XXV
En esos momentos no sabía que había pasado, lo único que pensaba es que no era nada bueno. El golpe que sufrí no es que haya sido muy fuerte, por lo que desperté en una habitación amarrada, en verdad, Jeison si era un idiota con cierta astucia, su plan B era secuestrarme, pero a fin de cuentas ni un beso mío recibió en el transcurso del tiempo.
—¿En verdad no comerás nada, Keyla? Te vas a morir si no lo haces.
—Como si no tuviera ganas de hacerlo por tu culpa, capaz tu sucia comida tenga droga para así poder tenerme —le mire fijamente a los ojos mientras bufaba un poco— porque sabes que jamás te daría mi atención.
—Fue por tu culpa que terminamos aquí, debiste olvidarte de ese idiota y que se quedara con Tiffany.
—¿Acaso pedí que te obsesionaras conmigo? Dime cuando, para ver si me golpeo, ¿ok? Eres un psicópata que daño la familia de Tiffany, pero te aseguro que la mía no terminara así, ellos te encontraran —lo miré frunciendo el ceño intentando soltarme del habilidoso nudo que tenía, mis brazos ya dolían por la incómoda posición de tenerlos tras mi espalda.
—¿Por qué tienes que ser así de mala? Yo te puedo dar una buena vida, mejor que la que tenías, estando solamente tú y yo —se sienta al borde la cama junto a la joven, la cual solo lo miraba desorbitada por las tonterías que decía.
—¿Sí, captas que yo tengo una hija? Una hija que jamás cambiaría por ninguna persona, eres tan despreciable Jeison, que ni drogada estaría por eso contigo —le mire molesta por su estúpida actitud.
—He intentado ser bueno contigo Keyla, pero me va a tocar saciar mis ganas a las fuerzas —se pone en pie con un semblante algo molesto y con un paño en su mano el cual le echo un poco de polvo blanco.
—Ni se te ocurra acercarte con eso, eres un imbécil de primera —lo mire mal y al ver se iba a abalanzar sobre mí, termine por tirarle una patada la cual impacto fuertemente en su entrepierna, que con la punta del tacón lo hizo caer.
—¡Eres una zorra! ¡Te mataré Jones! —boquea intentándose poner de pie de forma rápida al ver como esta lo hizo primero.
—¡Vete a la mierda! —al ver que se iba a levantar nuevamente, reaccione con el tacón con fuerza en su entrepierna, notando como se quejaba— debiste amarrarme las piernas y no solo las manos, idiota.
—Eres una niña alzada, eso me gusta más y qué sensual te logras ver porque te vuelves como una fiera —ríe este con cierto dolor de manera psicópata.
—al observarlo negué poniéndome como pude en pie de la cama corriendo fuera de la habitación escuchando sus gritos, por lo que lo primero que hice fue adentrarme a la cocina buscando algún cuchillo que pudiera cortar rápidamente las cuerdas, necesitaría mis manos para huir de este lugar.
—Keyla, Keyla, no querrás morir, vamos pequeña, quédate conmigo —dice este como si de una canción se tratara al bajar a paso lento las escaleras.
—visualicé una pequeña navaja en el cajón y como podía empecé a intentar cortar tales nudos sin que se viera tan notable.
—Ves que ni tú deseas irte de mi cariño, ya fueses corrido —dice al entrar en la cocina tomándola por el cuello, pero al ver como la cuerda cae y esta le da con la sartén en la cabeza dejándolo aturdido le mira con furia—. ¿Cómo mierda te solaste tan rápido? Mis nudos son los mejores.
—Siempre existe un borde que los hace soltar —lo mire antes de empezarle a tirar los platos y demás elementos de cocina al ver que se acercaba de nueva cuenta, terminando por correr a la puerta principal saliendo con la intención de que al llegar al auto poder escapar. Pero mi suerte no estaba conmigo, el auto no tenía gasolina, por lo que golpee el volante una y otra vez.
—No vas a poder escapar de mí —comenta el hombre apareciendo al costado de la puerta intentando abrirla.
—¡Aléjate psicópata! —lo miré algo asustada al notar como tomaba una piedra para romper el vidrio. Ante ello me puse atrás viendo el extintor, que al sentirlo cerca de mí le termine por dar fuertemente en la cabeza como reacción— ¿Lo mate...?
—Jeison había caído en el suelo con un charco leve de sangre en su cabeza, pero mantenía su respiración, por lo que daba a entender que no estaba muerto. Estaba en shock, pero al tomar su celular no tenía señal, no sabía que hacer, a lo que después de amarrarlo al auto busque con que huir, no sabía dónde ir; este idiota me llevo al medio de la nada.
Momentos después, en la casa de los Contreras.
—¿Dónde puede estar? Ya no lo soporto más, Jennie, van dos semanas desde que Keyla está desaparecida, se buscó en todos los hospitales, aeropuertos, fronteras e incluso morgues; pareciera como si se los fuese tragado la tierra —comenta Harold antes de tirar de sus cabellos en desespero.
—Tranquilo, yo también estoy preocupada, pero así no ganarás nada —suspira la joven al ver a la madre de este, quien lo miraba con tristeza— Keyla aparecerá.
—Jennie tiene razón hijo, la policía y Kevin la encontrarán, ya lo verás —lo mira para sentarse a su lado acariciando su espalda— mira que las malas noticias siempre son las que primero llegan.
—No sé cómo no me dejaste ir Jen, madre, por favor, yo necesito buscar a mi esposa.
—¿En dónde pretendes hacerlo Harold? Llevas las dos semanas sin dormir y te ves muy mal, es momento que descanses hijo.
—Pero madre... —baja su mirada intentando pensar en que todo saldrá bien, pero a fin de cuentas era a él a quien más le dolía la ausencia de su esposa.
—Pero nada Harold, nosotros te avisaremos sobre cualquier cosa, pero es necesario que duermas —la mujer intentaba ser lo más comprensible posible que se terminó por llevar a su hijo a la habitación.
—Jennie miraba con tristeza a Harold, pero una llamada entrante la hizo sentir mucho alivio en esos momentos, una llamada de Keyla.
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