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C i n c o

Eran las tres con diez de la mañana. Tengo en mis manos lo que sería mi quinta taza de café, estoy a punto de tirar la toalla y estampar mi cara sobre la mesa de vidrio que está repleta de los documentos de Jungkook. Ahora mismo mi casa parecía su oficina del departamento de homicidios: todo estaba por doquier.

—... Entonces Jaesang era buen novio, pero Sunhee era una completa zorra. Jaesang debió de verla con alguien, como Yoongi, para querer matarla. —deduce, mejor dicho, balbucea; porque aunque esté muerta del sueño, las declaraciones de Jaesang no van con su suposición.

—Te equivocas otra vez. Y Yoongi jamás se acostaría con esa mujer —bufo amargada, Jungkook tuerce sus ojos y sigue leyendo la ficha del perfil de Jaesang—. ¿En serio eres investigador?

—El mejor que puedes encontrar —alude con una sonrisa falsa. Suspira y se aprieta la cabeza—. Pero lo que salva a Jaesang es su coartada. Las declaraciones de Yoongi no terminan de convencerme y esos rasguños en sus brazos parecen como alguien quiere defenderse de un ataque.

Quisiera decirle a Jungkook que fui yo quien le hizo esos rasguños a Yoongi, pero estoy segura que me descubriría inmediatamente debido a que no tengo la capacidad de mentir. Además, mis uñas apenas han sido retocadas hace un par de días, no están lo suficientemente grandes y filudas como para dejar un rasguño permanente.

Hago el intento en mi brazo izquierdo y solo queda una raya blanca que poco a poco desaparece sin dejar ningún rastro. Tenso mis mis labios y me pierdo en mis pensamientos que van entorno a la pregunta de saber quién fue la persona que lo rasguñó, cierro mis ojos unos segundos, muevo mi pierna derecha debajo de la mesa, Jungkook no tarda en carraspear para llamar mi atención.

Ancla su mirada soberbia con la mía, sus labios se mueven hacia un lado para sonreír con engreimiento.

— ¿Tratas de justificar a tu novio, Barbie?

—Un mosquito me picó y me rasqué. —mentí mirando hacia otro lado.

Continúa mirando sus papeles, pasa sus dedos índice y pulgar por su frente y su sien, suelta el primer bostezo de la noche, bebe del café que le preparé cuando yo ya estaba por mi cuarta taza y vuelve a sus cinco sentidos.

—Te mueres de sueño. Terminemos aquí con la investigación —sugiero de manera en la que ambos podamos salir beneficiados, o que solamente yo salga beneficiada—. Podemos seguir mañana en tu oficina, luego de mis clases.

—No irás a la universidad —taja serio. Deja en la mesa los papeles y me mira—. Hemos dado la orden de que no den clases hasta nuevo aviso. Así es un poco más fácil para nosotros.

—Pero igual tengo sueño —replico—, quiero dormir. Luego el café me hará mal.

Jungkook me ignora olímpicamente y continúa con lo suyo, murmura entre dientes algunas cosas que no llego a escuchar muy bien. Pasa su mano derecha por la parte superior de sus labios y se aprieta la nariz, tiene unas formas bastantes raras para calmar su ansiedad.

—Debemos de ir a la universidad.

— ¿Qué? ¿Por qué? —pregunto un tanto desorientada. No entiendo cómo es que llegamos a eso.

—Debe haber algo más en el laboratorio que no nos estemos dando cuenta. Falta encontrar una jeringa y algún bate u otro objetivo con el que pudieron golpearla, es importante —se levanta de la mesa y va por su abrigo negro y las llaves de su auto—. Tienes que venir conmigo.

—No —digo, cruzándome de brazos voy hasta la puerta de mi casa—. Ya te dije que quiero dormir, no me siento bastante animada como para seguirte ahora.

—Nunca lo estás. —Vuelco mis ojos a otro lado y cortar con nuestras miradas en el otro—. Ve a ponerte un abrigo, vas a ir conmigo.

—Eres molesto.

Camino pasando de él y llego hasta el inicio del pasadizo antes de que me vuelva a hablar.

—Solo quiero hacer mi trabajo bien, como sea que te llames.

— ¡Sí te sabes mi nombre, así que dilo! —giro sobre mis talones dramáticamente y arrugo mi nariz.

—Barbie Blake, ¿contenta?

Entro a mi habitación y voy hasta mi armario para sacar el bendito abrigo que Jungkook me está pidiendo. Tomo el primero que veo, no me interesaba si combinaba con mis zapatos con la ropa que llevo puesta desde la mañana pasada.

Ahora me doy cuenta que ni siquiera he podido darme una ducha. Asqueroso.

Voy otra vez hasta la salida del departamento, abro la puerta y salgo, Jungkook va detrás de mí. Ambos nos subimos al elevador, él se encarga de presionar el botón del primer piso, ninguno de los dos habla porque sabemos que no es el momento adecuado: yo estoy molesta y cansada mientras que Jungkook está siendo irritante con su investigación.

Llegando al primer piso, las luces estaban tenues, el recepcionista nos saludó mientras soltaba un bostezo, nos abrió la puerta del edificio y luego nos subimos al auto de Jungkook. Aproveché ese momento para darme una cabezada en todo en camino hasta que llegáramos a la universidad, la temperatura del auto era más que perfecta para llamar mis ganas de dormir, y ni hablar de silenciosas que estaban las calles. Todo esto estaba a mi favor.

Luego de parar en el segundo semáforo, ya no supe más de lo que estaba sucediendo a mi alrededor, había caído en un profundo sueño.

***

Siento que alguien me mueve, Jungkook estaba en la puerta del copiloto mientras trataba de quitarme el cinturón de seguridad. Literalmente, tengo todo el peso de él sobre mis piernas y mi pecho está recibiendo uno que otro golpe de su codo.

Finalmente se da cuenta que estoy despierta y se quita de mí para que yo bajara de su auto. No dice nada y se va adelanto en caminar hasta la entrada del edificio de la facultad, unos policías estaban haciendo guarda en el lugar y le dieron paso libre cuando lo reconocieron, él gira sobre sus talones para esperarme. Bajo de su auto y el viento abraza mis piernas haciéndome temblar, en las madrugadas hacía bastante frío.

Me siento un poco intimidada cuando los policías que estaban vigilando pusieron sus ojos en mí y veían cómo es que caminaba un poco desesperada por llegar hasta donde estaba Jungkook. Todo esto es bastante nuevo para ellos, y para mí; pero Jeon era el único que parecía serle común esta situación.

— ¿Alguna vez hasta hecho esto? —inquiero a la misma vez que meto mis manos en los bolsillos de mi abrigo.

—Sé específica.

— ¿Alguna vez has trabajado con otra persona que haya estado en mi posición? —repito la pregunta, un poco más clara para él.

— ¿Como alguien cercano a uno de los asesino? —ignoro el hecho que ha vuelto a llamar a Yoongi asesino y asiento—. No. Siéntete afortunada. Siempre trabajo con otra chica de mi trabajo que odio y respeto mucho.

—Eres extraño —comento.

—Soy especial —corrige.

Nuestros pasos se van escuchando por todo el edificio mientras que Jungkook con su linterna iban buscando el laboratorio donde murió Sunhee. Siempre he creído que en el lugar donde muere una persona, su alma se queda ahí penando para toda la vida; así que, si llego a escuchar un maldito ruido que esté fuera de lo normal, saldré corriendo como si fuera una carrera de atletismo.

Llegamos a la puerta del laboratorio, esta estaba protegida por la cinta policial, Jungkook burla la seguridad de la puerta y logra abrirla, pasamos por debajo de la cinta y vemos cómo las luces neón celestes alumbrar el lugar sin hacerlo ver tan aterrador.

Jungkook me ordena que vaya detrás de él y no choque con nada. También me pide que encienda la linterna de mi celular para evitar lo primero.

Debía de admitir que esto se sentía muy irreal, parecía que estuviese metida en alguna película de misterio.

—Los análisis hechos por la morgue soltaron que Sunhee había sido golpeada por algo pesado, casi como un bate de baseball; pero luego notaron que tenían una herida detrás de la oreja que casi llega a su cráneo —comenta Jungkook caminando muy sigiloso por el lugar—. Además de ello, le encontraron un moretón de color morado con verde al inicio de su médula espinal, casi casi al bulbo raquideo. Tenía forma lineal, y era de unos cinco o seis centímetros de longitud. Tal vez el atacante quería primero paralizarla y luego inyectarle el veneno.

— ¿Entonces Sunhee murió por los golpes en su cuello y cabeza? —pregunto ya confundida—. Pensé que había sido el veneno.

—A esa chica trataron de matarla con golpes, le tiraron ácido sulfúrico, le inyectaron batracotoxina como cuatro veces. Ni los especialistas que están a cargo de eso saben de qué murió exactamente. Lo que sí queda bastante claro es que a ella la odiaban hasta verla más que muerta —se burla Jungkook. Se escuchaba muy tenso, apretaba repetidas veces su mano alrededor de su linterna.

Alumbro a todo el lugar, había una mesa que estaba con muchas cosas desparramadas, algunas probetas y tubos de ensayo estaban rotas. Los soportes universales también estaban en el suelo.

¿Y si la golpearon con eso?

—Tengo una duda —me detengo a la altura de la mesa desordenada y la alumbro.

Jungkook gira, mira lo que hago y se muestra intrigado.

— ¿Cuál es?

—Está más que claro que yo no sé de los daños que puede causar un golpe con esos soportes universales; pero —regreso a mirarlo esperando a que me entienda— ¿existe la probabilidad de que la herida en la cabeza de Sunhee haya sido con eso?

Jungkook primero se pone a pensar y luego se acerca a mí para darme una palmada en la espalda, sonríe de lado, va hasta la mesa y empieza a examinar todo lo que estaba cerca del lugar en donde encontraron a Sunhee.

—No dormir te hace bien —bromea.

— ¿Crees que pueda haber sido eso? —vuelvo a preguntar.

—Tal vez, pero acá hay muchos de estos. —Dice alejándose del lugar y seguir buscando en otra parte—. Si se te ocurre algo más, dímelo, ya vas entendiendo cómo funciona esto.

Jungkook sigue buscando por la parte trasera del laboratorio mientras que yo revisaba la parte que estaba más cerca de la puerta. El lugar que estaba marcado como la escena del crimen estaba a tan solo dos metros y medio de la puerta, ella estaba a punto de llegar a la puerta pero nadie fue a su rescate.

Miro por todas partes en el suelo hasta que veo la envoltura de una barra energética. Sabía quién comía de esas cosas, Han Juheon, amigo de Yoongi, capitán del equipo de basquet. Alumbré un poco más al fondo y encontré la jeringa que Jungkook estaba esperando en encontrar.

—Te tengo una buena noticia —le digo, muerdo mi labio inferior mientras que sonrío. Jungkook no entiende hasta que ve hacia dónde está señalando mis dedos—. He encontrado una jeringa que parece haber sido usada. También encontré la envoltura de una barra energética, Han Juheon estuvo aquí probablemente.

— ¿Quién es ese?

—Es un amigo de Yoongi que juega basquet con él los fines de semana. Ya tenemos al verdadero asesino, Yoongi no tiene nada que ver —sonrío victoriosa. Me siento bastante bien que no puedo dejar de sonreír.

—Tenemos a un sospechoso más. Eso no quiere decir que Yoongi no lo siga siendo —y mi sonrisa cayó bastante rápido—. Tal vez actuaron juntos.

¿Cómo podía hacerle entender a Jungkook que Yoongi no tenía nada que ver con la muerte de Sunhee?

— ¿Tienes algún pañuelo? —pregunta mientras alza su mirada hacia mí. Tenía sus rodillas flexionadas a la misma vez que alumbraba a la jeringa.

Sacó de uno de mis bolsillo del abrigo mi pañuelo de algodón y se lo entrego con el ceño fruncido. Él envuelve la jeringa con mucho cuidado y luego, de su bolsillo trasero, saca un sobre de plástico para guardar la evidencia. ¿Quién, a parte de Jungkook, carga ese tipo de sobres en su bolsillo trasero? Realmente tenía un serio problema con su trabajo.

Luego hace lo mismo con la envoltura de la barra energética, empieza a reírse de la nada por lo ridículo que le parece que esto sea una evidencia. Pero él como investigador, o policía, lo que sea que sea, debe de saber que todo lo que esté cerca de la escena del crimen servirá bastante.

—Ellos eran amantes —dice Jungkook luego de mirar por varios minutos el lugar que estaba marcado.

— ¿Quienes eran amantes?

—Yoongi y Sunhee —muestra una sonrisa floja, posa una mano en su cadera mientras apoya todo su peso en su pierna izquierda.

—Ellos no lo eran —resoplo entre leves risas—, sólo eran amigos.

En cambio Jungkook, él sí se ríe de lo que digo y ladea su cabeza de un lado a otro. ¿Qué se ha creído para decirme que sabe más de Yoongi que yo?

—Lo bueno de ser un investigador es que tienes la capacidad de poder interpretar el lenguaje corporal de cada persona —me explica con ese tipo de burla y diversión—, y tu novio, no sabe disimular absolutamente nada.

Jungkook tenía muchas actitudes que contradecían a la otra. Pensé que era un hombre dedicado a su trabajo, que lo amaba y por eso es como es; pero luego mostró ese lado sabihondo de él que quiere que todos lo notemos. También su lado profesional, el de no hablar de las relaciones sociales de sus sospechosos y testigos si es que este no tenía nada que ver en el caso; pero ahí estaba ese lado cizañoso de él que me molestaba demasiado.

Jungkook era todo un rompecabezas de mil piezas.

— ¿Cómo actuó cuando se enteró que Sunhee estaba muerta? —pregunta mientras seguía revisando el lugar de antes.

—Pues lloró cómo cualquier amigo —alargué esa palabra para dejárselo en claro— haría por su amiga fallecida. Ayer estuvo muy deprimido, y luego se asustó cuando apareciste.

— Sufre de ansiedad social, ¿verdad? —vuelve a preguntar mientras se iba a otro lado—. Desde muy pequeño supongo.

Frunzo mi ceño debido a esa pregunta. Yoongi no era exactamente de esos chicos que quieren hablar de su problema puesto que está tratando de luchar contra su ansiedad y sentirse como un chico normal, yo sé lo mucho que le ha costado ser amable con otras personas que estén interesados en conocerlo. Debo de admitir que hasta yo tuve problemas para llegar a él y gustarle. Era algo bastante complicado de entender.

Yoongi se siente ansioso cuando está rodeado por nuevas personas y cuando se siente intimidado por estas, lo primero que hace es jugar con sus manos y luego morderse las uñas. Sus padres lo habían metido a clases de piano para regular esos movimientos ansiosos de sus manos.

Así que Jungkook no es ningún ciego, se pudo dar cuenta de su problema.

—Es por eso que practica el piano —silba abriendo sus ojos. Me señala con su cabeza la salida del laboratorio—. Ya no hay nada más que podamos hacer aquí, mañana enviaré a un equipo de investigadores para que saquen huellas dactilares a esos soportes. Ahora vamos a donde juegan basquet —ordena—. Siguiendo con Yoongi, su otra forma de combatir su problema de su ansiedad fue el equipo de basquet, ¿no? Alguna vez tuvo que ser el capitán.

—Sí. Estuvo en terapia psicológica la mayor parte de su niñez, eso lo ayudó un poco cuando estaba en la liga infantil de basquet. Ahí fue capitán —le expliqué mientras frotaba la manga de mi brazo izquierdo—. ¿Pero esto qué tiene que ver con que Sunhee y Yoongi sean amantes? Según tú.

Jungkook vuelve a reírse, esta vez parece como si estuviera bufando, las pisadas en los corredores otra vez se escuchan y alarman a los guardias que estaban afuera del edificio.

— ¿Qué tanto lloró tu novio por su amiga? —inquiere.

—Desde que llegué ya estaba en shock, luego lloró cuando me vio y no dejó de hacerlo hasta que aparecieron. Ahí sintió miedo —le expliqué. Jungkook abulta sus labios y asiente mientras pone sus manos en sus bolsillos.

—Sunhee era su fortaleza. Confiaba mucho en ella, se desesperó al saber que ya nunca más la tendrá con él cuando tenga sus ataques de ansiedad —comenta, miramos hacia el cielo y vemos que poco a poco el azul ya no se ve tanto como hace horas. Estaba a nada de amanecer—. Ambos tenían una conexión más fuerte que solo amigos. Y es lamentable que esto yo te lo esté diciendo, y que el otro tipo haya confiado en su mejor amigo.

—Yoongi no es capaz de engañarme. —Replico, cruzo mis brazos y trato de hacerme entender que eso no era verdad.

Aunque hayan aparecido algunas señales de esto hace meses.

—Y me vas a decir que tú siempre estuviste segura de él —bromea a la misma vez que regresa a verme—. Eres muy selectiva con todos como para no darte cuenta de eso; y quizás esto sea uno de los más grandes motivos por el cual tú odias a Sunhee, sabes que te estuvo quitando a tu novio.

No le respondo más a lo que anda diciendo Jungkook sobre Yoongi, prefiero no creer en sus absurdas especulación sin ninguna prueba de por medio. Piensa que sabe acerca de todo que lo rodea, pero se olvida que él también es humano y está en este mundo para aprender; no obstante, alguien sociopata como él puede ser un humano porque es diferente a todos que lo rodean.

Repito, Jungkook es extraño.

Lo guió hasta donde está la cancha de basquet. Entramos al pequeño estadio, Jungkook me pide que lo lleve a los vestidores de los jugadores, no entiendo lo que quería hacer ahí dentro y aún así lo llevo.

Volvemos a encender nuestras linternas. Me quedo en el marco de la puerta y veo lo que está haciendo mi acompañante.

— ¿Cuál era el casillero de tu novio? —pregunta.

—El 32.

Jungkook abre con mucha facilidad el casillero de Yoongi e inspecciona todo lo que hay ahí dentro. De seguro cree que ahí va a encontrar algo relevante; mientras tanto, por mi parte, me pongo a pensar sobre el envoltorio del laboratorio de química, según tenía entendido nadie podía entrar con comida al lugar para evitar cualquier incidente y aún así lo hicieron.

Luego recuerdo que algunos chicos del equipo de basquet se inyectaban anabólicos para ser un poco más fuertes e impresionar más.

—En el laboratorio está prohibido comer. También hay chicos de este equipo que se inyectan anabólicos, ellos también conocían a Sunhee. Todos ellos la conocían, y mucho —le cuento a Jungkook. Él deja de mirar el casillero de Yoongi para poner su atención en mí—. Tus opciones se han explayado mucho más, detective Jeon.

—Genial, ahora tengo a todo un equipo de basquet bajo custodia —bromea.

—Suelta a Yoongi —trato de sonar sutil, pero más me sale como una amenaza que traerá una consecuencia desagradable.

—Ten cuidado con el tono de voz con el que me hablas, Barbie.

—Ajá —digo restándole importancia.

El sueño otra vez se apodera de mí cuando veo que por una de las ventanas superiores del estado aparece el color del cielo. Era una hermosa combinación de violeta con azul, eso hacia que las nubes se vean de color rosado; era bastante hermoso.

—Estoy cansada. Ahora sí necesito descansar —le advierto a Jungkook. Me tambaleó un poco mientras bostezo—. Llévame a casa.

—No. —dictamina.

Carraspeo con amargura y me acerco a él bastante molesta, estoy estaba siendo bastante tranquilo como para tratarse de nosotros. Lo tomo de su chaqueta y lo miro con el ceño fruncido esperando que de esta manera me pueda entender.

—Mira maldita escoria, ya te he ayudado bastante en esta madrugada. No es justo que sufra estos tratos por parte tuya, ni siquiera me estás pagando como para aguantarte hasta la hora que quieras tenerme contigo —espeto. Aprieto la tela de su chaqueta entre mis puños, él está serio mientras mira cómo trato de agitarlo sin ningún éxito—. Así que ahora me llevarás a mi casa y me dejarás dormir hasta la hora que yo quiera.

—Cuando terminemos esto podrás dormir todo lo que quieras. Ahora te necesito aquí —repite la misma mierda de antes, solo que añadiendo más palabra—. Y tienes razón, no te pago, y tampoco lo voy a hacer si crees que vas a recibir algo con esa actitud que tienes.

— ¡Mi actitud es de lo más normal! —lo suelto de un empujón y grito como una maniática—. ¡Tú eres el único bicho raro que no es normal! ¡Ni siquiera te mueres de sueño!

—Ventajas de ser...

— ¡No me importa, solo quiero irme de este lugar y dormir! —tajo más que furiosa.

Jungkook suelta un suspiró cansado antes de agarrar mi muñeca y salir de ese pequeño estadio. Nos dirigimos a su auto, pensé que mis berrinches habían funcionando y ahora podría dormir con más tranquilidad.

Así como cuando llegamos, me abroché el cinturón de seguridad y me acomodé para dormir un poco mientras que llegábamos a mi casa. Por curiosidad, miré la hora del auto y me di cuenta que eran las seis con cuatro de la mañana; literalmente no había dormido en toda la noche, iba a desmayarme en cualquier momento.

Pegué mi cabeza en la cabecera del asiento y no volví a sentir el viaje en auto. Otra vez podía ser feliz.

***

Pensé que sería llevada a mi casa porque era lo más justo que Jungkook haría por mí; sin embargo, aquí estoy, mirando por la ventana del auto negro de Jungkook el departamento de policías. Esta no era mi casa, Jungkook otra vez me había traído sin querer a un lugar en donde no quería estar.

Ya resignada con toda esta situación, bajé de su auto y caminé junto a él hasta entrar. Habían pocas personas caminando de un lado a otros, todos los que me vieron me saludaron pero a Jungkook no. Fuimos hasta el segundo piso, ahí no había nadie, todo estaba despejado.

Él abrió la puerta de su oficina y entramos. Me senté en la silla que estaba frente a su escritorio mientras que Jungkook buscaba de una manera desesperada algo.

— ¿Por qué estamos aquí? —pregunto amargada.

—Como siempre andas reclamándome por todas las cosas que hacemos, vamos a hacer un contrato, con varias cláusulas que ambos vamos a poner —responde luego de agarrar una hoja blanca y tomar un bolígrafo—. Así las cosas serían un poco más justas, ¿verdad?

Jungkook toma asiento en su silla y comienza a escribir sobre la hoja.

—No puedo tomarte en serio si lo hacemos de esta manera —le digo cansada.

—Esto es como un borrador, luego trataré de imprimir uno de verdad —dice más que tranquilo. Era increíble cómo es que ese hombre no podía tener sueño—. ¿Estás lista?

— ¿Cuántas cláusulas van a ser?

—Las que sean necesarias para ambos estemos bien —responde sin mirarme—. Empiezo yo: Ser profesional sobre todas las cosas, dejar a un lado las relaciones sentimentales con los protagonistas de este caso.

—Evitar hacer cualquier comentario fuera de lugar acerca de la vida personal del otro —le sigo. Jungkook regresa a mirarme con una sonrisa ladina—. ¿Qué? Ya no quiero escucharte hablar sobre que Yoongi me fue infiel.

—Como quieras —musita—. Vestir siempre zapatillas y ropa casual.

— ¿Qué tiene que ver la forma en cómo me visto? —inquiero.

—Mucho. Tus tacones no te dejarían correr si se da el caso; usarás ropa más cómoda y menos ajustada.

Jungkook siguió escribiendo en la hoja de papel todas las cláusulas que se nos ocurrían para amargar al otro, porque esto ya no parecía un tratado pacifistas para ambos.

En mí defensa, él se lo buscó.

Las cláusula siguieron basándose en los beneficios propios de cada uno; Jungkook algunas veces pensaba en los dos, como en la quinta cláusula: Respetar la opinión del otro. Todo es válido.

—La última —indica Jungkook.

—Trabajar juntos a una hora límite. Debe de haber un horario —cruzo mis brazos y piernas.

—De ocho a doce de la mañana, luego podremos almorzar. De dos de la tarde a dos de la mañana —dice Jungkook mientras iba escribiéndolo en el papel.

Detengo su muñeca y llamó su atención de una manera extraña para él.

— ¿Y no comeré por la noche?

—Comeremos algo entre nosotros. —replica—. ¿Estás bien con eso? —asiento no tan segura—. Listo, hemos terminado... ¿Tienes hambre?

Realmente me sorprende los cambios de actitud que Jungkook tiene en cuestión de segundos. Hace minutos estábamos matándonos con la mirada por ver quién sale más beneficiado en las cláusulas, y ahora está actuando como una persona normal que me invita a desayunar.

Pero no iba a rechazar esta oportunidad de comer y no gastar nada. Así le doy mi respuesta a Jungkook y ambos salimos de su oficina hasta llegar a su auto.

Al menos este día tiene un final feliz para mí.

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