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4 - Sentir.

No sabia si tenia suerte o es que los chicos tuvieron tenia algo que ver, pero como si fuera por arte de magia logró hacer que el telefono de la casa funcionase, ya luego el problema fue recordar el numero de Carre.
Ya que siendo honestos, en este tiempo pocas veces se memorizaban los numeros de telefono al siempre contar con un celular.

- Dale, tenes que cubrirme la espalda.- suplicó intentando no moverse, eso de hablar estando en un punto fijo no le gustaba pero si se movia sentia que el cable se romperia.

- ¿Más?, que ya te cubri no solo la espalda, hasta el orto me debes- dijo segun jugando pero tenía razón. Le debía demasiados favores y no sabía si llegaría a compensarlo. Puede que jamás volviera a salir de esa casa.

- Necesito unos dias más.- se mordió el labio jugando levemente con su perforación. - No sé, inventale a los viejos que ando de mal humor y sigo sin querer hablar con ellos.-

Escucho a carre suspirar.

- Bueno, esa es una buena excusa tomando en cuenta el hermoso caracter que tenes, pero estoy seguro que luego van a querer hablar con mis padres y ahi ambos estamos re hundidos.-

Ahora fue su turno de suspirar junto con un gruñido. sabia que no pensó bien las cosas, pero en su defensa era mejor hacerles creer que estaria de viaje con Carre mientrras este visitaba a su familia que decirles que iria a ver lo que le habia tocado de herencia.

Sus padres tenian demasiadas dudas de las razones de su abuelo para siquiera tomarlo en cuenta en el testamento.
Aunque ahora solo se preguntaba si el alejarse de todo fue por ser tremenda mierda o porque seguro debido a sus crimenes tenia una maldición.
Un especie de "te alejo porque solo así estarás a salvo".
Quizás así evito por tanto tiempo que los fantasmas quisieran vengarse.

Seguro Roier seria el más dolido al saber que quien se supone era su pareja no solo acabó con su vida, si no que se caso, tuvo un hijo y si tuvo la oportunidad de vivir una vida, en lugar de pasar años en pena en una mansión que solo le recuerda su dolor.

Lastima que el viejo estaba varios metros bajo tierra o quizas era cuestión de tiempo para verle rondando en los pasillos, ya que seguramente eso les daría calma a los chicos.

- Tierra llamando a Spreen.- escuchó del otro lado de la linea, se habia perdido en sus pensamientos.- ¿Cuántos días querés?, para inventar que la señal no es muy buena y evitar algunas llamadas, quizás así tendremos más tiempo.

El moreno sonrio, sabía que podía confiar en Carre, aunque tardaría un poco en contarle lo que sucedía, tenía que encontrar la forma más correcta de hacerlo evitando a toda costa que también creyera que se le zafaron algunos tornillos.

- Dos semanas.- Quería pedir más pero ya sería imposible mantener la distancia. Sus padres eran capaces de ir a buscarlo hasta el infierno de ser necesario.

- Dale, solo que también me vas a tener que contar porque gritaste como niña. Casi me daba algo. Dije: este pelotudo ya se zafó la rodilla otra vez.- soltó una pequeña risa teniendo que cortar la llamada cuando su madre entró queriendo saber si necesitaba algo.

Spreen colgó el teléfono, dudando de intentar pedir ayuda.
¿Qué diría en primer lugar?

"Auxilio, estoy atrapado en la casa que me heredó mi abuelo siendo que tres fantasmas buscan venganza ya que él los mató."

O quizás;

"Necesito que me saquen de acá antes de terminar enterrado en el patio."

- ¿Cómo lograste hacer que funcionara?, llevamos años intentando usarlo.-

- ¿No tiene que ver conque están muertos?- pregunto como si fuera lo más obvio

- Te recuerdo que tenemos control en la casa, si podemos tocar de cierta forma las cosas pero el teléfono jamas sirvió, en especifico desde nuestra muerte. Creimos que la linea habia sido cortada.-

Spreen ahora estaba uniendo algunos puntos. No estaba del todo seguro, solo era una posibilidad.

- El viejo debió pedir que la linea volviera a estar en uso cuando dejo el testamento en orden, quizás quería que todo estuviera bien por si buscaba vender este lugar.-

- Ay mira, que considerado. Como no vino aquí a sacar nuestros cuerpos y mínimo ponerles una lápida.- comentó Mariana algo molesto.
Y no le culpa.
Aunque, ¿Dónde estarían los cuerpos?
No le gustaría seguir investigando la casa y de pronto ver huesos.

Bostezo sin poder evitarlo.
Calculaba que eran alrededor de la 1 o 2 de la madrugada, entre el tiempo que estuvo inconsciente, su rápido paseo y lo que duró hablando con Carre, ya estaba cansado.
Tanto físico como emocionalmente.

Queria dormir pero dudaba que fuera seguro hacerlo.

Ellos no serían capaces de matarlo mientras dormía, ¿Cierto?

- Si quieres puedes ir a una de las habitaciones de invitados, ahí puedes dormir un poco.
Solo sacude, hacia mucho que no teniamos visitas por lo que debe tener mucho polvo, arañas, ácaros. Quizás ratas.-

Lo pensó un poco, aunque podría pedirles que le dejaran ir a dormir a su auto jurando que no escaparia, sabía que sería imposible debido a su abuelo, nada ayudaba en ser la vida imagen, era como tenerle otra vez y seguro confiar en él no era algo lógico.

- Seguro encontraré un lugar y...-

- Que vaya a mi habitacion, la he mantenido limpia. -interrumpió Roier sacandole un susto al salir de dentro de una pared. - Es la mas decente.-

Aldo y Mariana se dieron cierta mirada.
¿Por qué Roier cedía su habitación?
Ellos tenían prohibido entrar, incluso evitaban a toda costa pasear cerca por temor a entrar por accidente al pasar por la pared.

Subieron las escaleras, siendo guiado por Roier que mantenía las luces encendidas para evitar que tropezara.

"No queremos otro cuello roto, ¿Cierto?"

Al estar frente a la puerta está se abrió lentamente, rechinando por la madera ya vieja.

Dentro el tiempo se había detenido.
Las sábanas se veían limpias, almohadas bastante suaves, incluso las ventanas estaban como nuevas. Decoradas con cortinas en color rojo y lazos morados.
Si no fuera por todos los cuadros rasgados en las paredes se vería como una habitación cualquiera.

- Intenté mantener esto lo mejor posible, aunque ya no necesito dormir me gusta venir aquí y tener tiempo para mí. Solamente quisiera pedirte algo.-

Sabía que no tenía derecho a nada, menos con la actitud que tuvo anteriormente. Pero esto era un favor que quería cobrar lo más pronto posible.

- Quita los cuadros y todo lo que veas morado.-

Pudo preguntar pero realmente ya sabía sus razones. Asintió tomando cada pintura para dejarla en la habitación de al lado, las cortinas siendo lo más complicado debido a la altura, rasgandolas en el proceso.
Lo que solo causó un jadeo en Roier, era como si doliera.
Muy extraño...

- Ahora seguro quieres dormir.- evitaba mirarle, aunque sabía que no era él, su parecido no ayudaba en nada.

Spreen extendió su mano, "tocandolo", solamente buscaba llamar su atención.

- Gracias. Ya sabes, por dejarme estar acá.- susurró con una pequeña sonrisa, causando una mueca extraña en el castaño.

- Ni lo menciones.- desapareció entre las tablas del suelo.

Seguía sin entender como era posible que un ser vivo estuviera causando todo esto.

Juraría por lo más sagrado que cuando sintió su toque, fue como si su corazón latiera.

No era posible.
Un corazón que dejó de latir hace años no podía volver a hacerlo solo porque sí.

Se quedó entre la estructura de la casa, evitando a Aldo y Mariana, quienes seguramente tenían tantas preguntas por hacerle respecto a su amabilidad con Spreen.

No es que su actitud cambiase, simplemente quería terminar de aceptar que él no era quien creía.
Así quizás podrían recibir ayuda, entender que es lo que los mantiene atados a la mansión y si existía una forma de ser libres. Quizás, solo quizás, poder saber que sucedió con su familia.
Si lo buscaron, si hubo alguna investigación o mínimo saber que ellos después de un tiempo dejaron de llorar por su ausencia.

Escuchó ronquidos y fue justo el momento en el que decidió salir.

Siendo tanta su curiosidad por verle a la cara, ¿Eran tan iguales?
A primera vista parecía que si.
Pero tenía que asegurarse.
Se acercó un poco a spreen, notandolo tan calmado

Tranquilo.

Mirando a detalle podía ver ciertas diferencias entre ellos.

Spreen tenia el cabello mas rizado, las pestañas largas y esas pecas adornaban su rostro de una forma bastante...

No.
No y no.

Esto solo era una confusión.
A pesar de todo y aún estando muerto parecía tener estás emociones tan raras.

Rodó los ojos mientras volvía a acercarse.
Tenía que convencerse que no era aquel Iván que le hizo tanto daño.
Podía verse como él, parecer una jodida copia, pero...

Su mente divagó.

Estaba tan cerca que juraría que si estuviera vivo estaría sintiendo su aliento.
La respiración calmada mientras se mantenía en el mundo de los sueños.
Dudó un poco pero coloco sus manos en el pecho del moreno, sintiendo algo.

Era tan extraño.
¿Cómo es que podía sentirle?
Era diferente a lo que sucedía con la casa o lo que está contenía.
Podía mover las puertas, sentir cuando algo se rompía, incluso cuando el viento chocaba fuerte contra la mansión era como si sus huesos se congelaran.

Realmente Spreen tenía mucho que ver con la maldición.
¿No?

Poco a poco fue terminando con la distancia entre ellos.

Era como si volviese en el tiempo, en aquellos años donde era feliz.

Cerró sus ojos disfrutando de esto, anhelando volver a sentir, a querer.

Si las cosas hubieran sido diferentes...

¿Se habría enamorado de alguien más?
¿Habría vivido muchos años?
¿Estaría con su familia?

Sintió las ganas de llorar a pesar que no existía lágrima alguna que derramar.

Cuando sin esperarlo pudo sentir algo en sus labios.
Se alejó como si quemara.

¿Lo besó?
¿Acaso Spreen...?

Salió rápidamente de ahí, chocando contra lo que él decía era una barrera al rededor de la casa que solo lo hizo rebotar nuevamente al interior.

Tenía que ser una puta broma.

Esto no puede pasar.
Es imposible.

Los vivos no pueden tocar a los muertos.

¿Cierto?

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