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Capítulo 16.

Narra Elio.

Entré al edificio, todo parecía muy solitario, y creo saber porque, todos están viendo el atentado de Lola y otra chica, no recuerdo su nombre, decidí darme prisa, pues esa persona dijo que vendría tras Vicky, el hecho de que ella muriera, simplemente me causaba escalofríos, no sé qué haría sin ella.

Entre al pasillo de la segunda planta, por ahí es el dormitorio de Lola, según lo que me dijo Christian. Me dispuse a tocar en la habitación correspondiente, me sentía nervioso, desde hace dos días, Vicky y yo no nos habíamos dirigido palabra alguna, eso me hacía sentir muy triste.

Sentí un fuerte dolor en mi espalda baja, al girarme había alguien detrás de mí.

—Sorpresa —dijo esa persona, lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, el dolor comenzó a esparcirse por todo mi cuerpo, sentí que caería al suelo, pero esa persona me detuvo.

La puerta del dormitorio se abrió, rápido pude ver a Vicky, quería gritarle que corriera, que huyera de aquí, pero no podía articular palabra alguna, el dolor era horrible.

—Hola —dijo Vicky, podía notar en su voz que estaba nerviosa. —Decidí regresar, nunca debí irme de casa, los necesito a todos, son mi luz.

Esas palabras hicieron que lamentara el hecho de que seguramente estoy por morir.

—Vicky yo... —traté de tomar aire, estaba muy débil. —¡Corre! —grité con todas mis fuerzas. Nuevamente sentí otra apuñalada, no pude más y caí al suelo, y rápido todo se puso en negro.

Narra Vicky.

Miré que Elio cayó al suelo, al tiempo que una persona con un gran saco y un pasamontañas se ponía frente a mí.

El miedo se apodero de mí, quería agacharme y auxiliarlo, pero no me podía mover.

—¡Elio no! —grité mientras lagrimas comenzaron a descender de mis ojos. Logré recobrar la movilidad, y rápido azoté la puerta, y puse el seguro.

Estaba muy asustada, rápido corrí por mi celular que se encontraba en la cama, quería teclear el número de emergencia, pero mis manos temblaban demasiado, no podía.

—¡Dios ayúdame! —exclamé llorando. —¡Por favor!

Unos fuertes golpes sonaron en la puerta, pude ver un cuchillo incrustado ahí, todo esto es una pesadilla.

Tenía que defenderme, tengo que hacerlo, mire alrededor de toda la habitación, no podía encontrar nada, me asome debajo de la cama, y encontré un bate de béisbol, rápido lo cogí y me dirigí a la puerta.

—¡No tengo miedo de asesinarte maldito imbécil! —grite muy, muy molesta.

Los golpes cesaron, el cuchillo desapareció de la puerta, escuché unos fuertes gritos en el pasillo, lo que me hizo saber que esa persona ya se había ido, y por desgracia quizá Elio estaba muerto.

Corrí a la puerta, la abrí torpemente y me tiré al suelo, sostuve la cabeza de Elio contra mi pecho, él ya no estaba respirando, su rostro estaba empapado en lágrimas de dolor, ¡Dios mío! Sentía un gran nudo en mi garganta, Elio no puede estar muerto, no puede.

—¡Despierta amor, perdón por todo! —sollocé. —Elio, por favor, no mueras, te necesito, necesito de tu compañía. —El dolor era horrible, las lágrimas seguían deslizándose por mis mejillas. —Elio no, no puedes morir, hay tantas cosas por hacer, por favor despierta, te amo Elio, te amo.

Levanté mi vista y unos guardias se dirigieron hasta mí, detrás de ellos pude ver a Pablo acompañado de los demás.

—Está muerto, Elio murió.

***

Narra Pablo.

Habían pasado tres días desde la muerte de Elio, por fin estaba comenzando a sentirme seguro otra vez, los guardias rondaban todo el campus en busca de algo sospechoso, pero en estos tres días al parecer la persona que nos quiere asesinar, no había intentado nada.

Creí que Vicky estaría bien, pero creo que le cuesta superar todo esto, ella me confesó que seguía enamorada de Elio, pero por una tonta pelea había decidido terminar todo, ella estaba dispuesta a volver con él, pero todo se fue a la mierda.

—Vicky no quiere comer —dijo Lalu entrando a mi habitación. —Pablo, estoy muy preocupada por ella, temo que intente algo, no la veo con ánimos de nada, ni siquiera de seguir respirando.

—Saldrá de esto, ella es fuerte —dije poniéndome de pie, pues tenía a alguien que me esperaba en la sala de la casa. —Solo intenta estar con ella, trata de darle ánimos.

Lalu asintió, luego salió de mi habitación, al igual que yo. Me dirigí a las escaleras, al bajar, ahí estaba Felipe con una pequeña libreta, en la casa también se encontraba Christian y Daiel, ellos nos habían apoyado demasiado, ya comenzábamos a sentirlos como parte de nuestro grupo de amigos.

—Si quieres no hablamos de esto, siento mucho lo que paso con Elio, él era una gran persona —mencionó Felipe un poco nervioso.

—Está bien, como quieras —dije sentándome en el sillón, justo a un lado de él.

—Pablo, si te muestro algo, prometes confiar en mi —añadió Felipe un poco nervioso. Rápido asentí, tenía intriga.

Felipe metió sus manos a su mochila, de ahí saco un celular, muy normal para mí, no entendía nada hasta que este lo acerco a mi cara, y presiono el botón de volumen para que la pantalla se iluminará.

—¿Es Fernando? —pregunté confundido.

—El primer día de escuela lo encontré en mi dormitorio después de clases, tenía tanto miedo de que pensarían ustedes sobre esto, así que no dije nada.

No entendía nada, ¿Por qué la persona que asesino a Elio y a Josh le dejaría el celular? ¿A caso quiere que sea su ayudante? Negué con la cabeza para hacer desaparecer esos pensamientos.

—¿Por qué? —pregunté, esperando que él tuviera una respuesta lógica.

—No sé, quizá quiere incriminarme, o quiere mi ayuda.

Sonreí al escuchar eso, "querer su ayuda" detenidamente observé a Felipe, aunque. ¿Por qué quiere su ayuda? ¿Por qué él y no otra persona?

—¿Tú ayuda?

—Supongo —dijo él. —Lo sé por este mensaje, Felipe tomó el celular en sus manos, luego abrió whatsapp donde había un mensaje del número de Josh.

Josh: Necesito de tu ayuda, eso nos beneficiará a ambos, no morirás, pero me ayudaras a que todos mueran.

—¡Oh Dios! ¡Acepta! —exclamé sonriendo.

Felipe me miró muy confundido. —¿Estás loco? No voy a decirle que sí, no quiero ser su ayudante.

—Fingirás serlo, así todo esto terminará.

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Espero les haya gustado.

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