12
Sunoo observaba con determinación los dos suéteres que había dejado sobre su cama, indeciso en cuál vestir. Uno era de un punto tejido muy delgado, color crema y con estrellitas marrones estampadas, la otra era de un celeste casi igual al cielo, con nubecitas bordadas. Luego de mirar por unos segundos más, se decidió por la segunda opción. Estaba por ponerse la prenda cuando el timbre de su casa sonó.
Miró la hora en su teléfono, notando que solo tenía algunos mensajes de Seeun y Seongmin en su bandeja, nada de sus amigos que iban a buscarlo. Aún no era la hora estipulada, pero supuso que al final no se atrasaron tanto y que incluso llegaron minutos antes.
Pero al abrir la puerta, lo que encontró fue un ramo de flores frente a sus ojos, sostenido por su novio.
—Hola, Sun.— Heeseung lo saludó tímidamente, mostrando una sonrisa arrepentida y ansiosa.
Dejó salir un suspiro y negó la cabeza.
—Hyung. ¿A qué viniste?
—¿Acaso uno ya no puede venir a visitar a su lindo novio porque sí?— preguntó con un tono coqueto. Sunoo se rio y finalmente tomó las flores entre sus manos.
—El día que Lee Heeseung decida venir a visitarme "porque sí", Seongmin tendrá novio.— dijo el rubio desteñido, dejando pasar a su novio al interior de su casa.
—¿Que no ese chico solo ama el dinero?— cuestionó, fingiendo preocupación.
—Exacto.— sonrió burlón. Dejó las flores en el mesón de la cocina luego de tomarles una foto y guió a Heeseung hasta su habitación.
Entonces ambos se quedaron en silencio. El mayor observaba los movimientos calmados del menor, este guardaba algunas prendas y objetos en un bolso de playa. Examinó su conjunto, notando lo adorable que se veía con ese suéter y los bonitos shorts color crema, lo lindo que su cabello rubio le quedaba, estilizado con suaves ondas, con el flequillo a los lados dejando ver su frente. Como todas las veces, su corazón se aceleró con simplemente admirar al chico, su chico.
Casi se había olvidado del motivo de su visita. Tenía que disculparse, pero no sabía ni por dónde empezar.
Sunoo aparentaba tranquilidad, enfocándose en terminar de preparar sus cosas para su salida, cuando en realidad estaba muriendo de los nervios. Estaba esperando a que su novio se anime a hablar primero y las millones de posibilidades sobre lo que podría decir le carcomía la cabeza. ¿Se habrá dado cuenta de que se sentía ignorado? Él no quería decírselo, pues sentía que era un poco patético, pero si Heeseung no lo notaba tendría que hacerlo. O talvez ¿se iba a disculpar por la última conversación que tuvieron? Aunque no sea por todo el dilema, eso sería suficiente para él por el momento.
Pero entonces el silencio se volvió eterno, la falta de palabras se sintió asfixiante y ese dolor punzante que sentía cada vez que Heeseung ponía exactamente esa expresión de duda e incertidumbre volvió a él. Su novio no tenía ni siquiera una idea de qué decir, nuevamente debía ser él quien comience a hablar.
—Heeseung, ¿por qué estás conmigo?— preguntó en un suspiro.
La pregunta pareció descolocar al mayor, este lo miró entre confundido y triste. El pelinegro se puso de pie y se acercó unos pasos, tomando una de las manos del rubio entre la suyas.
—¿Cómo que porqué? Te amo, Sun, sos alguien maravilloso, con tantas cualidades que no podría terminar de listar. Me gusta estar contigo, sos lindo y me gusta cómo me querés.— levantó la mano de su novio y dejó un beso en sus nudillos. Lo estiró un poco, haciendo que sus cuerpos queden más cerca, y dejó el brazo de Sunoo sobre su hombro.
No tardó en corresponder el gesto y rodearlo en un abrazo. Sus manos se encontraron detrás del cuello de Heeseung y su cabeza encontró un escondite en el pecho del más alto. Aspiró el perfume de su novio y soltó un suspiro tembloroso al sentir como rodeaba su cintura con sus manos. De repente, toda la tensión que sentía desapareció y se permitió relajarse en el tacto de su amado.
—Perdón por lo de ayer.— lo escuchó susurrar. Sunoo negó con la cabeza suavemente. —Lo digo en serio.— insistió, acariciando los rubios cabellos.
—¿Por qué cosa me estás pidiendo perdón?— Había mucho por lo cuál sentía que Heeseung debía disculparse, por su repentino arranque de celos, por las bromas sobre que él le ponía los cuernos que hacían sus amigos, por ignorarlo, por asumir que él sería quien siempre haga el primer movimiento, por no dedicarle ningún minuto de su día, por las lágrimas que le hizo derramar. No importaba cuál de esas cosas era, le importaba más que Heeseung se dé cuenta.
Heeseung no tenía idea de por qué se estaba disculpando.
—Por todo.— dijo con seguridad, como si en verdad supiera que cosas hizo mal. —Por como fui, como actúe y como te hablé.— añadió, una respuesta vaga que resultó ser suficiente.
—Está bien, gracias por disculparte.— contestó con una sonrisa, levantando el rostro para ver el de Heeseung.
Una bonita sonrisa tiraba de los rosados labios del más bajo y Heeseung sintió que hizo algo bien en su vida para merecer ver eso. Le sonrió de regreso y pudo apreciar el brillo alegre en los ojitos de su chico.
—Te amo, mi solcito.— dijo, robándole un besito.
—Yo también te amo, amor.— dijo entre risitas, tirando de la camiseta de Heeseung hacia abajo para poder besarlo tan solo un poco más.
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sunoo no duró ni un día lmao, pero bien dicen que el amor los hace estúpidos, no?
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