hay ningún correo? —Tercia Jungkook con su pregunta—. Le enviaste a muchas empresas de ropa tu currículum, ¿cómo es posible?
—Algunos respondieron, me dijeron que por el momento no necesitaban de practicantes —Blake baja su cabeza, triste de no poder encontrar todavía un empleo—. Faltan otras tres empresas que me respondan, entre ellas está Chanel.
Jungkook estaba a punto de contestarle a su novia con respecto a lo que ella estaba contando, pero se distrajo cuando escuchó el ruido de su celular. Blake miró de soslayo lo que estaba pasando y ambos vieron que era una llamada de Kim Namjoon. Inmediatamente el propietario del celular contestó la llamada:
—Jungkook, han atacado la estación de policía y han encontrado a tu padre con dos disparos en su cuerpo...
Tal vez no fue la manera indicada de iniciar una llamada entre dos colegas, pero la voz desesperada de su compañero junto al ruido de las sirenas de los camiones de bomberos, hicieron que Jungkook entrara en un estado de shock por la noticia. La chica que estaba a su costado también pudo escuchar lo que había anunciado Namjoon por teléfono, ella le dio el mismo mensaje a Daeyeon y el lugar se sumió en un silencio abrumador para el de pelo negro.
—¿De qué estás hablando? —titubea Jungkook, todavía aturdido por la noticia.
—Incendiaron un auto en el estacionamiento, explotó junto a una patrulla. Evacuamos el edificio, pero alguien notó que faltaba tu padre y lo encontraron tirado en el suelo —le responde Namjoon como puede—. Lo trasladaron al Hospital de la Universidad Nacional de Seúl. Tal vez luego te llamen.
—Namjoon...
—También dejaron una nota. Está dirigida a ti —añade Namjoon.
—Estoy yendo para allá.
Jungkook no dijo nada más y colgó la llamada. Miró a las dos chicas que lo estaban mirando y esperando a que dijera algo, pero lo único que hizo fue tomar de la muñeca a Blake y levantarla del suelo. No le dio tantas explicaciones a Daeyeon, solo le entregó a su hija y la dejaron en medio del parque donde habían realizado su picnic.
Tampoco le dio tantas explicaciones a Blake, porque ella también había escuchado lo que Namjoon le habló por teléfono. No le vio la necesidad. Sin embargo, el presentimiento de Jungkook le decía que debía de mantener a Blake a su lado o sino de otro modo la perdería a ella también.
—Quiero que te quedes a mi lado en cada momento, ¿vale? No te separes por nada del mundo —le ordenó a su novia, lo cual le puso en alerta y le insertó un miedo inexplicable.
Cuando llegaron a la estación, ambos pudieron notar desde antes lo serio que estaba siendo todo esto, pues los bomberos tuvieron que cerrar toda una calle para evitar que pasaran autos. Jungkook y Blake tuvieron que llegar caminando, el pelinegro notó que el auto que estaba incendiado era el de su padre; así que, rápidamente fue recolectando toda la información posible y guardándola en su cerebro. Tenía mucho trabajo por hacer.
—Esto ha pasado hace poco, tal vez hace unos veinte minutos —murmura para él mismo. Agarra la mano de Blake y ambos caminan con cuidado por el estacionamiento hasta llegar donde Namjoon.
El de piel bronceada se veía también aturdido por lo que estaba pasando a su alrededor, pero aun así le dio un saludo a su compañero de trabajo, le habló de cómo se dieron las cosas hasta que finalmente le entregó la nota que él mismo había encontrado pegada en la frente de su jefe. Namjoon no tenía planeado decirle a Jungkook que él fue quien encontró a su padre y que lo rescató junto a Seokjin, desde el punto de vista de él, no era el momento indicado.
Jungkook desdobló el papel que le había entregado Namjoon y leyó lo que tenía escrito:
¿Cuántas veces fueron las que ustedes me subestimaron? Innumerables, no podría ni contarle con mis dedos, porque al parecer alguien como yo no podía ser igual de excelente que ustedes. Sinceramente, no creo que ese haya sido la verdadera razón por la cual nunca probaron mi destreza, o sino Joo-kyun o Seokjin también hubiesen estado en mi misma situación. Nunca logré encajar en este lugar, ese era el verdadero problema.
¿Es porque Jungkook ya tenía un lugar asegurado en este asqueroso departamento?
Ni siquiera es tan bueno como para haber sido su preferido, siempre hacía todo mal o lo enfadaba a usted, ¿por qué seguía confiando en él entonces? Es su hijo, olvidé esa miserable condición.
Grité tantas veces de desesperación y de cólera, pero nadie parecía escucharme porque yo era una persona odiosa para ustedes, nadie vino a socorrerme y ahora estoy muriendo.
Realmente tengo tantas ganas de acabar con ustedes, para que vean que se metieron con la persona incorrecta; no obstante, Seok-jun, usted ya no podrá hacer nada porque está muerto, solo me queda Jungkook; ven y atrápame si te crees el gran agente que dices ser... O de otro modo, vete despidiendo de la madre de tu bebé o tu bebé, o también de tu novia.
Por la cabeza de Jungkook solo le pasaba un nombre: Lim Mireu. Era ella quien había herido a su padre y probablemente también es la responsable del incendio en el estacionamiento.
Pero él notaba algo extraño en la nota: la letra no coincidía con la de Mireu.
Su cabeza estaba distraída, no podía pensar con claridad, la última parte de la nota lo había aturdido mucho más. La venganza de Mireu hacia él había comenzado y debía de detenerla antes de que fuese muy tarde.
Miró la parte trasera del papel y leyó algo más:
¿Quién es el monstruo?
Jungkook entendió que, así como Mireu le dijo en la nota, estaba bajo el juego retorcido de esa mujer. Lo estaba poniendo a prueba.
—Quiero que vayan a la casa de Mireu y la arresten —ordenó Jungkook a Namjoon antes de volver a tomar la mano de Blake—. Iré a ver cómo está mi padre.
Jungkook y Blake regresaron al auto que habían dejado unas cuantas calles atrás. En menos de veinte minutos, la pareja ya se encontraba en el hospital donde estaba siendo atendido el General Jeon. Jungkook, quien nunca había mostrado cierto cariño por su padre, ahora preguntaba por el hombre y su estado de salud; le avisaron que se encontraba en medio de una operación para quitarle las balas que lo perforaron.
—¿Tienes miedo? —le preguntó Blake cuando ambos se fueron a la cafetería a por unos cafés. Ambos sabían que tendrían que quedarse toda la noche por precaución.
—No lo sé.
Este día había sido el más cansado por Jungkook, y no precisamente era cansancio físico sino emocional. Observó cómo la prensa era tan sensacionalista con la noticia, aquello lo molestó, le hirvió la sangra cuando escuchó que el General Jeon supuestamente había intentado suicidarse como una medida desesperada al incendio del estacionamiento. Asimismo, varias cámaras llegaron al hospital para hablar con Jungkook preguntarle por su padre, pero él se quedó sin rendir declaraciones y esperar a que todo se calmara.
Así que, no era que Jungkook tuviera miedo, era estrés lo que tenía. Nadie podía dejarlo estar en paz en estos momento porque sentía que todo el mundo se le venía encima, salvo Blake que estuvo allí con él para calmarlo y mantenerlo cuerdo.
Por la noche, un doctor se acercó a él para explicarle la situación de su padre. Había recibido un disparo en el hombro izquierdo, según el doctor, el señor Jeon tuvo suerte de no haber sido herido en su pecho; luego, la bala que recibió en su abdomen perforó uno de sus intestinos y que, por ello, el General Jeon tendría que quedarse un tiempo en el hospital para las observaciones médicas.
—Cuando una bala perfora un órgano del abdomen, lo más probable es que este sufra de peritonitis, la cual es una infección a esta parte dañada. —Jungkook entiende lo que el doctor que explicaba, le agradeció y se pudo ir de nuevo a la sala de espera.
Blake no dijo absolutamente nada, ella sabía que Jungkook necesita tener un momento a solas para pensar y seguir adelante. Vio cómo su novio sacaba de su bolsillo la nota que Namjoon le había entregado, ella también aprovechó en leerla cuando de repente Jungkook la arruga y la vuelve una bola de papel.
Se había enojado.
—¿Sabes? —Blake llama la atención de Jungkook—. He estado leyendo el libro que me regalaste... Si necesitas una compañera para este caso, cuenta conmigo.
Jungkook cambia ese gesto serio suyo de su rostro por una sonrisa sincera a pesar de que en sus ojos se refleje el cansancio. Él abraza a Blake por los hombros y deposita un suave beso en la sien de su novia.
—Eso me gustaría, nena. —Responde cansado—. Pero no sé por dónde empezar. Ya mandé a buscar a Mireu...
—¿Y cómo sabes que es ella?
—Ella misma se delata en la nota.
—¿La puedo leer? —Jungkook le entrega la bola de papel a Blake mientras que él de daba una pequeña siesta en su hombro.
Blake leyó atentamente la nota y comenzó a analizarla palabra por palabra, la releía entre líneas intentando hallar la respuesta a la pregunta que se encontraba atrás.
Si algo pudo entender Blake del libro que le regaló Jungkook es que la mente de una persona puede sufrir fallas en su mecanismo mental inhibitorio que no le permite reflexionar ni controlar sus impulsos, en este caso los impulsos asesinos, cuando la circunstancia se presenta y su propio grado de irritabilidad incontrolable lo permite. Asimismo, Blake también recuerda que todo crimen puede ser una reacción descontrolada consciente, inconsciente o simbólica frente a un estímulo y casi siempre tiene una motivación. Así como pasó con Augustus, quien pasó por un fallo de su mecanismo mental, solo que a este se adhería su personalidad psicópata y sádica, además de peligrosa, la cual realizó un acto criminal cuando era niño gracias a una motivación propia —matar a sus abusadores—. Con ello, Blake llega a una primera hipótesis: Mireu en la carta hablaba de la manera tan injusto en cómo era tratada —su motivación para intentar matar a los Jeon—, su mecanismos mental sufrió la falla y ahora sus acciones eran incontrolable, asesinas; ella no era ella, en realidad.
Releyó la carta una vez más y observó algo curioso de esta. A primera vista no se había dado cuenta de este detalle, y ella estaba segura de que Jungkook tampoco; pero tal parece que la respuesta a este enigma se encontraba en las letras mayúsculas, pero no en las que pertenecían a los nombres.
*****
Actualización del capítulo 57 y 58 en el mismo día a la persona que adivine el enigma ;)
Siendo sincera, creí que escribir este capítulo en tercera persona iba a ser un completo fracaso, pero creo que al final me salió bien 😔✌🏻
Igual perdónenme si no les gustó, para la próxima lo haré mejor 🤍
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