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Epílogo

A medida que Logan se dejaba llevar, salía algún matiz del hombre que hacía a Ruth mucho más feliz. Trataba de consultarle a aquella hermosa mujer cada detalle de cómo había sido antes, o mejor dicho, como había sido y solía ser su marido. Fue anotándolo todo en su cabeza en una libreta que titulaba «mi nueva vida». Una vez, Abigail la encontró rebuscando en los cajones de la habitación de matrimonio a la que este ya se había mudado, haciendo lo posible por ejercer del marido que no debería de haberse desvanecido.

—¿Puedo hablar contigo? —preguntó la joven. Logan no pudo imaginar de qué se trataba. Pero ella lo había estado vigilando desde demasiado cerca.

—Sí.

—A mi cuarto.

—¿Qué ocurre, hija?

—Nada, mamá. Solo quiero hablar con papá.

—Papá es mío —lo reclamó la pequeña pues volvía a recibir todos sus mimos y atención.

—Luego te dedico un ratito, ¿sí? —propuso él, dedicándole una sonrisa.

—¡Pero quiero ahora! —exigió, cruzándose de brazos, apretando sus graciosos y gruesecillos labios.

Se acercó a ella y la cogió en brazos. Volvía a regresar la fuerza a sus músculos. Parecía estar recuperando con mayor rapidez lo perdido.

—Papá te atenderá luego, ¿vale?

—No.

—Porfaaaa.

—Vale. —Lo abrazó. Él le devolvió el abrazo presionándola con dulzura. El calor humano y el cariño le devolvía eso que tanto necesitaba, ya que Jayden ya no se lo iba a dar. Era agradable recibir calor humano otra vez.

La dejó en el suelo y caminó detrás de Abigail. Ella esperó a que entrasen dentro de la habitación y se cerrase la puerta.

—¿Qué es esto?

—Es la terapia que me recomendó el doctor. Debo volver a conocerme para ser como era antes.

—¿Y los apuntes a pie de página?

¡Le ganaba en astucia aquella niña! Y era normal que preguntase cuando el nombre de Jayden y Temperance rezaba por allí en repetidas páginas. Demasiado repetitivo.

—Podría explicártelo. Pero no lo entenderías.

—Tengo ocho años pero no soy gilipollas.

—¡Nena, no digas tacos! ¡Queda de lo más grosero!

—Mi padre no me reprendía así. Me decía que iba a pagar cinco centavos por cada taco que dijera. ¿Quién eres tú?

—Tu padre.

—¡Embustero! ¿Quién eres tú?

—¿Tu... nuevo padre? —preguntó, elevando una ceja, con cautela.

Ella negó.

—¿Qué pasó? ¡Actúas extraño! ¡Sé lo grave que fue el accidente! ¡Pero es que actúas de lo más extraño! —insistió.

Abigail era tan despierta que parecía una niña mucho más mayor de la edad que tenía.

—No lo sé. Solo sé que desperté y lo había olvidado todo.

—¿Y Jayden, y Temperance? ¿Quiénes son? ¿Has engañado a mamá?

—Eso es más difícil de explicar.

—Prueba.

—No lo entenderías.

—Prueba —repitió.

Logan exhaló hondo.

—Bien. Digamos que soy un alma atrapada en otro cuerpo.

—¿Qué?

—¿Lo ves? ¡Ya no me crees!

—¿Y quién eras antes?

—Era bombero forestal. Fallecí en un accidente. Tenía esposa y un hijo.

La chiquilla negó.

—Pues yo opino que te diste tan fuerte que crees que eres otro. Que te volviste loco.

Ya le dijo que no lo creería. Se rio, nervioso.

—También creo que estoy confuso y que lo imaginé todo, en uno de esos sueños que sueñas cuando entras en coma.

—¿Me prometes que no engañaste a mamá?

Hizo una cruz sobre su pecho.

—Te lo juro por mi vida.

Dudó un poco. Luego estiró la mano buscando sellar algún tipo de pacto.

—¿Amigos? —preguntó, a continuación.

Logan se la estrechó.

—Claro.

Abigail acabó abrazándolo.

—Te eché mucho de menos, papá.

La abrazó y colocó su barbilla sobre la cabecita de la chiquilla.

—Yo también. Os quiero y juro que cuidaré de vosotras, por mucho que me cueste entender un sinfín de cosas. Necesito que me ayudéis para ser como era. Olvidé todo.

Abigail se separó un poco de él.

—Haré de tu guía, papá.

Logan sonrió.

—Eres un amor.

—Tú también. Y, por favor, no vuelvas a morirte.

Logan negó.

—No, hasta que me llegue el momento de mi vejez.

Volvió a estrecharle la mano.

—¡Guay!

Había hecho las paces con la parte conflictiva de la familia. Había regresado a la vida de Ruth. Y la pequeña Peyton lo consideraba como su ídolo y protector. Volvía a sentir esa paz familiar que no había conseguido tener ni en su vida anterior. Dio gracias al cielo por ello. Dio gracias a quien le hubiera devuelto a la vida, dándole otra oportunidad. Cruzó los dedos rogando que Logan no despertara en ningún momento, por poco que eso lo ayudase en algunas ocasiones. Porque quería vivir él mismo esta vida. Disfrutarla. Aunque en realidad no fuera la suya.

https://youtu.be/wpdy0m9dTpw

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