Capítulo 13.
Narra Felipe.
Un gran miedo comenzó a invadirme, si este celular estaba aquí, eso significa que la persona que mato a Josh estuvo aquí, en mi dormitorio, no podía quitarme eso de la cabeza, es horrible.
Decidí guardar el celular en mi armario, muy escondido, donde nadie pudiera encontrarlo si eso querían, yo sé que Leo me tiene como un sospechoso, y si alguien me viera con este celular, pensarían lo peor de mí.
Lo guardé y me dispuse a ir hasta la cama, desde ahí comencé a visualizar toda mi habitación, ¡Dios mío! Un gran ardor comenzó a subir a mi cara, me sentía muy avergonzado, esa persona miro todo esto, que horror.
Al llegar a la universidad, fui uno de los afortunados que no tenían que compartir habitación con nadie, eso me pareció excelente, pues no soy una persona de hablar demasiado, o de relacionarme con los demás, siempre he preferido la soledad.
Me eche a la cama, cerré mis ojos, y espere para quedarme dormido, esta noche no había dormido nada, tan solo como 2 horas, o quizá hasta menos, estaba muy cansado. Cuando estaba por entrar en un profundo sueño, unos leves golpes comenzaron a escucharse en la puerta, pensé ignorarlos, ellos pensarían que no había nadie, y se irían, pero no, los golpes continuaron por al menos dos minutos más.
Muy molesto me levanté de la cama, quería matar a quien estuviera detrás de esa maldita puerta.
—¿Quién es? —grité molesto.
No recibí respuesta alguna, rápido acerque mi ojo a la pequeña mirilla que había en la puerta, observe a Christian, un chico que por supuesto debe creer que soy un asesino.
Abrí la puerta solo un poco, no quería que nadie viera mi cuarto, si alguien lo viera, sin duda parecería yo el asesino.
—Oh Felipe, hola —dijo él.
—¿Qué quieres? —pregunté molesto. —Tengo cosas que hacer, no tengo mucho tiempo.
—Quiero hablar contigo, ¿Puedo pasar? —preguntó él.
Siempre vienen bien algo de compañía, aunque siempre me gustaba estar solo, debo admitir que de vez en cuando es bueno hablar con alguien, para no volverse loco, o algo así, pero no podía dejarlo entrar, no en las circunstancias en las que mi habitación se encontraba.
—No, no puedes —dije cortante.
Escuché una voz, pero no lograba ver de quien se trataba, intenté cerrar a puerta, pero unas nuevas manos provenientes de alguien, me lo impidió.
—No, espera, te necesitamos —dijo esa voz.
Abrí poco a poco la puerta otra vez, y pude verlo, era Pablo, el sobreviviente a esas dos masacres de las que tanto había leído, y por las cuales estaba teniendo una fuerte obsesión.
—Ahora no, vengan después —dije asustado. No quería que vieran todo esto, ellos pensaran mal de mí, y por supuesto que no quiero eso.
—Lo siento, pero debe ser ahora —Pablo empujo la puerta y se adentró, seguido de su amigo Christian.
Al entrar, los dos se quedaron boquiabiertos, no se podían creer que esta era mi habitación, a simple vista pareciera la de un loco profesor de ciencias, con recortes de periódicos y noticias de internet pegados por todas las paredes.
—¡Oh Dios! —exclamó Pablo. —¡Eres tú!
***
Narra Yara.
El día se fue bastante rápido, me entretuve mucho con esta nueva chica, se llama Agus, Lalu y yo nos llevamos de maravilla con ella, después de meditarlo todo el día, y pensar en las consecuencias y todas esas cosas, decidimos contarle todo al decano.
Pablo y Christian no habían llegado a casa desde esta tarde, quizá están hablando con Leonardo, es el único que se sigue oponiendo, por miedo a que le pase algo a su padre, pero para ser sincera, a mí me vale una mierda su padre y esos chicos, lo que quiero es salvarme de esta nueva pesadilla, mis amigos y yo.
—¿Y si nos echan por decirlo? —preguntó Lalu.
—No, no lo harán, él nos ayudará estoy segura —respondió Agus sonriendo.
Después de nuevamente convencer a Lalu, nos dispusimos a ir a la oficina del decano, cuando estábamos llegando, vimos a otros chicos del grupo salir de ahí, con caras de alivio, lo cual me hizo sentir muy, muy tranquila.
—Ellos lo saben, ahora no moriremos —mencionó Lola. A ella ya la conozco.
—Eso es increíble, estábamos por venir a decirlo, pero creo que se nos adelantaron —dije riendo.
Leo venía corriendo, parecía como si tratara de escapar de alguien, su rostro se miraba muy mal, estaba agitado, sudado y creo que hasta llorando.
—¿Qué paso? —preguntó Lola asustada. —¡Leo!
—¡Esta muerta! —gritó él asustado. —¡Valeria está muerta!
No podía creer lo que escuchaba, mis piernas las empecé a sentir débiles, sentía que en cualquier momento caería al suelo.
—¡No! No puede ser —exclamó Lola comenzando a llorar. —¡Valeria no!
Ella cayó al suelo, sosteniendo los pies de Leonardo, me sentía horrible, comprendo su dolor perfectamente, he perdido a muchas personas muy importantes para mí.
—Lola, cálmate —dijo Leonardo tomándola de los brazos. —Era una broma, Valeria está bien.
En ese momento me sentí como si hubiera recibido una horrible bofetada, Lola se limpió las lágrimas, luego sin mirar atrás comenzó a caminar, alejándose de todos nosotros.
—Eres un idiota —exclamó Laura molesta. —Con eso no se juega, y menos en la situación en la que estamos, y para que sepas, tu padre sabe todo, así que creo que deberías cuidarlo.
—¿Qué paso? —preguntó, Valeria acercándose a Laura. —Lola, ¿Está bien?
—Leo le dijo que habías muerto, todo por parte de una broma de mal gusto.
Valeria comenzó a correr detrás de Lola, los demás solo nos quedamos observando, sintiendo pena por Lola, y por tener un amigo tan asqueroso como Leo.
***
Narra Lola.
La vida y la muerte son cosas a las que muchos les tememos, en el momento en el que escuché a Leo, nombrar a Valeria junto a la palabra muerte, sentí que me ahogaba, Valeria y yo hemos sido amigas desde el jardín de niños, seria horrible perderla, no sé si lo soportaría.
Ahora mismo solo quiero estar sola, seguí caminando por todo el campus, por ahora mi rumbo no era fijo, pero quería estar lejos de aquí, de todos.
Tras caminar unos minutos, escuché unos gritos.
—¡Lola! —rápido reconocí la voz, era Valeria, me sentí feliz, ella siempre fue y será una buena compañía, me detuve en seco, cuando estaba por girarme para verla, sentí un horrible golpe sobre mí, el cual ocasionó que cayera al suelo, todo comenzó a darme vueltas, estaba siendo golpeada en el rostro.
—¡Lola no! —nuevamente la voz de Valeria se escuchó. —¡Dios no! ¡Alguien ayúdenme!
No podía reconocer a la persona que estaba sobre mí, pero creo saber qué es lo que estaba intentando hacer, quiere asesinarme.
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Espero les haya gustado.
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