¿Solo un amigo imaginario?
El delgado cuerpo de aquel joven de doce años de cabello castaño cae lentamente por aquel risco, tras tambalearse con una herida provocada por una bala que impactó en su vientre.
En su rostro una sonrisa se formaba mientras sus ojos se cerraban, no sin antes susurrar al aire aquella psicofonía que había sellado su amor.
"Hace mucho, mucho tiempo. Existió un reino escondido entre los oscuros bosques de aquella remota región, en la cual vivía una feliz y joven pareja de amantes que en medio de celebraciones y lujos finalmente estaban juntos.
Sin embargo, el menor de ellos aún era demasiado joven, inquieto y lleno de curiosidad por el mundo fuera de los dorados muros de su castillo. Finalmente, su encanto hacia lo desconocido, así como su gran curiosidad pudieron más que el amor que le mantenía atado a dicho lugar. Durante una fría noche, movido por la curiosidad, salió de aquellos muros que, como si supieran lo que hacía, tomaron de su mente sus memorias y le empujaron a un mundo sumido en la guerra y la desesperación.
Y es así como, en medio del frío, padeciendo de hambre, dolor y cansancio, el joven príncipe encontró su muerte. Su amado deseaba ir tras él, más no era capaz de abandonar aquel lugar que de manera confortable le acogía; el padre del joven príncipe le comento aquella nevada noche de invierno que no había necesidad de que fuese a morir con él, pues el rey sabía que, su hijo, algún día regresaría. Tal vez con otro nombre, con otra apariencia, en otro tiempo..."
Sentado en el frío suelo de mármol justo al lado de una gran puerta de roble que daba a la habitación de su hermana gemela, el pequeño niño de seis años de cabello castaño permanece inmóvil, con la mirada perdida en un punto de la pared pintada de azul que hacía que dicha habitación luciera aún más fría de lo que en verdad era.
Había sucedido otra vez, ese hombre había vuelto a abusar de él, y como en cada ocasión, él no había podido hacer nada. La impotencia, al igual que el miedo, comenzaron a ser sensaciones comunes para el pequeño desde que su "querido" tío Ford había llegado a vivir con ellos. Las razones, el niño no las entendía y no le importaban, solo sabía que una parte de él deseaba que su tío abuelo se apartará de él mientras que sabía que eso no sucedería, aunque aquella tarde finalmente se mudarían.
Y ahí estaba, en el suelo esperando a que su hermana llegará a su lado con algún mensaje de su madre para salir de ahí. Con el cuerpo adormecido no se creía capaz de poder bajar los casi treinta escalones para ir a reunirse con el resto de su familia, tampoco creía poder sentarse en un auto por las dos horas que duraría el viaje para llegar a su nuevo hogar, y ni que decir de la fiesta que sus padres han organizado que posiblemente tomaría el resto del día.
- ¡Dipper, cariño apresúrate, tenemos que irnos pronto! - la voz de su madre resuena en la habitación, sacando de su ensoñación al pequeño en el suelo.
Con esfuerzo se levanta de su sitio, sujetando su cadera intentando calmar su dolor, tras un par de minutos consigue bajar con el resto de su familia apoyado en la pared. Nadie pregunto por el estado del menor, no parecieron notarlo; la única persona que presto atención a la llegada del castaño fue el único que él esperaba que no lo hiciera: su tío abuelo Ford.
Toda la familia Pines sube al automóvil, el último en entrar es el pequeño Dipper quien a pesar de sus intentos por alejarse de tu tío termino sentado junto a él. Todo el camino resulto una verdadera molestia para aquel niño quien no soportaba el dolor en su trasero y casi podía sentir la sangre manchando sus pantalones grises.
"Debí cambiarme antes de salir." Se recriminaba internamente el menor mientras miraba el paisaje fuera de la ventanilla del coche, en un intento fallido de alejar el dolor de su mente comenzó a leer cada anuncio, a contar autos e incluso llevaba la cuenta de cuantos árboles había visto, esto funcionó hasta que cierto adulto lo metió en la conversación que sus padres y hermana mantenían con él.
-..., ¿verdad Dipper? -el tío Ford hablo llamando su atención.
- ¿Qué yo qué? -pregunta el menor sobresaltado, sus padres y Mabel sueltan una leve risa por la manera en que el menor no se había enterado de nada.
-Decíamos que no sería ningún problema que conozcas a Pacifica Noroeste en la fiesta, ¿verdad hermano? -repite resumiendo toda la conversación la pequeña castaña.
-Pe...pero...le prometí a Bill que estaría con él en la fiesta...-aunque la voz de Dipper fuese más un susurro que otra cosa, todos en el auto parecieron incomodarse con dicha respuesta.
-Dipper, ya hemos hablado de esto. -la voz gruesa y sin emociones del señor Gregory Pines hizo que el más pequeño de los gemelos se encogiera en su asiento, esperando que todos olvidarán el asunto, pero era más que claro que eso no sucedería -Ese tal Bill no existe, solo es tu amigo imaginario y ya es momento de que dejes de lado a esa alucinación.
-No es un amigo imaginario, él es real solo...solo que aún no lo conoces. -menciona el pequeño sin entusiasmo, intentando acomodarse en su asiento no pudo reprimir un quejido de dolor, logrando que su madre, su hermana y su tío volvieran la vista hacia él.
- ¿Te sucede algo, cariño? -la dulce voz de Amelia Pines hizo que el menor sintiese el deseo de llorar, pero si lo hacía tendría que dar alguna explicación que lo conduciría a decir sobre lo sucedido hacia unas horas, pero, no se sentía preparado para decirlo y menos cuando a su lado se encontraba su violador.
-No...no es nada, mami. -concluye el menor acomodando su cuerpo de lado, dejando su peluche de un conejo amarillo a un costado cubriendo la visión de su pantalón en caso de que este estuviera manchado.
El resto del camino siguió sin una sola palabra más, el único sonido que rompía muy remotamente el silencio era uno que otro quejido de parte de Dipper.
Éste permanecía con la mirada hacia el exterior, fue, posiblemente, el único que se percató de que su nuevo hogar parecía hallarse en medio de un oscuro y siniestro bosque; al acercarse más a su nuevo hogar bajo la ventanilla para respirar un poco de aire fresco. El olor a pinos invadió su olfato casi en el instante en que el vidrio descendió; esto hizo que recordará a su amigo Bill, quien, cada que se veían para jugar en el parque o en la casa del árbol, le llamaba Pino en lugar de decirle Dipper.
"Ojalá y Bill pueda encontrar el camino a este lugar." Pensó el castaño volviendo su vista a un pequeño insecto que se había posado en su brazo. En un primer momento parecía tratarse de una libélula, "las favoritas de Bill" -pensaba el menor- sin embargo, al mirarla con detenimiento noto que se trataba de una minúscula silueta femenina, de cabellos plateados al igual que su piel, sus alas transparentes mantenían complicados patrones y diseños con un ligero trazo en azul celeste. Cuando iba a hablarle, aquella hermosa hada salió volando despidiéndose de él.
Finalmente llegaron a una bella casona de madera y apariencia clásica, aterradora si le preguntaban a Dipper, a su alrededor solo eran audibles los sonidos provenientes del bosque, los árboles movían sus ramas y tiraban sus hojas mientras el aire soplaba.
El último en bajar del auto fue Dipper, ayudado por su madre, quien mantenía en sus manos un libro de pasta marrón con decorados dorados. Aquel libro había sido un regalo de su tío Stanley Pines, quien había desaparecido hacia algún tiempo de forma misteriosa; Dipper aun aseguraba que en aquel libro se encontraba la clave para poder encontrarlo.
-Mami, mami, vi un hada. -fue lo primero que dijo el menor al bajar del auto.
La mujer sonrió tiernamente mientras que movía la cabeza negando la afirmación de su hijo:
-Dipper, debes dejar de leer esas cosas. -continúa hablando retirando de las manos del menor el grueso libro de cuentos -Solo te llena la mente de fantasías.
-Pero mamá...-antes de poder discutirle cualquier cosa, una voz poco agradable para Dipper le interrumpió.
- ¡Amelia, los invitados han llegado! -llega Ford interrumpiendo al castaño, con una amplia sonrisa en su rostro.
-De acuerdo, Ford; -le devuelve una sonrisa de lado, volteando a ver a su hijo quien parecía incómodo con la presencia de su tío- si quieres puedes ir a explorar por ahí, Dipper, solo vuelve antes de la cena, ¿entendido?
El castaño asintió con la cabeza aun cuando ni su madre ni su tío habían esperado por una afirmación; dispuesto a ir a explorar se dispuso a buscar algo en su mochila, aunque ni él mismo tenía alguna idea de que era lo que esperaba encontrar.
- ¡Buuu! -un grito logro hacer que Dipper perdiera el equilibrio y cayera al suelo sobre su mochila.
- ¡Bill, no hagas eso! -grito el castaño en el suelo, sobando su codo raspado.
- ¿Me extrañaste, Pino? -menciona el chico rubio mientras se recarga en el árbol más cercano a donde el otro niño había caído.
-No...-dice el castaño intentando levantarse, mientras lo hacía observaba a su mejor amigo (único amigo, en realidad) quien parecía nunca cambiar de ropa: su pantalón gris siempre limpio, la camisa amarilla decolorada bien fajada y un chaleco negro cubriendo los botones de esta; aunque en esta ocasión, sobre su rubia cabellera se encontraba un sombrero de copa negro con una cinta blanca amarrada en él. -Aunque me alegra verte.
-No me lo perdería, -dijo empezando a caminar, haciendo que Dipper tuviera que correr para posicionarse a su lado. -qué curioso que se hayan mudado a este lugar. -continúo hablando el rubio cuando sintió que el menor caminaba a su lado.
- ¿Por qué lo dices? -pregunto curioso ante el comentario de su amigo, caminaron hasta quedar frente a la entrada de su nueva casa. La fiesta había comenzado, varios de los amigos de sus padres conversaban animadamente mientras que otros bailaban al compás de un vals, ninguno de ellos pareció notar la llegada de ambos niños.
-Por nada. -a pesar de la sonrisa que se extendía en el rostro del niño de cabello rubio, sus ojos azules que siempre tenían una brillante luz de alegría parecían apagado y con una delgada capa de agua amenazando con derrumbarse.
El silencio comenzó a hacerse presente entre ellos, lo que hizo que el castaño recordará el dolor que sentía en el cuerpo, que con la llegada de su amigo había olvidado. Se quejó en voz baja, sin embargo, una mujer canosa que lucía un antiguo vestido rosado, además de tener un parche cubriendo uno de sus ojos.
- ¿Sucede algo, pequeño? -Dipper estaba dispuesto a contestar hasta que su amigo le volvió a hablar.
- ¡Ey, Dipper, ven a ver lo que encontré! -Dipper fue corriendo rápidamente tras su amigo, o al menos lo más rápido que el dolor en la parte baja de su cuerpo le permitía.
- ¿Qué...-al llegar junto a su amigo se detuvo un instante para recuperar el aire -qué encontraste, Bill? -le pregunto una vez que fue capaz de volver a hablar.
-Mira. -dijo señalando hacia enfrente de los dos.
- ¿Esto...es...? -comenzó a hablar Dipper mientras avanzaba a la entrada de aquel lugar.
-Lo es, amigo, un laberinto. -se posiciono fácilmente junto a su amigo sonriendo con autosuficiencia tras su descubrimiento, aunque no pudo evitar dirigir su mirada a su pequeño amigo quien mantenía una gran sonrisa y un brillo en sus ojos que, desde que Ford había llegado, no veía.
Continúo avanzando el castaño llegando a la entrada de aquel enorme laberinto. La entrada era una amplia puerta creada con arbustos altos y uniéndolos estaba una decoración creada a partir de una roca con la figura de un triángulo con un pino tallado en medio. El resto del laberinto estaba realizado con piedra lisa.
-Vamos a entrar. -dijo el menor dispuesto a entrar y recorrer aquel laberinto.
-No. -fue lo único que salió de los labios del rubio, antes de tomar de la mano a Dipper y atraerlo lejos de la entrada del laberinto. El menor le miraba confundido, ya que el mayor empezó a caminar hacia la entrada del bosque. -No entres aun, Dipper. -continúo hablando, logrando que el castaño se sorprendiera ya que muy pocas veces él le llamaba por su "nombre" -Aun no es el momento.
Después de decirlo, el grito tanto de Amelia Pines como el de "Linda Susan", solo escucho a su amigo chasqueando los dedos antes de perder la consciencia.
Al despertar se encontraba solo, recostado en una camilla blanca. A lo lejos podía escuchar a sus padres hablando con una voz que le parecía conocida.
-... ¿está seguro, doctor Anders? -la voz de su padre sonaba apagada.
-Pero, no puede llevárselo ahora...-su madre comenzó a alterarse y a gritar -apenas acaba de recuperarse de...de
-Su violación, lo sé, pero dado sus últimos episodios estaría más seguro...y ustedes estarían más seguros, si lo internamos. -termino de hablar el doctor Anders. Dipper lo conocía, era su psicólogo, el cual, llevaba un largo tiempo hablando con sus padres sobre una supuesta enfermedad que el menor padecía "Esquizofrenia".
-Está bien...-concluyo Gregory Pines mientras que se abría la puerta de la habitación de Dipper, dejando entrar a dos hombres vestidos completamente de blanco y con el logotipo de la institución Gravity Falls grabada en el pecho del lado derecho.
-Mami... ¿qué esta...? -los dos hombres se acercaron a su cama y lo sujetaron de los brazos. - ¡Mami! ¿qué están haciendo? ¡Suéltenme! -se removía el menor intentando zafarse del agarre de ambos hombres.
-Lo hacemos por Mabel, linda. - dice el padre de los gemelos intentando consolar a su esposa. - Es la única forma de mantenerla a salvo... A los dos, en realidad.
-¡Pino! - le grita Bill quien hasta el momento no se había hecho notar, intentando sujetar la mano de su mejor amigo hizo al castaño dejar de moverse, momento que los dos hombres aprovecharon para sujetarle y sacarle de la casa.
-¡No! ¡Mami! ¡Papá! ¡No! - Finalmente consiguieron meterle en el vehículo blanco con las letras verde con dorado que ponen:"Gravity Falls: hospital psiquiátrico".
Por un tiempo el castaño estuvo golpeando la puerta doble cerrada, asomandose por el vidrio, observando a sus padres hablando con los hombres de blanco. No se les veía felices.
-Todo estará bien, Dipper, te prometo que estaré contigo pase lo que pase.-la voz del rubio hizo al menor apartar su vista de su familia.
-¿Prometes no abandonarme tu también?-las lágrimas en sus ojos amenazaban con caer.
-Lo prometo, - el menor se recostó contra el cuerpo del rubio quedando dormido con el suave canto de Bill, quien acariciaba su cabello, dejando a la vista su marca de nacimiento en forma de la osa mayor.
-Bienvenido a Gravity Falls. -le recibió un hombre de cabello canoso y lentes grandes.
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