XXVI
Llamada telefónica.
J: ¿Hola? ¿Quién habla? —comenta confundida al escuchar la respiración agitada en vez de palabras.
K: Jen... Jen soy yo Keyla...
J: ¡Oh por Dios santo, mi Key! —cubre su boca de impresión para no despertar a Harold, el cual apenas había conciliado bien el sueño después de días— ¿Estás bien amiga? ¿Ese idiota te ha hecho algo?
K: Sí, tranquila, estoy bien, él no pudo llegar a tocarme... Dime, ¿dónde estás? ¿Estás con los chicos?
J: Estamos en la casa de tus suegros, Harold apenas se ha dormido, el pobre no había podido desde que te secuestro ese idiota; ¿dónde estás tú, Keyla?
K: No lo sé, estoy en una gasolinera, pude escapar corriendo, llevo dos horas en este trote, puesto que nadie se detenía para ayudarme... Estoy fuera de la ciudad, pero no me ubicó y tengo miedo...
J: ¿¡Has corrido dos horas!? —boquea su amiga de impresión mientras caminaba en dirección a la puerta— no te muevas de allí, veré como te ubicamos...
K: No sé si puedas rastrear este número de celular, el mío nunca supe dónde estaba, este es el del hombre de la gasolinera...
J: Claro que le diré a la policía, solo mantén la calma, te estaré llamando, ¿sí? Has sido muy valiente mi niña...
K: S... Sí... Por favor, no demores Jen, te espero...
Fin de la llamada.
—la puerta fue abierta por Kevin y Rich quienes habían venido de buscar a Keyla, pero ninguno tenía buenas noticias—. Nada que encontramos a Keyla, del país, no se ha ido, Rich ha hablado con todos sus contactos de inmigración y por allí no ha pasado —suspira un poco el joven moreno mientras se abrazaba del brazo de su pareja— Jen, la policía piensa que la mato y luego desapareció su cuerpo.
—No, Keyla está viva, acabe de hablar con ella, tenemos que salvarla, ha logrado escapar y está en una gasolinera —dice de forma agitada aún por la impresión.
—¿Cómo qué se escapó? Cuéntame... —responde Lupe entrando en la sala, puesto que había acompañado a la madre de Keyla a una cita médica de Cloe, por escuchar esas palabras le mira a Jennie con los ojos cristalizados, recibiendo un abrazo de su contraria.
—Tranquila, está viva y debemos socorrerla, por favor, vigila a Harold que se acaba de dormir, iré a hablar con el sargento —le deja un beso en la frente antes de salir con su esposo rumbo al CAI de oficiales más cercano.
—¿Estás segura de que era Keyla, amor? —dice Kevin, aún impactado mientras conducía.
—Sí, pudo escapar de las manos de Jeison, corrió dos horas hasta llegar a ese lugar, tenemos que salvarla antes de que ese loco la encuentre... —suspira agitada mientras lo mira— mis oraciones, si sirvieron, mi niña está viva.
—Claro que sí y la encontraremos sana —responde el hombre con calma para poder estacionar el auto y juntos ingresar a donde estaba el sargento de la búsqueda.
—Buen día, aún no hemos encontrado registros de la señora Jones, espero que su venida aquí nos dé buenas nuevas, en verdad ya no nos imaginamos donde puede estar —comenta este mientras se pone en pie al ver los rostros pálidos de los contrarios.
—Sargento, mi amiga está viva, pudo escapar de ese idiota, pero no sabemos por cuanto tiempo —lo mira y le extiende el número de celular desde dónde habló con Keyla— está en esta gasolinera, el celular es del propietario, ayúdela.
—Tranquila, ¡Jiménez! Vaya y rastree este número, debemos encontrar a la señora Jones, ¡corra! —le extiende el papel para mirarlos— nosotros nos encargamos, pueden ir a casa.
—Por favor, déjenos ir con usted —súplica la pelirroja viendo como este se negaba.
—Jeison es un sujeto peligroso, no sabemos cómo puede estar actuando, tranquila, llevaremos a la señora a su casa —hace una pequeña reverencia con su cabeza antes de salir de la oficina.
—Tranquila, amor... Keyla estará bien, vamos a esperarla a casa... —suspira el joven antes de abrazar por los hombros a su esposa y retirarse del lugar.
—Solo espero que Keyla esté bien y ese tonto no llegue a tocarla de nuevo —suspira tratando de tranquilizar sus nervios, para volver a casa y encontrarse a Harold aún dormido.
—Jen, Lupe ya me informó, ¿mi hija ya apareció entonces? —pronuncia la mujer cubriendo su boca con ambas manos en preocupación.
—Sí, señora, Keyla ha aparecido, no se tiene que preocupar más, señora Elsa, ya le avisamos también a la señora Margaret, Rich me dijo que la buscaría con Cloe.
—Sí, Rich ya salió, Harold está profundo al menos, no me gustaría verlo estresado aquí —responde sincera la joven para ver como los recién llegados tomaban asiento.
—Mi pobre hijo ha sufrido mucho con Keyla y como no si es el amor de su vida, gracias a mi Dios que ella volverá a casa y ese sucio impostor irá a prisión —dice la mujer más calmada mientras llamaba a una de las empleadas para que les trajera un vaso con agua.
—Yo en verdad admiro a Key, porque sinceramente no sé si yo personalmente fuese aguantado a tanto.
—Lo mismo pienso Lupe, lo mismo pienso —ambas sonríen ya con ese toque de tranquilidad, más allá de la horrible situación que aún seguían viviendo.
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